Un diputado argentino discute con un grupo de policías. En plena calle, se niega a recibir una infracción de tránsito. Invoca su condición de diputado. Llama por teléfono a un asesor del alcalde. Pide una sanción para quienes lo están multando. Parece enojado.
Pero Juan Cabandié (de él se trata) no sabe que lo están filmando. Con un teléfono celular. Con uno no tan moderno. Un teléfono inteligente. Tiempo después, esa filmación aparece en Youtube, misteriosamente. O intencionalmente. Cabandié, candidato del gobierno de Cristina Kirchner, sufre su peor derrota política y termina tercero, muy lejos de los ganadores.
Su caso es uno más, seguramente el más resonante de los últimos tiempos, entre todos aquellos que subestiman el poder de las redes sociales. O, en todo caso, de la importancia que tiene hoy la transparencia como valor en la comunicación y en la sociedad.