Banalizar el sufrimiento ajeno

Christian Joanidis

Todos se han lanzado en las últimas horas contra el periodista Víctor Hugo Morales, que desafortunadamente dijo que vivir en una villa no estaba tan mal. Quiero aclarar que la base de su pensamiento, aunque rechazado ampliamente por todos aquellos que tienen algo de sentido común, es también la base del pensamiento de muchos de los que ven la villa al pasar por la autopista. Víctor Hugo fue al menos sincero al decir que juzga esto desde su estilo de vida, que es en definitiva algo que todos naturalmente hacemos.

Es muy difícil acercarse a una realidad con la mirada del que la vive. Aunque nos cueste admitirlo, la única realidad que podemos contemplar desde el lugar de quien la vive es sólo la nuestra; el resto lo vemos como turistas. Y no importa qué tanto esfuerzo haga, siempre seguirá siendo sólo un turista. Esto significa que naturalmente juzgamos a los otros y a sus realidades desde nuestra perspectiva, lo que nos impide ver todos los elementos que existen y son relevantes para otras realidades.

Quienes vivimos fuera de la villa no logramos comprender las problemáticas que encierra la marginalidad. Porque la villa como lugar geográfico no es distinto de ningún otro. Podrá ser más precario, podrá tener menos infraestructura, pero es sólo otro lugar dentro de la ciudad. El mayor problema es hoy lo que significa vivir en la villa. Conceptualmente, quien vive allí es porque no puede estar fuera y esto es una realidad. Si bien también es cierto que muchas personas prefieren vivir en la villa antes que vivir en otro lado, porque entienden que en la villa hay más oportunidades, esto sólo pone de manifiesto las pocas alternativas que hay en otros lados, no lo maravillosa que es la villa. Que la gente prefiera un barrio carenciado significa que el lugar del que vienen es peor.

Vivir en la villa es hoy sinónimo de marginalidad, es estar fuera, es no ser parte. Y si bien alguien puede elegir vivir en la villa, nadie elige ser marginal, es una circunstancia de la cual posiblemente no se puede salir en los términos en lo que se construye hoy nuestro país.

Pero Víctor Hugo no logra comprender lo que significa ser marginal. Como tampoco comprende los problemas de inseguridad y ausencia del Estado que la marginalidad implica, independientemente de si se vive en una villa o no.

Desde la construcción mental de la clase media, el tiempo propio, el tiempo para el ocio, es algo vital. Por eso se apresuró a decir que él prefiere vivir en una villa antes que perder cinco horas por día en un viaje para ir a trabajar. Lo que posiblemente no entienda Víctor Hugo es que el ocio es una construcción que viene no sólo con la educación, sino también con los medios necesarios para poder disfrutar de ese tiempo. Generalmente el ocio en los ambientes de marginalidad termina derivando en situaciones de riesgo para los jóvenes, que caen en la delincuencia y el consumo de drogas. El pobre no tiene alternativas para usar su tiempo ocioso.

Pensar que en la villa la gente vive bien es también un concepto que sólo puede construirse desde la visión de la clase media. Que tengan una antena de televisión satelital es percibido muchas veces como una cuestión de bienestar, al igual que las altas construcciones de la villa 31: parece que son elementos de jerarquía. Claro, porque en la clase media lo son. Al igual que el plasma o los celulares. Pero para quien vive en la marginalidad tal vez sea lo único que hay.

Pero lo que realmente más me dolió de las palabras de Víctor Hugo fue cuando aseveró con tanta tranquilidad que el crecimiento de las villas es consecuencia de las cosas positivas que han sucedido en el país. Esa aseveración no es más que una burla a todos aquellos que día a día tienen que sufrir la pobreza y la degradación que les imprime la marginalidad.

Yo intenté entender a Víctor Hugo, pero no hay lógica que resista esa brutal afirmación. Que haya o no pobreza no es una cuestión de fe: no se trata de creer que no hay pobreza, se trata de medirla. Y si el Gobierno realmente  confía en que la pobreza ha disminuido, debería entonces transparentar sus mediciones, hacerlas creíbles.

Yo quise entender a Víctor Hugo, pero ese comentario hasta me pareció agresivo, porque si uno no va a hacer nada para cambiar las cosas, al menos debería mantener un respetuoso silencio ante el sufrimiento ajeno.