El humor político en Venezuela y Argentina

Leonardo Pizani

Sobre Pinochet se dice que no le molestaban los chistes que se hacían sobre él…, hasta que se los explicaban.

“Se salvó la Patria”, gritó exultante el médico para anunciar al gabinete que el General Gómez, el dictador que gobernó Venezuela de 1908 hasta 1935, ya en su lecho de muerte con un cáncer de próstata, había logrado echar tres gotitas de orina. Esta anécdota fue lo primero que me vino a la mente cuando supe que habían despedido, por una caricatura, a Rayma del diario El Universal.

Aunque hoy la imagen que nos transmite la anécdota referida pueda resultar una caricatura de una época pasada, también sirve para ilustrar buena parte de lo que está sucediendo en Venezuela.

La mezcla simbiótica de militares, civiles arribistas y un concepto simplón de Patria basado en un relato hollywoodense, y elaborado a su medida por los mismos militares que lo administran, da para cualquier cosa, como por ejemplo, para perseguir periodistas -especialmente humoristas- que no pueden dejar de ver en esa mezcla un filón inagotable de inspiración.

En circunstancias como las que se están viviendo, las intervenciones de los humoristas desnudan con mucha perspicacia y una envidiable capacidad de síntesis situaciones que suelen ser incluso trágicas en su profundidad.

Sería una gran mentira decir que todos los civiles que apoyan el proyecto chavista son arribistas. No tengo dudas de que la gran mayoría de los que allí trabajan son gente honesta que cree firmemente en ese proyecto y trabaja denodadamente por él pero ¿qué duda cabe de que para congraciarse con el Gobierno despidieron a Rayma? Ni el más ingenuo piensa que el despido fue por razones ideológicas. Sólo hubo razones crematísticas.

“Que el patrón quiera congraciarse con el Gobierno” no es una causal de despido. Debe ser denunciado  incluso por los chavistas, pero hay miedo, la mezcla simbiótica también los amenaza, y de esto puede dar testimonio Jorge Giordani.

Giordani, ministro por 14 años y hombre de confianza de Chávez hasta su muerte, fue despedido por Maduro cuando se atrevió a denunciar el robo de 20.000 millones de dólares realizado a través de la Comisión Administrativa de Divisas sólo entre los años 2012 y 2013.

Para que tengamos una idea clara de las magnitudes de las que estamos hablando, es bueno que consideremos que el total de las reservas internacionales de Venezuela es de 21.000 millones dólares y el total de las de Argentina son USD 29.000 M. En Venezuela se robaron -en dos años- un monto casi igual al total de las reservas internacionales. Entre otras razones, es por eso que no hay medicamentos y la sanidad pública está en terapia intensiva, que es lo que denuncia Rayma en su caricatura.

Aunque parezca un chiste, Rayma y Giordani (ella de la oposición y él del gobierno) fueron despedidos por los mismos y con el mismo objetivo: acallar la denuncia.

Argentina y Venezuela

Aunque hay similitudes, las diferencias son inocultables en temas como la  libertad de prensa. Valga por ahora una referencia cuantitativa; mientras en Venezuela las agresiones, detenciones y casos de censura se cuentan por cientos y constituyen una Política de Estado, en la Argentina sobran los dedos de las manos para contar las denuncias de este tipo de hechos.

En tanto que en Venezuela  no hay humorista opositor que en los últimos 15 años no haya sido agredido, censurado, detenido, multado o despedido, en el mismo lapso ningún humorista ha sido perseguido en Argentina, más allá de alguna crítica.

Lo que llama poderosamente la atención es el escandaloso silencio de los argentinos frente a estas denuncias en Venezuela. Que el gobierno calle, aunque es injustificable desde el punto de vista ético, tiene explicaciones políticas y económicas. Pero que callen sus intelectuales, comunicadores y humoristas de avanzada resulta inexplicable, no sólo porque ellos sufrieron en carne propia la censura de gobiernos militares y saben de lo que se trata, sino además, porque muchos de ellos conocen Venezuela o buscaron allí refugio y fueron acogidos sin reserva por los colegas que hoy son perseguidos allá.

Dependiendo de la generación, muchos de estos intelectuales, comunicadores y humoristas argentinos conocen personalmente la obra de Pedro León Zapata, Laureano Márquez, Luis Chataing o Rayma Suprani, y muchos otros ¿Por qué callan? ¿La cuestión político partidista puede llevar hasta el silencio cómplice?

Estos son  temas que merecen ser tratados aparte.