Franquicias del peronismo

Ante el riesgo de la derrota, como en 1983 y 1999.

sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari

Introducción
Calas políticas

¿Y ahora? ¿Cómo se sigue?
Cuesta, en adelante, ante el aroma penetrante de las calas políticas, sostener las imposturas de La Doctora. La trivialidad de sus desmesuras.
Acosada -la pobre- entre la derrota de agosto, que no empieza a aceptar, y la derrota más grave, que se perfila en octubre.
Cuesta también recurrir a la indulgencia democrática de ayudarla. Para que “el gobierno termine lo mejor posible”.
O mejor, simplemente, para que termine. Para que se llegue a 2015 con reservas de aire. Y alguna dignidad.

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El vuelo de los garrocheros

escribe Serenella Cottani
Interior-Provincias

“Esto es el peronismo, no es ningún Club de Solas y Solos”, confirma la Garganta.
“Aquí se te puede perdonar cualquier pecado, menos el de la derrota”.

Inmolarse por los mohines ensayados de La Doctora adquiere un sentido discutible. Por no decir nulo.
Es como dar la vida por los ganadores de sueldos de La Cámpora.
O por los colaboradores rentados del frepasismo tardío.

“¿A cambio de qué, Serenella?”. ¿Acaso de considerables mangos, que llegan en cuentagotas y mal? ¿O por promesas de más obras? De terminar las iniciadas.

Encerrona teórica que los peronistas suelen explicar, en la práctica, con palabras procaces, indignas del presente despacho.
Porque si pierden, los tratan de culpables o traidores.
Como le pasó, sin ir más lejos, a Sergio Massa, Aire y Sol II, con Néstor Kirchner, El Furia. En la derrota “testimonial” de 2009.
Pero si ganan, los castigarán peor. La Doctora les impondrá los concejales arbitrariamente a dedo. Para entregarlos.

Les consta que a Martín Insaurralde -pobre- lo quemaron. Un buen muchacho que aprendió bastante con Hugo Toledo, uno de los tres titanes de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Los otros dos fueron Mércuri y Pierri.
Pero Insaurralde se diplomó merced a la confianza que “siempre le dispensó” Rossi. Canal ante Federico Achával, socio de Cristobalito.
Ahora tiene -Insaurralde- escasas posibilidades de remontar. Los cristinistas lo transformaron en un barrilete de plomo.

Los mini-gobernadores -apodados intendentes- que sin gran convicción jugaron con el cristinismo, se encuentran en la plenitud del conflicto existencial. No pueden arriesgar la mayoría en el Concejo Deliberante. Manera suicida de arrimarse a otra pérdida fatal. La libertad.
Saben que Sergio, el que está enfrente, al menos por ahora, no es ningún enemigo.
Es el Quijote que se atrevió, en cuarenta días y con veinte Sanchos, a perforarle, a La Doctora, la provincia inviable.

“Nos vacunaron”, confirma la Garganta. “Pero Scioli, acaso para conformarnos, y darnos un poco de ánimo, dice que no tenemos que dramatizar”.
Es la línea que se baja, desde arriba. Como si nada hubiera pasado. Ningún “masaso” electoral.
Para avanzar con “fe, esperanza y entusiasmo”. Hacia el paredón.
Más grave que un pecado, la derrota, en el peronismo, es un error.
Entonces la lealtad es un aspecto relativamente superfluo. Que se ofrenda a quien, en definitiva, la merece.
No es precisamente el caso de La Doctora. Ni de los frepasistas tardíos que se reportan a Zannini, el Gran Consumidor de Pescado. Podrido.

Fotografías

Se aguarda la multiplicación de los garrocheros voladores. Llegan con la medialuna metafóricamente enarbolada. Para mojarla en las tazas de café con leche de “Tigre, Tierra Santa”.
El encargado de recibirlos, aunque parezca mentira, es Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Oportunamente puso el pie en Tigre para negociar componendas en nombre del sciolismo.
Pero, ya que estaba en Tigre, se quedó.

En el Comité de Recepción a los Garrocheros está habilitado también Eduardo Amadeo, El Conde Consorte.
Se anota -El Conde- para iniciar otra epopeya junto al visionario Felipe Solá, El Máximo Cuadro del Felipismo.
Hoy se encuentran, con el Vasco De Mendiguren, en condiciones de repartir los números, para “tener diez minutos con Sergio”. A los efectos de enrolarse en la cantera inagotable de Massa.
Como Roberto Lavagna, La Esfinge, que también pudo aterrizar. Para encontrarse con Sarghini, La Oveja, y Tito Lusiardo, alias Juanjo.
Son dos viejos protagonistas de la fotografía utilitaria, tomada en El General, restaurante temático, como el que abrió El Canca Gullo en Palermo.
Lástima que el cuarto de aquella foto, Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, aún no haya aterrizado.
A través de la derrota, Narváez se transforma. Pasa a tener mayor gravitación. Como si hubiera triunfado.

A quien se aguarda, con relativo entusiasmo, en el garrochódromo, es a Hugo Moyano, El Charol.
Pero Moyano no tiene el estado físico de La Esfinge. A esta altura está bastante grande y pesado para clavar la garrocha en Azopardo, y elevarse hacia Tierra Santa. Aparte, no le hace falta.
Le sobran los canales para llegar a Tigre. Los intermediarios. Celestinos vocacionales que se postulan, según nuestras fuentes, como dadores voluntarios de solidaridad.
Todo para precipitar el acercamiento entre Moyano y Massa.
El Charol lo tiene a su hijo Facundo, que es pre-massista. Significa confirmar que Facundo está con Massa desde antes que Massa comenzara a dar las exitosas vueltas en la Rotonda.
Instalado en esa versión del Cruce Etcheverry que supo atormentar al cristinismo primario, cuando La Doctora estaba en banda informativa y desconocía qué camino Massa iba a tomar.
O si iba a conformarse con las vueltas. Sin decidirse.

Gente que busca gente

Para colmo, Moyano mantiene, según nuestras fuentes, los códigos superados del evangelista frontal.
De ningún modo va a hacerle un feo a Narváez, que lo arrastró hacia la lona. Aunque desde hace dos semanas Moyano estaba particularmente incómodo con su posición de falsa escuadra. Aferrado al error de la derrota que se le avecinaba. Por haberse dejado arrastrar por las carísimas derivaciones de aquella otra fotografía, la de Córdoba.
Cuando El Charol apareció sonriente junto al Caudillo Popular, y con José De la Sota, El Cordobés Profesional. Y como es habitual con Lavagna, La Esfinge.
La fotografía de Córdoba resultó letal para la asociación que se tramitaba entre Lavagna con el gran ausente. Mauricio Macri, El Niño Cincuentón.
Pero Macri, curiosamente, por intermedio de Jorge, El Primo Pobre, vuelve a encontrarse con Lavagna en un recodo del eterno camino.
Ilustración efectiva de “Gente que busca Gente”, como diría Pagni, el pensador positivista.

Como componentes de la cantera de Massa, El Niño Cincuentón y La Esfinge se reencuentran en Tigre, Tierra Santa.
Junto al Poeta Impopular, que felizmente encontró a quien dedicarle sus sonetos desesperados. Y con El Conde Consorte. O El Máximo Cuadro del felipismo. O Tito Lusiardo. Junto al “Chupete” Manzano, el Gran Productor de Humo, parte de la cantera del peronismo que se recicla hasta el infinito. En la Franja de Massa, que hasta hace tres meses era una “maza sin cantera”.

Se asiste a la epidemia de los balances. Cualquier locutor se pregunta -perplejo- qué va a pasar ahora.
Si La Doctora asimilará con sensatez “La calle cerrada de la derrota”. O si va, alucinantemente, a radicalizarse.
“Ni un paso atrás”, confirma Filmus, El Psicobolche, siempre listo para el admirable oficio de perder.
Sin percatarse que, si insisten con La Doctora en dar otro paso adelante caen, invariablemente, al precipicio.
Con todos aquellos frepasistas que, sin otra alternativa que inmolarse, se cuelgan del“Vestidito negro”.

Al cierre del despacho, trasciende que Daniel Peralta, El Campera, clavó la garrocha en la Avenida Kirchner, en la intersección con la confitería Mónaco. Para elevarse con destreza y volar, majestuosamente, hacia “Tigre, Tierra Santa”. Y anotarse en la cantera de Massa.

Serenella Cottani

La calle cerrada de la derrota

Dos años para la Comisión Liquidadora del cristinismo.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella

Admirablemente, entre la derrota eufórica, La Doctora pone el rostro. Pero lo pone mal. Con palabras demasiado autoindulgentes que rozan la patología. Con la insistencia en la visión autocomplaciente de su obra. Con la mitificación acerca de “todo lo hecho, lo avanzado”.
Conste que son logros que la sociedad ingrata no le reconoce. Como si se tratara de la horrible consecuencia de los influyentes medios perversos de comunicación.
A La Doctora aún le cuesta entender qué le pasó.
Téngase en cuenta que ninguno de los inútiles que se le cuelgan del “Vestidito negro” puede explicarle los fundamentos de la inmolación electoral.
O que, simplemente, fueron.

En “El Pozo”, de Onetti

Los errores le pertenecen exclusivamente a La Doctora.
Perdió la iniciativa. Aunque, en realidad, se la despojaron. Como a una inocente activista primeriza que disputa un centro de estudiantes.
No tuvo brújula, ni estrategia. Ni siquiera tuvo buena información. La mala praxis fue total.
La pobre se deslizó en la desmesura de humillarlo públicamente a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. Hasta vaciarlo. Extirparle la legitimidad. Devaluarlo. Para tener luego que depender de él.
Es precisamente la agresividad de esa diferenciación que lo mantiene a Scioli, en el furor de la debacle, sorprendentemente vivo. En condiciones de heredar la devastación. De quedarse con los restos del naufragio. O del quebranto.

Tal vez La Doctora supuso que podía bancarse, a su lado, inmutable, la roca inerte de Boudou, El Descuidista. Como si desde aquel 54 por ciento, de 2011, hasta aquí, no hubiera ocurrido nada. Ninguna mancha, en Rolando.
O tal vez creyó en la eficacia del silencio para ningunear la inflación. O el rigor de la desastrosa (falta de) política energética.
(¿Es verdad que se volvieron tres barquitos porque no había pelusa para pagarlos? ¿Es verdad que Galuccio se les quiso profugar? Rajarse).

Incluso La Doctora tal vez supuso que podía atenuar, sólo con el respaldo de su presencia, con la articulación del lenguaje, el potente festival de los valijazos transmitidos por televisión.
El peso del dinero que, en el subsuelo del cristinismo, paradójicamente se pesa.
Con semejante adversidad, entre tanta tensión arrebatada, con la geopolítica a la bartola y con los aplaudidores cautivos, La Doctora avanzó en el proyecto de cargarse al Grupo Clarín. Con las bravatas de Moreno y el gesto de pesado de Kicillof. Y con la virulencia de los artículos de la nueva Ley de Mercado de Capitales, que enarbola la Comisión Nacional de Valores. Vanoli Conducción.
Con su vulnerabilidad a cuestas, La Doctora justamente se propuso demoler el polo poderoso que simboliza la comunicación. Y que el marido extinto, El Furia, supo utilizar hábilmente -hay que reconocerlo- para imponer su hegemonía. Para gobernar, en la práctica, junto a Moyano, El Charol. El otro pilar. Al que obligó, irresponsablemente, a partir, hacia la oposición.
Divorciarse de Clarín, vaya y pase. Bastaba la ilusión de suplirlo con la inutilidad de cuantiosos medios propios, que apenas consolidaban la moral de los convencidos.
Pero desprenderse, en simultáneo, de Moyano, significaba sostenerse, en adelante, entre meros pilares presupuestarios. Pero forjados de barro blando.
“Buscavidas, buscapinas de Unidos y Organizados”.
Grandes ganadores de sueldos de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Facilitaban la tentación del trasvasamiento generacional, aunque representaban, en la práctica, la vía más efectiva para enterrarse. En el descenso.
Hasta caer, desde las alturas de la pedantería hegemónica, en El Pozo de Onetti.

En la ceguera del desbande altivo, La Doctora atinó a cargarse, también, de manera fundacional y épica, a la Justicia. Para “democratizarla”. Ya que no le habilitaba el apuro del triunfo judicial (curiosamente podía haberlo logrado sólo con respetar a la Corte, sin apretarla).

Para completar el ciclo de tropiezos, La Doctora se embarcó en una alucinante negociación con Irán, que no supo explicarle a nadie. Y que fue ridiculizada hasta por los iraníes.
En su camino hacia El Pozo de Onetti, La Doctora cayó hasta enredarse en la borrasca de imponer al General Milani, El Depurado en el Ganges. Para incinerarlo. Justamente cuando también abría otro conflicto absurdo, contra sus propios servicios de inteligencia.
(¿Es verdad que le puso tarjeta roja al Espía que llega de Abril, sólo porque fue cómplice en las aventuras brevemente donjuanescas del marido?).
Una guerrita de final incierto. Sobre todo cuando trascienden los diversos episodios de aprietes memorables. Con cachetazos en algún subsuelo.
O cuando crece la indignación, ante la frialdad de algún ajusticiamiento. Programada ejecución. Mero asesinato. ¿El Lauchón?

La magnitud de la épica le sirvió a La Doctora para terminar enredada en los operativos de inteligencia más berretas.
Asaltos televisados, con silenciador.
Para dejarse arrastrar, sola, hacia la calle cerrada de la derrota.
Sin salida.

Comisión Liquidadora

En el arrojo de dar la cara, ante la adversidad, La Doctora también le erra.
Cuando intenta el análisis político. Por la facilidad de comparar, la calle cerrada de su derrota, con la derrota del extinto en 2009.
Cuando todavía había espacio para la recuperación, que El Furia, desde el piso, lo supo aprovechar. Aún creía disponer de carretel para ser el candidato presidencial en 2011. Por si no bastara, estaba también latente la posibilidad de la reelección de La Doctora.
Significa confirmar que en 2009 la continuidad era algo más sólido que una ilusión.
Esta derrota de 2013 implica la representación exacta del final.
Porque hoy se carece de espacio hasta para justificar la desmesura voluntarista de la señora Conti.
O del Ex Superministro De Vido, que insistía por los beneficios de la continuidad. Con mejores fundamentos. Su preocupación era lógica. Extensiva a sus “buenos muchachos”.
(¿No es cierto, Baratta? Olazagasti. Espinoza. Siguen las firmas).

Quedan dos años por delante. Debieran institucionalmente funcionar como una polea de transición. Como si La Doctora ahora presidiera una Comisión Liquidadora del cristinismo.
Para cubrir alguno de los severos desastres que La Doctora deja, en cada uno de los focos del poder aniquilado.
Tienen que ver, concretamente, con el manejo del Gorro Frigio. Del Estado.
Se extienden desde la política exterior hasta la salud, el dispendio de la solidaridad y la economía.
Desde la falta de energía, y de dinero para pagar los barquitos, hasta atender el descalabro anunciado de YPF (donde a la Tía Doris le cuesta impedir la idea de rajarse del pobre Galuccio).
O los desbordes del ANSES. O la irresponsable fiesta del Dinero Ducto de Aerolíneas ArgentinasDe Enarsa.

Consultora Oximoron anuncia una serie de informes relativos a La Herencia del cristinismo. Lo que deja, lo que queda después de la devastación.
Más allá de las internas lacerantes que actualmente se libran, hasta hoy, sin trascendencia. Más allá de las divisiones y de la ineficacia de los relatos.
Sin indulgencia. Pero también sin crueldad.

Parábola de la perforación

Nada que ver, por lo tanto, con aquel retroceso transitorio de 2009.
Resiste, con mayor densidad, alguna comparación con 2005.
Se asiste al cierre perfecto de la parábola.
En 2005, con La Doctora, Kirchner le perforó la provincia a Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Aquel equivocado que precisamente los instaló en el podio de presidenciables.
En 2013 es Sergio Massa, La Rata del Tigre, Aire y Sol II, el que le perfora la provincia, en cuarenta días, a La Doctora. Es quien había elevado a Massa para jugar en la gran liga, en su condición de Premier. Puesto por ella, en el primer plano. Para que después le perforara la provincia inviable, que simboliza numéricamente el poder.
Por último, un tema parroquial. Resta reconocer el trabajo de Consultora Oximoron, que blinda con sus informes al Portal.
Sugerir la relectura de “Triunfa la Franja de Massa”, donde se anticipan, también, los 7 Samuráis que continúan vivos. En condiciones de heredar la desolación moral que lega el cristinismo.
Massa, Scioli, Cobos, Binner, De la Sota, Macri y la señora Carrió.

Oximoron anticipó los resultados cuando el Frente Encuestológico de la Victoria instalaba la idea sellada de la paridad.
También leer, de paso, “Gana Massa, el benefactor de Scioli”, O “Tigre, Tierra Santa”.
Es apenas el reflejo de una lectura acertada de la información disponible.
Méritos, acaso, del periodismo artesanal.

Oberdán Rocamora

Gana Massa, benefactor de Scioli

Eclipse triste del cristinismo, sin estrategia ni información.

sobre Informe de Consultora Oximoron
Redactora Final Carolina Mantegari

1. Fondo de olla

La diferencia a favor de Sergio Massa, La Rata del Tigre, o Aire y Sol II, a esta altura es literalmente irremontable.

Para Oximoron, la contienda está terminada. Sólo falta el detalle técnico de la votación. Massa pasa por la ventanilla. Cobra.
Significa confirmar que se carga, acaso a su pesar, a La Secta reducida del cristinismo, que supo apoderarse de la Argentina, ante la culposa complacencia de la sociedad.
La Secta enfrenta su eclipse triste. Culturalmente aislada. Sin estrategia y sin información. Asiste a la pérdida letal de la iniciativa. Va al pie, en el último tramo, de las circunstancias. Con la insuficiencia escogida de Martín Insaurralde, un elemento rescatable, candidato que puso La Doctora para equipararlo a Massa. Para mostrar, en su banda, que va al pie de Massa.

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La jefatura vacante del peronismo

Es para Scioli, Massa, Moyano, Urtubey, Capitanich, Gioja, Urribarri, De la Sota o Adolfo Rodríguez Saa.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, sobre informe
de Consultora Oximoron

* * * * *

En setenta años de historia, el peronismo apenas tuvo tres jefes. Y dos poleas de transmisión.
Los Jefes -inapelablemente- fueron:
Juan Domingo Perón, de Buenos Aires, entre 1943 y 1974.
Carlos Saúl Menem, de La Rioja, entre 1988 y 1999.
Néstor Carlos Kirchner, de Santa Cruz, entre 2005 y 2010.

Poleas

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La dinámica perversa del peronismo

2005-2013. Massa intenta generarle a Cristina el cisma que Kirchner supo generarle a Duhalde. 

escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella

* * * * *

A los efectos de intensificar la agonía largamente anunciada del kirchner-cristinismo, Sergio Massa, La Rata del Tigre, se desprende del tronco original.
Territorialmente Massa intenta ser -para La Doctora- lo que fue Néstor Kirchner, El Furia, para Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
La extensión prematura del certificado de defunción política.
Para que La Doctora deje, en la práctica, de fastidiar, y pase a ser un rápido recuerdo. Como Duhalde. O Menem.

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Sigilosos programadores de la espontaneidad

Las rebeldías de las clases medias de Turquía, Brasil y Egipto, ningunean las protestas de Argentina.

Sobre Informe de Consultora Oximoron
Redacción final Carolina Mantegari

Desde Francis Fukuyama, en el Wall Street Journal, o Luis Fernández-Galiano, en El País, hasta Luisa Corradini, en La Nación.
Emergen por doquier los dadores voluntarios de interpretación sociológica. Se ocupan de la rebelión de las capas medias.
“El fantasma que recorre el mundo”. Alborota las calles y agita las plazas. Arrinconan gobiernos con las respectivas listas de reclamos.
El fenómeno -para Consultora Oximoron- es transversal.
Con matices diferenciadores, se destacan las rebeliones que transcurren en El Cairo, Egipto; Estambul, Turquía; en San Pablo y tantas ciudades de Brasil.

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Detrás de La Doctora y de la Franja de Massa

CHARLA EN SEVRES (III): Vidas paralelas. Daniel Scioli y Mauricio Macri.
por Jorge Asís
(Desgrabación de Claudine Pons-Grévy)

Sevres, París

Mireille de C… – Dos dudas, o tres, entre tantas. Primero, usted asegura que Cristina -La Doctora, como la llama- no tiene la menor posibilidad de ser reelecta. Pero no lo veo del todo convencido. ¿O me parece?
Dos ¿cree que La Doctora puede elegirlo a Scioli como sucesor? Se lo pregunto porque yo estoy segura de que no.
Tres, en su historia, ¿cómo queda Macri? ¿Está más afuera?

La Doctora atraviesa un momento ideal para inspirar literatura. Final -si no sólo de ciclo-, de novela latinoamericana. Del tipo de Yo el supremo, de Roa Bastos, o La fiesta del chivo, de Vargas Llosa, descendencias del Tirano Banderas de Valle Inclán. La imagino en Olivos, a las diez de la noche y frente al televisor, con C5N. Con recuerdos que incitan al balance. Pero muy rencorosa, vengativa, casi humillada. La figura poco original alude al mito de la soledad del poder. Ella está obsesionada con la guerra errónea desatada contra el Grupo Clarín. La que declaró su esposo sólo cuando dejó de ser el presidente. Ya que, mientras El Furia lo fue, lo mantuvo a Magnetto, siempre al portador, disponible. El enfrentamiento ahora viene complementado por otra guerra absurda. Consecuencia de la derrota anunciada de la anterior. Contra la Justicia. Contra la Suprema Corte que fue el motivo inicial del “orgullo kirchnerista”. Y contra Clarín que fue el socio, junto a Hugo Moyano, El Charol, para consolidar la hegemonía conquistada. De manera que la solitaria, poderosamente desesperada, se enfrenta con los grandes medios de comunicación y con la justicia. Cuenta con una economía inflacionaria y con las excelencias de una soja que apenas le alcanza para dilatar el deslizamiento en el precipicio cercano, al que lo conduce la falta de energía. Acompañada por un equipo piadoso, casi para cultivar el ejercicio de la compasión, y con una militancia desenfrenada que supone participar de la epopeya de una Revolución (aunque Imaginaria). Con todo ese morral que arrastra, La Doctora tiene que ser la protagonista excluyente de una elección legislativa donde, antes aún de ponerse en campaña, ya sabe que pierde. Por lo menos en cuatro o cinco de los distritos principales. Si les parece, luego los analizamos.
Por lo tanto no puede perder un solo voto más en la provincia (inviable) de Buenos Aires. Que es, exactamente, donde se le abrió una fracción. La Franja de Massa. Cisura profunda en su fuerza, que el infantilismo expresivo de Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, cree que es simulada.
Para colmo La Doctora tiene que aceptar el auxilio recíprocamente interesado de Scioli, al que -por ingrata- no respeta. Al que atacó con virulencia oral, y rigor presupuestario, hasta vaciarlo. Se comió hasta las migas de la panera y no le cedió un miserable candidato en la lista.
De todos modos, vaciado, denigrado, devaluado, La Doctora tiene que depender del Líder de la Línea Aire y Sol. Casi tanto como de la chequera infatigable de De Vido. Y de la fascinante caravana de buscas que medran con el cuento del arte comprometido. O de la comunicación propia-tropa.
Si Scioli saltaba, como inconscientemente La Doctora quería, ya asistíamos al verdadero final.
Pero Scioli sabe hacerse el polaco recién desembarcado. El misterio de la presencia ausente. Nada ganaba con saltar.
Prefirió quedarse, despojado, con cuero insensible en la piel. Pero cerca de la marca del Partido Justicialista.
Significa confirmar que La Doctora no es la única dependiente. Es la caravana de buscas del Frente de la Victoria que hoy vergonzosamente depende de él, aunque también lo desprecien. Lo consideran “la derecha”. Para consolidarse, acaso, en la ilusión de ser de izquierda. Cuando a lo sumo adhieren a la ideología a la carta del peronismo.
Pero si quiere seguir en este oficio, en el que no le fue tan mal, Scioli tiene que ofrendarse por Insaurralde (el que “armaba” con Bossio para cambiarlo por Boudou). Y por La Doctora, que lo ridiculizó delante de sus pares.
Debe ofrendarse por la vertical señora Di Tulio y hasta por Cuto Moreno y la señora Conti. Pero conste que no es por generosidad espiritual, sino para evitar el ascenso de la Franja de Massa.
Ya que Massa, La Rata del Tigre, hoy es el adversario de los dos. De La Doctora y, sobre todo, de Scioli.
Y si me apuran le diría, Mireille, que Massa también es el competidor de Macri, que va en la Franja. Chupado, como se dice en el automovilismo deportivo, detrás. Porque, si Massa le gana en agosto a Insaurralde, puedo asegurarle que no se va a ver el cielo, de tantas garrochas que sobrevolarán hacia el Tigre. Clavadas desde cualquier sección electoral de la provincia. En el aire del suburbio y con las medialunas enarboladas.

Ahora, si La Doctora y Scioli, con el mascarón de proa de Insaurralde, lo sacan del escenario a Massa con una derrota contundente, intuyo que va a existir el riesgo de querer quedarse. Que los gurkas de La Doctora, que nada tienen para perder, además de la libertad, quieran reformar inmediatamente la Constitución. A los efectos de eternizarla.
Pero según mis números, Mireille, no le va a alcanzar. Y conste que no me refiero sólo a las dificultades reglamentarias. Es la política.
Porque La Doctora y sus Buscas de la Victoria retroceden en Capital. Se apelotonan en Córdoba. Se quedan cortos en Santa Fe y son goleados en Mendoza. Les falta sólo estrellarse en Buenos Aires. Y asoman, en el horizonte, turbulencias. La Franja de Massa les presenta un desafío territorial.
La Rata, mientras daba vueltas en la rotonda, la armó bien. Y llego a la cumbre cuando consiguió que lo acompañara De Mendiguren. Es un ídolo popular de La Matanza, que logra suspiros entre las compañeras de la Tercera y Primera Sección Electoral. Sin hablar de las masas bonaerenses que siguen fieles a Felipe Solá, el que, reitero, es el máximo cuadro del felipismo. También hay que tener en cuenta a Adrián Pérez. El Jean Paul Belmondo en versión pobre. Con De Mendiguren, Felipe y el Belmondo Pobre, la Franja de Massa vuelca la elección.
(Risas, generalizadas carcajadas en la Casa de Sevres)
Ahora, para ser franco, Mireille, coincido con usted. Por más que transitoriamente sea Scioli-dependiente, no creo para nada que La Doctora vaya finalmente a optar por Scioli como su sucesor.
Sería -cómo decirle- la constatación del fracaso personal.

M.- ¿Nada más de Macri?
En cuanto a Macri, El Niño Cincuentón, figura principal del macricaputismo, percibo que la tiene casi tan difícil como Scioli. Vidas paralelas.
Tuvo mala suerte en su intención de proyectarse en la inviable Buenos Aires. Hasta decidir ir, aunque bastante diluido, detrás de La Franja de Massa. Como Scioli detrás de La Doctora. Un negocio extraño.
Porque Scioli se aferra a La Doctora, alguien que se va. Pero Macri no puede aferrarse a alguien como Massa, que se encuentra en la plenitud del crecimiento. Cuesta entenderlo. Porque, en simultáneo, lo que se le complica a Macri es el distrito que tiene escriturado, la Capital.
Su oferta es buena, pero carece de innovaciones y sorpresas. Parece un acto de resignación por no haber formalizado su alianza, de máxima, con Lavagna, o de mínima con Lousteau.
Si se le complica a Macri el distrito no es por el gobierno. El cristinismo insiste, en Capital, con su batallón destartalado de perdedores vocacionales. Tienen menos atractivo que el bife de hígado con puré, durante los siete días de la semana, para almuerzo y cena.
Las complicaciones le vienen, a mi criterio, por el lado del centro-izquierda, que la supieron hacer. Del radicalismo rebosado de progresismo, al que Macri le supo birlar oportunamente los votos, para festejar con globos y danzas amarillas.
El que se imponga en la interna progresista de agosto va a llegar, a mi criterio, mucho más fortalecido para confrontar con la señora Michetti, el Colo Santilli y el Padre Bergman.
Entre Solanas, el Dirigente Universitario, bastante conocido en París, que se larga secundado por la señora Carrió. Con Prat Gay, el cuadro repentinamente revolucionario, que va con Victoria Donda, la Transgresora de Barrio (y el Gil Lavedra como diputado). Y con el eterno Rodolfo Terragno, que suele contemplar con paternal regocijo a su discípulo, Martín Lousteau, el Personaje de Wilde.
Reitero que Macri lleva una oferta digna con Michetti y Santilli, pero tiene un cierto sabor a frustración. Por no haber podido cerrar con Roberto Lavagna, La Esfinge, la gran decepción para esta campaña de la que hablo aquí por última vez.
Lavagna fue capaz de negociar el canje de la deuda, acompañado del Flaco Guillermo Nielsen, y no supo negociar con Macri una senaduría que la tenía en bandeja.
La inquietud, y termino, a Macri le viene del radicalismo rebozado de progresistas. Más que de la postulación moyanista de Julio Bárbaro, con Piumato, armada a las apuradas. Tampoco de ningún modo lo asusta a Macri “La Revista Dislocada” que le presenta Alberto Rodríguez Saa, para entretener a la audiencia con seis cautivadoras listas de aspirantes diputados con la medialuna enarbolada.
Aunque pienso que el macricaputismo debería interesarse en desbaratar, desde ya, la temible presentación de la señora Alicia Oliveira. Es del Partido Unipersonal del Momo Venegas, que se llama Fe. Ocurre que Oliveira, una de las mejores discípulas de Eduardo Valdés, llega acompañada de Archibaldo Lanús, que tiene una inapelable penetración social en Mataderos, Soldatti, Parque Patricios y Flores Sur.

Bruno, El Cordobés – ¿Y a De la Sota? ¿Le parece que Cavallo lo perjudica?

(Desgrabación de Claudine Pons-Grévy)