¿Fracasó el “modelo K” en energía?

Con una reciente ola de calor, Argentin desnudó un problema evidente: su ausencia de política energética moderna, real, coherente y de largo plazo.

Las principales ciudades argentinas, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, han sufrido cortes de suministro eléctrico por horas y días completos en pleno verano, sufriendo una ola de calor (hasta 42 °C) y en fiestas de fin de año, hecho que demostró la fragilidad del “modelo K” (del gobierno de Kirchner/Fernández) en manejo de crisis y una absoluta falta de criterio y visión de futuro en relación a la energía.

Millones de argentinos protestaron -y continúan haciéndolo- en “piquetes” o revueltas callejeras contra la falta de electricidad y agua que los motivó a pedir, inclusive, la renuncia de la presidenta. En las redes sociales se posicionó un trending topic condenando la ausencia de reacción de Fernández ante la crisis energética evidente.

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La reforma energética mexicana, un gran salto a la modernidad

El nuevo liderazgo que imprime el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en México avizoró, oportunamente, que es necesario abrirse a las inversiones extranjeras en el sector energético. Por ello su denominada “reforma energética”, que en líneas generales para el gran público latinoamericano debiera servir de modelo de gestión en lo que es una nueva concepción del negocio energético integral: implica modificar la Constitución, asegurar nuevos negocios energéticos con Estados Unidos (que es su mayor comprador de crudo), incursionar en nuevos procesos exploratorios en territorio mexicano y en aguas marítimas, iniciar nuevos procedimientos exploratorios shale-gas, aumentar producción de petróleo tanto para consumo interno (estabilizando precio de combustibles) como para “monetizar” el petróleo, vale decir, retomar con mayor tecnología y dinero derivados de petroquímica, reformar procesos de refinación, evitar importación de combustibles y superar el rezago económico-energético con un nuevo plan de infraestructura en donde la estatal PEMEX sea el gran key-player bajo el mando de un poderoso Ministerio (Secretaría) de Energía.

Ambicioso plan del Partido Revolucionario Institucional que está dando pasos certeros para estructurar un nuevo modelo societal basado en exitosos negocios energéticos. Adicional al cúmulo de iniciativas se incorporará una nueva Ley de Ingresos sobre los Hidrocarburos, que incluye el cambio de régimen fiscal de PEMEX, que adicionalmente permitirá superar la producción de petróleo (hoy cerca a 2,5 millones de barriles diario BPD versus el histórico de 3,4 millones en 2004).

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Estado y perspectiva del gas en Bolivia para el Cono Sur

Los ojos de gobiernos y de compañías del Cono Sur latinoamericano siempre están sobre Bolivia.

Es el principal proveedor de gas de Brasil y de la Argentina. Y de lograr políticas públicas nuevas, eficientes, de largo plazo y con mentalidad de libre mercado, podría suplir de energía (electricidad, combustibles) a Paraguay, Uruguay y Chile. E inclusive vender gas vía LNG (licuificado y transportado en grandes barcos metaneros por los mares).

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Energía e hidrocarburos próximos a gravitar en el Mercosur

El Mercado Común del Sur -Mercosur- está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia.

Entre sus objetivos están “coordinar políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados parte: de comercio exterior, agrícola, industrial, fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanera, de transportes y comunicaciones y otras que se acuerden, a fin de asegurar condiciones adecuadas de competencia entre los Estados parte”. Naturalmente la energía es punto vital de cualquier coordinación en proyectos bi o trinacionales.

Y se entiende como energía genéricamente a la electricidad, gas, petróleo y los hidrocarburos transados y comerciados en el marco de los acuerdos del Mercosur.

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Alianzas de papel boliviano-venezolanas

Bolivia y Venezuela llevan de “amistad” enamoradiza casi diez años. Sus dos regímenes ideológicamente comprometidos se han re-prometido una serie de beneficios mutuos.

Alguna prensa boliviana refleja alborozada que “Bolivia decidió abrir sus recursos naturales y potencialidad agrícola al poder y necesidad venezolano, a través de la constitución de empresas denominadas ‘Gran Nacional’ que operarán sin restricciones para la producción de alimentos, litio, gas, petróleo, industria textil y acordaron profundizar la presencia ideológica del socialismo y comunitarismo a través de sus radios comunitarias”.

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Un modelo de irresponsabilidad energética

Cuando leí que la impresionante cifra de 700 mil millones de dólares (vuélvala a leer: ¡setecientos mil millones de dólares!) que han ingresado a Venezuela producto de exportación de petróleo, y al mismo tiempo recuerdo los cinturones de pobreza y marginalidad de los barrios de Caracas, los cortes de luz “programados” y la ausencia de productos básicos en supermercados de las principales ciudades venezolanas, no puedo creer qué es lo que funcionó mal en esa “máquina petrolera” latinoamericana.

No puedo entender cómo es posible que hayan estados (gobernaciones) a los que se les corte su presupuesto o por lo menos se les reduzca sabiendo que hay tal cantidad de ingresos. Todos los reportes, las cifras de los analistas y los amigos de Caracas coinciden en que -mínimamente- Venezuela en 14 años de régimen recaudó, por barriles exportados en total, la fortuna de 700 mil millones de dólares.

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El escenario petrolero latinoamericano

Con los actuales precios del barril de petróleo a varios países de América Latina -Venezuela, Colombia, Ecuador y Brasil- se les abre una oportunidad de replantear sus negocios de exportación de petróleo.

Infortunadamente, de momento Bolivia está fuera del negocio petrolero, dado que es más gasífero que petrolero, pero no descartamos que en las próximas décadas, con el avance de la tecnología y el descubrimiento de nuevos reservorios de shale-gas y shale-oil pueda ser parte del negocio.

Veamos qué podría suceder en estos años: actualmente el barril Brent está a USD 110. Brent es la unidad de medida con la que se están rigiendo la mayoría de contratos en los países dado que antes era el tradicional WTI (West Texas Intermediate), que era incluso más caro que el Brent porque Estados Unidos siempre era deficitario en producción. WTI cayó el pasado año y hoy se descuenta entre 10-15 USD respecto al Brent porque hay ya mucha producción doméstica almacenada en Estados Unidos. Mucha oferta y poca demanda por ausencia de transporte interno (oleoductos). Naturalmente ese precio retornará a niveles similares del Brent cuando haya mayor refinación y transporte interno en Estados Unidos.

El alto precio del petróleo está causando fuerte impacto en economías europeas principalmente. Grandes productores e inversionistas verán de no permitir mayores subidas de precio porque el barril Brent a 130/140 o 150 pareciera no le conviene a nadie, ni a bancos ni a inversionistas. Ganarían mucho más pero se derrumbarían las economías de los Estados, volviendo insostenible el precio del combustible. Europa es un caso paradigmático de economías en riesgo que deben ser “rescatadas”.

Con relación a la relación petróleo – política: temas políticos puntuales como sanciones a Irán, las crisis financieras en países del “primer mundo” y la denominada “primavera árabe” habrían logrado finalmente persuadir a la OPEP (el cártel económico-petrolero más importante del mundo) y a sus miembros de recortar (en algo) la producción de petróleo para mantener precios (Brent) que de alguna manera “acompañen” a las economías europeas que no marcharon muy bien 2012 y a las que les está costando trepar positivamente en 2013. Siendo así OPEP logró reducir 1 millón de barriles menos de producción para el mercado (de los aproximadamente 30 millones día de producción) por cuotas y límites acordados entre sus miembros.

Además han surgido problemas de operaciones en países productores Nigeria y Libia (ataques terroristas y reciente expulsión del régimen khadafista, entre otros). Arabia Saudita sigue siendo el key player para controlar precios en el mercado. Irak logró, luego de diez años de invasión norteamericana, crecer en producción a 3.3 millones por día.

El caso de Venezuela es preocupante. No llega a producir ni 2.2 millones por día. Analistas bien informados pueden certificar que el régimen de Chávez perjudicó a la industria petrolera por ausencia de nuevas inversiones. Antes producía 1 millón más de barriles de petróleo que hoy. El régimen chavista dilapidó dinero en programas sociales en vez de atender la industria: exploración, producción o mejora de refinación. Venezuela no está aprovechando el alto precio del barril, en todo caso está despilfarrando sus ingresos. Además está atrapada en créditos con China contra petróleo barato. No va a mejorar el negocio petrolero venezolano de seguir el régimen.

Estados Unidos es un caso de crecimiento positivo: la producción de crudo “ligero” incrementó y se combina con crudo “pesado” mexicano o venezolano, situación técnica que no es aprovechada por Venezuela. Sobre el despilfarro de petrodólares y de fondos venezolanos -y sobre el despilfarro de fondos del gas natural en Bolivia- hemos comentado ampliamente.

Estados Unidos sigue avanzando en shale gas y shale oil. Siguen buscando petróleo y gas, han incrementado casi 1.5 millones de barriles de petróleo solamente en los últimos meses, pudiéndose incrementar a 2.5 millones de crudo ligero hasta 2020 de crudo ligero (densidad 35-40º API, para refino de gasolina), dejando de importar crudo ligero de Nigeria o Venezuela, evitando gasto de dólares. También dejarán de importar crudo-medio de Arabia Saudita de manera que se abre otro tipo de escenarios de mercado.

América Latina (Venezuela, Colombia, inclusive Argentina, Ecuador y Bolivia de elevar cuotas de producción) de crudo pesado que complementa crudo ligero norteamericano para refinar tendrían nuevas oportunidades de negocios. Pero la visión debe cambiar y deben haber sólidas estructuras de inversión y políticas para llegar al centro refinador del eje Texas-Luisiana para que va a seguir demandando “crudo pesado”. Inclusive la lejana China e India tiene preferencia por el “crudo pesado” latinoamericano.

México: se viene una reforma de PEMEX y con participación privada en el sector energético, por la nueva visión del presidente Enrique Peña Nieto y por el manejo altamente gerencial y moderno que se imprimirá en PEMEX, dando paso a inversiones privadas en shale gas shale oil, petroquímica.

Argentina no está en su mejor momento en el tema energético. Hay nacionalizaciones y aún no han logrado independencia energética. Sigue los malos pasos de Bolivia en el tema hidrocarburos.

Brasil aún camina para consolidar “presal” necesita muchas inversiones y aún más tiempo quizá a partir de 2018. Inversiones complejas, esquemas complejos, por ello es que el “mundo petrolero” debe ser afrontado con criterio y con imaginación.

Así está esta parte del mundo en el negocio más importante, y en Bolivia se sigue en la bizantina discusión y politiquería interna.

El “asunto” del petróleo será siempre un tema de actualidad económica latinoamericana; gran parte de los ingresos de la región provienen de la venta de petróleo y gas y por los próximos 100 años será la gran fuente de recursos financieros del Continente.

Bolivia, encadenada financieramente a Venezuela

“Un país donde se anteponga la igualdad a la libertad terminará sin ninguna de las dos”

Milton Friedman

El (de) mérito del régimen boliviano, aliado incondicional del ya en declive chavismo, fue endeudar al país y encadenarlo financieramente a Venezuela.

Antes de entrar en materia conviene recordar que Bolivia es una potencia gasífera continental. De haber desarrollado oportuna y eficientemente sus reservas y de haber estructurado negocios a escala, estaría vendiendo energía a varios países del continente y habría evitado ser cooptada político, ideológica y financieramente por el régimen de Venezuela.

Varios analistas independientes coinciden, sin tener todas las cifras y los datos (porque tenerlas es un verdadero mérito en un régimen como el boliviano), que desde el 2006, año del inicio de la presidencia de Evo Morales, la deuda que Bolivia contrajo con Venezuela ha crecido ostensiblemente hasta llegar alrededor de los 500 millones de dólares.

Algunos ingenuos pensaron que eran regalos. Naturalmente, habrán recibido regalos de Venezuela, pero una gran parte del dinero es préstamo. Por ello es que las finanzas de Venezuela no cuadran. Esto se debe a que han despilfarrado una gran suma de sus petrodólares. Hoy debe ser casi imposible hacer una auditoría a los lugares y objetos a los que fueron destinados esos montos.

La prensa boliviana y venezolana reprodujo hasta el cansancio el alto nivel de discrecionalidad con el que el régimen boliviano manejó los fondos. Los fondos de los que no hay pistas de cómo han llegado a Bolivia.

Ante varios medios, el ex embajador del régimen boliviano dejó deslizar que Bolivia mantendría una deuda de “alrededor de 500 millones de dólares”. Eso es “lo poco” que se sabe. Dado el hermetismo de estas transacciones y la ausencia de transparencia, se puede entrever que esos montos pueden crecer en franco perjuicio para la economía boliviana.

Aquí, un tremendo contrasentido: Bolivia es una potencia gasífera y de haber estructurado una industria de escala, estaría produciendo el diésel que tanto le hace falta a su matriz de combustibles interna; lo curioso es que la mayor cantidad de deuda boliviana a Venezuela ¡es por importación de diésel!

Lamentablemente la industria del diésel no fue desarrollada en Bolivia y los dirigentes del régimen boliviano prefirieron echar mano de lo fácil: importar diésel caro desde Venezuela. Esta movida retrasó los planes bolivianos de estructuración industrial de gas natural.

El diesel es importado desde Venezuela en complejos esquemas de transporte. En el 2004, enviaban 50 mil barriles mensuales. Hoy en día, se ha llegado a la cifra de 350 mil barriles mensuales. El país que podría producir diésel barato y venderlo solamente se anima a comprarlo. ¡Qué gran negocio socialista! Parecieran estar influenciados por el dicho del economista francés Frederic Bastiat: “El Estado es esa gran falacia que permite a muchos vivir a costa de todos los demás”.

Por más “hermanos revolucionarios” que hayan sido entre los regímenes de Venezuela y Bolivia, business are bussines. Negocios son negocios. Así como Venezuela no tiene empacho en tener una retórica fulminante contra Estados Unidos, tampoco se hacen problemas en continuar vendiéndole petróleo a Bolivia.

El propio gobernador de Miranda, Henrique Capriles, indicó que se destinó bastante dinero a Bolivia en vez de atender a temas internos venezolanos: “Un nuevo estadio para el club San José de Oruro en Bolivia. ¿Acaso el Caracas Fútbol Club o Los Leones tienen un estadio?“, se preguntó, en el marco de su lucha por conocer cuáles son los montos reales de esa particular relación bilateral de dos regímenes que de números saben muy poco, pero de despilfarro parece que saben mucho.

Además de dólares, el régimen de Venezuela regaló vehículos y hasta ambulancias que posteriormente hicieron falta en la tragedia de Amuay (la refinería que explotó en agosto en Venezuela).

Gracias por los regalos. Pero no es la forma. Creemos que la irresponsabilidad de ambos regímenes fue muy lejos. Se aprovecharon de las finanzas que producen los recursos naturales, como el petróleo, no sólo para hacer política sino para despilfarrar.

La cuestión principal que debe ser objeto de análisis financiero profundo es cuánto dinero venezolano ingresó a Bolivia y que hizo el régimen boliviano con ese dinero.

La pregunta está lanzada.

¿Dónde está el piloto?

El título corresponde a una película norteamericana de los ochenta que, cabalmente, retrata el caos, desorden y total nihilismo que se apodera de los pasajeros de un avión al desaparecer la tripulación, imposibilitada -por razones de salud- de guiar la aeronave. La parodia-comedia sigue constituyendo un clásico del cine.

Comparando la película y lo que ocurre en Venezuela, seguramente a los ciudadanos de ese país les parece poco menos que raro que su país esté sin piloto. Tras las burdas maniobras de un sector del régimen, que se cree “favorecido” por la herencia política del chavismo, obviamente hay un “gobierno” en Venezuela. Pero más que un gobierno es una apariencia/pantomima de tal. Sin la legitimidad electoral ni la legalidad constitucional mínima.

Estando así las cosas la economía de esa potencia petrolera mundial se está derrumbando. Han decretado devaluaciones y para peor: el mundo del hampa y la violencia siguen haciendo estragos contra la debilitada sociedad venezolana que hace malabares diariamente para sortear los altos niveles de inseguridad.

A los bolivianos en particular y a los latinoamericanos en general nos interesa, y mucho, el destino de Venezuela no sólo porque tenemos la misma historia libertaria. Bolivia y Venezuela son las hijas predilectas del libertador Simón Bolívar que las separó del entonces poderoso reino de España para crear en este lado del continente dos nuevos espacios en donde las sociedades forjen nuevos futuros. Bolívar nunca hubiera imaginado que hoy sus hijas estén bajo regímenes. Con Venezuela no sólo compartimos historia. Sino también esperanza. Dos pueblos hermanos, valientes y nobles que hacen ya varios años -doce en Venezuela y casi siete en Bolivia- cayeron bajo el influjo maligno de lo que algunos trasnochados denominan “socialismo del siglo XXI”. Un experimento. Una suerte de nueva ideología que permite a una élite dirigencial tomar el Estado, usar/abusar del poder del Estado y sacrificar a la inmensa mayoría de la sociedad esclavizándola vía la economía: impidiendo el desarrollo de la libre iniciativa, permaneciendo salarios bajos y tutelajes irrisorios del Estado vía bonos; abusando de la democracia llamando a elecciones, consultas, referéndums por todo y por nada, para dar visos de transparencia y juego democrático a sus regímenes;  o por la vía de la libertad política: muchas libertades están en serio riesgo de ser coartadas. Ejemplos de presos y perseguidos políticos y de abusos a derechos humanos en ambas naciones se cuentan por miles.

Más allá de las consideraciones políticas resulta un verdadero atropello a la sociedad venezolana que sus actuales administradores –porque no merecen de llamarse Gobierno– hayan secuestrado la información relacionada su Jefe de Estado. Resulta una grosería política de mal gusto que raya en lo ilícito: esconder la información relacionada al Presidente y esconder al Presidente mismo debe ser sujeto de sanción penal, indiscutiblemente.

Para corroborar esa falta de información sobre el paradero y salud del jefe del régimen venezolano, por dos veces estuvo el jefe del régimen boliviano, principal aliado del presidente de Venezuela, a querer visitarlo. Primero se largó a La Habana –en donde dicen estuvo internado/recluido por dos meses– y no logró ver a su comandante. Luego se fue a Caracas con igual propósito. Si su principal aliado en el continente y seguidor incondicional no puede ver al presidente de Venezuela, entonces ¿qué queda para el resto de los ciudadanos?

La forma en que están mal-administrando a Venezuela los detentadores del poder del Estado, con despilfarro de sus petrodólares, sus poco acertadas políticas contra la pobreza y su profundo desprecio por la democracia, les va a generar no sólo sanción legal sino la repulsa del continente entero. No es posible que una de las principales potencias petrolera del mundo y la más grande del Hemisferio no tenga Presidente. ¿Dónde está el piloto de Venezuela?

Hasta sus principales aliados comerciales como China ya empiezan a ponerse quisquillosos con relación al vacío de poder que existe en Venezuela. Con mayor propiedad expertos constitucionalistas venezolanos han explicado las mil y un violaciones a la Constitución a las que han recurrido los actuales detentadores para no perder el poder de las manos. Seguramente el tiempo, ya breve, dará la razón a la democracia y retornará la libertad y democracia a Venezuela, y consecuentemente a Bolivia, que es un reflejo-miniatura de lo que allí ocurre.

A la acción, vienen las reacciones

Es una ley física que ante toda acción viene luego una reacción. Y esa ley se aplica perfectamente en la política, en los negocios y en la vida misma.

Caso concreto de la política de nacionalizaciones implementada desde 2006 en Bolivia que es una acción política que –física y económicamente- generaron una obvia reacción: hay causas judiciales surgidas ante tribunales internacionales.

Aunque no se conocen las cifras de arreglos con asesores y abogados por concepto de honorarios ni pagos que el Estado boliviano debe hacer por la defensa de sus intereses, hay como 12 causas internacionales que -en la vía de procesos de arbitraje o dinámicas alternativas directas de solución de controversias- seguramente van a generar un coste a las arcas del Estado boliviano. Por ello sería importante que algún senador o diputado, en el marco de sus atribuciones constitucionales, pregunten al Ejecutivo cuáles los montos de honorarios y quiénes están a cargo de la defensa de Bolivia en esos escenarios internacionales en donde los afectados han expuesto sus reclamaciones por saber sus derechos vulnerados.

El régimen continúa con sus nacionalizaciones importándole un comino lo que la opinión pública internacional pueda decir y hundiendo a los bolivianos en mucho más incertidumbre.

Las cifras indemnizatorias que se señalan en la prensa están al rededor de los 1000 millones de dólares y algo más, considerando daños, perjuicios y otros montos que seguramente se adicionarán a la principal reclamación que señalan aquellas compañías que se vieron afectadas por acciones del actual régimen izquierdista que a estas alturas perjudica claramente a las venideras generaciones de bolivianos y a la imagen del país en el mundo.

Obviamente para llegar a esos montos indemnizatorios se deben cumplir con previas evaluaciones técnicas y peritajes. Más allá de las consideraciones estrictamente técnico-jurídicas, que si los derechos están o no vulnerados, que si se han cumplido contratos, que si se han acudido a escenarios jurisdiccionales idóneo, se tiene que tener en mente que lamentablemente estas causas dicen mal de un país. Sólo Venezuela tiene tal cantidad de reclamaciones internacionales por montos millonarios. Igual que Bolivia. En estos procesos, al final, hay un claro deterioro de la imagen de Bolivia y de los bolivianos.

Recordemos que el actual régimen sometió a nacionalizaciones a capitales de una veintena de compañías privadas que tiene sus sedes principales fuera del país, y que tiene capitales e inversiones circulando en todo el mundo. Se podría inferir -de manera general- que esos capitales invertidos en Bolivia tuvieron la “mala experiencia” de haber sido objeto de “nacionalización” figura cercana a la confiscación y sus derechos vulnerados porque los contratos que han suscrito -al margen de la consideración si eran muy buenos o muy malos contratos- existe un elemento que no debe perderse de vista: la fe de un Estado se compromete al suscribir un contrato. Y para el actual régimen boliviano le resulta muy sencillo romper la fe del Estado boliviano y hacernos quedar como retrógrados que desconocemos los pactos y la convivencia del respeto a los papeles suscritos.

A esas compañías internacionales -hoy sometidas a nacionalización en Bolivia- seguramente no sólo les causó disgusto, pérdida, costos, sino además un costo de oportunidad por haber venido a Bolivia en vez de ir a otros estados con mayor seguridad jurídica. ¡Deben estar maldiciendo el día que arribaron a Bolivia! 

De esa veintena de compañías sometidas a nacionalizaciones el Estado boliviano ya habría pagado cerca de 615 millones de dólares. Eso muestra que las nacionalizaciones no son un buen negocio porque al final hay tres tipos de pérdida para Bolivia: primero por el pago per se de la indemnización; segundo por la pérdida de imagen del país; y tercero por la pérdida de oportunidad de atracción de otros  nuevos capitales a invertir.

Muchos analistas aseguran, además, que éstos procesos nacionalizatorios tampoco han generado utilidades adicionales al país. Habría que seguir indagando si estas nacionalizaciones redundaron en educación, salud y reducción de la pobreza del sufrido pueblo boliviano que no está gozando las bondades, por ejemplo, de los ingresos por la multimillonaria venta de gas natural. Somos la potencia latinoamericana más grande en gas natural y en el ámbito rural y en la periferia de las ciudades ¡se sigue cocinando a leña de madera!

La política de nacionalizaciones seguramente va a continuar en otros escenarios de la economía boliviana. Primero fue en hidrocarburos, luego en electricidad, minería y seguramente el agro, la industria y el comercio, que tiene fuertes capitales externos en inversiones seguramente podrían ser parte de ese esquema de nacionalizaciones. Hoy la administración de aeropuertos, mañana veremos qué sigue.

Las controversias judiciales internacionales producto de esas “nacionalizaciones” han dañado notoriamente la imagen de Bolivia en el exterior. Nos pinta ante los capitales externos como un Estado forajido, que no respeta las reglas, los pactos y los contratos. Esa imagen, que cuesta ganarla, será difícilmente recobrada –particularmente en el mundo del capital y de las inversiones- más aún si también el país, aparte de tener la “fama” de “nacionalizador”, tiene profundos cuestionamientos en derechos humanos, democracia e institucionalidad, pobreza y exclusión de minorías políticas.

Así anda Bolivia, la hija predilecta del Libertador Bolívar, transitando en esos desvencijados pasajes del autoritarismo que tanto desdeño Simón Bolívar.