El cambio módico

MAURICIO, SERGIO Y DANIEL (Capítulo final): Mauricio Macri, el Ganador.

escribe Carolina Mantegari

Con una ventaja que deja lugar al “margen de error” culmina la dilatada miniserie. Arrastra el año enteramente perdido.
El final reservó la cuota de suspenso. El tono inesperado del impacto.
Se asiste al gran éxito electoral de Mauricio, El Ángel Exterminador, sobre Daniel, el Líder de la Línea Aire y Sol. Bastante ajustado. Por menos de 3 puntos.
La sociedad admite la idea del cambio. Pero del cambio módico. Acordado.

Como en 2003, otra vez, el segundo pasa a ser el primero. La diferencia es que esta vez, el que fue primero, Daniel, distó de borrarse. Encaró hacia el sacrificio de la segunda vuelta. Como aquel general Quiroga del poema de Borges. “En coche al muere”, cliquear. Con las botas prestadas, que a Daniel le calzaban, en el fondo, mal.
Al ganar Mauricio, la interpretación selectiva indica que es el triunfo de la democracia y del “cambio” (aunque sea módico). Si Daniel se acercaba un poco más y ganaba, iba a ser la constatación del fraude. Menos mal que ganó Mauricio.

En la primera vuelta de la extenuante historia, Daniel y Mauricio, juntos, lo sacaron de la carrera a Sergio, El Renovador de la Permanencia.
Pero Sergio permaneció cerca de la Banelco de Mauricio. A tiro de tarjeta. Con la venta del producto más indispensable: la gobernabilidad.
De todos modos Sergio se resiste a abandonar el primer plano. La vida por los medios. Si modera su ansiedad protagónica, se le abre un panorama venturoso.

Ya en la primera vuelta, Mauricio, que iba de punto, lo sorprendió a Daniel, el favorito, con la sustancial victoria en La Provincia Inviable. Sobran las razones, útiles para constar en actas.
Brota, en adelante, la protagonista estelar para la próxima miniserie.
Es María Eugenia Vidal, La Chica de Girondo.
Si en la primera vuelta Mauricio dejó de ser punto por Buenos Aires, casi puede asegurarse que Mauricio es banca en la segunda vuelta gracias a Córdoba.
Por el viento de cola de la algarabía, el ascenso de Mauricio era irresistible. Mientras tanto Daniel, que venía en caída libre, con botas prestadas, asiste al derrumbe del sueño presidencial. Primero por Buenos Aires y ahora por Córdoba, la provincia que deparó, gracias a La Doctora, el tal vez máximo error. Consistió en ponerle a Daniel la fiscalización permanente de Zannini, El Cenador, que fue más un plomo que “tobillera electrónica”.

Téngase en cuenta que Daniel comparte el cartel francés de la derrota con La Doctora. Para la ceremonia del adiós de la miniserie.
Ambos -La Doctora y Daniel- en adelante tendrán dificultades para encarar alguna otra superproducción.
En el peronismo suele abundar la crueldad con los derrotados. La Doctora -es cierto- no fue candidata. Pero fue peor. Diseñó la estrategia. Eligió mal.

Etnocentrismo para todos

Significa confirmar que Mauricio se queda al frente de una estructura de poder que no contuvo ningún antecesor.
Con el Artificio Autónomo de la Capital en el bolso, a través de Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, el inadvertido que crece y sigilosamente ambiciona.
Con La Provincia Inviable en el mismo bolso, que le va a cuidar María Eugenia. Y con la caja abarcadora de la presidencia. Para él. Todo dentro del mismo bolso.
Cuesta creer que Mauricio, Jefe de Gobierno del Artificio, con María Eugenia, la Vice-jefa, y con Horacio, Jefe de Gabinete, se queden con la totalidad del poder.

Se impuso un modelo de etnocentrismo perfecto. Arrasaron con los prejuicios, hasta transformarlos en meras supersticiones. Superados lugares comunes de la política.
Etnocentrismo para todos. Los tres pertenecen a un solo distrito. Porteñitos blancos del Artificio Autónomo.
Aparte, otra hazaña. El macricaputismo utilizó para ganar la capital, en 2007, y la Nación, en 2015, la misma fórmula centrista. Mauricio con la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde. Repiten, como si se tratara de un recetario eficaz.
Y como si se tratara de otra broma de la geografía, Mauricio decide trasladar el etnocentrismo imbatible de los porteños hacia Jujuy. Para clausurar la epopeya entre el regionalismo folklórico de la Quebrada de Humahuaca. A los efectos de sostener, ante el marco más impresionante, las consagratorias vaguedades que Mauricio supo emitir en cualquier emisión televisiva.
Que “se puede cambiar”. Se puede. A través de la “nueva política” que va a instrumentar junto a los radicales eternos, románticos que vuelven a comer caliente. Radicales que vuelven. Acción y aventura para la Argentina.

Lo que acaba de conquistar Macri, a través de su partidito urbano, nunca lo logró Menem (que debió lidiar con Cafiero y con Duhalde en Buenos Aires). Ni Kirchner. Ni mucho menos La Doctora (que debió lidiar con el propio Macri, y hasta con Scioli, no precisamente su socio ideal).
Un desayuno de los tres dirigentes de PRO, de los tres camaradas macricaputistas, Mauricio, María Eugenia y Horacio, puede tratar la superación de los vínculos conflictivos de la Policía Bonaerense con la Policía Federal. Y entregar la Federal, a la ciudad, después de tantos reclamos, como si fuera una tostada.
Tanto poder sirve, ante todo, para resolver. Merece el voto de confianza. Para perforar el último mito. O superstición.
Indica que todo, en Argentina, termina mal.

Período de gracia

Parroquiales.
Para ponerle el punto final a la miniserie que parecía interminable, con la mejor fe se le desea, a Mauricio, éxito. En su flamante responsabilidad de Presidente.
El mismo éxito que tuvo en Boca. Y en el Artificio Autónomo.
Por si no bastara, por unanimidad, junto a Consultora Oximoron, el Portal decide concederle, al nuevo gobierno, un correspondiente período de gracia. 120 días. Cuatro meses. Con la yapa respectiva de la transición. La cuerda floja hasta el 10 de diciembre. Cuando rige el lenguaje de los nombramientos. Para el apasionamiento de los vibrantes Buscapinas de Medialuna Enarbolada.
Un plazo respetable para que Mauricio, ya pasado el furor del bailecito, acomode las líneas. A los efectos de enfrentar, con los escuderos que designe, sean gerenciales o radicales, los ajustes y rigores del tramo inicial. El más dificultoso para encarar un cambio. Aunque sea un cambio módico.

Del Chacho a Mauricio

El hartazgo del kirchnerismo produce otra aventura radical.

sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
El resurgimiento

La clavada consagración presidencial de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, arrastra un acontecimiento complementario.
El resurgimiento de la Unión Cívica Radical, que se dispone a co-gobernar. A través de Cambiemos. Junto al ascendente PRO, expresión institucional del macricaputismo. Y con la Coalición Cívica, partidito menos trascendente que su conductora, la señora Elisa Carrió, La Demoledora. Radical originaria.

Como en 1983 con Raúl Alfonsín, El Providencial, en 1999 con Fernando De la Rúa, El Desairado. Cada 16 años. Otra vez los radicales, en 2015, se preparan para ejercer las responsabilidades del poder. Las que supieron asumir con relativa suerte. Sin gran originalidad para los epílogos.
Conste que “todo, en la Argentina, termina mal”.

Los radicales emergen como los máximos beneficiarios de la debacle kirchnerista.
Recuperan gobernaciones sustanciales. Multiplicidad de intendencias. Legislaciones innumerables. Y hasta la vice gobernación de Buenos Aires.
A partir del próximo domingo, los radicales consolidan la vigencia nacional. Ponen sus planteles a disposición para ocupar los casilleros de las dos administraciones conquistadas. La Provincia Inviable, Buenos Aires, y la Nación. En el reparto no se incluye el Artificio Autónomo de la Capital, donde los radicales compitieron a través de Martín Lousteau, El Personaje de Wilde. Entonces muy poco les faltó para que amargaran a Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol. Y que acabaran con la trayectoria de Mauricio, el benefactor que los devuelve al primer plano.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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En 1999 los radicales venían también en caída libre. Pero igualmente Raúl Alfonsín se las ingenió para capitalizar el agotamiento del peronismo, en su versión menemista. Y para volver, a través del acercamiento con el Frente Grande, del progresista por entonces hegemónico, Carlos Chacho Álvarez, El Renunciador. Vicepresidente de El Desairado.
En 2015, los radicales consolidan la epopeya del regreso a través del acercamiento con Mauricio Macri. Fue sabiamente instrumentado por el inmortal Nosiglia, El Coti, Nuestro Richelieu. Es -Coti- el verdadero hilo conductor de esta historia. Desde 1983.
Richelieu Nosiglia redescubrió en Macri al Sucesor Ideal de La Doctora. El más capacitado para aprovechar el agotamiento cíclico del peronismo, en su versión kirchnerista.

Desde El Chacho a Mauricio se registró un desplazamiento radical hacia el centro (no decir nunca hacia la derecha). Aparte, para el macricaputismo, esas (derecha e izquierda) son categorías ideológicas muy devaluadas. Mantenían su asidero en el siglo veinte, según la concepción del pensador Jaime Durán Barba, El Equeco, ampliamente reivindicado por Pablo Avelluto, El Teórico Tapado.
Como se descuenta, PRO mantiene la impertinencia que desconcierta a los cientistas sociales. La osadía de presentarse como la “nueva política”. Asociada a la idea casi privatizada del “cambio”.
Un cambio irresistible que cabalga sobre la ola del hartazgo cultural generado con impaciencia por el kirchnerismo.

Peronistas perdonables

Cambiemos contiene, también, otras relevantes promesas de la “nueva política”. De la magnitud de la señora Patricia Bullrich, La Heterodoxa. O peronistas originarios como Eduardo Amadeo, El Renovado Constante. Coinciden con los perdonables “peronistas críticos”. Los enemigos declarados del kirchnerismo. Los que priorizan, sin sentimientos de culpa, su indispensable eliminación. Aunque promuevan, como daño involuntario, el regreso radical que minimizan.
“Son peronistas que están con PRO, no con Cambiemos, no te confundas -confirma la Garganta- Declaran inexistente a la Coalición Cívica”.
Muchos de los peronistas perdonables se enrolaron en la Franja de Massa. Y hoy se encuentran a tiro de la Banelco de Mauricio.
Planifican, como objetivo estratégico, renovar al peronismo. Después de vencerlo. Para salvarlo.

Los peronistas perdonables apuestan fervorosamente por “el cambio”. Complementan la oferta surtida de Cambiemos, que entusiasma al nutrido periodismo militante de los abnegados morraleros de la comunicación.
Es de esperar que el entusiasmo de los periodistas morraleros, por Mauricio, les dure algo más que el entusiasmo manifestado oportunamente por Néstor Kirchner, El Furia.
Para que no vuelvan a ser de decepción fácil. Y no broten, en la primera de cambio, los distanciamientos.

Botas prestadas

Para imponerse, aparte del hartazgo, el macri-radicalismo tuvo, a su favor, el catastrófico fracaso de La Doctora. En su carácter, sobre todo, de estratega.
Junto con el desempeño reprochable de Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, el competidor de Mauricio. En el último tramo, Scioli desperdició los méritos acumulados durante 12 años. En los que predominó “el misterio de su presencia ausente”.
Ahora resulta que la campaña de Scioli es mucho peor que mala. Es equivocada. Sin la menor inteligencia electoral. Se encuentra entregado a la siembra obvia del temor que no asusta, en definitiva, a nadie.
No obstante, al cierre del informe, persiste una vaga esperanza. Que el discurso apocalíptico lanzado sobre Macri haya prendido algo. Sobre todo entre los sectores dependientes de la población.

Cuando se encontraba en alza, y el triunfo parecía inapelable en la primera vuelta, Scioli se mostraba, hasta de manera corporal, como el próximo presidente. Fue cuando aquí se editó: “Se va el kirchnerismo, viene el peronismo”, cliquear. Anticipaba el conflicto entre la nueva estructura de poder, inspirada en La Liga de Gobernadores -la columna vertebral del peronismo- (cliquear), y los kirchneristas duros que arrastraban al país hacia el colapso.
Lejos estaba Oximoron de advertir que la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Girondo, iba a vacunarlo sorpresivamente a Aníbal, El Neo Corach, en La Provincia Inviable. Y que en adelante, quien iba a mostrarse como próximo presidente, hasta de manera corporal, era Macri.

El cambio de favorito desenfocó a Scioli. Lo desalojó de su propio eje. Motivó que Scioli culminara su batalla entre improvisaciones y bartolerismos. Con el recitado de las reivindicaciones fantasiosas que reclamaba el kirchnerismo más duro.
En su impotencia, Scioli decidía cesar con las botas puestas. Más grave aún, con botas prestadas. Botines desgastados que para colmo le calzan mal.

Conclusiones preliminares

Si Macri fuera lo que Scioli dice que Macri es, el macricaputismo sería, para la Argentina de hoy, lo más recomendable.
Lamentablemente de ningún modo Macri es lo que Scioli dice que Macri es. Pero sería fascinante que lo fuera.
En realidad, el Macri que hoy Scioli impugna, es precisamente aquel Macri que Scioli necesitaba ser.
Para resolver el mitológico clavo heredado de los holdouts. Reconciliarse con los capitales. Generar “un clima de inversiones”. Mantener una relación sensata con el Fondo Monetario Internacional.

Como Scioli, en el fondo Macri es otro centrista que mantiene, como techo ideológico, la vacilación tibia del desarrollismo.
Suficiente para quedarse -desde un partidito urbano menos interesante que la proyección de su figura- con la suma del poder público.

Así como La Cámpora es una Agencia de Colocaciones, el macrismo de pronto asume el riesgo de convertirse en una Agencia Seleccionadora de Personal. “Chasseur de Tetês”, al decir francés.
Ocurre que deben llenarse organigramas múltiples. Con funcionarios que podrán cubrirse con los gerentes disponibles. Y con los medialuneros que debieran precipitarse en enviar sus curriculums hacia la Fundación Pensar.
¡Rápido! ¡Llame ya! Como en la publicidad de Sprayette. Antes que los radicales, resucitados y sedientos, puedan ocupar los puestos, en su totalidad.

El guión y el cassette

MAURICIO, SERGIO Y DANIEL (Miniserie inacabable): Problemas de Mauricio con los radicales. De Daniel con los peronistas de Sergio.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

Con la medialuna enarbolada, Los Buscapinas marcan la magnitud del momento político. El trillado “clima de época”, diría un cronista balzaciano (por Balzac, novelista francés).
Hasta el 25 de octubre, Los Buscapinas procuraban contactos para acceder al sustancial Alberto Pérez, Tacos Altos, a Rubén Moussali, El Galán Maduro, o Marangoni, El 5 de Boca.
Ahora buscan afanosamente puentes para acceder a Marquitos Peña, El Pibe de Oro, al enigmático Salvai, La Llave (para María Eugenia) o Emilio Monzó, El Diseñador.
Sin mayores inconvenientes digestivos, Los Buscapinas pasan de celebrar el cassette de Daniel, que invoca hacia la fe y la esperanza, la ideología del vitalismo, a recitar de memoria el guión del “cambio”, inspirador de “la nueva política” que invoca Mauricio, conscientes que aún “¡se puede, se puede!”. Mojar, por ejemplo, la medialuna. Se puede.

Cabe consignar que en este “Duelo de celebridades” (cliquear), entre Mauricio y Daniel, el que en gran parte decide el resultado es Sergio. El Titular de la Franja de Massa que se quedó en la banquina. Aceptablemente capitalizado. En una carrera extenuante, que fue más de resistencia y regularidad que de velocidad.
De los tres protagonistas de la miniserie, Sergio era, de lejos, el más veloz.
Pero hoy Sergio está más lejos del cassette de Daniel, el ex favorito. Y se encuentra más próximo al guión de Mauricio, el favorito actual.
Hoy no son fácilmente comparables las dos celebridades, Mauricio y Daniel, aunque hayan sido amigos e históricamente se encuentren unidos por los encantos de alguna misionera inusualmente bella. Y reina. No ampliaremos.
De pronto, se impone una obvia diferencia entre ellos. Mauricio, o el macricaputismo, ofrece muchas más oportunidades que Daniel.
A Mauricio le florecen inesperadas ventanillas. Ideales para la conformación de filas de medialuneros deseosos de participar.

Milagros apasionantes

Milagros apasionantes de la política. Consta que hasta el 25/O, Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, el costoso sucesor de Mauricio, para armar su gabinete en el Artificio Autónomo, aguardaba con impaciencia la digna derrota electoral del antecesor. Pero Mauricio no sucumbió en la primera vuelta. Perdió, pero para exhibirse como el ganador en la segunda ronda. Ocurre que se destapó -y no fue magia- la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Girondo. Con el triunfo en Buenos Aires, La Provincia Inviable. Derivación efectiva del fracaso más rotundo de La Doctora, que reservaba Buenos Aires para refugiar a los medialuneros transitoriamente incondicionales de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
El colapso bonaerense ilustraba, con claridad, las dimensiones del daño que le producía a La Doctora la guerra equivocada con Clarín. Combate desgastante que La Doctora, con arrojo, perdió. En el balance impresionantemente negativo queda, para colmo, después de doce años de patología kirchnerista, un Grupo Clarín exhausto pero indeseablemente victorioso. Con un poder que se incrementa merced a la elaborada fragilidad de las estructuras dependientes que emergen.
Si por otro milagro apasionante triunfa Scioli los cañones mediáticos ya apuntan al ascendente Chernajovsky, El Padre de María. Si el que gana es previsiblemente Macri la artillería ya está enfocada hacia Nicky, El Paladín.

Al modificarse abruptamente el panorama, el macricaputismo ya mantiene, en el bolso, dos administraciones aseguradas. Con los casilleros para llenar que entusiasman, hasta la conmoción, a los radicales que resucitan, y que se desgastaron, en el presente siglo, bastante lejos de la luz y el sol.
Pero como indica el lugar común “no hay dos sin tres”. Si sigue la buena estrella puede sumarse pronto otra administración. La tercera y vencida. Nada menos que el presupuesto de la nación. Desafío titánico para cubrir sólo con las guitarras de la Fundación Pensar.
Significa confirmar que Mauricio está montado en la ola de la algarabía. Con el viento de cola de la euforia y la suerte. Y hasta se obstina en lujos para la tribuna, como clausurar su campaña en Humahuaca, Jujuy. En un mensaje que logra conmover al eficiente Prat Gay, El Alfonso Federal, tan castigado por la virulencia en banda de La Doctora.
Mientras tanto Daniel, El Líder de la Línea Aire y Sol, siente que puede ser exterminado por Mauricio, El Ángel Exterminador. Y ante la misma tribuna, se encuentra en el momento más sacrificado del partido. Cuando se manda hasta el arquero a cabecear.
La tribuna, aparte, podrá entretenerse con el debate más innecesario de la historia. Apenas un espectáculo televisivo. La confrontación entre el guión de Mauricio y el cassette de Daniel.

Co-gobierno

Sin embargo, en El Dorado, en plena abundancia por la fiebre del oro, los macricaputistas se sorprenden con un problema preocupante. Los radicales.
Son los radicales que le sirvieron a Monzó, El Diseñador, para diseñar. Pero resultan recíprocamente desconfiables. Los macricaputistas no los consideran históricamente aptos para gobernar. Y los radicales, por lo bajo, devalúan la capacidad de comprensión de los patriotas guionados del PRO. Ya se anticipan, según nuestras fuentes, ciertas reyertas en los territorios.
Los radicales emocionados suelen confundirse. Los sobran, no terminan de respetar a los macricaputistas más emblemáticos. Se ríen de ellos, imitan sus tonos.
Pero en la práctica, pese a las abismales distancias, Macri es para ellos, en el fondo, tan providencial como lo fue Alfonsín.
En realidad, Macri y Alfonsín solo mantienen un hilo conductor. Un vaso comunicante para ser estudiado durante la posteridad. Es el benemérito Enrique Nosiglia, El Coti, que renueva la vocación de titiritero y con el mérito de carecer de una fuerte Coordinadora detrás. Pero abundan radicales con ostensible abnegación participativa. Van por los cargos.
Los radicales creen razonablemente que el triunfo eventual del engendro Cambiemos les pertenece. Se sienten en condiciones, por lo tanto, de co-gobernar. Con su propia escudería. Con dirigentes capaces que también están asediados por Los Buscapinas que insisten con la medialuna enarbolada, para mojar la entre las innumerables vacantes de las tres administraciones.

“No se lo puede decir, Rocamora, pero creo que vamos a terminar gobernando con los peronistas”, confirma la calificada Garganta de PRO, prematuramente agobiada por los reclamos radicales. A los que mantienen a la distancia con el pretexto de hablar de cargos a partir del 23 de noviembre.
Y por supuesto que la Garganta no se refiere exclusivamente a los peronistas de Massa. Los que se mantienen indirectamente adheridos a la Banelco de Mauricio.
Los que proponen un sensato acuerdo de gobernabilidad, sobre todo para la provincia inviable. Y sin siquiera decir que lo apoyan a Macri. Les basta con decir que no votan por Scioli.
Dilema semántico. Confrontan sólo dos. Mauricio y Daniel. El guión y el cassette. Pero los peronistas de Sergio solo aclaran que abominan del cassette.

Peronismo Republicano

Así como el problema de los macricaputistas son los radicales, puede confirmarse que el problema principal de los peronistas que facilitan el triunfo de Macri, son los propios peronistas. Los que apoyan a Scioli.
Por lealtad, por mantenimiento de la fuente de trabajo, o por vocación melancólica. A pesar de las simplezas optimistas del cassette, muy útil en un escenario de victoria, continúan adheridos, aunque el clima haya empeorado y asome la tormenta.
Son peronistas que, estratégicamente, después del triunfo de Macri, los quieren renovar. Con la incandescencia del futuro Peronismo Republicano.
“Explicame cómo es este negocio, Rocamora”, reclama otra Garganta.
Es un peronista del Barrio Norte, que detesta el kirchnerismo pero apoya, sin mayor entusiasmo, el cassette de Scioli, el mejor que podían presentar, entre los fragmentos donde prosperan las facturas anticipadas. De los que se obstinan en no tomar el recetado Avivol, en ayunas, de efecto prolongado.
La Garganta confirma que vive atormentado por el neogorilismo ambiental. Minoritario, sí, pero significativo. Y que se fortalece, hasta la provocación, detrás de Macri.
“Explicame, estos peronistas de Massa que se van con el adversario para derrotarnos, primero, ¿pretenden renovarnos después?…”.

Un vandorismo de estación

MAURICIO, DANIEL Y SERGIO (Capítulos finales): ¿Traicionar al peronismo para salvarlo?

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

“Hay que estar contra Perón para salvarlo a Perón”
Concepción atribuida a Augusto Vandor

En el opus “La canalización del hartazgo” (cliquear) quedó muy límpido que Mauricio y Daniel, para ganar, necesitan los votos de los peronistas críticos del kirchnerismo. Del 21% que apoyó a Sergio.
Es -Sergio- el héroe que quiso ser, en esta historia, un gran jugador como Tévez. Pero termina en árbitro aceptable. Como Pitana (mejor que Ceballos).
Trasciende, a través de encuestadores cada vez más recatados, que temen hacerse de nuevo encima, que 6 de cada 10 de esos votos van para la Banelco de Mauricio. Y 4 para la Banelco de Daniel.
Aritmética que lo convierte a Macri en el invariable favorito.

Balance nefasto

El balance de los 12 años de patología kirchnerista es -para el peronismo- nefasto.
Con Kirchner, El Furia, como presidente, el peronismo perdió sólo Santa Fe (aunque se lo responsabiliza al extinto Obeid).
Con La Doctora como heredera se perdieron varias provincias al hilo. Primero, Mendoza. E increíblemente Jujuy y la sustancial Buenos Aires, con Berisso y Lanús incluidas.
Para colmo, con altas posibilidades de perder el presupuesto del gobierno nacional.
Sólo pudo recuperarse Río Negro. Con tanta mala suerte que, a los veinte días de asumir, lo asesinaron pasionalmente al gobernador.

Las migas de la panera

Ante el cercano riesgo de la caída, en su desesperación, La Doctora agarra hasta las migas de la panera. A los efectos de entregar las miguitas a los insaciables de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Los incondicionales. Superadores de la extinguida Logia Compromiso K.
La explicación legitima la bárbara designación de los dos auditores. Forlón, héroe que deja el Banco Nación. Y Julián Álvarez, El Soberbio de Lanús, ahora mejor llamado El Pibe Carpeta.
Después de pasar a la historia por perder la intendencia de Lanús, El Pibe Carpeta cambia la imposible continuidad del manejo de la Justicia por un cargo de auditor. Todo para estar cerca de Javier Fernández, El Borrado.
De pronto, los héroes que estaban seguros de quedarse, a través de Daniel presidente, temen volver, por culpa de Mauricio, al llano.
Y el extinto pensador Juan Carlos Mazzón sentenciaba:
“El llano es mucho peor que la traición”.

La centralidad

A pocos días del ballotage, y a un mes del cambio de gobierno, La Doctora acapara aún la centralidad. Como si fueran miguitas de otra panera.
Aunque sea la lamentable conductora que diseñó la estrategia más equivocada. Apostó todas sus fichas incondicionales a los pies de Aníbal, El Neo Corach, para la gobernación. Sin siquiera imaginar que iba a ser derrotado por la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Girondo. La que dejó en ridículo a los encuestadores, y en off side (posición adelantada) a este cronista.

El territorio de Aníbal, La Provincia Inviable, le importaba a La Doctora, en efecto, más que la nación. Era donde iban a encontrar refugio y salarios los chicos incondicionales de la Agencia.

Para los perversos, resulta más significativo contemplar vencida a La Doctora que a un Macri triunfal. Como si los perversos apartaran a Scioli del escenario. O se apartara por su cuenta. Solo. Mutis por el Foro. Para consolidar “el misterio de la presencia ausente”, que citaba el poeta Francisco Luis Bernárdez.

Los grandes medios perversos confluyen. Para Morales Solá, presbítero de La Nación, La Doctora hace campaña contra Scioli. Para Van der Kooy, confesor de Clarín, el gran problema de Scioli es La Doctora.

Por su devoción por las migas de la panera de la centralidad, La Doctora deja al candidato indeseable -Daniel- con problemas de ubicación.
Algo desenfocado, o mejor: fuera del foco. La adversidad lo excede a Daniel. Casi tanto como lo excede la traición de los “muchachos peronistas”. Los que -para combatir a La Doctora- van frontalmente con Mauricio.
Es -en todo caso- la idea fuerza que sirve de gran escudo. Los guiados por una adaptación de la vieja máxima que se le atribuye a Augusto Vandor, El Lobo.
Parafrasearlo: “Para salvar al peronismo hay que vencer al kirchnerismo”.
Quienes no sepan de Vandor pueden recurrir al buscador de google. La función del cronista no es enseñar historia.

Remakes forzadas

Un vandorismo de estación.
Se le debe producir una derrota al peronismo, para posteriormente renovarlo. Como si los kirchneristas a vencer representaran sendas remakes del inolvidable Herminio Iglesias, o de Lorenzo Miguel. Y nuestro héroe Massa, el renovador más visible, emerja como la reencarnación de Antonio Cafiero.
Facilidad que, para ser francos, no cierra. Remakes forzadas.

A pesar de De la Sota, un antiguo renovador que cruza la historia, la derrota del kirchnerismo se convierte, también, en la derrota del peronismo. Aunque, con razones valederas, De la Sota no les otorgue categoría peronista a los emblemas del kirchnerismo. Entre los que abundan peronistas aun no extinguidos, que de ningún modo se entusiasman con la posibilidad de que Massa y De la Sota, después de haberse entreverado con el macrismo, pretendan, además de ganarles, “renovarlos”.
“¿A quién c… le ganaron?”, confirma la Garganta que, para constar en actas, defiende “los trapos”. Y hace campaña melancólica por Scioli, a pesar de ir “en coche al muere”, (cliquear).

Se especula, antes incluso de ocurrir la derrota, acerca de quién es el peronista que se encuentra en mejores condiciones para ocupar el rol de jefe de la oposición a Macri.
¿Urtubey, Massa, Perotti, De la Sota, Randazzo?

Es -Macri- el nuevo hombre fuerte que, desde un partido vecinal, amenaza con quedarse con los plenos poderes de la nación.
Mientras tanto Scioli, en desventaja, aún pelea y respira. Y todavía no está en el asfalto, “para ser tapado con diarios”.

Otro proveedor en el mercado

Scioli y el laberinto. Macri y la gobernabilidad.

sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
Cuesta votar a Macri

“Al peronista le cuesta votar a Macri”, confirma Felipe Solá.
Con franqueza ética Solá toca la tecla principal. La clave que resuelve, en definitiva, el conflicto.
Menos que complejo, el panorama es extraño. Está sucio. Infectado.
Para renovar estratégicamente al peronismo -y liberarlo de la influencia kirchnerista-, los peronistas críticos, hoy enfrentados a La Doctora, deben coincidir con acelerados neo-gorilas, minoritarios pero significativos. Y facilitar el triunfo de Macri.
Corresponde, acaso, inclinarse, en lo posible sin pretextos, ante el ascenso irresistible de Macri, que representa la necesidad de “cambio”. El que clausure el hartazgo del ciclo kirchnerista.
El drama es ideal para Ibsen. La gran idea fuerza lo sostiene: “traicionar al peronismo para salvarlo”.
Pero “cuesta” traicionar.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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Nuestro Director, Jorge Asís, acertó al sostener que Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, en la primera vuelta, iba a ganarle a Macri, el Ángel Exterminador.
Pero Scioli sólo ganó por dos puntos y medio.
Entonces, como en 2003, el segundo pasa a ser el primero. Asoma, como Febo favorito, Macri.

El macricaputismo pasa de la desesperación a la euforia. De la denuncia por el invento de los espionajes (que enojó tanto a Mauricio), pasan a ser denunciados como los personeros del retroceso. Sin embargo le transfiere la desesperación, en simultáneo, al peronismo, que se degrada inexplicablemente al explorar caminos extorsivos. Y extraviarse. Al comparar el recetario desarrollista del guión efectivamente insustancial de Macri, con los postulados teóricos que Martínez de Hoz, durante el Proceso Militar, nunca pudo llevar, en el fondo, a la práctica (no se lo permitió el Almirante Massera).
O se extravían en algo más lunático: equipararlo con el regreso a los años noventa. Para introducirse en el pantano teórico que los sumerge en la incoherencia.
Para salir del laberinto, lo peor que puede hacer Scioli -para Oximoron- es situarse a la izquierda de Macri. El informe considera que es una magnífica estupidez asustar con Martínez de Hoz, o con el retorno a los idílicos años noventa de Menem y Cavallo. Porque Scioli es, en realidad, un producto típico de los 90. Como Macri.
Aquí se asiste a un Duelo de Celebridades. Menos que una confrontación de “modelos de país”, un verso.

Anibalicidio

Tres días antes del cierre del libro de pases de las PASO, se registró el célebre Anibalicidio.
Nuestro Director dijo y escribió -y no le hicieron caso- que Aníbal, El Neo Corach, debía bajarse de la candidatura, a los efectos de clarificar la operación que ostensiblemente lo condenaba.
Pero nadie advertía que la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Girondo, la dama disciplinada que le hacía a Macri el favor de postularse (“para perder”), iba sorpresivamente a ganarle a Aníbal y convertirse en la próxima gobernadora. Para cambiar, por completo, la atmósfera política del país.
Ahora Scioli se encuentra más liviano. Debería estar más ágil y suelto. Como presidente, ganó por 5 puntos en La Provincia Inviable, justo donde se perdió por 4 puntos la gobernación.
En adelante, es el turno de los profesionales. Ya se nota la ausencia del Chueco Mazzón.

La traición innecesaria

El problema de Scioli es que la traición, por anunciada, ya es innecesaria.
La sociedad ahora cuenta con otro proveedor calificado para distribuir aquel mismo producto. La racionalidad económica, la reconciliación con los capitales, el regreso al mundo relativamente civilizado.
Lo que en Scioli se presentaba como una toma de distancia del infantilismo de La Doctora y Kicillof, El Gótico. Impulsores de la Revolución Imaginaria, que naufraga, entre turbulencias, con destino de colapso. A través de la seriada de incongruencias y patologías que se conoce como “el modelo”. O con más épica aún, el “proyecto”.
Entonces Scioli era el indicado para producir la traición indispensable que beneficiaba históricamente al traicionado.
Pero después de la primera vuelta, que debía ser la única, gracias a La Chica de Girondo, emerge el Macri triunfal. Es quien puede encarar perfectamente la batería de medidas racionales, por otra parte muy poco originales, apenas sensatas, sin traicionar a nadie. Ni siquiera a sí mismo.

Acercamiento o distancia

Entre las sofisticadas nabadas que abundan, se destaca la más inútil. Consiste en sugerirle a Scioli que tome distancia de La Doctora. La imbecilidad instala la ilusión de creer que Scioli dispone de los votos propios para encarar “la continuidad con cambios”. Los cambios que justamente son los que resisten La Doctora y Kicillof.
Pero para promover esos productos en el mercado ya se instaló otro proveedor. Macri.

Si Scioli se acerca a La Doctora para identificarse con las ensoñaciones se extingue. Y si se aleja demasiado puede perder los votos cautivos. De los que creen que La Doctora se aproxima a la genialidad.
Para “ser más Scioli que nunca”, lo conveniente sería explorar en su condición de “misterio de presencia ausente”. Siempre a medio camino. Entre las oscilaciones del que toma en serio los logros de la Revolución Imaginaria, con el modelo personal de su cassette. Con su “agenda del desarrollo”. Con las “Tres T del Papa Francisco”, con “fe y esperanza”. Para anteponerlo al modelo moderado del guión de Macri, también desarrollista, suavemente racional.

Dirigentes y dirigidos

Oximoron no suele dar consejos (y menos gratis). Ni emitir recomendaciones.
Pero este informe es una excepción.
En vez de recurrir al ridículo del terror, por el regreso al infierno del Dante, Scioli puede mejor explorar en las posibles diferencias que persisten entre los dirigentes y dirigidos.
Consta que la elección la deciden los 21 puntos en banda, los que se encuentran representados por De la Sota, El Cordobés Profesional, y sobre todo por Massa, El Renovador de la Permanencia.
Es -Massa- quien solo debe retribuir con lo oportunamente acordado con Macri. Ampliaremos.
Ocurre que abundan los dirigidos que coinciden con Felipe Solá. Les “cuesta, como peronistas, apoyar a Macri”.

Por su parte, Macri debiera esmerarse -para Oximoron-, entre sus excursiones televisivas, en clarificar la problemática de la gobernabilidad.
Debe demostrar que, en tal aspecto, no es tan vulnerable. El metrobus y las bicisendas son insuficientes, aunque las grandes obras son bastante aceptables, sin indagar en exceso en el detalle presupuestario de las administraciones.
Aparte debiera presentar, de una vez por todas -y si es que existe- la extraordinaria legión de profesionales que aún no subieron a danzar en el escenario.
Cuadros técnicos promovidos, supuestamente por centenares, en tantos años de ocio, por los concentrados que se inspiran en la Fundación Pensar.

En coche al muere

Entregan a Scioli, en 2015. Como a Duhalde, en 1999.

sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
Cada 16 años

Cada 16 años se lo vence electoralmente al peronismo.
En 1983 renace la democracia con el peronismo agotado, necesitado de “renovación”. Vencido por el radical Alfonsín.
En 1999 se agota la versión menemista del peronismo. Vencido por otro radical, De la Rúa, con una venerable comparsa de centroizquierda.
En 2015 es Macri quien se propone para vencer, junto a los radicales, al peronismo agotado, en la versión kirchnerista.
Desde aquí se advirtió, una semana atrás, que el peronismo vegetal, sin ideas ni jefe, se encontraba en condiciones de vencer a la oposición dividida.
Pero hoy, aquí mismo, después de la primera ronda electoral, debe advertirse que la oposición liderada por Macri, con el guión simple y más insustancial, puede producir la matemática derrota electoral del peronismo. La tercera.
Una cada 16 años.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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Menem y La Doctora

1999 y 2015 presentan similitudes llamativas y diferencias notables. Para discutirlas.
En su agotamiento de los 90, Menem supo ser más precavido, y acaso más inteligente que La Doctora, en el agotamiento actual.
Era bastante escaso el respeto que Menem le tenía a Duhalde. Como es escaso el respeto que La Doctora le dispensa a Scioli.
Pero Menem y Duhalde, enemigos íntimos, acordaron, ante el ventarrón de la adversidad, salvar la provincia de Buenos Aires, La Inviable.
La provincia fundamental que La Doctora y Scioli, en 2015 no pudieron -ni supieron- salvar.
Aparte, como candidato presidencial y simultáneo gobernador de la provincia, Duhalde mantenía un sentido trágico de la existencia. Y del destino.
En cambio Scioli, también candidato y simultáneo gobernador, se muestra como el eterno portador del optimismo agradablemente insalubre.
Pero en algo coinciden. El Scioli de 2015 se encuentra entregado, librado al sacrificio. Como aquel Duhalde de 1999.

Salvar la provincia

Menem sabía que Duhalde perdía (y Duhalde lo sabía también). Sin siquiera hablarse, acordaron salvar a la provincia.
El postulante a la gobernación de 1999 era el porteño Carlos Ruckauf, entonces vicepresidente de Menem (como lo fue Duhalde). Ocurre que Menem inició la moda de convertir a los vicepresidentes en gobernadores de Buenos Aires. Lo hizo primero con Duhalde y luego con Ruckauf. Pero lo imitó Kirchner, al convertirlo en gobernador al porteño Scioli, su vice. La moda se cortó con La Doctora por el incendio prematuro de su vice personal, Boudou.
A pesar de la excelente imagen positiva que lo hacía reinar en las encuestas, Ruckauf amenazaba ser vencido por una dama digna. Ella portaba una historia que conmovía. La señora Graciela Fernández Meijide.
Y en 2015, el candidato del peronismo, al contrario de Ruckauf, arrastraba una imagen negativa. Aníbal, el Premier de La Doctora, estaba acosado por otra dama digna. La señora María Eugenia Vidal.
Tanto Fernández Meijide como Vidal estaban aliados con radicales. En 1999, para ganar, los radicales se inclinaron hacia la izquierda, a través del Frente Grande. En 2015, para sobrevivir, los radicales se inclinaron hacia lo que todos presentaban como la derecha, a través de PRO.
Del centro izquierda los radicales pasaban al centro derecha. Con una extravagante curiosidad. Después del colapso de 2001 los radicales le dejaron al peronismo un obsequio de la casa. El Frente Grande, lo que quedaba. Para fundirse con el peronismo insaciable que llegaba para hacerse -como siempre- cargo.

Como “el general Quiroga que va en coche al muere”, del magistral poema de Borges, aquel Duhalde marchaba, en 1999, hacia la derrota. Pero para salvar la provincia se recurrió a quien entonces era el tercero en la cuestión. Domingo Cavallo, el ex superministro, hoy unánimemente impugnado. Cavallo tenía una Mutual que le servía para lanzarse a la presidencia.
(Y a Néstor Kirchner, gobernador de la época, de los mejores aplicadores de las recetas de Cavallo, se le ocurrió la brillante idea de bajarlo a Palito Ortega, el compañero de fórmula de Duhalde. Para colocar ahí a Cavallo.
“No nos conviene a ninguno de los dos”, le dijo Cavallo).
Como ya no podía salvarse el poder nacional, un Menem bien aconsejado prefirió, en el retroceso, salvar el poder provincial. Que Ruckauf fuera como gobernador de los dos postulantes presidenciales, Duhalde y Cavallo. Con la anuencia de Duhalde, que aceptaba ir “al muere”. Pero Buenos Aires quedó para el peronismo.

Vidal

En 2015 La Doctora, llamativamente menos precavida, creyó que la provincia no contenía riesgos mayores. Y la mujer, Vidal, se quedó sorpresivamente con la provincia para cambiar de manera rotunda el mapa y la atmósfera política del país.
Aníbal fue derrotado y hoy es Scioli el general Quiroga que va “al muere”. Al sacrificio. Entregado a Macri. Como aquel Duhalde a De la Rúa. Pero con la provincia perdida.
Scioli va “en coche al muere” entre senderos completos de multiplicados hermanitos Reynafé, que lo aguardan en los recodos.
Pero tal vez se equivocan los que creen que Scioli no está para ser “tapado con diarios”.
En todo caso debe destacarse que Scioli va al sacrificio “con fe, con esperanzas, siempre para adelante”.

Gobernabilidad

Gracias al triunfo revolucionario de Vidal sobre Aníbal, es Macri quien se eleva para ser el tercer verdugo democrático del peronismo.
16 años después de De la Rúa y 32 años después de Alfonsín.
Ante el entusiasmo cultural de los sofocados. Los hartos de la versión kirchnerista. Y con el simultáneo temor que les cuesta, en el fondo, reconocer.
Por la gobernabilidad. Por la fragilidad del guión. Por las experiencias -casi extorsivas- de la historia.

Hacia la era del vacío

Fin de la Revolución Imaginaria. Algarabía cultural del neo-gorilismo.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial

Después de todo el resultado es casi similar al de 2003. Cuando Menem, El Emir, venció por dos puntos a Kirchner, El Furia, en la primera vuelta que iba a ser la única, ya que no iba a atreverse a participar de la segunda.
En cambio, los dos puntos piadosos que sorpresivamente hoy Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, le lleva de ventaja a Macri, El Ángel Exterminador, anticipan la invariable segunda vuelta.
Es el lanzamiento de la última elección del año extenuante.

Cambio de mariscales

Se asiste al cambio de mariscales previsibles. Hasta la semana anterior, el apotegma de Mariscal de la Derrota parecía pertenecerle a Marquitos Peña, El Pibe de Oro. Pero con el advenimiento del macricaputismo, Marquitos pasa a ser el artesano del triunfo. Junto a don Jaime Durán Barba, El Equeco, que adquiere atributos de genio. Como Emilio Monzó, El Diseñador.
Ahora los mariscales de la derrota deben buscarse en el Frente para la Victoria. Florecen en cantidad. En racimos. El apotegma se dirige prioritariamente hacia Aníbal, El Neo Corach, quien contiene el rencor por tanta traición. O se dirige a Zannini, El Cenador, La Tobillera del propio Scioli. Y también el Mariscal es Scioli, que probablemente no acertó en el tono. Por su naufragio entre las oscilaciones de las diferencias (con La Doctora). O la adhesión total (idem).
Pero el cetro de Mariscal, en realidad, para la evaluación le corresponde a La Doctora. Fue quien falló en la conducción, tarea que le excede. Cuando no logró imponer, como candidato único a gobernador, a Florencio Randazzo, El Loco que se tomó a sí mismo demasiado en serio.
Ahora es el peronismo (agotado, sin ideas ni jefe) el que se lamenta sobre la leche derramada.
La caída sustancial de Aníbal marca la contundente consagración de María Eugenia Vidal, La Chica del Flores de Carriego. Es la máxima estrella del macricaputismo, su mejor producto.
Pero también la caída de Aníbal signa la victoria de los grandes medios de comunicación. En especial del Grupo Clarín.
Cabe consignar que los ejecutivos de Clarín desconocían la magnitud de la sorpresa que se venía. Por lo tanto trataron razonablemente, según nuestras fuentes, de conciliar algún acuerdo con Aníbal, el que temiblemente iba a ser el gobernador. Se registraron conversaciones secretas, que fueron superadas por la novedad de la derrota. Ampliaremos (sólo si viene al caso).

La era del vacío. Lipovetsky

La Revolución Imaginaria del kirchnerismo sucumbe de la peor manera. Se modifica -acaso- por la vaga Era del Vacío. Título tomado a Gilles Lipovetsky.
Es un paso, a pesar de todo, adelante. Es el turno del “cambio”, vaya a saberse qué. Que llega a través de la “nueva política”, que se desconoce cuál es. Porque se demuestra “que se puede”. ¿Y qué es lo que se puede? Ganarle al peronismo kirchnerista. Se percibe, por lo tanto, la algarabía cultural del neo-gorilismo.
Estridente, la señora Carrió, optimista desbordante, confirmaba en la noche eufórica de Costa Salguero que los candidatos eran sólo dos. Mauricio y Daniel. Y de ningún modo tres. Es decir, sin Sergio.
Con seguridad Carrió desconoce los pactos espirituales, oportunamente celebrados entre Mauricio y Sergio. “En la casa del Flaco”.
Fue después del reencuentro transcurrido por el “escándalo de Tucumán”.
¿Conocerá Carrió detalles de las tratativas adelantadas? La ayuda espiritual de Macri a Massa. Para que Massa “no se bajara”.
Fue cuando Massa lo convenció a Macri que -si se bajaba- Scioli podía ganarle a Macri en la primera vuelta, por más de 45 puntos.

Es que después de la pedantería de las PASO, Massa y De la Sota, El Cordobés Profesional -aquí sin La Esfinge Lavagna- se plantearon la duda existencial.
¿Convenía acabar con Macri, que era más fácil, o con el kirchnerismo, una epidemia?
Con lo segundo, por supuesto.

De todas maneras el balotaje, pese al estorbo Carrió, se resuelve en el interior del peronismo crítico. El que está enfrentado al kirchnerismo. Es el peronismo que evitó la perennidad de La Doctora. El que apoya a Massa, De la Sota, o Rodríguez Saa, El Alma de La Puntanidad, y que Macri tenía servido, a su merced.
En su momento, Macri lo desairó. Y ahora debe seducirlo. Para imponerse en la batalla final.

La conquista de Córdoba

En principio, Macri puede entusiasmarse por la conquista de Córdoba. Es donde produjo un fenómeno político. En el territorio donde La Doctora alojó su más grave error. Haber impuesto a Zannini, en la fórmula, como Tobillera equivocada de Scioli. El Cenador es el enemigo declarado de De la Sota, que está de moda, y estará más solicitado aún a partir de esta semana.
Significa que se mantiene la legitimidad de la duda existencial. Entonces puede asegurarse que tienta más apostar por el fin de la Revolución Imaginaria del kirchnerismo. Y dar cierta luz verde hacia la Era del Vacío.
Sin embargo Macri también puede lícitamente entusiasmarse con el apoyo eventual de Massa, al que se halla unido espiritualmente. Y no apenas por la oportuna ayuda sacerdotal, que tal vez llegó solo para que siguiera en la carrera.
Ocurre que Sergio, en la práctica, no tiene retorno en el peronismo. Al menos en la patológica versión kirchnerista. Ya que no sólo le impidió en 2013 el proyecto de eternidad.
De manera que en 2015 Massa y De la Sota pueden anotarse también en la idea vaga del cambio, la que sedujo al Momo, Venegas Lynch. Y celebrarlo, incluso.
Como celebró la señora Malena, La Militante de Barrio, anoche, cuando arrancó el cántico que aludía al “minuto de silencio” para Scioli. “Que está muerto”.
La gran pregunta, para cerrar, es si Scioli huele, en definitiva, a calas. Si está políticamente para “taparlo con diarios”.
O si simplemente Scioli es la última víctima de la maldición que pesa sobre los gobernadores de la inviable Buenos Aires. O peor aún: si su traba consiste en ser del signo de Capricornio.
Habrá que consultar, en todo caso, a Medea.

Ahora que no es hora para nada

Mauricio, Sergio y Daniel (Miniserie inagotable): Lamentos de Mauricio y Sergio sobre la leche derramada. Tarde.

 

Escribe Oberdán Rocamora 

“Tarde me di cuenta que al final…”
José Canet

En 2007 Mauricio, El Ángel Exterminador aprovechó el voto dividido del oficialismo para conquistar la jefatura del Artificio Autónomo.
Pero en 2015 Mauricio puede quedarse con las ganas de conquistar la Presidencia, por haber dividido el voto opositor.
Paradoja extraña con moraleja: no aprendió de su propia experiencia histórica. Continuar leyendo

Se va el kirchnerismo, viene el peronismo

“Se va el kirchnerismo, viene el peronismo”.
Otra vez, en la Argentina ontológicamente peronista, el poder se dirime en el interior del peronismo.
La superstición que se encuentra políticamente agotada. Con candidato, Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol. Pero sin jefe. Aunque los envolventes peronistas simulan que La Doctora es la Jefa.
“Fenómeno maldito” para Cooke. “La plaga” para Vargas Llosa. Pero el peronismo aun mantiene la espalda cultural que facilita la convivencia entre personajes que se detestan. Enfrentados entre sí.
Es una espalda que sirve también de red de contención para los saltos ornamentales de ostensible espectacularidad. Como el de la señora Mónica López.
Para escandalizar a la racionalidad del antiperonismo. Un factor sustancial, complementario de la identidad.
Sin el espanto cotidiano del antiperonismo, jamás el peronismo se podría -siquiera- entender.

Asamblea Polifónica de Perdedores

Mientras tanto, el estadista matemáticamente predestinado para vencer al peronismo, Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, se desgasta con el apoyo de los convencidos.
Los que se conmueven con los editoriales de La Nación. Concentran una dureza que supera al propio Macri. Aunque se esmere, nunca la consigue igualar.
A su pesar, Macri representa a la multitudinaria escuadra de antikirchneristas pasionales. Son el obstáculo -nada menor- para ganar la elección.
Los convencidos, en simultáneo, lo acotan. Para reservarle, a lo sumo, el segundo lugar. El que le posibilite alcanzar la gloria módica del balotaje.

Pero antes que con Scioli, debe Macri competir con Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia.
Y se equivocaron juntos (Macri y Massa) al participar, sin Scioli, del debate menos necesario de la historia. Pero fueron arrastrados por la importancia autorreferencial de determinados medios de comunicación. Y de periodistas que aún creen -como el cristinismo- en el propio relato.

Juntos, Massa y Macri, beneficiaron aún más a Scioli. Al participar de la asamblea polifónica de perdedores que se disputaban un triunfo testimonial. O algo más grave, el rol de campeones morales.
A pesar de la ausencia anecdótica en la asamblea, el problema es que Scioli se le escapa a Macri (para consolidar el rencor de sus convencidos).
Mientras tanto Massa pugna por alcanzarlo a Macri, blindado con De la Sota, El Cuarto Hombre, y Lavagna, La Esfinge.
Sin embargo en la contienda Massa-Macri la variable de ajuste consiste en castigarlo a Scioli, que gracias a ellos está inmerso en otra problemática.
Ocurre que se instala la polémica idea del Scioli transitorio. Como si se tratara apenas de una pausa, a los efectos de aguardar el regreso triunfal de La Doctora.
Se habla de un Scioli por cuatro años, por ocho, o apenas por tres meses. A través de semejante discusión, naturalmente Macri y Massa quedan fuera del juego. Sin otra alternativa que pelearse entre ellos, por el cetro del campeón moral.

La traición obligada

Se acapara la atención en Scioli porque se encuentra en el centro del laberinto. O traiciona o se extingue. O la pilotea como puede, para estirar la mediocridad hasta el infinito.
Para la causa santa del kirchnerismo (que se va), si modifica la patología de la política económica, Scioli es un traidor.
Emerge entonces el turno entonces de la traición anunciada. Obligada. Con directo arrojo la anuncia el gobernador Urtubey, El Bello Otero, desde el centro del Imperio.
Enuncia Urtubey la categórica obviedad: para intentar cualquier despegue elemental, para facilitar el regreso de los capitales, hay que arreglar con los “holdouts” (consta que ni siquiera por cortesía hacia La Doctora dijo “los buitres”).
Claro que, si no modifica las alucinaciones económicas del relato, la ficción que se jacta del desendeudamiento, Scioli se estrella contra la realidad. Hasta extinguirse.
Significa deducir que Scioli, si no traiciona, se autodestruye. Y si traiciona es probable que el cristinismo, si puede, lo masacre.

En la mera gestualidad, con la problemática aceptablemente instalada, y por las dudas de los que siempre consultan, puede decirse que Scioli ya tiene la elección en el bolso. De manera que prepara, desde el piso 19 del Banco Provincia, la administración del poder que se avecina. En la estricta fusión con los gobernadores, la auténtica columna vertebral, aunque ya ni siquiera gobiernen nada.
Al respaldarse en los gobernadores, ya se anticipan los rigores de la próxima pulsión interna. Son tensiones que pasan para 2016.
Entre el peronismo que se viene, y el kirchnerismo minoritario que se va, aunque se resista a partir.
Se extiende desde La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, que atraviesa su propia interna para tratar pronto, hasta el extraño Partido Comunista, el Frente Grande y todos los sellos Buscapinas del pretexto humanitario que componen el frepasismo tardío. Se encuentran aferrados al presupuesto, con excelente posicionamiento en las cámaras, y con la militancia rentada en la totalidad de los ministerios, o directorios de empresas.
Se descuenta que, en el primer tramo, podrán conservar sus sueldos y privilegios, pero desde ya se advierte la persistencia del conflicto tan anunciado. Obligado. Como la propia traición.

La moda del oportunismo

Ante la impotencia o el horror de Macri y de Massa, se instala, aparte, otra certeza. Es la moda oportunista. Consiste en saltar -como sea- hacia el bando de Scioli. O resignarse.
Los empresarios que hicieron lo imposible para unir las fuerzas de los (torpemente) divididos Macri y Massa, y así acabar con el peronismo agotado, ahora cuidan sus figuras. Como si se entrenaran para practicar el fútbol de salón.
Los oportunistas, los que ven debajo del agua y nunca se equivocan, hoy marcan los ritmos del resultado que, a su pesar, se impone. Aunque puedan, y aún desean, matemáticamente equivocarse.
Sólo a partir de la certeza del advenimiento sciolista se entiende el desplazamiento ornamental de la señora Mónica López, La Blonda.
Con su salto, López estimula la pasión del antiperonista que prefiere inclinarse por agraviar. Por espantarse, antes que entender. Riesgosamente lo que demuestra Mónica López es que el poder está del lado de Scioli. Y que insistir con Massa, como su marido, es otra manera frugal de perder el tiempo.
Quienes condenan a La Blonda en nombre de la ejemplaridad moral, o de la gastada ética republicana, no entienden la perversidad del juego que inspira la próxima literatura antiperonista, con seguro destino de éxito.
En elecciones lo prioritario es ganar. Y en el poder peronista lo ontológicamente recomendable es estar adentro. Como lo entendió Tito Lusiardo, alias Juanjo. O Francisco De Narváez, El Caudillo Popular. Y la totalidad de los Soldados de Salamina que volvieron desde La Franja de Massa.
El conjunto interminable de “vivos” que Sergio, acaso por fallas de conducción, “tomó por b…” Ampliaremos.
O se es mandíbula o se es bocado.
De manera brutal, sepultada en el grotesco, La Blonda López demuestra que mantiene vocación para ser mandíbula. Y aunque la denigren, alcanza el anhelado renombre que le permite acomodarse en el bolillero. Para gobernar. Estar adentro. O bailar -por qué no- por un sueño. Atractiva es. La mandíbula puede atreverse.

La vuelta del peronismo ontológico

Pese a los enojos que se sobreactúan, La Doctora prosigue la monotonía del proceso electoral, con relativa -según nuestras fuentes- indiferencia. Pero decidida a ser protagonista de la cadena nacional, hasta el penúltimo día. Más preocupada por la estabilidad inmediata, por el control casi asegurado de la justicia, que por el regreso estratégico.
El regreso entusiasma a los adeptos que dependen exclusivamente de La Doctora. Como la señora de Carlotto. O su enemiga íntima, la señora Hebe.
A partir de sus reservas, ambas envuelven a los opositores y anticipan también, a sus maneras, que la banda es para Scioli. Aparte, ambas damas sospechan, razonablemente, que el peronismo dominante no las contiene. A lo sumo las soporta. Porque la centralidad del pretexto humanitario contiene el riesgo de esfumarse.
Hoy La Doctora está jugada a la suerte de Aníbal Fernández, El Neo Corach. Es el auténtico canal para recibir a los ambiciosos de la Agencia de Colocaciones.
Es Aníbal el que puede amagar, al menos, con alguna continuidad del conflicto con el Grupo Clarín. Donde comienzan a inquietarse, según nuestras fuentes, por sus propiedades en San Pedro, Provincia Inviable.
Es la guerra que Scioli, de llegar a la presidencia, en su traición obligada, amenaza tácitamente con clausurar. Consta que se está en las vísperas de la aceptación de la derrota.
Queda, para La Doctora, la amargura que crece en coincidencia con el rencor. Por la certeza de haber desgastado los últimos siete años en la beligerancia absurda. Contra el Grupo que fue sustancial para que El Furia, en el primer tramo, conquistara la hegemonía.
“Los kirchneristas dieron una sola gran batalla honorable, con Clarín, y para colmo la pierden”, confirma la Garganta. Resignada a convivir -así gane cualquiera de los tres- con un Grupo Clarín fortalecido. Con antojo de revancha y con el mismo plantel agotado, “cansado de guerra”, y avejentado.

Con la traición obligada, en la Argentina ontológicamente peronista se viene el peronismo ontológico que fue, en estos doce años, un instrumento complementario. Un beneficiario culposo del festín. O apenas un aplaudidor serial, para “estar adentro” y sobrevivir.

El post-Niembro y el periodismo estatal

Ingrata actitud de grandes orinadores de agua bendita.

sobre informe de Consultora Oximoron,
Redacción final Carolina Mantegari

“Dadme una pauta, Cesar, y dominarás el mundo” Anónimo
“Cada cual sabe cómo pagarse sus fromages” Jean Daniel

Introducción
Por la pauta

“¿Para qué pagar?”, se interpela la Garganta.
“Cuestan un dineral, y si tienen que matarte, salvo excepciones, te matan igual. Te entregan”.
Luego se exponen, para cubrirse, como “repentinos orinadores de agua bendita”.
Son los colegas que salieron a pedir por la cabeza de Niembro. A condenarlo.
Sin rastrear en exceso, a partir de inapelables testimonios de confesión, y con papelitos explícitamente confidenciales, Consultora Oximoron concluye que los orinadores son protagonistas del mismo fenómeno que desaprueban. Para constar, acaso, en actas.
Se impuso entonces el deporte de “pegarle a Niembro”. Para obtener aceptación social. Cierta credibilidad.
“Como primera medida higiénica, lo aconsejable es acabar con la pauta publicitaria”, confirma otra Garganta.
O suspender los innumerables auspicios personales, sean blancos o negros. Ampliaremos.
Pero es una utopía. La prensa, sin los aportes espirituales de las diversas cajas del Estado, se reduce hasta la inexistencia.
“No ponerse” entonces implica atentar, en cierto modo, contra la libertad de informar.

Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron

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Por mal manejado, El Caso Niembro estigmatizó la campaña electoral de Mauricio Macri.
Le impregnó el marco más negativo. A través del inesperado aroma de la corrupción. Y de los espantos divulgados, con sublime inocencia, en la propia web. Y lo más grave: sin siquiera recibir un miserable mango de retorno.
“Quedamos, la verdad, Carolina, como unos pel…”, se lamenta un sensible macricaputista.

Los datos públicos fueron aprovechados por “los chicos malos”. Los que participan de la eficaz Mesa de la Perversión. Suele sentarse alguien del AFI, la invención de Parrilli que administra Olazagasti, otro audaz de la Justicia de Julián, dos periodistas de “la casa”. Y se privilegia, con la información pre-digerida, al ex auditor que identifica números debajo del agua (pero en el Riachuelo). Porque conoce a la perfección el gobierno del Artificio Autónomo, desde adentro. Como los mecanismos y las cuentas. Igual que cierta atractiva legisladora. Una Serpiente de discurso y desplazamiento veloz.
En menos de un mes, para el macricaputismo, el balance es desolador.
La tontería irrisoria, fuente de la irregularidad que se divulga, es efectivamente menos grave que la explicación. Se los ve tan tiernos y fáciles, que les entran todas las denuncias que se multiplican.
Se asiste entonces al fenómeno letal para la estrategia política, que está inspirada en la idea superior del cambio. Y se instala otra idea: “para qué cambiar”.
Como confirma el Cambalache del tango: “en un mismo lodo”.
“Todo es igual/nada es mejor”. Los embocaron.
Dijimos que Scioli dispone del inagotable cassette. Que Massa se blinda con Lavagna y De la Sota y desde la lejanía se pone más creativo.
Por su parte Macri se aferra a un guión. Y cualquier imprevisto que obstruya el guión desarticula el movimiento. Lo paraliza.
Y es tan vano como tarde cargarlo de culpas a Marquitos. A don Jaime. Al propio Mauricio.

Periodismo de Estado

Para Consultora Oximoron, el Post-Niembro refleja la patológica actualidad del periodismo en la Argentina, que es, mayormente, estatal.
Puesto que vive, en gran parte, de las “pautas publicitarias”. Fortalecen las facturaciones de las empresas encargadas de transmitir el producto informativo. O recreativo.
La interacción se complementa con los auspicios abonados, en general separadamente, a determinados periodistas de primera magnitud. Luminarias estatales que reciben respectivas espiritualidades a través de diversas cajas del Estado, sean nacionales o provinciales. Más permanentes y sustanciales que las empresas privadas, hoy deprimidas por la vigencia de una economía que expande su impotente mediocridad.

Lugar vedado para la transparencia. Abundan los periodistas que cobran, de las arcas del Estado, mucho más de lo que cobran los ministros que ellos critican, a veces merecidamente. Otras, sin piedad.

La noción cruda de “periodismo estatal” contiene a los grandes editores que reciben caudalosas millonadas por las pautas.
Por ejemplo el Grupo principal. Según nuestras fuentes, en lo que va de 2015, del Artificio Autónomo recibió más de 100 millones de pesos. A las cuentas del diario se le suma el canal abierto, y el canal “rosita” de noticias. Mientras que el otro diario, largamente centenario. recibió poco más de 15 millones.
Y hasta el Grupo oficialista que más castiga al macricaputismo moja la medialuna en el tazón democrático de la ciudad. Con más de 10 millones. Y hasta El Killer que los domingos suele despedazar al Jefe de Gobierno, por “corrupto”, ya recaudó sus buenos centenares de miles (aguardar mejor el próximo informe sin desperdicios, sobre “Los Auspiciados”).
“Todos, Carolina, mojan”, consigna otra Garganta.
Por piedad, el Portal no va a identificar a los rutilantes mojadores, ni citar la magnitud de lo mojado.
Sólo puede destacarse la indignación del director que carga con veleidades intelectuales. Al enterarse que Niembro -un comentarista deportivo- había cobrado más. Orinó litros de agua bendita con un artículo apasionado.

La “pelusa”

Determinados colegas, emblemáticos y exitosos, emergen como flamantes instrumentos de irritación.
No vacilaron en fusilar a Niembro por sus “graves faltas de ética”. Aunque mantienen con las empresas que los contratan, según Oximoron, acuerdos similares. Como los del vituperado Niembro con la Cadena Fox. Como si “la pelusa” formara parte, en definitiva, del sueldo.

Hoy cualquier aventurero se arma la productora para facturar y hacerse de pelusa. O para ofrecer hasta el servicio inútil del ““clipping informativo”, por decenas de lucas mensuales, aunque nadie lea sus orientaciones liminares. O para mojar con asesorías varias, casi inexistentes. O para recaudar pelusa con un programita pedorro de cable, o con una web complementaria, menos gravitante que el Portal, pero más sofisticada.
Todo sirve para la gloria de facturar pelusa. Sobre todo si se registra la mera pertenencia a alguna emisión exitosa con repercusiones. O se tiene la firma en un gran medio (“que paga un sueldo que no alcanza”).
Se roza la patología con el columnista que aprovecha la penetración del medio que lo contrata para presionar ante un distribuidor de pautas mágicas para los “bolseros” (los que merecen otro informe, para entender la manganeta de tantas radios desconocidas). El Buscapina propuso, por la proximidad del año electoral, un “fortalecimiento de la pauta”. 300 mil mangos más mensuales.
“Cualquiera te aprieta como una naranja”, confirma la penúltima Garganta del informe.

Algún colega venerable supo, incluso, excederse. Proyectarse, gracias a su influencia, en otros rubros. Incursionar, por ejemplo, en “el negocio de la basura”.
Otro fabuloso Buscapina presionó para que un pariente pudiera ocuparse, sin ir más lejos, de la cartelería.
La lista impresiona. Como los montos que perciben los dignos representantes del periodismo estatal. En forma directa, o de manera triangulada.
Y si no reciben pelusa pueden ponerse demasiado duros. Con la voz, o con las teclas.

Corresponde entonces masacrarlo colectivamente a Niembro. Para que el jubileo prosiga, como en el tango, donde “todo es igual y nada es mejor”.