La mayoría de nosotros tenemos un contacto virtual con Yahoo!. Pero no somos los únicos: muchos de los 14 mil empleados de este abanderado de la nueva tecnología trabajan de manera remota. O trabajaban. A partir de junio, deberán cambiar sus pijamas por jeans, porque la CEO Marissa Mayer los espera en el edificio de Sunnyvale.
Para el nuevo mundo puede sonar antipático, pero se trata de una corriente que se hace sentir con fuerza: la colaboración.
“Necesitamos trabajar codo a codo, por eso es fundamental que todos estemos presentes en nuestras oficinas”, sorprendió Mayer. Su palabra tiene un sentido clave para la madurez organizacional: hay que promover la interacción. El cara a cara. Sólo así se pueden generar verdaderos ambientes de confianza y creatividad.
La modalidad del teletrabajo, que ganó fuerza en los últimos diez años, y tal vez, en particular, durante los últimos tres, alentó el individualismo y desarmó equipos, señalan los expertos.
Si bien había nacido como una iniciativa para conectar el trabajo entre las nuevas generaciones, las diferentes culturas y los distintos horarios a nivel global, fue perdiendo peso a medida que se fue abusando de ese privilegio. Así lo reconocen distintos gerentes de compañías número uno.
Pero, claro, los nuevos escenarios colaborativos, esos que alientan organizaciones como Yahoo!, requieren además un cambio físico. En el mundo actual, no hay más lugar para los encierros, ni para los misterios.
Se terminó la territorialidad. Se acabó la idea de cubículos, despachos y puertas cerradas. Las empresas más importantes del planeta apuestan a espacios abiertos, que fomenten el diálogo interpersonal.
Por supuesto, el cambio es difícil. En especial, para los niveles jerárquicos, a los que les cuesta, y les seguirá costando, adaptarse a una cultura que no reconoce más estatus que tirar todos para el mismo lado y que propone una dinámica sin excusas.
En mi último viaje a México, un vicepresidente de Unilever -verdadero gigante del consumo masivo- me relató la experiencia de no tener un cubículo fijo. De trabajar sin vidrios, ni paredes, apenas con largas mesas y un par de salas de conferencias. En definitiva, de sentarse al lado empleados de cualquier rango y departamento.
Estamos asomándonos a una nueva tendencia: el café de casa cambia por el café de la oficina, tanto o más rico. La diferencia es que si estamos juntos, nos comunicamos mejor. Y si colaboramos, ganamos todos.