La prórroga del acuerdo automotor como estrategia defensiva

Eliana Scialabba

Desde el gobierno celebran la prórroga del pacto automotor con Brasil, aunque el mismo sólo se centró en la definición de un nuevo “flex” – que regula el intercambio del sector automotor libre de aranceles – más bajo que el vigente, a favor de Argentina. Esto ha permitido a las carteras de Economía e Industria “patear” los temas más sensibles para más adelante.

Sin embargo, el nuevo “flex”, claramente el aspecto más positivo del acuerdo, podría en realidad no tener ningún efecto a nivel sectorial sobre la golpeada industria automotriz.

Si bien en términos del acuerdo el “flex” vigente hasta el 30 de junio es de US$1,95 (es decir, que por cada dólar que exporta Argentina, Brasil puede exportar 1,95), en realidad la caída de volumen en el intercambio entre ambos países ha llevado a que el ratio por operaciones se encuentre en la actualidad en torno a US$1,3 – US$1,4, por lo que el descenso del mismo a partir del 1° de julio a US$1,5 no afectará el comercio bilateral en el corto plazo.

No obstante, de mantenerse esta relación en el mediano plazo, puede ser favorable para atraer inversiones hacia el país. En este marco, las multinacionales automotrices que deban definir su estrategia regional tendrán que considerar que sus inversiones deberán ser más balanceadas que en la actualidad si quieren mantener acceso preferencial, es decir a “arancel cero”, al mercado argentino.

Por otra parte, dentro de los temas pendientes de cara al nuevo acuerdo, quizás el más importante a nivel sectorial para ambos países, es el referido a los requisitos de integración regional, pero este sólo volverá a estar “en agenda” el año próximo, cuando haya que negociar el nuevo acuerdo que rija desde el 1° de julio de 2015 y tenga una vigencia de 5 años.

Ambos países buscarán acordar una estrategia de integración sectorial con el fin de incrementar el contenido de autopartes producidos a nivel regional, con el objetivo de sustituir importaciones extra-zona.

Asimismo, Argentina cuenta con un tema adicional que deberá instalar en la agenda: la incorporación de autopartes producidas a nivel local dentro del régimen de promoción industrial brasileño.

Si bien la reducción del “flex” actúa como una estrategia defensiva desde el lado argentino, no puede ignorarse que la cuestión de fondo se encuentra en la existencia de esta normativa que genera asimetría en términos de competitividad a favor de Brasil, dado que otorga incentivos fiscales para la localización de piezas y procesos productivos en el principal socio comercial del país.

De no llegarse a un acuerdo en el mediano plazo sobre estos dos últimos temas, el comercio bilateral de la industria automotriz seguirá siendo favorable a Brasil, debido no sólo a la enorme asimetría en términos de tamaño de mercado, sino también por los incentivos que obtienen las empresas que se instalan en el país vecino. En este escenario, no alcanza sólo con las “buenas intenciones” por parte del gobierno ante la urgencia de extender el pacto a nivel sectorial, sino que es necesario tomar medidas más de fondo, que tengan efectos reales sobre el comercio exterior entre ambos países.

No obstante, a pesar de este panorama, es importante destacar que existen experiencias exitosas en la industria a nivel local, las cuales deberían ser consideradas como ejemplos a seguir. Una es ellas es la fabricación de cajas de cambio realizada por la terminal Volkswagen en la provincia de Córdoba, y la otra es la autopartista Basso. La primera es una terminal automotriz que ha invertido en el país y no sólo exporta al Mercosur, sino también a todo el mundo, y la otra es un productor nacional que ha crecido, invertido y se ha integrado al mundo como proveedor de marcas de lujo.

Una vez más una oportunidad desaprovechada. Se vuelve a privilegiar la coyuntura y se desperdicia la posibilidad de desarrollar una estrategia de desarrollo de mediano plazo, la cual  pasa principalmente por el sector autopartista. El desarrollo de este sector debe basarse en  inversión en tecnología, que garantice volumen y mejoras tecnológicas, claves para desarrollar un sector con vista al mundo.

La mejor defensa de nuestro sector automotriz es tener un sector competitivo, productivo, que exporte al Mercosur y al mundo. Para eso es necesario una coordinación de políticas de largo plazo y no acuerdos firmados sin perspectivas estratégicas.

 

(nota escrita con Mariano Carpineti y Pablo Rullán)