La situación de Cresta Roja es lamentable. Hay una empresa quebrada hace varios años que, por irresponsabilidad política de Daniel Scioli, ante su imposibilidad económica de subsistir, no siguió el camino jurídico que correspondía y hoy nos vemos ante la incómoda situación de tener que enfrentar el final de una institución insolvente que, además, consumió millones de dólares de los contribuyentes.
Recordemos la secuencia que llevó a la crisis. Cresta Roja sufrió todos los males económicos del kirchnerismo: deudas desde la ex Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca, disuelta en 2011 en el medio de un escándalo de corrupción), cuando le estafaron millones de dólares a la empresa y sólo pudo recuperar cerca de un 15% de lo que se le adeudaba en bonos y en pesos. Por otra parte, se exportaba a Venezuela por medio del fideicomiso Néstor Kirchner que terminó como una estafa para los productores. A partir de dicho fideicomiso el Gobierno nacional impulsó a los principales productores a vender a Venezuela, quien se comprometía a pagar los pollos con un 42% de sobreprecio en petróleo (por lo que el pago efectivo dependía de la buena voluntad del burócrata local), situación que se terminó cayendo tras la crisis venezolana y arrastró a los productores que dependían de las exportaciones infladas. Sumado a eso, la caída de Venezuela como destino produjo un problema de sobreoferta a nivel doméstico. Continuar leyendo