En Derecho Penal pagan los muertos

Moneta sirve más enfermo que sano a la Banda de Los Descuidistas

escribe Oberdán Rocamora

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“El que se muere pierde”
J.A.
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“Con frecuencia, en Derecho Penal suelen pagar los muertos” confirma la Garganta.
Después del clavado procesamiento de Amado Boudou, El Descuidista, con superior prepotencia emergen las caudalosas fojas de Lázaro, El Resucitado.
A la larga, culpas, como las responsabilidades, van a descargarse en la memoria del muerto principal. El más importante. Néstor, El Furia.

Significa resaltar que La Doctora tiene razones de sobra para espantarse. Y encargar la causa perdida de defender a Boudou, representación de su primer -y peor- error de viuda.
Cada vez que habla, El Descuidista se desliza por el tobogán de la credibilidad. Parece, incluso, procesarse solo.
La Doctora sabe que Lázaro, según nuestras fuentes, está mal. A punto de quebrarse también moralmente. Le llegan mensajes. Algún hijo, acaso la hija, tiene registrado todo. Absolutamente todos los secretos y los lugares…
El Resucitado está convencido que vienen por él. Desde Comodoro Py y desde la celeste y blanca Suiza. Teme por la suerte de un hijo demasiado involucrado.
El tema transversal de los hijos instala un escenario de tormento. Por los dedos pegados que signan la inexperiencia. Por el manto de impunidad que paulatinamente se desvanece.
Tal vez también se encuentra irresponsablemente comprometido Máximo, En El Nombre del Hijo. No lo cuidaron. Lo rifaron. Le proporcionaron poderes desmesurados y protecciones insuficientes.
La alternativa consiste en transferirle las responsabilidades al que no está. Atributos de la ausencia. El que se fue debe liberar de culpas a los que persisten en la tierra de la vida.

La peste de transparencia

“Habrá que monetear al Muerto”, confirma la Garganta.
Como neologismo, “monetear” deriva de Raúl Moneta, El Rulo. Empresario vigoroso y banquero deteriorado que hoy se encuentra físicamente fuera de juego. Recluido en su departamento. Imposibilitado para testimoniar. De hacerse cargo siquiera de su sombra.
Con rasgos de inusual nobleza, para salvar a un amigo, al que le debe en cierto modo la sobrevida financiera, antes de caer Moneta le puso el pecho, según nuestras fuentes, al desastre de Ciccone. Aunque no hubiera puesto una moneda de los cincuenta millones que puso un amigo equivocado. Debía arrojarle una soga a Jorge Brito, quien, en su vida colmada de aciertos oportunos, tuvo lugar también para la trascendencia del error. El que compartía, en el fondo, con La Doctora. Consistía en apostar por el destino manifiesto de Boudou. Sin imaginar, ninguno de los dos, ni La Doctora ni JB, que el encantador muchacho de la motocicleta y la guitarra era apenas un Descuidista.
Ahora que los códigos estallaron se asiste al espectáculo frívolo de encontrar culpables.
Ahora que los pactos flotan en el aire. Precisamente cuando asoma el momento difuso de la salvación individual.
Cada uno debe custodiar los secretos ocultos de su propio ano.
Trasciende que los jueces federales más creíbles, y determinados fiscales, se pusieron de acuerdo. ¿Ya lo sabe De Vido, el Ex Superministro?
Asoma en el horizonte, sin estupor ni perplejidad, un festival de procesamientos.
Como si se estuviera en las vísperas de concretarse la interpretación informativa del Portal. Indica, para algarabía de Francisco, que en la Argentina se viene nomás la epidemia de transparencia. La peste de moralidad. Bacilos de decencia que van a instalar la idea insólita. “Ser honesto garpa”. La honestidad deja de ser un mérito para giles.
A este paso, va a suplicarse por un poco de corrupción. Por migajas de trampas. Para construir, al menos, una sociedad entretenida.

La novela de Moneta

A La Banda de los Descuidistas, Moneta les fue de mayor utilidad enfermo que sano.
Cuando estaba pleno y sano, era un católico convencido que vivía admirablemente al borde. Capitalizado por protecciones místicas, deparadas por la fe.
Una existencia comercial entre altibajos emotivos. Ascensos fulgurantes y caídas dramáticas. Con juicios rutinarios. En permanente estado de sospecha.
Hoy, en su piadoso retiro de enfermo, Moneta fue transformado en una suerte de cinturón ecológico. Una versión del Ceamse espiritual.
Para salvarse, los Descuidistas le arrojan los residuos de la catástrofe comercial.
Si Moneta estuviera consciente, lo ideal sería penetrar en su pensamiento. Para componer la gran novela. El desafío de tratar los últimos 30 años de la historia argentina desde el punto de vista de su epopeya. La relación con los gobiernos y con sus caballos danzarines. Como los personajes de Pirandello, la memoria de Moneta reclama, a los gritos, por un autor.
La última vez que el Portal lo trató a Moneta fue por aquel viaje desopilante hacia Roma. En avión privado. Cuando el secreto narrador Matías Garfunkel, El Depilado, en cerrada connivencia con La Doctora y El Furia, recurría a la experiencia de Moneta, entonces su socio en varias radios, para quedarse con las míticas acciones de Telecom.
La experiencia del viaje fue para producir un film neo realista. Acompañados por Frank Holder, Corcho Rodríguez. Un despliegue argumental matizado con situaciones alucinantes, avales comerciales inconsistentes y encendidas noches romanas (de las que Moneta, según nuestras fuentes, católicamente prescindía).
La historia contenía el marco complementario de La Guerra de los Convalecientes. La libraban dos enfermos poderosos. Kirchner contra Héctor Magnetto, El Beto. El gran enemigo común que El Furia ahora compartía con Moneta.
Antes que El Furia, Moneta fue el único suicida que le ofreció años de resistencia a Magnetto. A Clarín. Supo sobrevivirlo, hasta desde la clandestinidad.

“Todo aquel que decidiera enfrentarse con Moneta tenía que estar dispuesto a todo” confirma otra Garganta.
Como amigo, Moneta era reconocidamente frontal y leal. Como enemigo era de lo peor. (Curioso es escribir en tiempo pretérito. Casi injusto decir “era”).
Aún hoy perduran los enemigos, anteriormente amigos, que creen que Moneta los mandó –digamos- apretar. O asustar.
Sucede que los enemigos implacables son siempre aquellos que fueron, en algún momento, amigos. O socios. Y Moneta supo pleitear con varios ex socios. Hasta abreviarse.

Magnetto, el enemigo íntimo

Moneta persiguió detalladamente el proceso de la severa enfermedad de Magnetto. Otro que debe contar con poderes especiales. Naturalmente, Magnetto supo desprenderse de sus enemigos.
Cuando Magnetto amenazaba con partir, Moneta lo tenía, según nuestras fuentes, penetrado. Mostraba a sus visitantes copias de los análisis clínicos. Conocía hasta la medición exacta del hematocrito de Magnetto. De su vida agonizante en Estados Unidos. Faltaba apenas el desencadenante cese final.
En el principio, Moneta era impresentable para el kirchnerismo. El Furia no lo quería tener cerca. Pero mantenía, según nuestras fuentes, una excelente relación, a través de cierto intermediario, entonces de presencia constante, como Rudy Ulloa. Otros aluden, en cambio, también a Cristóbal. Cuentan que por intermedio de Rudy le envió a El Furia un memorandum confidencial. Junio de 2003. Le expresaba que, si de verdad quería gobernar, imponer sus criterios, ser un estadista, debía avanzar invariablemente sobre Clarín.
“Se tendrá que aguantar cincuenta o sesenta tapas desagradables, pero no tienen más que eso”.

El Furia decidió no hacerle caso al consejo de Moneta. En su pragmatismo ejemplar prefirió acordar con Magnetto. Tiempos líricos de Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Etapa sustantiva para la consolidación del poder personal.
Entonces Moneta volvió al combate desigual. Con sus medios marginales. Con el despliegue de radiografías, de tomografías, cuando era Magnetto el que estaba fuera de juego, en alguna clínica de Chicago.
A esta altura de la crónica debiera aceptarse que Magnetto venció en la Guerra de Convalecientes. Pudo testimoniar sobre la partida final de El Furia, su desafiante, octubre de 2010.
Del mismo modo Magnetto puede testimoniar hoy sobre el epílogo lento de Moneta, el enemigo íntimo. Ambos tienen la misma edad, exactamente son Monos de Madera, de 1944. Dos monos de 70 años que hicieron recíprocamente lo imposible por masacrarse.
Este mano a mano con Moneta también Magnetto parece ganarlo. Como se lo ganó a Kirchner.
“El que se muere pierde”. Sentencia de nuestro director.
En la Argentina, además, aquel que muere, como Kirchner, o el que está fuera de juego, como Moneta, debe salvar a los amigos acosados por el Derecho Penal.

Los intocables de la AFIP

escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Temas Económicos, especial

1.- El pragmatismo encantado

En la AFIP -Administración Federal de Fondos Públicos- perduran diversas capas geológicas. Sintonías transversales que se entrecruzan. Mal llamadas trenzas.
Se califican, entre sí, recíprocamente, de manera confidencial, según nuestras fuentes, de ladrones.
Mantienen un encanto pragmático, casi poético, para explorar.

Persisten las costillas muy contadas. A veces tergiversadas. Son funcionarios que cuentan con salarios comparativamente superiores.
“De aquí nadie se va”, confirma la Garganta.
Todos quieren permanecer en cualquiera de las tres estructuras que la componen.
La DGI, Dirección General Impositiva, hoy a cargo de Ángel Rubén Toninelli (es facturado como un puntal de Carlos Zannini, El Cenador).
La Dirección General de Recursos de Seguridad Social, a cargo de la señora Silvana Quinteros (puntal del “hombre fuerte” de AFIP, Ricardo Echegaray. Aunque Quinteros arranca gracias a su amistad con la señora esposa de Echegaray).
Y la Dirección General de Aduanas, a cargo de Carlos Alberto Sánchez (puntal de Milton Capitanich, El Premier).
Paulatinamente el portal se va a ocupar de las tres ramas. Tal vez durante el Mundial, etapa propicia para explorar el encanto poético del pragmatismo.

Hoy son alrededor de 22 mil funcionarios los que comanda Echegaray. Un exponente de la UPAU, expresión universitaria de la UCD, la máxima opción de la derecha liberal que fue absorbida, orgiásticamente, por el menemismo.
Es casi admirable la peripecia ideológica de Echegaray, muy bien tratada en “Fuera de control”, de Matías Longoni. Planeta. Desde la defensa del golpismo reaccionario hacia el progresismo conceptual de hoy.
Echegaray sigue al frente de la AFIP aunque La Doctora, según nuestras fuentes, diste de tenerlo entre los funcionarios preferidos.
Sostener hoy que Echegaray es “hombre del Rudy” constituye una extravagancia intelectual. Anacrónica antigualla. Porque desde la muerte (irresponsable) de Kirchner, El Furia, el Rudy Ulloa Igor no está en condiciones de bancarse políticamente ni a sí mismo.
Si Echegaray se convirtió en el hombre fuerte de la AFIP fue por sus caudalosos conocimientos bien aprovechados. Le resulta indiferente que lo quieran o no. La legitimidad se la brinda el conocimiento medular de las catástrofes extraordinarias. Detalles sombríos que signan “la etapa lazarista del cristinismo”.

2.- El poder de los subdirectores

El pobre Rudy Ulloa la ve a La Doctora sólo por televisión (y a veces hace inmediato zapping al verla). Pero Echegaray -aquel que Rudy impulsó- es el primer Intocable.
La aclaración vale para el limitado Axel Kicillof, El Gótico. En el combo Kicillof lo recibió a Echegaray en la AFIP, como a Juan Carlos Fábrega en el Banco Central. Dos obstáculos para aplicar las líneas demenciales de su heterodoxia inspirada en el MMT. La Teoría Monetaria Moderna. Ya explicada por el autor en “Kicillof y los papagayos de la ortodoxia”.

Por debajo del Intocable Echegaray hoy suelen extenderse las derivaciones tensas de la gran interna que se libra entre dos hombres que debieran ser de su entera confianza. Toninelli, de la DGI, el amigo de De Vido, El Ex Superministro, que respalda Zannini. Contra el misterioso Guillermo Michel. Un exponente del poder casi inexplicable que alcanzan, en los tres organismos, ciertos subdirectores.
Michel es apenas el Subdirector de Coordinación Técnico Institucional. Pero es quien mantiene un diálogo directo con La Doctora.
Para las otras trenzas, acaso más distantes, Michel aparte de Intocable, es temible. Trasciende que se encarga de los dossiers programados. Los que aluden a los opositores, a los detractores o meros críticos del gobierno. Es joven y llega catapultado por el influyente estudio Balotta Kondratiuk. Es entrerriano y sostenido inicialmente por Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta.
Pero Michel creció en materia de conocimientos espirituales y se encuentra casi a la par de Echegaray.
Juntos, aparte, Michel y Echegaray resuelven los atributos selectivos del artículo 32 de la Ley 11683. Y diversas cuestiones para almas sensibles, tratadas con la reposada señora Mariana de Alva. Es otra subdirectora poderosa, como Michel, dedicada a las Operaciones Impositivas de los Grandes Contribuyentes.
Otro subdirector atendible es Daniel Santanna. Intocable que se encarga de las Operaciones Aduaneras Metropolitanas.

3.- Comando Sur

Alejado geográficamente de la órbita central, en un permanente rancho aparte, funciona el Comando Sur. Con su Intocable más inquietante, de horrible relación con Echegaray.
Se trata de Andrés Vázquez, que está sindicado por el enigma que espanta y atrae. Por sus vínculos supuestos con la Secretaría de Inteligencia. La SI, que comparada con la AFIP, es apenas un ateneo religioso.
A Vázquez lo asocian sobre todo con El Ingeniero. Es el Jaimito que atormenta a La Doctora, y se convierte en el protagonista principal de los sueños del General Milani, El Irresistible Seductor de Sexagenarias. Milani culpa a Jaimito de sus desventuras. Más que a Verbitsky.

La cuestión que El Intocable Vázquez se encuentra sumariado por El Primer Intocable. Echegaray.
“Pero es para la gilada”, confirma otra Garganta. Una dama. Puntillosa contadora de costillas.
Lo sumariaron a Vázquez por haber enviado 200 inspectores a allanar la sede central del Grupo Clarín. En septiembre de 2009, en vida de Kirchner.
Consta que, en la plenitud de la “guerra de los convalecientes”, El Furia jamás se hubiera atrevido a tanto. Pero lo giraron.
Aquí se cruzan las operaciones. Trasciende que el responsable de la iniciativa del allanamiento fue, según nuestras fuentes, Echegaray. Intocable que había reaccionado mal, de manera hormonal, cuando lo tocaron. Fue un horrible tratamiento del diario, relativo a las atrocidades de la extinguida ONCCA. Oficina de Control Comercial Agropecuario.
Entonces Vázquez allanó Clarín, por la mañana, con su montonera de contadores, y por la tarde Echegaray ya había arrugado.
Por indicación de El Furia, El Primer Intocable hasta se disculpó con una cartita doliente. Y lo sumarió a Vázquez por la falta de haberlo obedecido.
Después de todo, y para culminar la primera entrega, aquí se asiste a una tregua de Intocables. Porque al titular del Comando Sur tampoco se lo puede echar.
El Intocable Vázquez fue el encargado de blanquear las utopías estructurales de Gotti. Es la empresa patagónica que, para iniciar el despliegue de la fortuna, se la había quedado Lázaro, El Resucitado. Para compartirla con El Furia. Y Lázaro, después de la partida de El Furia, pasaba a ser parte sustancial, en adelante, simbólicamente, de la Unidad Presidente.
En el combo, La Doctora lo heredó a Lázaro Báez. Por lo tanto el cristinismo entero debe cuidarlo a El Resucitado. Como si fuera de cristal.

Maleficios de la etapa lazarista

A La Doctora ya se le atreven empresarios, obispos, jueces

 

Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial  para JorgeAsísDigital

 

Etapa lazarista del cristinismo. Se la denomina así por las derivaciones de Lázaro Báez, El Resucitado, a quien los lectores del Portal conocen desde 2005. Conste que aún no se indagó, ni siquiera en la superficie, en la línea Sanfelice, El Bochi. Conduce directamente a Máximo, En el Nombre del Hijo, y hacia Bariloche. Del mismo modo en que Lázaro hoy lleva hacia las estancias que lo unifican con La Doctora. Ampliaremos.

En un primer tramo, La Doctora supo manejar con habilidad la herencia política de Néstor Kirchner, El Furia. Alcanzó la altura del 54 por ciento. Octubre de 2011.

En un segundo tramo, en abril de 2012 comenzó el camino de la lona. A través de su entrega hacia los buscapinas de Unidos y Organizados. Y de la petulancia hueca del “ir por todo”.

Pero La Doctora nunca acertó en el manejo de la herencia económica. En la clarificación u ocultamiento de la torta de euros. Es la torta que signa el maleficio de la etapa lazarista. Con la exhibición de los personajes secundarios que fueron transitoriamente fundamentales. Manejaron irresponsables millonadas. Impregnan de ridículo el mensaje de alta ejemplaridad, que La Doctora intenta en sus deteriorados soliloquios.

Para colmo, se obstina en ofender la inteligencia del argentino medio. Al disponerse a santificar, en cierto modo, al Nestornauta. A quien la introdujo en el laberinto que signa el ocaso. (Y por favor no vengan con la baratura de decir que aquí se critica a quien no puede defenderse. Lo decimos desde 2005 y está documentado en “La marroquinería política” y “El Descascaramiento”, de Editorial Planeta, hoy en Ediciones B).

Pese a las pastillitas indicadas por el doctor Manes, La Doctora atraviesa, según nuestras fuentes, por un periodo de irritabilidad. Está mal, desencajada, sin frenos inhibitorios. Convive con los “pensamientos tóxicos”. Como si no hubiera registrado las enseñanzas medulares del otro Facundo. El doctor Manes que compone también, según nuestras fuentes, con lícito derecho, la fantasía de sucederla.

 

Hipersensibilidad

La Doctora se transformó en una dama hipersensible de desequilibrio fácil. La sacó de quicio hasta la eficiente colega Natasha, con una pregunta de lo más simple.

Pero la desbordada hizo papelones justamente en presencia de otra presidenta, que la supera, para colmo, en templanza. Y a la que quisiera imitar, en la epopeya del regreso (ver “El mito bacheletiano”).

Como buena serpiente, lo planifica antes de irse. Por lo tanto necesita infinidad de diputados fieles. Y de jueces que le respondan, de manera complaciente. En la etapa lazarista que se viene con sus maléficas verdades.

Sin embargo a La Doctora hoy le temen, apenas, sus ministros. Los secretarios de Estado que dependen de sus arrebatos. Los que están dispuestos a aplaudir hasta más allá del final.

En la práctica, ya se le atreven hasta los empresarios. Lo cual es, casi, un exceso. ¡Si hasta producen deseos de defenderla!

En vida de Kirchner, cuando El Furia gobernaba con Hugo Moyano, El Charol, y el encanto caro de la negritud, y con Héctor Magnetto, El Beto, con sus aportes de silencios, en las kermesses anuales de IDEA ni siquiera se permitía el tratamiento de los temas que rozaran el menor sesgo crítico.

Hoy desde cualquier cámara la gastan. Ya ni resultan eficaces los recursos de la dupla Echegaray-Michel. Ampliaremos.

Por si no bastara, hoy cualquier dirigente empresario se le pronuncia. Le arroja, en el rostro, la maldita palabra inflación.

Trátase de la palabra que el genio de Axel Kicillof, El Gótico, aconseja negarle entidad. Lo conveniente es declararla inexistente, por absurda.

Ya que la inflación es un mito. Cualquier chartalista lo sabe. Como también pertenece al reino de la fantasía el déficit fiscal. O la necesidad reaccionaria de ajustarse.

La relación de Kicillof, el genio de cabecera, con Juan Carlos Fábrega, El Bancario Sensato y Elemental, ya no puede sostenerse. Cuesta disimular la persistencia del litigio. Y a esta altura sería excesivo sustituir a Fábrega con algún buscapina de La Cámpora.

Para hacer moco el Banco Central del mismo modo que se destruye, paulatinamente, el Banco Nación, que les dieron a los chicos para que se entretengan y ocupen los lugares claves.  A los efectos de hacer del Estado entero, con las recetas del MMT (´Teoría Monetaria Moderna”) una gigante Aerolíneas Argentinas. Total, el déficit no existe. ¿A quién le importa?. Si se cuenta con la generosidad inagotable de la maquinita de Boudou.

Si las tasas bajan el dólar se les escapa. Mientras tanto la recesión acecha. Como los licenciamientos de personal.

La Doctora está hipersensible porque se les desmoronan los pilares de flan del relato.

Y asoman, por todas partes, los impresentables pobres.

 

La justicia le pica el boleto

La Doctora siente que la justicia le tomó el tiempo. Que le picó sin piedad el boleto.

Le mantiene vivo el espectro de la equivocación fundacional y prioritaria. La culpa que, en exclusiva, le pertenece. Amado Boudou, El Descuidista.

Por suerte abundan los lineales opositores que le reclaman la renuncia. Sería la mejor manera de liberarla. Ni se dan cuenta (los lineales) que el precio más caro que La Doctora paga consiste en mantenerlo.

A su lado. Cerca en algunos actos, con la sonrisa fingida y los saludos hacia nadie.

“Es mucho peor tenerlo al lado que dejarlo caer” confirma la Garganta.

La justicia le voltea hasta el acuerdo demencial con Irán. Le brinda otra salida digna del embrollo en que se introdujo, según nuestras fuentes, por pedido de Hugo Chávez, a quien no podía decirle que no. Se le debe demasiado. Y no son precisamente favores ideológicos.

Aunque envíe a dos ministros agotados a reclamar, La Doctora debiera aceptar que la justicia en el fondo la salva. Aunque la vacune.

Cumplía con Chávez, en exceso. Y hasta cumplía con la memoria, a través del disparate de apoyar al inepto de Nicolás Maduro. Es quien se puso Venezuela de sombrero. Del mismo modo que puede ponérselo ella. En cualquier momento. Si sigue en la creencia del genio. En la inexistencia de la inflación o del mito del déficit.

Y hasta los curas de la Conferencia Episcopal ya no vacilan en vacunarla contra la enfermedad de la violencia.

Para replicar, La Doctora recurre a los textos del protector que ella y Verbitsky merecen. El Papa Francisco.

Es la última reserva moral que le queda. Es Francisco quien transmite, desde la nueva Puerta de Hierro, El Vaticano, la instrucción precisa de cuidarla.

Sobre todo, Eminencia, hay que cuidar a La Doctora. Tiene razón, pero hay que cuidarla de ella misma. Para que llegue, con algo de aire, hasta el final.

Pero quien reconforta es Julio De Vido, El Ex Superministro, en su audacia infinita. Cuando dice, en público, sin ningún prestigio que resguardar, sin nada para perder, sin ponerse colorado, que “no hay ningún final de ciclo”. Que el kirchnerismo, con su sexo breve y flojo, llegó para quedarse y ultrajarnos para siempre.

 

Oberdán Rocamora

Fondos chinos para humillar a Brasil

La Doctora, sus rencores, y la utopía de las represas.

escribe Serenella Cottani
Río Gallegos

De las utópicas represas -Condor Cliff y La Barrancosa- la cronista publicó suficientes textos en el sitio web. Del 2007, 2008. Releerlos mantiene el extraño encanto de la frustración colectiva.
Y la evaluación más deplorable: con sus llamados a licitaciones y sus adjudicaciones falsas, las represas sirvieron, apenas, para armar tablados políticos.
Como el que viene a armar, otra vez, en la plenitud del ocaso, la señora Cristina, la Presidenta, hoy demasiado golpeada.
Supimos llamarla La Elegida. Después Nuestra César. Ahora es La Doctora.
Pasaron seis años, de avances y retrocesos, para la (probablemente) definitiva adjudicación.
El cambio más trascendental pasa por el nombre. Condor Cliff y La Barrancosa ya son Néstor Kirchner, el extinto Furia que impulsó la utopía, y Jorge Cepernic, en homenaje virtual al romanticismo casi revolucionario de los 70. Años ideales para olvidarlos.

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