Al hablar de calentamiento global, las cifras cuentan

Muchos delegados aquí en la conferencia climática de París deben haber saltado de alegría cuando el actor y ex gobernador de California Arnold Schwarzenegger publicó un mensaje de Facebook que se viralizó esta semana, titulado “Me importa un *** si estamos de acuerdo sobre el cambio climático”.

Los políticos y los burócratas reunidos en esta ciudad —ahora en tiempo extra— deben hablar en un lenguaje medido; rara vez dicen lo que realmente piensan. Los ex políticos, por otro lado, tienen mucha más libertad de acción.

Y Schwarzenegger quiere que se sepa que no le importa si usted piensa que tiene razón sobre el cambio climático. No está interesado en debatir la ciencia o la respuesta al calentamiento global.

Por un lado, entiendo su sentimiento. Desde mi primer libro, he reconocido la realidad del cambio climático provocado por el hombre y he preguntado cuál es la mejor respuesta política. Es muy difícil relacionarse con personas que no reconocen (o no están interesadas en escuchar) lo que los científicos o los economistas claramente nos dicen.

Por ello, es aún más importante que quienes estamos hablando sobre el calentamiento global y sus respuestas políticas seamos responsables sobre las estadísticas y los datos. Continuar leyendo

Objetivo de 1,5 grados: triunfo del simbolismo sobre la esencia

Fuera del centro de conferencias donde se desarrolla la Cumbre del Clima en París, los organizadores han erigido un árbol de viento (arbre à vent) que produce electricidad a partir de la potencia de la brisa. Al hacerlo, han resumido exactamente el enfoque equivocado de la conferencia.

El árbol sólo producirá 3.500 kWh por año y cuesta alrededor de 27 mil dólares (25 mil euros). Por lo tanto, a un precio de producción de alrededor de ocho centavos de dólar al año, tomará 89 años compensar sólo el costo de capital. Dicho de otra manera, el costo es 300% más caro que la energía eólica, incluso tradicional, que aún lucha sin subsidios.

Lomborg Blog 12 for Dec 11

La conferencia COP 21 se trata de simbolismos: gastar un montón de dinero para sentirse bien, pero hacer muy poco.

Esta semana el cinismo alcanzó nuevas alturas, cuando Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, firmó una declaración liderada por Filipinas y otros Gobiernos que indica que las temperaturas deben limitarse a un aumento de 1,5 grados, en lugar del objetivo de 2 ºC del que muchos habían estado hablando. Los anfitriones franceses apoyaron la idea. Los periodistas ambientales publicaron esta noticia con caras serias y los activistas declararon que mantener las temperaturas por debajo de 1,5 °C era de hecho lo moralmente correcto. Continuar leyendo

¿Cómo se ve el tratado de París desde Ghana?

El suburbio de Alajo, en la ciudad capital de Ghana, Accra, está muy alejado de los hoteles de lujo de París. Pero los burócratas y los políticos aquí en Francia están negociando un tratado sobre el clima para “ayudar a los más pobres del mundo”, incluyendo miles de millones de dólares en garantías de ayuda climática a las naciones en desarrollo.

He argumentado en mis artículos que este tipo de ayuda no es lo que se quiere. He señalado una encuesta mundial masiva de 8 millones de personas mostrando que la gente en los países más pobres del mundo clasifica la política climática en último lugar, detrás de otras prioridades políticas.

Pero para entender mejor por qué es esto —y para dar voz a aquellos a quienes los activistas climáticos dicen representar— el Copenhagen Consensus entrevistó a personas de todo el mundo. Una de ellas fue Esther Gyan, viuda y madre de ocho hijos, de 46 años de edad, que vive en Alajo.

Alajo es un suburbio pobre densamente poblado. Las paredes de las viviendas están hechas de barro, madera no tratada y tejas de zinc. Hay un desagüe deficiente que crea inundaciones. Continuar leyendo

Dos pensamientos incompatibles sobre política climática

Aquí en París, hay muchas personas bienintencionadas que creen que necesitamos fuertes reducciones de carbono y subsidios a la producción de energía verde, ahora y por muchos años por venir, para lograr que el mundo avance en la lucha contra el cambio climático. Pero al mismo tiempo, estas mismas personas argumentan que la energía solar y eólica ya es competitiva, o que este momento está a la vuelta de la esquina.

Estos dos argumentos son incompatibles y muchas personas que parecen estar apuntando a ambos simplemente están equivocadas, en uno o en el otro.

Parte del exceso de optimismo en los recortes de carbono es esta afirmación de que en pocos años, la energía solar y eólica será tan barata que va a abarcar el mundo. Si ese fuera el caso, entonces este tratado en realidad sería bastante inútil. Habremos resuelto el calentamiento global. En realidad no hay necesidad de hacer más.

La secretaria ejecutiva del clima (ONU), Christiana Figueres, dice: “En combinación con las inversiones en baterías para almacenamiento, las energías renovables son ahora realmente competitivas con los combustibles fósiles, incluso para la electricidad de red”.

Si su afirmación es verdadera, la energía solar y eólica deben dominar los mercados energéticos pronto. Después de todo, la gente no quema combustibles fósiles para molestar a gente como Figueres. Lo hace porque es barato y confiable. Si la afirmación de Figueres es cierta, y ya no tiene sentido económico utilizar combustibles fósiles, la gente va a cambiar.

Pero eso deja la pregunta de ¿por qué Figueres insta a “un claro compromiso de acción a lo largo de un siglo” sobre el cambio climático?

Muy posiblemente se debe a que la afirmación acerca de que las energías renovables son competitivas simplemente no es verdad.

Lo hemos escuchado antes. Años atrás, en 1976, el famoso ecologista Amory Lovins dijo que para la energía solar, la competitividad estaba a la vuelta de la esquina: “una economía solar en gran parte o en su totalidad puede ser construida en los Estados Unidos con tecnologías blandas sencillas que ahora se evidencian y son económicas o casi económicas”. En 1984, el Instituto Worldwatch nos informó que los subsidios eólicos, “no serán necesarios dentro de unos pocos años”. Un ejemplo más reciente proviene de la Asociación de Comercio Solar del Reino Unido, que había pronosticado que podría vivir sin subsidios para el año 2020. Poco después, pospusieron esa fecha y solicitaron subsidios por lo menos hasta 2028.

A menudo se nos dice que la energía verde es competitiva en África. La energía verde, especialmente el viento, de hecho puede ayudar a los países africanos, por ejemplo, para obtener electricidad en zonas remotas y rurales.

Pero eso es sólo una pequeña parte de todo el panorama. La red eléctrica ofrecerá, por lejos, el mayor beneficio para el mayor número de personas. Según un estudio del Banco Mundial de 2011, la energía renovable “será la opción más económica para una minoría de los hogares en África, incluso cuando se consideran probables reducciones de costos en los próximos 20 años”. Las luces solares más populares cuestan casi US$2 por kWh. Usando energía hidroeléctrica, gas y petróleo, el costo de red eléctrica de los principales centros de población en Etiopía, Ghana y Kenia probablemente será de US$0,16-25 por kWh. En Sudáfrica, donde el carbón alimenta 90% de la electricidad, el costo es de sólo US$0,09 por kWh.

Esto es aún más cierto para la India. A pesar de que los precios de ambas fuentes, solar y eólica, están bajando, aún en 2040 la Agencia Internacional de Energía estima que ambas serán más costosas que la producción de energía promedio.

La energía verde cuesta US$168 mil millones en subsidios al año en este momento y para el 2040, en realidad, estaremos pagando aún más, unos US$206 mil millones por año.

Es, sin embargo, interesante – y sorprendente para muchos – darse cuenta que  incluso con estos enormes subsidios y políticas muy verdes, aun haciendo todo lo que los gobiernos están prometiendo ahora, obtendremos solo 2,4% de nuestra energía a partir de fuentes verdes en el 2040, según la Agencia Internacional de Energía.

Usted realmente debe ponerse un par de gafas teñidas de verde para ver un mundo en el que las energías renovables estén a punto de ser competitivas o, como afirma Figueres, que ya lo son. Pero si usted insiste en argumentar eso, no puede también instar coherentemente por subsidios de largo plazo.

Ya sea la energía solar o la eólica, ambas necesitarán apoyo durante mucho tiempo y no contribuirán significativamente a la solución del cambio climático en los próximos años. O, están a punto de ser competitivas y entonces podremos recortar los subsidios.

¿Cuál es el precio del acuerdo de París? No les pregunte a los políticos

Cuando usted va de compras —ya sea en la tienda de la esquina o en las lujosas Galerías Lafayette o Printemps aquí en París —, espera saber lo que está gastando y lo que está obteniendo. Extrañamente, cuando se trata de tratados climáticos mundiales, a nuestros políticos les gusta comprometerse con políticas enormemente costosas sin siquiera reconocer que vienen con una etiqueta de precio.

Prestando atención a los discursos, como lo he estado haciendo aquí en París, se escuchan cantidades de exhortaciones para la acción, muchas conversaciones sobre los peligros del cambio climático, discusiones sobre responsabilidad moral y generaciones futuras. Pero casi nada acerca de cuánto costarán estas reducciones de carbono.

Ya evalué los posibles efectos que tendría el acuerdo que probablemente se alcance aquí en París. En el mejor de los casos, en un escenario sumamente optimista, reducirá las temperaturas globales en sólo 0,17 °C (0,3 °F) para el año 2100.

Ahora, evaluemos cuánto nos costarán esas reducciones en las temperaturas. Continuar leyendo

¿Qué efecto tendrán los aires caldeados de París?

Los negociadores y los activistas están siendo cada vez más serios acerca de las perspectivas de concluir un acuerdo de reducción de emisiones de carbono en París. Sin duda, si tienen éxito, vamos a ver muchas palmadas en la espalda y exhortaciones de éxito en siete días. Pero la bonhomía ocultará una verdad bastante inconveniente: incluso si es exitoso, cualquier acuerdo negociado en París va a hacer muy poco para frenar los aumentos de temperatura.

En un reciente artículo de investigación revisado por pares, examiné todas las promesas de reducción de emisiones de carbono a las que se comprometieron los países antes de París (las llamadas Contribuciones Nacionales Determinadas o INDC, por su sigla en inglés) para los años 2016-2030. En eso se basará el tratado global (junto con un gran aire caldeado sobre lo que podría ocurrir fuera de esas fechas —algo de lo que es fácil hablar para los políticos de hoy, pero que simplemente no podemos tomar en serio).

Lo que encontré cuando revisé las promesas nacionales fue que reducirán las temperaturas globales en solo 0,05 °C (0,09 °F) para el año 2100. E incluso si todos los Gobiernos del planeta no sólo mantienen cada promesa de París, reducen las emisiones para el año 2030, no trasladan emisiones a otros países, sino que también conservan estas reducciones de emisiones a lo largo de todo el resto del siglo, las temperaturas serán reducidas en tan sólo 0,17 °C (0,3 °F) para el año 2100.

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El calentamiento global todavía es una preocupación del mundo desarrollado

No hay un solo activista del clima a la vista aquí donde se desarrolla la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Le Bourget, a las afueras de París. Comprensiblemente, el área ha sido sellada, por lo que no hay mucha audiencia.

Mientras que las marchas planificadas han sido canceladas por razones de seguridad, hay todavía manifestantes que las están empujando con pasión hacia dentro de las negociaciones sobre el clima para presionar por un tratado más drástico.

Muchos de estos manifestantes afirman que hablan en nombre de los pobres del mundo. Dejan en claro a los participantes de la conferencia sobre el clima —negociadores climáticos, políticos, burócratas y los medios de comunicación del mundo— que la acción por el calentamiento global es la prioridad más urgente en el mundo ahora mismo.

Sin embargo, no lo es. Los activistas aquí son bien intencionados y genuinos. Pero sus pasiones y los intereses de los pueblos más desfavorecidos del mundo no son lo mismo. Continuar leyendo

La trampa de la “ayuda climática”

Un tema sobre el que estamos escuchando más y más aquí en París es sobre la llamada ayuda climática. Ha habido un enorme empujón de ONG del clima para convencer a los países ricos de gastar una fortuna en ayuda a los países pobres para que estos puedan adaptarse al calentamiento global. Este término es un cajón de sastre de dinero que los países ricos brindan a los países pobres para educación sobre calentamiento global, paneles solares, adaptación o cualquier cosa imaginable que se pueda relacionar con el calentamiento global.

El impulso ya ha tenido un efecto. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha analizado alrededor del 70% de la ayuda total al desarrollo mundial y halló que uno de cada cuatro de esos dólares ahora se desvía a la ayuda relacionada con el clima.

Ayer, el primer ministro de Australia Malcolm Turnbull se comprometió a otorgar casi mil millones de dólares del presupuesto de ayuda al desarrollo de su país al sector climático. En octubre, el presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim indicó que habría un aumento de un tercio en el financiamiento directo del banco relacionado con el clima, lo que significa un total anual de cerca de 29 mil millones de dólares en 2020. En septiembre, el presidente de China, Xi Jinping, prometió igualar los 3 mil millones de dólares ofrecidos por el presidente Barack Obama en ayuda para el Fondo Verde para el Clima de la ONU. Continuar leyendo

Déjà vu en París: ¿la 21ª será la vencida? Por supuesto que no

Si usted no aprende de la historia, está obligado a repetirla. Aquí, en Saint-Denis, al norte de París, es sumamente necesaria una lección de historia.

Miles se reúnen para la 21.ª Cumbre Internacional sobre Calentamiento Global. Los hoteles ya están casi completos, las emisoras se están instalando, los manifestantes se preparan para rugir.

Todo porque esta cumbre es “la última oportunidad” para evitar aumentos de temperatura peligrosos, si escuchamos a la Liga de la Tierra o a muchas otras fuentes. Si no se negocia un tratado significativo aquí en los próximos días, será “demasiado tarde”, dijo el Presidente francés.

Sin embargo, es un argumento conocido, ¿no es así? Recuerdo a la gente, incluyendo al secretario general de las Naciones Unidas, Lord Stern, y al primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, todos de acuerdo en que la reunión de 2009 sobre el calentamiento global en Copenhague era decididamente la última oportunidad mundial. “Si no llegamos a un pacto”, llegó a decir Brown, “no habrá ningún acuerdo mundial retrospectivo en algún período futuro que pueda deshacer esa elección. Por entonces será irremediablemente demasiado tarde”. Continuar leyendo