Por: Boris Gómez Úzqueda
El título corresponde a una película norteamericana de los ochenta que, cabalmente, retrata el caos, desorden y total nihilismo que se apodera de los pasajeros de un avión al desaparecer la tripulación, imposibilitada -por razones de salud- de guiar la aeronave. La parodia-comedia sigue constituyendo un clásico del cine.
Comparando la película y lo que ocurre en Venezuela, seguramente a los ciudadanos de ese país les parece poco menos que raro que su país esté sin piloto. Tras las burdas maniobras de un sector del régimen, que se cree “favorecido” por la herencia política del chavismo, obviamente hay un “gobierno” en Venezuela. Pero más que un gobierno es una apariencia/pantomima de tal. Sin la legitimidad electoral ni la legalidad constitucional mínima.
Estando así las cosas la economía de esa potencia petrolera mundial se está derrumbando. Han decretado devaluaciones y para peor: el mundo del hampa y la violencia siguen haciendo estragos contra la debilitada sociedad venezolana que hace malabares diariamente para sortear los altos niveles de inseguridad.
A los bolivianos en particular y a los latinoamericanos en general nos interesa, y mucho, el destino de Venezuela no sólo porque tenemos la misma historia libertaria. Bolivia y Venezuela son las hijas predilectas del libertador Simón Bolívar que las separó del entonces poderoso reino de España para crear en este lado del continente dos nuevos espacios en donde las sociedades forjen nuevos futuros. Bolívar nunca hubiera imaginado que hoy sus hijas estén bajo regímenes. Con Venezuela no sólo compartimos historia. Sino también esperanza. Dos pueblos hermanos, valientes y nobles que hacen ya varios años -doce en Venezuela y casi siete en Bolivia- cayeron bajo el influjo maligno de lo que algunos trasnochados denominan “socialismo del siglo XXI”. Un experimento. Una suerte de nueva ideología que permite a una élite dirigencial tomar el Estado, usar/abusar del poder del Estado y sacrificar a la inmensa mayoría de la sociedad esclavizándola vía la economía: impidiendo el desarrollo de la libre iniciativa, permaneciendo salarios bajos y tutelajes irrisorios del Estado vía bonos; abusando de la democracia llamando a elecciones, consultas, referéndums por todo y por nada, para dar visos de transparencia y juego democrático a sus regímenes; o por la vía de la libertad política: muchas libertades están en serio riesgo de ser coartadas. Ejemplos de presos y perseguidos políticos y de abusos a derechos humanos en ambas naciones se cuentan por miles.
Más allá de las consideraciones políticas resulta un verdadero atropello a la sociedad venezolana que sus actuales administradores –porque no merecen de llamarse Gobierno– hayan secuestrado la información relacionada su Jefe de Estado. Resulta una grosería política de mal gusto que raya en lo ilícito: esconder la información relacionada al Presidente y esconder al Presidente mismo debe ser sujeto de sanción penal, indiscutiblemente.
Para corroborar esa falta de información sobre el paradero y salud del jefe del régimen venezolano, por dos veces estuvo el jefe del régimen boliviano, principal aliado del presidente de Venezuela, a querer visitarlo. Primero se largó a La Habana –en donde dicen estuvo internado/recluido por dos meses– y no logró ver a su comandante. Luego se fue a Caracas con igual propósito. Si su principal aliado en el continente y seguidor incondicional no puede ver al presidente de Venezuela, entonces ¿qué queda para el resto de los ciudadanos?
La forma en que están mal-administrando a Venezuela los detentadores del poder del Estado, con despilfarro de sus petrodólares, sus poco acertadas políticas contra la pobreza y su profundo desprecio por la democracia, les va a generar no sólo sanción legal sino la repulsa del continente entero. No es posible que una de las principales potencias petrolera del mundo y la más grande del Hemisferio no tenga Presidente. ¿Dónde está el piloto de Venezuela?
Hasta sus principales aliados comerciales como China ya empiezan a ponerse quisquillosos con relación al vacío de poder que existe en Venezuela. Con mayor propiedad expertos constitucionalistas venezolanos han explicado las mil y un violaciones a la Constitución a las que han recurrido los actuales detentadores para no perder el poder de las manos. Seguramente el tiempo, ya breve, dará la razón a la democracia y retornará la libertad y democracia a Venezuela, y consecuentemente a Bolivia, que es un reflejo-miniatura de lo que allí ocurre.