Me gusta cuando pierdes porque estás como democrático

Algo que no podemos negar de Cristina es que escucha al electorado. No da conferencias de prensa. No está acostumbrada a responder preguntas de ningún tipo. No debate. No escucha. No tiene reuniones de equipo con su gabinete. No da seguimiento a obras o planes de gobierno. Pero no podemos decir que no escucha a los electores.

En el país del 54%, pocos días después de la mayor victoria del kirchnerismo, anunciaron una de las medidas económicas más impopulares, la clave del éxito para perder para siempre la simpatía de la clase media: nos prohibieron comprar dólares. Cuando ganaron en 23 de las 24 provincias, consiguieron la mayoría de las gobernaciones, lograron mayoría absoluta en ambas cámaras y con el apoyo casi incondicional de la opinión pública, se volvieron el gobierno de la intolerancia, de la ceguera y por sobre todo de la arrogancia.

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Menem, el culpable de Aerolíneas

De todos los males que nos dejó el gobierno de Menem, uno en particular nos sigue afectando y probablemente, sin él haberlo querido, sólo va a empeorar.

Difícilmente pueda funcionar una propuesta enteramente liberal en una sociedad como la nuestra, con esta clase política, con estos sindicatos y con estos empresarios. En un mercado sin reglas ni controles, en un sálvese quien pueda, terminaríamos literalmente así, salvándose quien pueda.

El vaciamiento del rol del Estado menemista en el desarrollo de la economía, en el control de las importaciones y sobre todo en la redistribución de la riqueza, sumados a las nefastas privatizaciones terminaron por demonizar lo que conocemos despectivamente como “neoliberalismo”.

De esta forma, sin quererlo y sin buscarlo, Menem condenó a la gran mayoría de la gente a creer que todas las privatizaciones son malas y que todas las estatizaciones son buenas. Ya sean de las jubilaciones con las AFJP aunque sus fondos se dilapiden en campañas políticas, hasta empresas indefendibles como Ciccone, que no fue más que una maniobra para licuar las pruebas en la causa de corrupción de Boudou.

Incluso llegamos a la contradicción de que, aunque la mayoría de los argentinos estuviesen convencidos de la corrupción y de la falta de idoneidad de La Cámpora para gestionar, un 80% apoyó la estatización de YPF, sin importar las terribles consecuencias a mediano y largo plazo.

Algo similar está pasando con Aerolíneas. Todos compraron el discurso de que tenemos que tener una aerolínea de bandera. Esa primera excusa ya no sirve en casi ningún lugar del mundo. Está probado que la mejor forma de mantener costos bajos en los vuelos internos es abriendo la oferta para tener 100 empresas con el mismo servicio y la competencia se haría cargo del resto.

Eso pasó con LAN. Ofreció los mismos viajes internos que Aerolíneas a un menor costo y con un servicio muy superior. Aerolíneas se vio obligada a bajar los precios de esos vuelos. Ese costo, sumado a la locura de poner al frente de esta empresa a un tipo que su única experiencia previa fue repartir volantes en su facultad, devino en un déficit de más de 5 millones de pesos diarios que pagamos nosotros con nuestros impuestos.

Así llegamos a la locura de tener que analizar que los qom cuando compran leche y pagan IVA están subsidiando a los porteños que viajan a Bariloche en invierno.

La respuesta de estos supuestos dueños de la verdad, de los nacionales y populares que cobran tres sueldos por casi un millón de pesos anuales, es echar a LAN del país para tener el monopolio y cobrar así lo que se les cante, como hacían antes.

La consecuencia es que una empresa como LAN, que en nuestro país solo contrata argentinos, que ofrece un servicio de calidad y al mejor precio del mercado, se vea obligada a irse para no dejar en evidencia la inutilidad de este grupo de personas autoritarias, sin preparación, que sólo buscan llenarse los bolsillo para discutir su revolución imaginaria en sus pisos de Recoleta.

Las estatizaciones o privatizaciones dependen de muchos factores y tienen que definirse una por una en el contexto que les corresponde, pero lo que no varía, la constante en estos últimos diez años, es que siempre que una estatización implique que una empresa pase a ser dirigida por Moreno, o por De Vido, o D’Elía, o Kicillof, o Schoklender o Recalde, podemos estar seguros de que va a estar siempre mal.

La Cámpora, de Marx al Tío Sam

Durante la revolución industrial de la segunda mitad del siglo XIX, entre tantas cosas que pasaban, dos grandes hechos ocurrían en simultáneo y tal vez uno a causa del otro. Por esa época Carlos Marx desarrollaba su teoría comunista mientras escribía su célebre obra El capital. Mientras tanto Rockefeller creaba de cero uno de los imperios petroleros más grandes de la historia, famoso por su capitalismo salvaje.

Marx hablaba de la lucha de clases. Criticaba la plusvalía y a los empresarios que lucraban con el trabajo de los obreros. Creía que los trabajadores organizados tenían que gobernar y socializar las riquezas generadas.

Mientras, Rockefeller cerraba empresas dejando decenas de miles de empleados en la calle sin ningún tipo de derecho laboral, seguro de desempleo o indemnización, sólo para vencer rivales y destruir competidores.

Doscientos años después, el gobierno nacional y popular subasta el yacimiento de Vaca Muerta a la empresa de Rockefeller, antes Standard Oil, ahora Chevron.

Axel Kicillof, confeso marxista y líder de la deplorable política energética, dice, y cito: “es una enorme muestra de soberanía”. La misma empresa que promueve las guerras del país del norte por el petróleo en Asia oriental ahora resulta que es la promotora de la soberanía nacional. Se les fue la mano con eso de los monopolios buenos.

Lo que el kirchnerismo no está diciendo es que el fracking hoy destruye el ambiente. El proceso consiste la extracción de petróleo mediante la fractura de piedras con una fuerte presión de agua y químicos. Esa agua contaminada termina por contaminar el resto del agua del lugar. Los químicos son tan malos que, así como la receta de la Coca Cola, nadie sabe su fórmula. La guardan bajo llave los tipos que inventaron y patentaron este proceso.

Lo otro que no dice es que la empresa más irresponsable del mundo en materia ambiental es hoy Chevron, que fue condenada a pagar 19.000 millones de dólares por daño ambiental efectuado en la Amazonia ecuatoriana.

La única forma de explicar este ridículo decreto llamado “de soberanía hidrocarfurífera” es la desesperación que habrá tenido Kicillof al no encontrar inversores para explotar Vaca Muerta. La desesperación por no sumar otra derrota como Aerolíneas o el cepo al dólar.

Si dejaran de asesorarse por adolescentes de 40 años, militantes poco preparados, poco leídos y demasiado engreídos para escuchar a los que saben, habrían advertido que expropiar una empresa como Repsol y después no pagar esa adquisición de acciones no era la propuesta más tentadora para salir a buscar inversiones en el extranjero.

También habrían entendido que YPF no tiene ni la plata ni la tecnología necesaria para extraer el shale oil y gas de Vaca Muerta.

Pero como somos víctimas de la inoperancia, de la inexperiencia y sobre todo de la prepotencia de un grupo de jóvenes que nos hunden en la desinversión, la no gestión y el pago constante de sobreprecios en cada compra que realizan, ya nos acostumbramos.

Nos acostumbramos a escuchar a la misma presidenta defender la privatización de YPF en los noventa, después criticarla y luego estatizarla. Aunque los fondos de la privatización nunca aparecieron.

Nos acostumbramos a escuchar al ministro de Economía de facto negar la inflación, defender el blanqueo de capitales corruptos y del narcotráfico. Lo escuchamos criticar a los que ahorraban en dólares y después llorar para que compráramos sus dólares falsos porque el peso no servía.

En 10 años nos acostumbramos a muchas cosas. Lo que nunca imaginamos era que nos iban a acostumbrar a que a partir de ahora el Tío Sam fuera peronista, los monopolios estadounidenses fueran nacionales y populares y los empresarios del petróleo militantes comprometidos con la causa nacional.

El sueño argentino de ser ricos sin trabajar

Explicarle a Cristina los riesgos ambientales de la explotación del petróleo no convencional de Vaca Muerta es como mostrarle una hamburguesa a un hambriento mientras le explicás los riesgos cardíacos de la mala alimentación.

Ya habíamos advertido sobre el inminente fin de la producción de petróleo y la necesidad de medidas drásticas para bajar el uso de combustibles fósiles en la idea de prohibir los autos.

Ahora, para bien y para mal, la cosa pasa por otro lado. Descubrieron cómo sacar petróleo de las piedras, con un proceso llamado fracking para la extracción de petróleo y gas no convencional o, como se lo conoce normalmente, shale oil y shale gas.

También descubrieron que después de Estados Unidos y China, Argentina tiene las reservas de shale más grandes del mundo, la mitad que Arabia Saudita y unas 73 veces lo que nos queda de petróleo en este momento.

Se viene un siglo de energía barata y se viene el siglo de la Argentina. Ni toda la inoperancia sumada de la gestión K es capaz de frenar la inminente explotación de Vaca Muerta. Por suerte ese proceso se ve detenido por la brutal incapacidad del dueño de nuestras finanzas Kicillof para encontrar un inversor que confíe en nuestro país con buena gente.

Para 2050 vamos a ser unas 10 mil millones de personas. Vamos a ser el granero y la estación de servicio del mundo. YPF va a ser una de las petroleras más grandes del planeta,  y las políticas populistas, repartidoras de planes y firmadoras de cheques van a poder sobrevivir muchos años más.

El problema es como siempre ambiental. Todavía no existe una tecnología que nos permita sacar este petróleo sin destruir completamente las zonas donde se extrae.

Monos con navaja, al kirchnerismo se le hace agua la boca con la entrada ilimitada de petrodólares y el sueño de repetir el modelo chavista de destrucción de la democracia financiada por el oro negro.

Pero ¿qué nos va a quedar después de este siglo de energía barata? En principio vamos a tener varias provincias inhabitables. Pero no sólo nos afecta la explotación, sino también el consumo descontrolado de petróleo que está arruinando el clima mundial, y las pocas políticas para combatirlo se dan no en países conscientes sino en países sin petróleo. En cuanto aparezca la nafta barata, van a dejar de invertir en energías limpias.

Pero ésta no es una batalla entre los gordos petroleros y Greenpeace. Acá hay un gris, y hay que trabajar para encontrarlo.

Al final, el shale oil se va a explotar. Argentina se va a llenar de petrodólares, y el mundo va a seguir dependiendo del petróleo cual respirador artificial de la economía mundial. Una vez más quedamos atados a la esperanza de que en dos años, cuando finalmente finalice la era kirchnerista, nos gobierne un grupo de personas con sentido común y criterio. Gente que entienda que Vaca Muerta es una oportunidad, pero que no se puede tratar así nomás. Gente que entienda que las decisiones de hoy nos van a afectar en los próximos cien años y que sepa que nos jugamos la supervivencia de la raza humana.

Una vez más, nos queda esperar a que se vayan para empezar al menos a soñar y a debatir el futuro de la Argentina, y no sólo a terminar la guerra por quién nos cuenta la historia del pasado, de la cual sinceramente, estamos todos hinchados las pelotas.

Volantear en la UBA no te hace ministro

Con la vuelta a la democracia en 1983, nace una nueva generación de dirigentes a la que podemos conocer como la Generación NBA, por los egresados del Nacional Buenos Aires. El histórico semillero de la política porteña y nacional deberá un día hacerse cargo de esta generación y de sus saqueos.

El mismo colegio que educó a gigantes como Carlos Mugica, Carlos Pellegrini, Saavedra Lamas, José Ingenieros, Belgrano, Moreno y Varsky, hoy se tiene que hacer cargo de Aníbal Ibarra, el Cuervo Larroque, Kicillof y gran parte de sus segundas líneas, responsables y cómplices del descontrol de sobreprecios en fondos públicos y de la inoperancia que terminó por destruir la política de transporte y energética.

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