Narcomenudeo: una tendencia en aumento

Rodrigo Bonini

El negocio del narcomenudeo se focaliza esencialmente en dos variables: el exceso de demanda y la facilidad de acceso fundamentada en una logística dinámica y efectiva que se monta en el clásico modelo de negocios empresarial just in time, toda la cadena opera para satisfacer la demanda inmediata. Este concepto puede explicarse desde los resultados que surgen del último informe del Observatorio Latinoamericano de Políticas de Drogas y Opinión Publica (Opdop), que nuestro país encabeza con los niveles más altos sobre percepción de mayor disponibilidad de drogas. En este sentido, el 92 % de nuestros compatriotas encuestados consideró que el narcotráfico ha aumentado en nuestra frontera (superamos en un 25 % al promedio de la región), mientras que, en relación con la accesibilidad, un 90 % manifiesta que se ha vuelto más fácil conseguir marihuana y el 87 % percibe un aumento en la disponibilidad de la cocaína.

Este nuevo modelo impacta en forma contundente en el segmento objetivo, los jóvenes. Prueba contundente de esto se refleja en las siguientes variables de análisis: 7 de cada 10 adolescentes de Capital Federal y el conurbano bonaerense consideran que es fácil conseguir drogas para consumo personal, mientras que en promedio un 50 % de estudiantes secundarios en la provincia de Buenos Aires asume consumir algún tipo de droga (marihuana, paco, cocaína o éxtasis) en forma ocasional, desciende la cifra a la mitad cuando el uso es experimental, y las edades de inicio de consumo pueden bajar hasta los 12 años.

El vínculo entre facilidad de acceso, sobredemanda y disminución en la edad de consumo supone una alerta extra: la cantidad y la intensidad de consumo, por un lado, y la baja percepción de riesgo frente al consumo, por el otro, ya que el 60 % de los jóvenes consumidores piensa que utilizar drogas no tiene riesgo alguno o minimiza sus consecuencias. Sin embargo, los conceptos y las estadísticas que exponen especialistas en toxicología no dejan margen a segundas lecturas. Existe, en los últimos años, una drástica disminución de edad cuando se analizan casos de sobredosis. La edad promedio durante los noventa se ubicaba entre los 31 y 35 años, y actualmente ese rango etario disminuyó entre los 16 y 20.

Sumado a esto y complejizando aún más el cuadro de situación, es manifiesto el notorio incremento en el consumo de drogas sintéticas. El éxtasis evidenció comparativamente el mayor aumento en una década, más del 1000 %. El avance fundamentalmente del microtráfico (informes oficiales dan cuenta de esta tendencia en aumento: en los últimos años, en promedio, cerca del 40 % de las causas judiciales iniciadas en jurisdicciones federales por infracción a la ley de drogas son por tenencia para consumo, esto es, se originan con base en detenciones de infractores que tenían escasa cantidad de droga, básicamente para consumo personal), así como también la presencia cada vez más evidente de laboratorios de cocaína (prueba irrefutable de esto es la ya indisimulable presencia del paco en los jóvenes, que duplicaron su ingesta) y consecuentemente el sostenido incremento de consumo de cocaína (300 %), bajaron las edades de adicción entre los 10 y 15 años.

El diagnóstico exhibe la pérdida tanto del control físico del territorio como de la autoridad para combatir esta criminalidad, lo que evidencia la necesidad de un ordenamiento político, legal, jurisdiccional y operativo a fin de definir una estrategia unívoca y sustentable que permita al Estado recuperar la legitimidad y la efectividad como instrumento para la implementación de políticas públicas focalizadas en la urgencia ciudadana y atendiendo el eslabón más débil de la cadena, los jóvenes adictos.