El marketing de un negocio que mata

Rodrigo Bonini

Si bien el paco dentro del imaginario colectivo es denominado como “la droga de los pobres”, producto de su bajo precio, el análisis de especialistas y reflexiones de consumidores con experiencia desmitifica esa aseveración y demuestra que, por los altísimos niveles de consumo que genera la adicción a esta droga  (llegando su frecuencia promedio de ingesta hasta 20 dosis por día), resulta finalmente en un mayor costo económico que otros tipos de estupefacientes.

En base a datos oficiales de la Provincia de Buenos Aires, el consumo de paco durante la última década (2001 al 2011) creció en jóvenes escolarizados un 120% -este porcentaje aumenta sensiblemente en jóvenes que no estudian ni trabajan. En el caso de los chicos escolarizados, el 25% de los consumidores de esta sustancia lo hace diariamente, mientras que la cifra trepa al 36% cuando nos referimos a los jóvenes que la usan de manera experimental (es decir, lo hacen una sola vez para probar). Puede observarse, entonces, como chicos que no son adictos pueden acceder fácilmente a esta droga.

Diferentes investigaciones oficiales indican además que el paco ha llevado la edad de iniciación de consumo a chicos entre los 7 y 14 años. Incluso, en algunas zonas del Conurbano bonaerense, desplazó a la marihuana como droga ilícita de inicio, lo que significa que los jóvenes comienzan su consumo con una sustancia brutalmente tóxica y adictiva. Es así que, y siempre según estadísticas oficiales, en una villa de la zona sur del Conurbano, más del 30% de personas entre 14 y 30 años manifiestaron haber consumido drogas psicoactivas en el último mes, siendo para este grupo etario la principal droga de consumo el paco (56,4%). Asimismo, el 68,6% de personas que la consumen, lo hacen “diariamente”, mientras que, de aquellos que han consumido esta droga en los últimos treinta días, el 22% lo hizo con una frecuencia de “más de 10 veces al día”.

Los jóvenes adictos lo expresan de una manera mucho más cruel pero no menos real. En sus declaraciones no hay lugar para eufemismos: “El paco te mata más rápido, en un año o dos ya estas golpeando las puertas de San Pedro”; “La sensación que provoca el paco es breve, dura hasta dos o tres minutos casi siempre y llega a cinco o seis solo las primeras veces, además el efecto es veloz como una bala”; “No, no es económico porque es un peso cada cinco minutos, cada siete minutos, más no dura el efecto, yo a veces escucho que dicen la droga de los pobres, ¿pero sabes cuánto gastás? Con la cocaína por ahí gastabas $40 o $50 de golpe, pero con esto por ahí gastás lo mismo en un ratito”; “Los que se inician en el consumo se quedan delirados con el primero y no pueden parar, es como sacar un ticket al paraíso”.

Pueden observarse en estos relatos una de las características fundamentales de esta droga: es tremendamente adictiva, y con la repetición de su consumo disminuye el efecto buscado, generando así un aumento en su nivel de consumo y por ende, un mayor gasto económico.

El concepto “droga de pobre” tiene más relación con la construcción de los atributos simbólicos de una “marca de bajo costo” por parte de los gestores de un marketing cuyo producto final es la muerte de los jóvenes.