El kirchnerismo contra la ética pública

El nepotismo siempre es malo. No importa si lo comete un radical, un peronista, un buen tipo o un mal tipo. Siempre es una muestra de corrupción. La corrupción debe ser entendida como el desvío de lo ideal, del deber ser. El nepotismo, al igual que el amiguismo, representa un desvío del uso de los recursos del Estado. En lugar de procurar encontrar a la persona más idónea para la función y satisfacer de la mejor manera posible el cargo en cuestión, se “privatiza” una parte de la decisión y se favorece a alguien, en detrimento de toda la comunidad.

El daño se da por partida doble. Por un lado, los contribuyentes deben soportar con sus impuestos (es decir, con su trabajo) a una persona que brinda un servicio inferior que el que podría brindar otra persona más idónea. En segunda instancia, el nepotismo supone robarle a una persona potencialmente mejor preparada la posibilidad de acceder a una función con base en su capacidad. En definitiva, tanto el amiguismo como el nepotismo debilitan los incentivos para aspirar a la excelencia e incentivan a que se invierta más energía en fortalecer lazos que en estudiar y perfeccionarse. Continuar leyendo

Decálogo de la degradación K

La democracia requiere no solo que las personas puedan votar libremente, sino que antes, durante y después de la votación se respeten ciertos derechos, libertades y garantías que sirven para que dicho voto sea reflejo fiel de la voluntad independiente del votante y no se encuentre perturbado o afectado por maniobras fraudulentas.

Me tomé unos minutos para reflexionar acerca de qué cosas actualmente debilitan o han debilito a la democracia. Llegué rápidamente a diez motivos por los cuales podemos afirmar que el kirchnerismo ha debilitado a la democracia: Continuar leyendo

La marcha más grande de la democracia

El miércoles 18 de febrero se realizará la movilización más importante de la historia argentina. Lo de importante va por partida doble: estoy seguro que habrá más personas que en cualquiera de las anteriores y, a su vez, nunca hubo un tema de tanta gravedad e importancia institucional como la muerte en circunstancias sospechosas del Fiscal Nisman, encargado de investigar a Cristina Kirchner y otros miembros de su Gobierno por el encubrimiento de los responsables del atentado a la AMIA.

Si bien al comienzo se lanzaron diferentes convocatorias logramos consensuar que la movilización será el 18-2 arrancando a las 18hs en el Congreso de la Nación marchando hacia Plaza de Mayo para estar allí a las 20hs. En el resto del país los puntos de encuentro son los habituales. Continuar leyendo

Terminar con el centralismo político

El Papa Francisco sostuvo que “el problema de la política es que está devastada por la corrupción”. La percepción del Sumo Pontífice tiene un contundente eco en nuestra realidad local que encuentra al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, en el banquillo de acusados y procesado por ser amigo de lo ajeno y lo público. Vale aclarar que el caso es sólo ilustrativo ya que en el índice de percepción de corrupción realizado por Transparencia Internacional Argentina sacó 34 puntos en una escala de 0 a 100 y quedó 106 de un total de 177 países auditados. Amado es ilustrativo del problema que enfrentamos.

Sobre este tema ha surgido un nuevo mantra. Una respuesta que muchos utilizan como una muletilla para responder cómo debe enfrentarse este asunto:“Necesitamos una CONADEP de la corrupción”.

La propuesta no es nueva, pero ha sido revivida por los dirigentes de FAUNEN, que pretenden que un grupo de notables reciban e investiguen las denuncias. Quien viene insistiendo hace años con este proyecto es el radical Ernesto Sanz, que ya la anunció como parte de su programa presidencial cuando amenazaba con candidatearse en el 2011. Por citar otro caso, en 1998 “Chacho” Álvarez señalaba que “Raúl Zaffaroni, Nilda Garré y Diana Conti”, entre otros, ya estaban investigando las fechorías del entonces presidente Carlos Ménem que no llegó a nada.

La vieja frase atribuida a Juan Domingo Perón -”para que algo no funcione nada mejor que formar una comisión” (que en realidad era de Napoleón, quien se la robó a Juana de Arco) quizás sirva como punto de partida para pensar esta solución. Veamos qué tal ha funcionado:

Algunas comisiones han sido exitosas. La Comisión liderada por Lisandro de la Torre entre 1934 y 1935 investigó la industria de la carne y el monopolio frigorífico dejando al descubierto maniobras de defraudación del Estado por parte del frigorífico Anglo. En 1940 otra Comisión a cargo de Alfredo Palacios, a instancias de una denuncia del Senador Benjamín Villafañe investigó y demostró los negociados tras la adquisición de unas tierras por parte del Estado en El Palomar que enriqueció a varios diputados nacionales durante la presidencia de Ortiz. A raíz de esto, los diputados Kaiser y Aguirrezabala fueron condenados por la Justicia pero lograron evitar la prisión exiliándose. Irónicamente, los corruptos lograron retornar al país en 1948 con un indulto de Perón.

Otras comisiones no fueron tan exitosas. Vale recordar la que investigó los contratos petroleros durante la presidencia de Illia que sólo emitió un dictamen. O la Comisión Especial que investigó un cheque librado por Isabelita con fondos presidenciales para compensar a hermanas de Evita por su sucesión que derivó el tema a la Justicia Penal y quedó en la nada.

Independientemente de las buenas intenciones, las comisiones no resuelven los problemas de fondo que están relacionados con la falta de transparencia (recordemos que el kirchnerismo ha boicoteado la sanción de la Ley de Acceso a la Información Pública) y la falta de incentivos y protecciones para que los ciudadanos puedan asistir a la Justicia en la lucha anticorrupción. Si bien valoro la intención de quienes proponen que la solución venga de mano de los políticos, creo que es fundamental que una comisión investigadora se vea complementada con reformas que permitan a quienes denuncian o aportan datos obtener un monto de los bienes recuperados y la debida protección.

Tenemos que empoderar a los ciudadanos para que ayuden a sacar al parásito de la corrupción del Estado. Terminemos con el centralismo político cuyo paradigma establece que los problemas sólo pueden ser resueltos por políticos en espacios políticos. Es hora de confiar en todos los argentinos.

Otro caso de censura en la TV pública

A todo gobierno le molesta en mayor o menor medida la libertad de expresión. No es sólo un problema del kirchnerismo. La pretensión de ocultar los errores y minimizar los costos de las decisiones políticas afecta a todos por igual. Por suerte internet desde hace años viene dándonos la oportunidad de cuidarnos entre nosotros de la censura.

Recuerdo hace unos años haber escuchado la historia de Martha Payne, una nena de 9 años que sacaba fotos de la comida horrible que le daban en el colegio y las subía a su blog con algún comentario. Luego de que el blog adquiriera trascendencia mediática, las autoridades del colegio le avisaron a Martha que no podía seguir con dichos posteos. Tras un escándalo en las redes, del que participó hasta el renombrado chef Jamie Oliver, las autoridades se vieron forzadas a quitarle el castigo.

Es común escuchar a los kirchneristas afirmar que “nunca hubo más libertad de expresión” que en esta última década y otras tantas frases hechas que no se condicen con datos objetivos de la realidad. En este sentido por ejemplo la Fundación LED, liderada por Silvana Giudici, ha emitido múltiples informes acerca de los ataques a la pluralidad de voces que se vienen verificando en estos tiempos. Pero más allá de los datos estadísticos quiero traer a colación una experiencia personal que servirá de ejemplo.

El 6 de agosto pasado, en el marco de la campaña electoral legislativa, en la que oficiaba como candidato a diputado nacional por Compromiso Federal, fui invitado a debatir junto a otros candidatos -Gabriel Solano (Partido Obrero – FIT), Itai Hagman (Marea Popular) y Lucía Rojas (Frente para la Victoria)- en el programa “Una tarde cualquiera”.

Celebré la posibilidad de que, para variar, en la TV Pública estuviesen presentes diversas voces, aunque el resultado fue que el kirchnerismo quedó mal parado por la representación poco feliz de su candidata. Aún así, en el canal de Youtube de la TV Pública subieron la grabación del debate.

El miércoles 18 de septiembre recibí un mensaje en el que me preguntaron por los videos en cuestión. Al buscarlos en Youtube, dichos videos no aparecían. Recordé en ese momento que los había vinculado en mi blog. Para mi sorpresa, al intentar reproducirlos pude ver que sobre los títulos figuraba la leyenda “No Publicables” y que, al tratar de acceder a los videos por medio del link, la página informaba que los videos eran “privados”.

Tras un poco de revuelo en las redes sociales que implicó adhesiones por parte de Gabriel Solano y de Santiago Siri, candidato por el novel Partido de la Red, los videos fueron nuevamente librados al acceso público. ¿Por qué motivo un canal estatal que debe expresar la pluralidad de voces decide ocultar contenidos?

“La única verdad es la realidad” idea de Aristóteles que Perón repetía. Como ya sostuve en la nota sobre el programa 678, todo medio público puesto al servicio de un gobierno tiende a la corrupción. Lamentablemente la TV Pública lo ha demostrado una vez más. Para el kirchnerismo hay ciertas cosas que es mejor que se mantengan ocultas en privado lejos del público.