Los gestos políticos se explican por sí solos

Este es un principio esencial de la política que no pertenece al terreno de la teoría sino de la práctica cotidiana, la única que explica con transparencia lo que queremos decir. Cuando es necesario salir a explicar un gesto o una conducta política, es porque fue mal comunicado o ha generado consecuencias no queridas que nos incomodan.

En este caso el artículo en La Nación de monseñor Víctor Fernández sobre las razones del Papa para enviarle un rosario a Milagro Sala. Confirma que el hecho generó una gran discusión y profundas divisiones, reafirma que, más allá del artículo de monseñor Fernández, se trata de un hecho de indudable sesgo político.

No es necesario ser un agudo analista político para conocer que la mirada del papa Francisco de la realidad político-social está más cerca de Milagro Sala que de Mauricio Macri. Este último, independientemente de los acontecimientos que separaron o acercaron al entonces arzobispo de Buenos Aires y al ex jefe de Gobierno, y de los gestos diplomáticos que caracterizan la nueva etapa iniciada el 10 de diciembre, representa para Francisco una élite tecnológicamente muy profesional y modernizante que agudizará, inevitablemente, la brecha de la inequidad. El capitalismo moderno, para Francisco, contiene este “pecado” y Macri es un legítimo representante de esta tendencia. Continuar leyendo

Lo conveniente contra lo perfecto

Luego de la elección del pasado domingo 19 en CABA puede decirse que, a diferencia de lo que muchos piensan, Martín Lousteau no ganó simbólicamente. Sus votos son prestados y ajenos, y corresponden, en gran parte, a aquellos que buscaron dañar la candidatura presidencial de Mauricio Macri.

Por otro lado, quedó claro que Mariano Recalde no logró persuadir a sus seguidores bajo la premisa: “Votar por uno es igual que votar por el otro; yo voto en blanco”. Votó casi en soledad.

¿Pero en qué consiste este mencionado daño? En generar un perjuicio que no afecta a su electorado seguro, sino a aquel al que aspira atraer, a esos votos que son independientes o indecisos y que finalmente son los que definen el resultado de la elección. Son aquellos que quieren un cambio, pero no saben bien cómo ni con quién. Las nuevas alternativas los seducen, pero también les dan miedo e incertidumbre.

En este marco es que Macri debería rever su estrategia. Tocar timbres fue original e imaginativo para una primera etapa de campaña, para posicionarse y darse un sesgo de hombre común que camina las calles. Pero ahora los tiempos electorales se aceleran y no queda demasiado espacio para tomar mate con los vecinos. Ha llegado el momento de politizar la campaña. Esto quiere decir comenzar a definirse, por lo menos en algunos temas, porque si Macri no lo hace, lo va a hacer en su lugar su contrincante, Daniel Scioli. De hecho, ya lo está haciendo. Continuar leyendo