El muro de Berlín

Claudio Chaves

El 9 de noviembre se conmemoran veinticuatro años de la caída del Muro de Berlín, acaecida en 1989. La fecha reviste una importancia fundamental pues ha sido, junto a la Revolución Soviética de 1917 el acontecimiento más importante del siglo XX.

Casualmente la caída del muro cierra el período abierto por el triunfo del comunismo y clausura, al decir de Hobsbawm, el célebre historiador marxista británico, el siglo XX, que el autor de marras denomina el siglo corto.

Con el posterior desmembramiento de la URSS, el comunismo se hundió, al parecer, definitivamente y con él todo su sistema de valores, tanto como su horizonte cultural y las concesiones que el capitalismo había ofrendado en aras de no caer a manos del totalitarismo marxista: el intervencionismo de Estado y la planificación central de la economía, entre otros arrebatos.

Si bien algunos países continúan, al menos en su discurso, aferrándose a las palabras, que como China, Vietnam o Cuba, siguen utilizando la verbigracia comunista, lo cierto es que no han podido mantenerse independientes ni neutrales frente a la imponente revolución capitalista de fines del siglo XX. Aceptando, especialmente las dos primeras, cuantiosas inversiones extranjeras, recreando al interior de sus mercados el modelo capitalista en el marco de autoridades que se declaran comunistas.

Mientras el comunismo se hundía, y con él la brutal ideología que le dio sentido, quedaron flotando en el océano tempestuoso de la catástrofe una multitud de náufragos, contumaces, dispuestos a negar su condición de Crusoes. Como pudieron se acercaron a las orillas de los triunfadores para clavar sus picas y reiniciar la marcha bajo el novedoso nombre de progresistas.

El progresismo

El concepto de progresista estuvo asociado, en sus orígenes, a la Revolución Francesa. Esto es, a los principios y valores que abatieron al absolutismo y abrieron el camino al capitalismo. El progresista del siglo XIX era portador de futuro y de formas organizacionales más cercanas a la democracia y al bienestar general.

Luego en siglo XX el concepto de progreso y de futuro cayó de las manos del liberalismo, hundido en el marasmo de las guerras y fue expropiado por el comunismo que se arrogó la dirección de la historia y ser guías de la senda que conducía al paraíso en la tierra: el socialismo. No pudo ser. Mientras el comunismo fue una posibilidad, la palabra progresismo fue evitada por los marxistas pues sonaba ligth o ligera. En la ortodoxia ideológica no cabían los eufemismos. Aunque, repito, el futuro eran ellos. Al menos así lo creían.

Hundido el comunismo se acabó el futuro, al menos para este sector ideológico. El concepto debía mudar de bando. Más cercano al territorio de los vencedores. Para que esto no fuera así los náufragos se apoderaron rápidamente de la palabra. Pues lo que importa ya no son los hechos o la realidad sino el significado de los vocablos, como primer paso para la reversión. Mojados y entumecidos, desde la playa alzaron el estandarte del progresismo. Este progresismo emerge como un fenómeno raro, pues es evidente que para estos progres el futuro se halla atrás, en el pasado, en los años dorados de su esplendor. El progresismo es retro.

Mientras tanto en Iberoamérica

Para los náufragos del subcontinente americano “aquí no ha pasado nada”. La caída del Muro de Berlín no ha tenido ningún significado digno de ser considerado. Inmediatamente de ocurrido se organizó el Foro de San Pablo para volver a la carga. Pero ya nada era igual. El capitalismo triunfante, la revolución tecnológica, el retroceso del sujeto histórico del socialismo, esto es la clase obrera, los dejaba con la brocha y faltos de escalera. Su máxima producción política e intelectual ha sido el populismo y el socialismo del siglo XXI, una paparruchada que comienza a hundirse haciendo agua por el lugar que se lo mire. Esperanzados en la crisis del 2008, como glorioso preámbulo de la caída final del capitalismo, hoy desesperan. Una vez más algo falló. De a poco y en silencio volverán a los barcos y a los maderos que aún flotan en las procelosas aguas de la mar…