Por: Mundo Asís
La Doctora, sus rencores, y la utopía de las represas.
escribe Serenella Cottani
Río Gallegos
De las utópicas represas -Condor Cliff y La Barrancosa- la cronista publicó suficientes textos en el sitio web. Del 2007, 2008. Releerlos mantiene el extraño encanto de la frustración colectiva.
Y la evaluación más deplorable: con sus llamados a licitaciones y sus adjudicaciones falsas, las represas sirvieron, apenas, para armar tablados políticos.
Como el que viene a armar, otra vez, en la plenitud del ocaso, la señora Cristina, la Presidenta, hoy demasiado golpeada.
Supimos llamarla La Elegida. Después Nuestra César. Ahora es La Doctora.
Pasaron seis años, de avances y retrocesos, para la (probablemente) definitiva adjudicación.
El cambio más trascendental pasa por el nombre. Condor Cliff y La Barrancosa ya son Néstor Kirchner, el extinto Furia que impulsó la utopía, y Jorge Cepernic, en homenaje virtual al romanticismo casi revolucionario de los 70. Años ideales para olvidarlos.
Leyenda de Ferreira y del Resucitado
“Por instrucción de La Reina, esta última vuelta, Julito la armó para Levántate y Anda”, confirma La Garganta.
Traducido: para la Garganta, La Doctora, lo instruyó a Julio De Vido el Ex Superministro, para que el tinglado lo favoreciera especialmente a Lázaro Báez, El Resucitado. Trátase del viejo crédito del portal, héroe hegemónico de Austral Construcciones, entre cientos de sus empresas.
“Estaba armada por Julito en China para Levántate y Anda, pero finalmente, por El Gordo, se la tuvieron que dar a El Gerardín”, continúa.
Significa confirmar que las represas se las tuvieron que atribuir a Gerardo Luis Ferreira.
Es el principal promotor de Electroingeniería, El Burrito Cordobés, la empresa del visionario Osvaldo Acosta, cuentapropista que solía armar austeros tableros electrónicos. Oriundo de Santiago del Estero, Acosta también tuvo suerte en la vida.
Dos titanes, Ferreira y Acosta, del llamado “Club de los 500” , que electrificaron la casi totalidad de la Patagonia. Con aquel cableado de 500 kw que les permitieron conciliar una gran fortuna. La suerte y la casualidad se tomaron de la mano. Epílogo feliz.
La leyenda constata que Ferreira, un joven combatiente que adhería al trotskismo desesperado, compartió la celda -o por lo menos la ranchada-, en una prisión de Córdoba, con Carlos Zannini, joven ideólogo del Partido Marxista Leninista, de tendencia pro. Pero Pro China. De cuando los pobres chinos padecían la Revolución Cultural, sin adscribir aún al capitalismo casi salvaje, con que se lanza a conquistar exitosamente el África. Y la llamada América Latina.
Los dos militantes tuvieron la suerte de estar presos antes de 1976. Estaban “blanqueados”, sin el riesgo mágico de la desaparición trágica. Costumbre fatídica de los utopistas de la generación.
Pero suerte verdadera, para ser francos, Ferreira la tuvo treinta años después.
Cuando Zannini, aquel confuso pro-chino, estaba convertido en el cuadro sustancial del hombre fuerte de Santa Cruz. Pasaba legalmente en limpio las desmesuras que se le ocurrían al jefe.
Néstor Kirchner, en la zona El Lupo, y El Furia en el portal.
Por el dedo arbitrario de Eduardo Duhalde, el Piloto de Tormentas (generadas), El Lupo se lucía, en 2003, como presidente de la república. Y consolidaba su proyecto de poder, desde hacía quince años, junto a dos escuderos fundamentales.
Zannini, El Chino, para hacer política. Y Julito, De Vido. Para edificar las bases del consagrado Sistema Recaudatorio de Acumulación.
Estimulados por El Furia, El Chino y Julito arrastraron el desprecio recíproco que se dispensaban desde los días iniciales. Cuando se manoteaba lo que se podía, por aquí.
En la ex Tierra Santa. Santa Cruz. Antes de santacrucificar totalmente la república. Con los mismos sujetos que controlaban el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda. El IDUV. Y que se quedaron con la fastuosidad recaudatoria de la obra pública. Con los caminos, las paredes y los cableados. Coronados, en la pendiente, por las represas del Río Santa Cruz.
“Pero justo cuando le salía la adjudicación a Levántate y Anda apareció El Gordo, y le escupió el asado”, insiste la Garganta.
Con su irrupción, Jorge Lanata pulverizó el proyecto reconstructor de Lázaro Báez.
Le instaló a los “buenos muchachos”, Fariña y Elaskar. Y lo penetró con aquel obsceno envoltorio del dinero que solía pesarse. Con la implacable expresividad de “La marroquinería política” (fenómeno que los lectores del sitio conocen desde 2005, cuando Clarín ni lo registraba).
Por la repercusión de los domingos estelares de Lanata, y ya en el clímax de la guerra equivocada que perdían, La Doctora y Julito, decidieron, atinadamente, no adjudicar la construcción de las represas a Lázaro, El Resucitado.
La cuestión que La Doctora y Julito llegaron ahora a Río Gallegos, capital de la provincia repentinamente hostil, que les exhibe la ingratitud de la derrota. Y donde los conocen demasiado.
Llegaron para entregar, las represas, en bandeja, y para algarabía de Zannini, a la Electroingeniería mítica, que aún huele al cable quemado de la superada revolución.
Conscientes de que el hecho produce, en El Resucitado, un cierto desencanto. Ya que se compró, durante la certeza de la pertenencia, máquinas por doquier. Camiones en cantidad. Y cientos de miles de hectáreas de tierras que necesariamente deben confiscarse (y que son, en el fondo, de La Familia).
Colosal esfuerzo desperdiciado. Prepararse para construir las grandes represas que se las sacan del bolsillo por culpa de Lanata, que se dedicó a producir el gran show de su repentina desgracia. Enrolado en la escudería del Grupo Clarín. Es el Grupo empresario que La Doctora aún planifica, según nuestras fuentes, exterminar.
Aunque, en el intento de exterminio, la pobre se extermina sola.
En una guerra que mantiene de rehén a la política. Y sobre todo al periodismo.
Guerra tratada, aquí, como un divorcio.
Gezhouba y el BNDES
En el apasionado aburrimiento de anunciar la utopía de las represas, hubo otros jugadores. Muchos. Fuertes empresarios, con fondos de inversión casi artificiales, interesados en la supuesta construcción. En el fondo estaban seguros de que no había cinco mil millones de dólares para financiar ninguna obra argentina. Con un gobierno sin confiabilidad, peleado hasta con los mapas.
De todos modos, ninguno de los poderosos oferentes, fortalecidos con la presunta financiación brasileña y/o rusa, hasta el cierre del despacho, formuló ninguna impugnación real. Para esta preferencia obvia por los capitales chinos de Gezhouba.
Es -Gezhouba- el grupo empresario que respalda, con sus fondos chinos, a El Burrito Cordobés de Electroingeniería.
Fondos que Julito tramitó, durante un desplazamiento célebre hacia Beijing y Shanghai. Cuando parecía que entre Florencio Randazzo, El Ex Killer, y Axel Kicillof, El Gótico, lo expulsaban del escenario, por decisión de La Doctora. Pero no, La Doctora lo corría para cubrirlo.
“Dedicate, Julio, a las represas”, le dijo La Doctora, según nuestras fuentes.
Mientras tanto Randazzo le sacaba el Transporte, y Kicillof le manoteaba la energía.
“No puede ser que los temas tan sensibles los manejemos sólo los pingüinos”, le dijo. “Que se hagan cargo otros”.
Traducido. Que vayan presos, en todo caso, también otros.
Sólo Enrique Pescarmona, El Gran Pez, apenas presentó un reclamo. En el revoleo, El Gran Pez estaba asociado a los brasileños de Odebrech. Que mantenían el respaldo absoluto del altivo banco oficial. El BNDES. El “Bandes”.
Pero Pescarmona y los brasileños cayeron en el peor momento de las relaciones entre Argentina y Brasil.
Víctimas del rencor irracional que La Doctora, según nuestras fuentes, siente por la señora Dilma Roussef.
Y que es, en la evaluación, un rencor recíproco. Infinitamente más perjudicial que el rencor que se dispensan De Vido y Zannini.
Se trata de dos países que deberían, por básica sensatez, entenderse.
La adjudicación de las represas a Electroingeniería y Gezhouba representa algo más que un triunfo empresario y financiero de los chinos.
Significa la dolorosa derrota del Brasil. Un intento de humillación que se arrastra desde la huida de Vale. Y que tendrá sus lamentables consecuencias.
Complemento decorativo del desaire festivo al Brasil.
Unos cuantos patriotas llegan también a Río Gallegos. Con el pretexto de entablar un debate con La Doctora que no debate, en el fondo, con nadie.
“A La Doctora no se la discute, se la escucha”, le advirtió una vez, un esclarecido de La Cámpora, a determinado empresario ansioso que conseguía la gloria de una audiencia.
Pero esta vez La Doctora llega cascoteada a Río Gallegos. Enojada hasta la inconveniencia. Políticamente derrotada. Con el florecimiento de los interpretadores precipitados que suponen, sin mayor rigor, que está loca.
En la instancia furtiva del desequilibrio.
Pero es peor, La Doctora está equivocada. Cegada en la insistencia de profundizar la metodología que la arrastró al declive.
Sin asumir, hasta el cierre del despacho, que encabeza la Comisión Liquidadora del Cristinismo. Y que tiene, en el horizonte, Los meses formales de Bignone. Que debieran ser dos años. Ojalá. Ampliaremos.
Serenella Cottani