Brasil: fin del ajuste monetario

Eliana Scialabba

La séptima economía del mundo y la primera de América Latina se encuentra ahogada tanto por factores externos como internos: la caída del precio de las materias primas, las turbulencias en China y, sobre todo, el debilitamiento del Gobierno de la presidente Dilma Rousseff, cuya popularidad se derrumbó al ritmo de un gigantesco escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, seguido de una disminución de su fuerza de apoyo en el Congreso.

Para completar el cuadro negativo, en medio de este escenario, el Gobierno presentó un presupuesto deficitario para 2016 por primera vez en su historia, lo que acercó al país a la posibilidad de perder el preciado grado de inversión.

En este complejo contexto, el miércoles el Comité de Política Monetaria (Copom) de Brasil decidió detener uno de los ciclos más agresivos de subas de tasas de interés a nivel mundial, a pesar de la creciente inflación que sufre la economía carioca.

Luego de que hace dos semanas se conociera que la primera economía de la región entró en recesión técnica, el Copom relajó el ajuste a una economía en caída libre, pese a que aún persisten los temores de alta inflación, en un contexto de severa crisis fiscal.

El fin de la suba de tasas de interés llega después de haberlas incrementado en 325 puntos básicos durante los últimos nueves meses, lo que llevó a la tasa de referencia, Selic, a un 14,25 %, el máximo valor desde agosto de 2006 y el nivel más alto entre las diez primeras economías del mundo.

La mayor recesión de la economía brasileña en 25 años ha llevado a un declive en el consumo, lo que en los próximos meses podría comenzar a moderar las presiones inflacionarias. No obstante, hasta mediados de agosto la inflación se incrementó un 9,57 % interanual, el mayor avance desde noviembre de 2003 y más del doble de la meta de inflación.

Esta situación (“estanflación”) generó un dilema a los integrantes del Copom: mantener las tasas de interés para no dañar más el nivel de actividad, a costa de soportar mayores precios, o continuar el alza para controlar la inflación -objetivo principal del Banco Central- y resentir más la alicaída economía.

Si bien el ente emisor momentáneamente se ha volcado hacia la primera opción, el creciente déficit fiscal sin resolver presiona y la fuerte depreciación del real (casi el 50 % desde que Dilma Rouseff ganó las elecciones en octubre del año pasado y más del 37 % en 2015), que esta semana superó la barrera simbólica de los 3,7 reales por dólar, el cual se ubica en el menor valor desde diciembre de 2002, podrían generar tensiones sobre los precios al alza, efecto inverso al esperado por la caída de la actividad.

En este escenario, con el fin de mantener las expectativas de inflación a raya, el Banco Central ha dado señales de que los precios siguen siendo su meta y admitió que será firme a la hora de evitar que la tasa de inflación se desvíe de la meta del Gobierno. En este sentido, la autoridad monetaria consideró que el mantenimiento de ese nivel de la tasa de interés de referencia, por un período suficientemente prolongado, es necesario para la convergencia de la inflación hacia la meta a finales de 2016.

La elevación de la tasa Selic se produce en un momento en el que el dólar se cotiza en su mayor valor desde 2002, los índices de desempleo brasileño aumentan y la crisis política entre el Ejecutivo y el Legislativo se agudiza, así como la desaceleración económica del país, que este año se prevé cerrar con una recesión de 2 %.

Tras varias modificaciones durante el presente año, el Gobierno espera cerrar este 2015 con una inflación superior al 9 % y lograr un 5,4 % en 2016, permitiendo el año próximo volver a la meta del Banco Central, la cual es del 4,5 % con un margen del 2 %.

No obstante, a pesar de los esfuerzos del Gobierno de controlar las variables económicas, en el contexto mencionado será fundamental lo que ocurra con el escenario político interno, y el desempeño de China y los emergentes. La mayor pérdida de confianza política, sumado a una posible guerra de monedas de las economías emergentes que compiten en el mercado financiero con Brasil, intensificaría la recesión y la inflación de la economía. Lo positivo, desde el punto de vista monetario, es que el Copom está dando muestras de hacer lo que se encuentre a su alcance, aun con un reducido margen de maniobra.