El sistema cambiario es un descontrol

Adrián Rois

El cepo cambiario, medida implementada por el Gobierno para restringir la compra de la divisa norteamericana, claramente ha sido más dañino que efectivo como medida “proteccionista” de la moneda nacional. En efecto, su instrumentación ha sido la causa fundamental del dólar paralelo que se comercializa en el mercado negro de la calle Florida y en miles de cuevas en toda la Argentina desde el día de la entrada en vigencia de la RG 3210/11. El mercado paralelo, el dólar blue, es consecuencia obligada del perverso sistema monetario instrumentado por el gobierno.

Los controles cambiarios clásicos son de control ex post,  pero el que ha sido puesto bajo el mando de AFIP es ex ante. Tal ha sido, y continúa siéndolo, el mecanismo operativo del denominado sistema de cepo cambiario cuya morigeración fue anunciada en la jornada del viernes en la habitual conferencia de prensa del jefe de Gabinete Jorge Capitanich, sin dar mayores precisiones.

Sabido es que estos sistemas restrictivos transforman al sistema cambiario en perverso, con experiencias nefastas en otros países. Se producen daños irreversibles de pérdida de divisas por mercado negro, subfacturación en la exportación y sobrefacturación en la importación. En otras palabras lo que permite el marco legal que instrumenta el cepo es que se fugue divisa dólar del Tesoro Nacional, mediante contratos simulados, calesitas y otras maniobras fraudulentas.

En el primer caso, cuando hablo de mercado paralelo, la lesión está en la realización de operaciones de calesita imposibles de controlar, consistentes en autorizar a comprar al cambio oficial a sujetos determinados, para que luego vendan al paralelo, y hagan esa calesita una y otra vez hasta multiplicar por 16 veces el valor original.

Lo segundo que produce es la subfacturación en la exportación, por ejemplo el exportador manda un kilo de X producto al exterior y dice que vale 10 cuando en realidad lo vende a 20. Los 10 de diferencia el exportador se lo hace depositar en una cuenta en el exterior. Entonces el exportador se hace de una parte de su venta en pesos al cambio oficial liquidado en Argentina, y otra parte en dólar billete colocado afuera que nunca ingresa al país. Que no queda registrado. ¿Cuál es el daño aquí? El hecho que nosotros como Estado tenemos que cobrar impuestos por 20 y no por 10.

En el tercer caso de la sobrefacturación en la importación, se realiza esta maniobra con idénticos fines que la anterior, y que no deja de ser algo prácticamente imposible de controlar para el Estado porque no se trata de commodities donde uno puede determinar su valor.

Si el cepo no existe, cualquiera puede retirar los dólares como era antes, al cambio único existente y libre, y así no tiene finalidad dejar el dinero afuera. Porque cuando va el dinero afuera, ese dinero tributa igual que acá. En el caso, lo que motiva al exportador con este sistema es a depositarlo afuera, para hacerse del dólar que aquí no puede obtener, entonces lo ingresa desde afuera y lo vende en el mercado paralelo. Esta es una de las fuentes de alimentación del mercado paralelo que cuestionamos duramente, son proyecciones de un marco legal que esta erróneo.

Ante semejante error de política monetaria, hay que recordar que el BCRA tiene facultades y no solo facultades sino hasta la obligación de asesorar en materia cambiaria y dictar reglamentación idónea. Así como también facultad del Congreso Nacional en materia cambiaria si el Poder Ejecutivo persiste en el error.

Entre otras cosas como no tener políticas económicas claras y reglas de juego definidas, sumado a este sistema monetario perverso, cada día el dinero al laburante rinde menos, la inflación no se detiene. Entonces no se explica, si evidente es que este sistema está dañando al Tesoro Nacional y finalmente el bolsillo del ciudadano, persistir en el error no se traduce en otra cosa más que en pensar que existe una intención de daño, que hay una intención de empobrecer, de depreciar el poder adquisitivo de la moneda. No es Shell que sale a comprar dólares la especuladora que quiere comprar propiedades con dólares a precio vil, sino que manteniendo este sistema cambiario es el gobierno el que hay que pensar que especula con la pobreza, con la depreciación de la moneda. No puede explicarse de otra manera semejante barbaridad en materia de política cambiaria. Si a uno le hablan y no toma conciencia, ve el daño y no lo revierte, ¿Qué otra cosa cabe pensar? Por eso esta política de liberar las compras de dólares para ahorro, si es real, es un intento equivocado por ser un parche, es una medida incompleta. La solución a la confianza no consiste en el  anuncio de una medida con la cual se ataca la inflación, la solución es la creación de un nuevo marco legal y regulatorio completo del sistema monetario y de control de cambios, con el fin de resguardar y fortalecer la moneda nacional.

El cepo, por lo demás, afecta el panorama internacional de cómo nos ve el mundo. Ahuyenta los capitales, por lo que representa. El cepo rompe con una finalidad mundial que es mantener una relativa equivalencia entre las monedas, para evitar la pobreza extrema de un lado y la riqueza enorme del otro. Que un mismo producto en un lugar cueste 1 y en otro cueste por 20.

La finalidad mundial establecida en Bretton Woods en 1944 es muy importante respetar, porque el mundo va en esa dirección,  y ni Venezuela ni Argentina lo respetan. Y esta política rompe hasta con la coherencia dentro del propio kirchnerismo, porque quienes conocieron a Néstor Kirchner sostienen que en caso de una corrida, antes que un cepo, él hubiera recurrido a sus pares latinoamericanos, sin ir tan lejos, aquí al lado a Uruguay pidiendo  unos cuantos miles de millones de dólares de respaldo para vender al que necesite dólar hasta que se saque la duda de que no hay ningún problema de escasez, que el país es seguro y puede responder a sus pesos cuando quiera. De esta forma no asusta al ciudadano ni al mercado con un cepo con formato de privación de la libertad de comercio, de transito, del derecho de propiedad, de libre disposición. Porque al final, éste, su cepo cambiario, es irracional. Es irracional porque logró todos los objetivos contrarios a lo que tiene lograr el régimen cambiario, y que están establecidos en el Decreto Ley 260/2002.

El que se oponga a esta posición responda y fundamente cómo ese sistema favoreció la recuperación de la economía y de las finanzas de nuestro país tal como establece la ley. O responda si ese sistema, en el  que todos los días saca una nueva resolución y el mercado y el ciudadano no se sabe nunca las reglas del juego, brinda transparencia a los mercados y dinamiza las decisiones y comportamientos de los agentes económicos, tal como establece la ley. Responda también si este sistema alienta a fortalecer la presencia de nuestro país en la comunidad internacional o genera condiciones para mejorar nuestro comercio exterior. Por último podrían preguntarse si este sistema induce al desarrollo de mejores condiciones para promover nuestras exportaciones,  o si contribuye a dinamizar las economías regionales  y a incrementar el turismo receptivo, redundando todo ello en una mayor generación de empleos, tal como se propuso el legislador. Porque ese ha sido el espíritu de la ley y, sin embargo, el sistema no pudo cumplir ni uno solo de los objetivos.

En pos de una solución, el primer paso es elaborar un nuevo marco legal para restaurar el equilibrio perdido generado por esta situación. ¿Por qué? Porque en el peor escenario de que el marco legal reedite el caos de una realidad descontrolada, ello ya será un paso adelante para recuperar el manejo de las reglas del juego. Aún en el caos es posible jugar si se conocen las reglas. Se necesita salir de la política del parche diario y plantear una verdadera reforma al sistema cambiario que de fortaleza y seguridad a la Nación.