“El conductor político es un hombre, que hace por reflejo lo que el pueblo quiere”(…) “El conductor siempre trabaja para los demás. Jamás para él”. (Juan Domingo Perón-Revista Crisis 1974)
El próximo viernes el Día de la Lealtad peronista cumplirá 69 años. ¿Existe el peronismo como tal, aquel movimiento ideado por Juan Domingo Perón y eternizado por Evita? ¿O sólo tienen vigencia las corrientes políticas que en nombre de Perón y Evita montaron gobiernos personalistas y promesas electorales, incapaces de solucionar los problemas estructurales de la Argentina?
Está claro que el peronismo sigue vigente a través de los “ismos” que van protagonizando la historia hasta el día de hoy como el menemismo, el duhaldismo y ahora el kirchnerismo. Sin embargo, el peronismo en el que pensó Perón no ha tenido un correlato fiel en estas tres corrientes que mandaron en la Argentina en las últimas tres décadas.
“El peronismo es una cáscara vacía”, disparó en 2012 el entonces titular de la CGT, Hugo Moyano, cuando pegó el portazo del redil del kirchnerismo. Al margen de los motivos que lo llevaron a romper con el gobierno, sus palabras fueron escuchadas como una verdad por una parte de la dirigencia del PJ.
¿Por qué? Sencillamente porque el partido como tal, el Consejo Nacional Justicialista, ha dejado desde el 2003 de ser el partido del gobierno para ser un aliado de la Casa Rosada, sin poder de decisión, sin voz, sin debate, ni dinámica partidaria. Es un sello que integra el Frente para la Victoria.
Mas aún, en los primeros años ni Néstor Kirchner y menos Cristina Fernández, aludían a Perón y Evita o entonaban la mística marcha peronista. Recién en los últimos años, en cuentagotas, la mística pejotista pareció regresar.
El último capítulo protagónico del peronismo fue el Congreso de Parque Norte del 26 de Marzo de 2004 con el enfrentamiento entre Cristina Fernández y Chiche Duhalde, que marcó la ruptura entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde.
Desde el 10 de Julio de 1988, cuando Carlos Menem venció a Antonio Cafiero, que el peronismo no es testigo de una interna presidencial en la que el partido vota y elige a su candidato. En el 2003 hubo tres candidatos presidenciales peronistas: Menem, Kirchner y Adolfo Rodríguez Saa. Para las elecciones del 2015, tres de los principales aspirantes peronistas a la Casa Rosada van por distintas fuerzas: Daniel Scioli, Sergio Massa y José Manuel de la Sota.
Esta situación, en parte, sucede porque el peronismo se debe un debate y un aggiornamiento. De lo contrario, paulatinamente, tomará el camino de desmembramiento que comenzó desde el 2001 la Unión Cívica Radical.
No es posible que lo único que el pseudo peronismo de las últimas décadas aplicó, como si de eso se tratara la doctrina justicialista, fuera el clientelismo como única receta. ¿Es necesario recordar que Perón y Evita, en base a algunas propuestas del socialismo de Alfredo Palacios, no sólo hicieron respetar el derecho de los trabajadores sino que convirtieron al trabajo en un valor en sí mismo, por considerar que dignifica a las personas? Entonces, ¿por qué estas dos décadas de clientelismo, de menemistas y kirchneristas, desandando la cultura del trabajo?
Cualquier especialista sabe que los planes sociales y la ayuda a los mas necesitados debe ser transitoria y el gobierno debe ir reemplazándolos por puestos de trabajo, hasta que no quede ningún plan destinado a un jefe de familia o a un joven en condiciones de trabajar.
En nombre del peronismo se privatizaron los fondos de jubilados en AFJP y luego se volvieron a estatizar; se privatizó y se volvió a estatizar YPF; se establecieron “relaciones carnales” con Estados Unidos y se promovió la confrontación permanente con Washington; se prometió “mano dura” contra los delincuentes y se optó por una visión garantista incapaz de elaborar un plan integral para combatir la inseguridad.
La única coherencia es la larga lista de dirigentes actuaron tanto en el menemismo como en el kirchnerismo: Carlos Menem (es senador, votó muchas veces con el Frente para la Victoria y elogio el gobierno de Cristina Fernández), Néstor Kirchner (afirmó que Menem era “el mejor presidente desde de Perón”), Eduardo Duhalde, Aníbal Fernández, Roberto Lavagna, Felipe Sola, Oscar Parrilli, Miguel Angel Pichetto, Sergio Massa, Florencio Randazzo, Alberto Fernández, Carlos Reutemann, Carlos Tomada, José Pampuro, Daniel Scioli, etc, etc.
A tal punto el peronismo está desdibujado, que el año pasado el partido debió renovar de urgencia sus autoridades a nivel nacional y a nivel bonaerense, porque corrió el riesgo de perder la personería. ¿No es increíble?
Por eso no es casual que el debate interno, privado, enfrente hoy en el oficialismo a los peronistas ortodoxos con los ultrakirchneristas. Intendentes y gobernadores peronistas temen que la desidia de Cristina Fernández por establecer una estrategia electoral, haga rodar las cabezas de varios jefes territoriales del PJ. En tanto los ultrakirchneristas sólo están interesados en conservar poder mas allá de 2015.
Unos quieren encolumnarse detrás de Scioli, simplemente por ser el dirigente del oficialismo mejor posicionado para los comicios del 2015; otros pretenden que la Presidenta impulse un candidato ultrakirchnerista que desbanque a Scioli.
Lo concreto es que si el kirchnerismo logra establecerse como una alternativa política desde la oposición, luego del recambio de gobierno en 2015, el peronismo tradicional corre el riesgo de profundizar su desmembramiento. Para ese entonces, las siglas del PJ y la UCR serán sólo capítulos de la historia argentina.
Este panorama convierte al 17 de Octubre en una fecha desfasada del presente. El kirchnerismo se ha ocupado de que quede poco y nada del Partido Justicialista como tal.