La pelea de fondo

Llega la última semana de campaña electoral. Lo que se juega no es sólo un nuevo presidente, sino quien será en encargado de cerrar una etapa y de abrir otra.

Luego de un fatigoso año electoral, con una catarata de elecciones provinciales, las imperfectas PASO y unas elecciones generales con resultados inesperados, llega un inédito ballotage entre dos candidatos que logran conmover a la platea. Pero uno de ellos dispondrá el día 10 de diciembre de los atributos formales de la presidencia: bastón, banda y la firma ante el Escribano de Gobierno. Inmediatamente pasaremos a discutir si el elegido tendrá los atributos reales, el poder para construir un proyecto político e inmediatamente analizar las características de ese nuevo proyecto.

En un rincón del ring se encuentra Daniel Scioli, incómodo y contradictorio portador del legado kirchnerista. La propia lógica política de Néstor y Cristina Fernández los inhibió de acreditar un heredero que pudiera desarrollar una visión propia y que pudiera acumular poder y capacidad de tomar el testigo para llevar el “proyecto” a otro espacio histórico-temporal. Eligieron en cambio un candidato que evaluaron como suficientemente débil para simplemente gestionar con éxito una transición hacia dos nuevos mandatos de Cristina. Pero no contaron con un dato central: la sociedad percibió con total claridad el movimiento.

En el otro rincón se halla Mauricio Macri, la gran esperanza para derrotar setenta años de peronismo en las urnas, y con legitimidad. El potencial triunfo de Macri significaría una revolución para la estructura política del país. En Argentina sólo dos partidos, el radicalismo y el peronismo gobernaron desde que existe sufragio secreto y universal.

El macrismo es un movimiento político sincrético. Lleva en sus entrañas el elemento central del peronismo: el líder indiscutido. Mauricio Macri es primus inter pares, pero incorpora un elemento que pone un nuevo eje al eterno debate liberalismo-estatismo: la posibilidad de implementar modelos organizativos propios de la empresa privada en la elaboración de la política pública incorporando el concepto de gestión. La gestión, como idea clásica de la administración, es tremendamente atractiva, pero no considera la matriz inherentemente conflictiva del tipo de modelo capitalista implantado en Argentina.

La gestión -o- mejor aun- la falta de la misma- es (¿fue?) el talón de Aquiles del kirchnerismo. Esto se tradujo en la generación de cientos de políticas descoordinadas, sin planificación, ni metas, sin tiempos, con la improvisación propia de quien sólo prioriza el dominio de la iniciativa política. La incapacidad de traducir momentos brillantes para la historia económica reciente en mejor calidad de vida, se transformó en el deseo para millones de argentinos de dar vuelta la página. Apagones, inundaciones, cruentos accidentes ferroviarios, infinitos hechos de inseguridad, dan sobrada muestra de lo dicho. Todos estos infortunios no se logran compensar con los efectivos logros en materia social y la ampliación de derechos que generó el kirchnerismo, aun muchas veces con la propia indiferencia de la sociedad.

Desde dentro del kirchnerismo no hay un diagnóstico claro de porqué la sociedad le ha dado la espalda en las elecciones generales del 25 de octubre con la derrota en la provincia de Buenos Aires, y se pasa de la descabellada teoría de los rezos contra Aníbal Fernández, candidato a gobernador por la Provincia, al desagradecimiento de los pobres que ahora serían clase media y al inevitable y temprano pase de facturas al interior del Frente para la Victoria.

La ausencia de diagnóstico se vio reflejada en lo zigzagueante de la campaña, y la dificultad de elaborar una visión propia por parte de Daniel Scioli, atrapado entre una sociedad que pide a gritos cambios (no sabemos cuáles o de qué profundidad) y una fuerza política que no lo “ungió” para romper con el pasado.

Dicen que desde los laberintos se sale desde arriba, y de las encerronas electorales se sale con campaña negativa. De hecho en los últimas semanas antes del ballotage los principales argumentos desde el kirchnero-sciolismo se enfocaron a cuestionar las posibles políticas que llevaría adelante un hipotético gobierno de Mauricio Macri. Es extraño, porque el axioma fundamental del inteligente consultor Durán Barba era no hablar sobre nada concreto.

Sin embargo, dentro del macrismo conviven diferentes líneas de pensamiento, algunos decididamente liberales que opinan que lo más adecuado son las políticas de shock, inmediata liberación del mercado cambiario, contención de los “desbordes salariales”, apertura del mercado de capitales, etc. No obstante, el macrismo más pragmático sabe que estas políticas pueden ser penosas y podrían llevar a una recesión profunda siguiendo el esquema español.

Ante la estampida de críticas a su “futuro gobierno”, Macri, inteligentemente, encerró a todos sus economistas en un galpón y se guardó la llave. Sin embargo, él mismo dio una pista fundamental, que como esas declaraciones ante la policía podrán ser usadas en su contra: la apertura del cepo cambiario el día mismo de asumir.

La propuesta de apertura del cepo en sí mismo supone una brusca devaluación del dólar. Y a pesar de la diatribas de la Presidenta sobre la dolarización mental de los argentinos, la campaña de los últimos días suspendió todas las cuestiones sustantivas y propositivas para concentrase sólo en una: cuánto valdría un dólar con cada presidente.

Frente a la intensificación de la campaña negativa por parte del oficialismo, Macri adoptó la estrategia del aikido, es decir utilizar la fuerza del oponente en su contra para derribarlo utilizando la menor cantidad de fuerza propia. Tuvo innumerables muestras de auxilio para esta táctica. las declaraciones de Hebe Bonafini, José Pablo Feimann, Aníbal Fernández, las actitudes de los intendentes derrotados en la provincia de Buenos Aires como el caso de Merlo, entre muchas otras, no hicieron más que dificultar la ya espinosa campaña de Daniel Scioli.

El debate es una de las últimas oportunidades para los candidatos para fortalecer sus posiciones. Scioli buscará atacar raudamente para mostrar la prevalencia de los halcones económicos del entorno del líder de Cambiemos. Macri buscará, con amabilidad, rechazar esos supuestos, para demostrar que detrás de la fe y esperanza de Scioli, viene lo más arcaico del kirchnerismo y los que habría sido rechazados por la sociedad en las últimas elecciones.

Suena el gong, y salen los boxeadores al ring.

De regreso a agosto

Luego de tres meses intensos para los candidatos, las últimas encuestas marcaron que la intención de voto para las elecciones presidenciales finalizó muy cerca de los guarismos de las PASO del 9 de agosto.

En este sentido, todos los esfuerzos de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa para aumentar su base electoral habrían resultado inocuos. Congelados los resultados, quedaría sellado que habrá una nueva ronda electoral: el ballotage. Pero vale la pena analizar brevemente si esto podría cambiar.

Resulta lógico y razonable que en sólo tres meses de diferencia no existan grandes cambios en las preferencias de los votantes. La oferta electoral en esta elección general es prácticamente la misma que en las primarias, con dos excepciones: el millón cuatrocientos mil ciudadanos que votó por Juan Manuel de la Sota, al que ya no encontrarán en el cuarto oscuro y los cuatrocientos mil electores que optaron por boletas minoritarias, que tampoco estarán en esta ronda por no haber superado el mínimo solicitado.

En el primer caso, las hipótesis sobre un corrimiento de los votos de gobernador de Córdoba habrían sido falseadas por las encuestas, que suponen que se mantendrán dentro del frente que encabeza Massa. En el segundo, sobre los votantes de alternativas minoritarias, es de suponer que se dispersen entre las otras opciones, sin concentrarse en ninguno en particular. Habrá que esperar hasta la noche del domingo para observar si esto es así. Continuar leyendo

El debate: relevante y necesario

Pasó el primer debate de la historia argentina y, en verdad, fue un evento mucho más relevante que el conjunto de pequeñas miserias que adornaron la campaña electoral.

De hecho, la solemnidad con la que fue estructurado el escenario de intercambio resultó un programa de otra campaña y probablemente de otro país. El acartonamiento, fruto de los múltiples condicionamientos que impusieron los equipos de los seis candidatos (el de Daniel Scioli incluido), le quitó vitalidad e invitó a la somnolencia en algunos de sus tramos. Más de uno debe haber hecho justicia por mano propia con el control remoto.

Sin embargo, es elemental que un país con una democracia consolidada (aunque con sobresaltos) conozca qué piensan los candidatos a la Presidencia de la nación.

Con el diario del lunes inevitable, se vio que la ausencia de Scioli estuvo ampliamente injustificada. Por un lado, dentro de esa estructura, los ataques personales se minimizaron (y con ello la plausible posibilidad de los cinco contra él). Además, dentro del esquema discursivo que todos le conocemos, hubiera hecho un digno papel. Continuar leyendo

Confirmaciones y sorpresas

El politólogo francés Daniel Gaxie ha dicho que toda elección son en realidad dos elecciones: la primera es el acto real de la votación, y la segunda es la interpretación de sus resultados. En el caso argentino de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 9 de agosto, las interpretaciones sobre los resultados son tan variadas como las modalidades de organizar y leer los datos.

Dos cuestiones contribuyen a la confusión. La primera es coyuntural: la demora en el escrutinio de los datos y la arbitraria organización de carga y publicación de los mismos en las primeras horas del día lunes favorecieron la generación de falacias ecológicas: tomar la parte por el todo. La segunda cuestión es estructural. El propio esquema organizativo de las PASO no contribuye a entender su mecanismo central de funcionamiento, esto es si son personas compitiendo en distintas categorías; desde la presidencial hasta para concejal del último pueblo del país; o si son partidos y frentes presentando candidatos, y estos son los que compiten entre sí.

Desde ya se debe aclarar que toda afirmación sobre si ganó tal o cual candidato es virtual, o en el mejor de los casos transitorio, simplemente se ha resuelto que ese ganador por frente o partido concurrirá en las elecciones generales del 25 de octubre, mientras que los perdedores quedan eliminados, así como los frentes que no hayan logrado reunir el piso del 1,5%.

El sistema es imperfecto. Daniel Scioli fue como único candidato por el Frente para la Victoria. Con más de 82 por ciento de las mesas escrutadas, el 37.7% obtenido a nivel nacional por Scioli está levemente por debajo de lo esperado, pero se da por hecho que esos votos son propios de su espacio político, y lo seguirán en las generales. Por su parte, Cambiemos presentó tres candidatos con diferentes posibilidades. Macri, obtuvo el 24,9%, en forma individual quedó a más de 12 puntos de Scioli, pero fue socorrido por Sanz y Carrió para alcanzar en conjunto casi el 31%, lo cual lo deja a 6.3 puntos del Gobernador.

Pero los votantes no son robots, nadie asegura que algunos de los votantes de Sanz viajen automáticamente a Macri y no para Stolbizer que sacó apenas 3,5% pero de cosecha propia. Esto es más notorio en UNA, el frente entre Massa y de la Sota. Globalmente obtuvo en muy destacable 20,6% que lo vuelve a colocar en la carrera competitiva. Sin embargo, con de la Sota fuera de carrera, nadie asegura que parte del 7,2% de los votantes del cordobés vayan automáticamente al tigrense.

Una pequeña sorpresa se daría en el Frente de Izquierda de los Trabajadores, donde el debutante Del Caño (PTS) le estaba ganando por escaso margen al incombustible Jorge Altamira (PO), propiciando una renovación en este espacio.

Aquí hay una problemática no menor. Las PASO fueron pensadas idealmente para que los partidos dinamicen su democracia interna, sin embargo, la primera línea de la clase política argentina optó, de acuerdo a sus consideraciones y posibilidades, construir unidades transitorias entre dirigentes con estructuras partidarias de muy diversa envergadura. Estos frentes políticos tienen una finalidad electoral y no constituyen nuevas identidades políticas. En el caso del oficialista Frente para la Victoria, el camino fue el inverso, la propia Presidenta invitó a la no participación de los múltiples candidatos a presidente disponibles, en especial a Florencio Randazzo.

A revés de presidenciales, en la carrera a Gobernador en la provincia de la provincia de Buenos Aires, el FPV forjó una interna competitiva por lo que dividió sus votos entre Aníbal Fernández (21,1%) y Julián Domínguez (18,4). Esto elevó a Vidal, la candidata de Cambiemos a ganadora en términos individuales 30,7%, superando a su propio jefe político a modo individual. Pero enunciar que Vidal le ganó al actual Jefe de Gabinete es real pero a la vez engañoso, porque es esperable que la gran mayoría los votantes de Domínguez sigan al ahora sí candidato Fernández podría superar los 40 puntos.

Por lo visto, las reales sorpresas hay que rastrearlas a nivel municipal con las derrotas de Raúl Alfredo Othacehé en Merlo, Darío Giustozzi en Almirante Brown y Mariano West en Moreno. Ellos sí estarían hasta el momento perdiendo las internas dentro del FPV contra Gustavo Menéndez; Mariano Casacallares y Walter Festa, respectivamente. En este caso, los notorios barones del Conurbano quedarían fuera para las elecciones generales del 25 de octubre.

Como síntesis, el análisis de los resultados de las PASO muestra más un juego de estrategias y especulaciones, que de dato cerrado. Se trata de ver para la siguiente ronda, si los candidatos de cada espacio puede mejorar sus performances, pero observando cuáles son las fuentes de los nuevos votos.

La principal mirada estará puesta en si Daniel Scioli puede evitar el ballotlage. Si el Macri de Cambiemos logra mantienerse por encima del 30%, el actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, tendrá que ir por el 45% de los votos, lo que hace a primera vista inevitable la pelea en la última vuelta entre Scioli y Macri. Y allí sí a todo o nada.

¿Cómo llegar con vida a las PASO?

El camino a las PASO ha mostrado ser uno muy intrincado y con muchos baches. En sí y para sí, como le hubiera gustado decir a Hegel.

En los seis meses que pasaron entre diciembre de 2014 y agosto de 2015 los tres principales candidatos, Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli, han tenido su oportunidad de liderar la carrera presidencial. Cada uno utilizó de diferente forma ese capital político transitorio.

Sin embargo, a su tiempo, ni Massa ni Macri pudieron o quisieron aprovechar la ventana de oportunidad que les abría para establecer un liderazgo para subsumir tras de sí al resto del arco político no kirchnerista, mientras que Scioli, contra muchos pronósticos, es finalmente el sucesor de doce años de Gobierno K.

Massa lideró las encuestas todo el año 2014. Esa ventaja importante la utilizó para construir un espacio, cuya estrategia principal se basó en cooptar intendentes del conurbano bonaerense, sin entender las características políticas y personales de esos actores ni las consecuencias de esa alianza débil, mal vista por los sectores medios que lo habían acompañado en las elecciones de 2013.

Así fue que Massa armó una ronda con cinco, seis (o más) candidatos a gobernadores a la provincia de Buenos Aires y mientras, con aires patriarcales, planteaba que “todos compitieran en las PASO”. Allí mismo, al verse no ser el elegido, muchos comenzaron a hacer las valijas para retornar al kirchnerismo, y Massa se quedó finalmente con Felipe Solá, a ciencia cierta un “tapado”, que en otro contexto podría haber sido un protagonista de primer nivel. Continuar leyendo

Campana de largada para Macri

El súper 5 de julio electoral finalizó dentro de lo esperado. Sin embargo, las elecciones en Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, La Pampa y Corrientes marcaron triunfos de diversa intensidad y trascendencia.

En particular, el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta no por poco sorpresivo tiene menor significación. Es para el PRO la primera elección a jefe de Gobierno sin Mauricio Macri encabezando la boleta, tal como lo hiciera en el 2003, 2007, y 2011.

Macri logra finalmente instalar a su candidato preferido a pesar de las conocidas dificultades de Rodríguez Larreta para escalar en el conocimiento de la ciudadanía y la inesperada y enconada oposición interna de Gabriela Michetti.

No obstante, el 45,6% obtenido por la fórmula Rodríguez Larreta-Santilli en la elección del domingo queda a 2,2% de lo obtenido en las PASO de abril. Ese pequeño porcentaje, que probablemente votó a Michetti en las primaria se desplazó hacia Martín Lousteau que pasó del 22,5 al 25,6 por ciento, para sostener el segundo puesto de la contienda. Sin embargo, el ex Ministro de Economía no fue la aspiradora de votos que prometía. El hecho de no alcanzar el 30% de los votos lo saca del radar de un posible triunfo, por más que insista en continuar con el ballotagge.

El tercer lugar fue para Mariano Recalde con el 21,7%. Realizó una correcta elección en un territorio tradicionalmente adverso, sobre todo porque supera el 20% crítico, y mejora la elección de la primaria, arrastrando los votos de los demás compañeros de ruta de la primaria (no era seguro, por ejemplo, que todos los votantes de Ibarra lo siguieran) y superándose en casi 2 puntos.

Por su parte, Luis Zamora sin estructura y prácticamente sin campaña, logra arrebatarle el cuarto lugar a la candidata del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Myriam Bregman, con un escueto, pero valioso 4%, que por supuesto queda lejos del 12,29% que supo obtener en la elección de 2003, cuando fue tercero.

Observando el detalle del mapa de la Ciudad de Buenos Aires, el PRO gana en todas las comunas. No obstante, sobresale la elección de Rodríguez Larreta en la comunas del norte de la ciudad.

En efecto, en la 1 (Retiro, Puerto Madero, San Nicolás, Monserrat, Constitución y San Telmo) Larreta superó el deseado cincuenta por ciento, donde salió Recalde segundo con el veinte por ciento. En la 2 (Recoleta) el PRO se acerca al 59%, y Recalde retrocede a casi el 10%. En la 14 (Palermo) Larreta araña el 53%, y Lousteau se lleva el 26%. Finalmente en la 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) el partido amarillo saca el 53,6%, ECO sale un poco por arriba de su promedio con el 26,2%, mientras que Recalde retrocede al 14.5% de los votos.

Las mejores comunas para Martín Lousteau fueron las del corredor central de la ciudad. En la comuna 6 (Caballito) alcanza el 29,4%, luego en la comuna 11 (Villa Devoto, Villa del Parque, Villa Gral. Mitre y Villa Santa Rica), el candidato de ECO llega al 28,8%.

Por otra parte, Recalde logra el segundo puesto en las comunas del sur de la ciudad. En la 8, (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Richuelo) hace su mejor elección alcanzando el 31,1% de los votos. En la 4 (Nueva Pompeya, Parque Patricios, La Boca y Barracas) alcanza el 28,2% y la apuntada comuna 1.

La insistencia de Martín Lousteau para continuar la elección en el ballottage tiene total legitimidad política y legal ya que la Constitución de la Ciudad requiere la mayoría absoluta de los votos (art. 96). Sin embargo, queda por ver la reacción de la ciudadanía por tener que votar nuevamente en una elección casi imposible de remontar.

Más allá de los riesgos que toda elección lleva, no sería tan mal negocio para el macrismo protagonizar una nueva elección en la ciudad de Buenos Aires, con dificultades para mostrar triunfos en diversos lugares del país. La capital de la nación sigue siendo una vidriera única para mostrar el mensaje nacional de Mauricio Macri. El ballottage, de no mediar el arrepentimiento de Martín Lousteau, se llevará adelante el 19 de julio, a veinte días de las primarias nacionales.

La probable segunda vuelta provocará situaciones hilarantes e inesperadas, en la actual circunstancia. Casi 370.000 votantes del Frente para la Victoria deberán elegir entre el sucesor de Mauricio Macri y el ex ministro de Cristina Fernández de Kirchner y mentor de la ya histórica resolución 125. En forma simétrica, quedarán casi 120.000 votantes de la izquierda frente al mismo dilema. Muchos votantes probablemente engrosen la lista de los votos blancos, que en definitiva cuentan para quien encabece la contienda.

Sorpresas y decepciones

A las 00.01 horas del día, domingo 21 de junio de 2015, coincidiendo con el Día del Padre, quedaron definidas las listas de precandidatos para las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se realizarán el 9 de agosto.

Con el trascurrir de los días se irá pasando el “peine fino” para el análisis de las boletas presentadas por los distintos frentes para las diversas categorías. Allí se podrá observar el peso relativo de los distintos espacios políticos, así como las potencialidades de los candidatos y la futura posible conformación del Congreso Nacional.

Sin embargo, se pueden presentar algunas conclusiones del complejo proceso de selección de candidatos:

1) El kirchnerismo sigue manteniendo la centralidad del escenario político.

La gran novedad la aportó la incorporación de Carlos Zannini en la fórmula presidencial del Frente de la Victoria, y la salida de Florencia Randazzo como contrapeso de Daniel Scioli.

Los riesgos de dividir las candidaturas singulares frente a Mauricio Macri impulsó a unificar la fórmula presidencial, aún a riesgo de retirar a un Randazzo que no sólo había ascendido en su intención de voto en la primaria del FPV, sino quien era sentido como próximo para una parte de la militancia kirchnerista.

Queda claro, que a pesar de los 10.000 anuncios del fin de ciclo kirchnerista, el oficialismo nacional sigue mostrando vocación de poder, audacia, disposición a asumir riesgos políticos y capacidad para provocar (de paso) al antikirchnerismo.

2) La oposición política sigue siendo una constelación de pequeños planetas girando en torno a las decisiones de Cristina Fernández de Kirchner.

En efecto, quienes intentan asumir la conducción política del país desplazando al kirchnerismo del poder, mostraron, en términos generales, confusión, comedias de enredos, decisiones de último momento, candidatos que se conocieron para la foto, en definitiva una falta general de liderazgo y voluntad de confrontar con autoridad a la Presidenta.

Sin interés de establecer un gran “acuerdo nacional”, entre Macri y Massa, el primero se inclinó por Gabriela Michetti como candidata  a vicepresidente a último momento, luego de una serie de discusiones conocidas a través de versiones, y las insólitas presiones del ya famoso “círculo rojo”. Massa, luego de jugar al misterio y a la sorpresa con el fin de superar las deserciones de parte de su espacio, pero finalmente se inclinó, para completar su boleta, por un dirigente salteño desconocido para el gran público.

Las idas y venidas de muchos políticos (especialmente de los intendentes del Conurbano bonaerense) entre el massismo, el macrismo y el kirchnerismo, más allá de hilaridad que causa, requiere un llamado a la reflexión sobre la vulnerabilidad de las identidades políticas de nuestros días.

3) Por lo dicho, la discusión actual se traslada velozmente a la futura duplicidad entre quien tiene alta probabilidad de  asumir la primera magistratura el 10 de diciembre y entre quién lidera el espacio político kirchnerista.

La discusiones en la semana sobre la posible conformación del gabinete de Scioli confirman esto. Cómo alinear dos formas superpuestas de poder será un rompedero de cabezas a partir del 10 de diciembre, y pondrá en juego la innegable muñeca de Daniel Scioli, y su vocación de tiempista político.

4) Que la Presidenta no ocupe ningún cargo electivo, como se había especulado en los últimos tiempos, muestra dos elementos: su convicción de poder conducir el próximo proceso político, y su deseo de evitar polarizar la elección en torno a su figura.

El primer elemento se observa en la conformación de las listas a diputados del FPV. Allí si bien conviven distintos espacios del kirchnerismo y el sciolismo, las boletas más emblemáticas son lideradas por nuevas figuras surgidas del riñón k.  De esta forma, Eduardo “Wado” de Pedro, encabezando la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof  en la ciudad de Buenos Aires y por supuesto Máximo Kirchner por Santa Cruz, entre otros, cristalizan esta nueva realidad.

Luego, una presencia rutilante de la presidenta encabezando la lista del Parlasur hubiera impulsado la polarización total de la elección en torno a su figura. Tal como queda planteado el escenario ahora, los matices superan el espíritu plebiscitario de  su potencial candidatura.

5) Como queda planteado el escenario político, las PASO pierden peso específico. Dos elecciones prácticamente calcadas no ayuda a cumplir el objetivo de acercar la política a la sociedad, finalidad esencial de las primarias.

Sin mediar cambios a posteriori de la presentación de las listas, una de las internas más inesperada se dará en la provincia de Buenos Aires donde  Aníbal Fernández y Martín Sabbatella se enfrentarán en las PASO del FPV a Julián Domínguez y Fernando Espinoza. Sin dudas será una batalla demás interesante.

En definitiva esta etapa del proceso político finaliza con menos lustre que el esperado, donde la sociedad fue más espectador que actor. Ahora comienza la real campaña para conquistar la voluntad de los argentinos.

Sorpresas y confirmaciones

Finalizaron las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias tan esperadas en la Ciudad de Buenos Aires. Las PASO, pensadas para que los partidos políticos pudieran elegir sus candidatos buscando rehabilitar a éstas estructuras desactualizadas, son un acontecimiento que aún provoca extrañeza y que introduce discusiones según como se lean sus resultados: por partido o por candidato.

Las elecciones de la Ciudad finalizaron con el esperado triunfo del PRO, con una importante distancia sobre sus seguidores. Sin embargo, la diferencia de Rodríguez Larreta sobre Michetti fue mayor que la esperada. Ciertamente, se observó una fuerte caída de la senadora nacional en el último mes. El apoyo de Mauricio Macri a su jefe de Gabinete fue un elemento determinante en los resultados, pero no el único factor. La candidata, que buscó diferenciarse fortaleciendo una imagen más política, no leyó a la propia construcción del PRO, un partido de gestión. Paradójicamente, en su discurso de aceptación de la derrota electoral Michetti retomó su rostro más carismático y el discurso directo que había logrado cautivar a parte de la ciudadanía porteña desde el 2003.

Más llamativo fue, en cambio, el avance de Lousteau, que queda a poca más de un punto de Michetti.  A una velocidad sorprendente, el ex ministro de Economía no sólo logró construir su frente y su candidatura, sino que desafió al PRO en su propio terreno: la eficacia en la gestión.

En cambio, los resultados del Frente para la Victoria, y de Mariano Recalde en particular no sorprendieron, el voto consolidado del kirchnerismo no dudó frente a las especulaciones de que sus votantes pudieran elegir votar por fuera, para que perdiera el candidato predilecto de Macri.

Quedó muy poco para repartir por fuera de los tres principales frentes políticos. Dos agrupaciones de izquierda, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores con Miriam Bregman y el Autodeterminación y Libertad de Luis Zamora logran apenas superar el dos por ciento y podrán concurrir a la general en busca de algunos legisladores.

En cambio, Guillermo Nielsen, por el Frente Renovador, y que concurriera a la elección con un duro discurso de confrontación con el macrismo, no alcanza el piso mínimo requerido por ley, mientras que Claudio Lozano con la Alianza Camino Popular, queda peleando voto a voto para acceder a la próxima etapa.

En el futuro inmediato, habrá poco descanso para los porteños. El 5 de julio será la elección general y los debates se orientarán hacia saber si habrá una nueva cita en las urnas en ballotage dos semanas después. Habrá que atender a la discusión si el electorado seguirá a los mismos candidatos o entidades políticas, y tangencialmente a las nuevas disyuntivas de los votantes de los partidos que no alcanzaron el piso de 1,5 para pasar a la siguiente etapa.

Entre el candidato de ECO y del FPV; en sus candidatos ahora oficiales, Lousteau y Recalde, se abrirá la verdadera competencia en la elección general para ver cuál de los dos podría acceder al ballotage, mientras el PRO buscará lograr los votos que le faltan para superar el 50% y que proyecten a Rodríguez Larreta a la jefatura de gobierno, intentando que no se les vaya los votantes obtenidos en las primarias.

Sin embargo, no será posible realizar una redistribución lineal de los votos de la PASO. La elección de la ciudad inevitablemente se nacionalizará tanto por el peso simbólico de la capital de la Nación, como por el interés del ex Presidente de Boca Juniors en su proyección nacional.

El porcentaje de votos obtenidos entre las dos principales precandidaturas del PRO (y haber apostado fuerte al candidato ganador), le servirá a Macri para mostrar que es posible fundamentar su ambición presidencial, y ahora va por los potenciales votos de Sergio Massa. Sin embargo, permanece la incógnita de si María Eugenia Vidal podría seguir la trayectoria ascendente de Larreta ya en la enorme provincia de Buenos Aires. Por su parte, para Mauricio Macri, la Ciudad de Buenos Aires es un portaviones político y difícilmente prescindirá de Michetti como evangelizadora de la gestión local en toda la geografía del país.

Finalmente, se debe que considerar que la importante diferencia de casi diez puntos entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti producirá un efecto de aprendizaje en las dirigencias políticas. El modelo tradicional de las candidaturas “dirigidas” desde el liderazgo político ya ha superado las fronteras del peronismo. Se va a volver difícil (o más difícil) establecer disidencias de candidaturas alternativas al oficialismo. El ascenso de Larreta, un político de difícil “posicionamiento” para los gurúes del marketing político, desde una tercera posición hasta ser el cómodo ganador de la jornada implicará análisis tanto académicos como políticos, que trascenderán la elección local.

El reto de la izquierda en Argentina

Izquierda dura, izquierda radical, izquierda anticapitalista. Son muchas las formas con las que es posible denominar a éstas corrientes políticas que tienen una larga tradición en Argentina y el mundo, pero que resultan casi una novedad en nuestro país, debido a que han ido mejorando sus performances electorales en lugares impensados como Salta o Mendoza, e incluso la provincia de Buenos Aires, y con perspectivas de crecimiento.

Tradicionalmente, se han mantenido en los márgenes de los escrutinios electorales, debido a su permanente fragmentación y a su distancia de las masas populares. Su factura asambleísta y generadora de consignas, originariamente destinadas a movilizar al proletariado, sólo venía encontrando eco en pequeños círculos intelectuales y estudiantiles. Con su tradicional internacionalismo también se constituyó en productor de adhesiones a desconocidas gestas en lejanos lugares. Continuar leyendo