Por: Boris Gómez Úzqueda
“Un país donde se anteponga la igualdad a la libertad terminará sin ninguna de las dos”
Milton Friedman
El (de) mérito del régimen boliviano, aliado incondicional del ya en declive chavismo, fue endeudar al país y encadenarlo financieramente a Venezuela.
Antes de entrar en materia conviene recordar que Bolivia es una potencia gasífera continental. De haber desarrollado oportuna y eficientemente sus reservas y de haber estructurado negocios a escala, estaría vendiendo energía a varios países del continente y habría evitado ser cooptada político, ideológica y financieramente por el régimen de Venezuela.
Varios analistas independientes coinciden, sin tener todas las cifras y los datos (porque tenerlas es un verdadero mérito en un régimen como el boliviano), que desde el 2006, año del inicio de la presidencia de Evo Morales, la deuda que Bolivia contrajo con Venezuela ha crecido ostensiblemente hasta llegar alrededor de los 500 millones de dólares.
Algunos ingenuos pensaron que eran regalos. Naturalmente, habrán recibido regalos de Venezuela, pero una gran parte del dinero es préstamo. Por ello es que las finanzas de Venezuela no cuadran. Esto se debe a que han despilfarrado una gran suma de sus petrodólares. Hoy debe ser casi imposible hacer una auditoría a los lugares y objetos a los que fueron destinados esos montos.
La prensa boliviana y venezolana reprodujo hasta el cansancio el alto nivel de discrecionalidad con el que el régimen boliviano manejó los fondos. Los fondos de los que no hay pistas de cómo han llegado a Bolivia.
Ante varios medios, el ex embajador del régimen boliviano dejó deslizar que Bolivia mantendría una deuda de “alrededor de 500 millones de dólares”. Eso es “lo poco” que se sabe. Dado el hermetismo de estas transacciones y la ausencia de transparencia, se puede entrever que esos montos pueden crecer en franco perjuicio para la economía boliviana.
Aquí, un tremendo contrasentido: Bolivia es una potencia gasífera y de haber estructurado una industria de escala, estaría produciendo el diésel que tanto le hace falta a su matriz de combustibles interna; lo curioso es que la mayor cantidad de deuda boliviana a Venezuela ¡es por importación de diésel!
Lamentablemente la industria del diésel no fue desarrollada en Bolivia y los dirigentes del régimen boliviano prefirieron echar mano de lo fácil: importar diésel caro desde Venezuela. Esta movida retrasó los planes bolivianos de estructuración industrial de gas natural.
El diesel es importado desde Venezuela en complejos esquemas de transporte. En el 2004, enviaban 50 mil barriles mensuales. Hoy en día, se ha llegado a la cifra de 350 mil barriles mensuales. El país que podría producir diésel barato y venderlo solamente se anima a comprarlo. ¡Qué gran negocio socialista! Parecieran estar influenciados por el dicho del economista francés Frederic Bastiat: “El Estado es esa gran falacia que permite a muchos vivir a costa de todos los demás”.
Por más “hermanos revolucionarios” que hayan sido entre los regímenes de Venezuela y Bolivia, business are bussines. Negocios son negocios. Así como Venezuela no tiene empacho en tener una retórica fulminante contra Estados Unidos, tampoco se hacen problemas en continuar vendiéndole petróleo a Bolivia.
El propio gobernador de Miranda, Henrique Capriles, indicó que se destinó bastante dinero a Bolivia en vez de atender a temas internos venezolanos: “Un nuevo estadio para el club San José de Oruro en Bolivia. ¿Acaso el Caracas Fútbol Club o Los Leones tienen un estadio?“, se preguntó, en el marco de su lucha por conocer cuáles son los montos reales de esa particular relación bilateral de dos regímenes que de números saben muy poco, pero de despilfarro parece que saben mucho.
Además de dólares, el régimen de Venezuela regaló vehículos y hasta ambulancias que posteriormente hicieron falta en la tragedia de Amuay (la refinería que explotó en agosto en Venezuela).
Gracias por los regalos. Pero no es la forma. Creemos que la irresponsabilidad de ambos regímenes fue muy lejos. Se aprovecharon de las finanzas que producen los recursos naturales, como el petróleo, no sólo para hacer política sino para despilfarrar.
La cuestión principal que debe ser objeto de análisis financiero profundo es cuánto dinero venezolano ingresó a Bolivia y que hizo el régimen boliviano con ese dinero.
La pregunta está lanzada.