Las consecuencias tienen más prensa que las causas

En esta semana se ha observado con singular nitidez cómo el hematoma subdural crónico que afectó a la presidente Cristina Kirchner y su posterior internación e intervención superaron con creces en todos los medios al análisis de las causas que provocaron ese cuadro.

En la economía hace tiempo que se advierte ese fenómeno, al punto de que tanto en los análisis, como más aún en las recomendaciones de política que hacen los principales consultores de empresas y referentes en materia económica, se pone más la lupa en el día a día del dato de reservas en divisas en el Banco Central que en la evolución del gasto público. Es decir, el análisis se centra más en los síntomas que en las causas de la hemorragia que afecta al paciente, la Argentina.

Dicho de otro modo, comienzan abundar las recomendaciones de política para detener la demanda de dólares que se origina en un boom inducido del turismo al exterior a un cambio 20% más caro que el oficial pero 30% más barato que el cambio libre o blue.

Está claro que la mayoría de las actividades productivas, comerciales y de servicios reclaman un cambio de política, o al menos ajuste, en particular la que se agregó a fines de 2011, como el cepo cambiario, las trabas a las importaciones, la profundización de los subsidios, pese a que esa medida favorece a muchas personas con altos ingresos, y el aumento de la presión tributaria. Pero revertir todo eso caerá en saco roto si no se actúa sobre las causas que dieron origen a esa vuelta de rosca adicional de la heterodoxia económica.

Finanzas públicas al rojo vivo
El nudo gordiano que hay que comenzar a desarmar, más temprano que tarde, es el creciente gasto público por sobre la cota que posibilitan los recursos tributarios y el financiamiento voluntario de los agentes económicos al Tesoro Nacional.

La semana próxima pasada el secretario de Hacienda dio a conocer el resultado base caja hasta agosto, con recursos que aumentaron 24,4% y gastos totales 34,4%, los cuales provocaron un salto del deficit fiscal final a $750 millones, en contraste con un superávit de $17,4 millones de un año antes.

Más allá de que las reales necesidades de financiamiento, antes del pago de intereses, se elevaron más de doce veces en el mes y más de una vez en el acumulado de los ocho meses, en comparación con un año antes, las cuales sólo pudieron ser cubiertas con emisión del Banco Central y de la Anses, el punto inquietante es que sin contabilidad creativa el rojo fiscal conocido ya superó $32.000 millones y es equivalente a casi 2% del PBI.

Si a eso se suman las necesidades de fondos para pagar vencimiento de la deuda pública en moneda extranjera con la única asistencia del Banco Central, se explica por qué las reservas van camino a agotarse en poco tiempo, como ocurrieron con las energéticas.

No se trata de prohibir el uso de más de una lámpara de luz, o de no encender más que una hornalla y/o de restringir el uso del automóvil para preservar los escasos recursos energéticos, o elevar el cargo sobre los gastos con tarjeta fuera del país o poner cupo, para cuidar las pocas divisas reales que hoy tiene el Banco Central.

Tal vez sea necesario imponer algunas limitaciones por un tiempo, sin llegar al extremo de esos ejemplos utilizados para visualizar la gravedad del problema, pero para que el resultado sea el buscado, sanear al paciente, hay que ir directo al análisis y tomar las medidas que combatan las causas que provocaron el actual cuadro crítico, sobre todo en perspectiva, para que después de salir del quirófano no se corra el riesgo de volver a ingresar en un estado más crítico.

Cada vez más argentinos ahorran dólares consumiendo

Se trata sin dudas de una las grandes paradojas que ha provocado en los últimos 20 meses el cepo cambiario, facilitada por el ingenio criollo, curtido tras más de medio siglo en que las autoridades de turno inventaron atajos en materia de política económica para lograr resultados que parecen deslumbrantes en corto plazo, pero que siempre derivaron en crisis profundas, por la falta de sustentabilidad.

Se sabe desde los primeros tiempos que la economía alcanzó el estadio de ciencia que el ingreso, sea de una familia o empresa, se distribuye luego entre consumo o gasto y ahorro (éste es posteriormente transformado en inversión). De ahí que parecería una incongruencia hablar de que se opta por consumir como camino para el ahorro.

Sin embargo, en la Argentina esa secuencia es posible, como ha ocurrido en varios pasajes en los 70 y 80, donde también se vivía, como hoy, con altas tasas de inflación y tipos de cambio diferenciales. Muchas veces el país ha buscado diferenciarse del resto del mundo, pese a que en forma repetida los resultados alcanzados lejos estuvieron y están de ser envidiados por el resto del planeta.

Eso es lo que primero que se manifestó en el caso del gasto en turismo en el exterior, luego en el mercado de automóviles y ahora comienza a generalizarse en el caso del mercado de camiones.

Con la electrónica ocurre algo parecido, aunque es más complejo separar cuánto de la demanda se origina en el efecto impulso que alienta la velocidad de la innovación y lanzamiento de productos con tecnología que parece de futuro, y cuánto a la brecha entra la conversión del precio interno al cambio oficial y a la cotización en el mercado libre del dólar.

Ejercicio que se traduce en pérdida de reservas y de empleos
Cuando un viajero hace gastos en el exterior con su tarjeta de crédito -hasta ahora la AFIP no se ha animado a ponerle límites- compra en la moneda de cada país, pueden ser dólares, reales, uruguayos, euros, yenes, etc., pero en su liquidación en el resumen de la tarjeta se convierte a dólares, los cuales paga en pesos al cambio oficial más el recargo de 20% a cuenta de anticipo de impuestos.

Sin embargo, al momento de hacer la compra, y más aún al momento del pago, son pocos los que no caen en la tentación de convertir esos consumos a pesos, con el recargo incluido, al cambio libre. En ese momento descubren que su ahorro en moneda extranjera fue de 25 a 26 por ciento.

La brecha se amplía si además luego se coteja el valor del bien adquirido o consumido en el exterior con el que rige en la Argentina, sea una gran comida, un producto electrónico, ropa de todo tipo o el ajuar para su bebé. En algunos casos, la magnitud del ahorro en dólares equivale a casi tres veces al monto efectivamente consumido.

Ese ejercicio ha hecho que sólo en el primer semestre los gastos del turismo en el exterior se multiplicaron por más de 2,5 en comparación con un año atrás.

En el caso de los automotores se observa la creciente preferencia de las familias y empresas por los equipos importados, al punto que de representar 59% en los primeros 8 meses de 2012 ahora significan más de 63%. En agosto, la estadística de ADEFA mostró cómo frente a una retracción de 10% de las entregas a concesionarios de unidades armadas en las terminales, se contrapuso un salto de 47% de los importados.

Una brecha más marcada comenzó a abrirse en el caso del segmento de los camiones, los cuales si bien representan un mercado sensiblemente menor al de los automotores, tienen un valor sensiblemente superior.

La consecuencia de ese escenario, que los economistas definen como un claro deterioro de los precios relativos, porque esas singulares brechas de precios que se advierten también en el caso de los servicios públicos y privados, no parece sostenible en el tiempo, sobre todo porque los diferentes indicadores de actividad han comenzado a reflejar síntomas de saturación, con el consecuente impacto negativo sobre el empleo, al desalentarse el consumo de bienes de producción interna.

Los titulares juegan mal

Unos de los grandes estandartes de la política económica que surgió después de la crisis de la convertibilidad fue el logro de excedentes en las finanzas públicas y en las cuentas del sector externo.

Esa característica predominó en forma indiscutible hasta 2007, pero desde entonces, y en particular desde la crisis financiera y fiscal internacional de fines de 2008 y principios de 2009, se observó un claro debilitamiento, hasta tornarse en deficitario en 2012 y se observan claros indicios de que se profundizaron en la primera mitad del corriente año.

Al menos así surgen de los últimos datos de la ejecución de los gastos en la Administración Pública Nacional, los cuales crecen más de cuatro puntos porcentuales que los ingresos, a pesar de que éstos cuentan con un singular aporte expansivo de las utilidades que prevé contabilizar el Banco Central.

Y también del balance cambiario de la autoridad monetaria, que pasó de registrar un superávit de la cuenta corriente (suma del saldo comercial con el de los servicios) de más de u$s7.600 millones en la primera mitad de 2012 a un rojo de más de u$s2.300 millones, un año después.

Déficit Gemelos 1170 (1)

Las consecuencias de semejante giro de la política económica son el resurgimiento de altas tasas de inflación, atraso cambiario, pérdida de reservas de divisas en el Banco Central y extinción de la capacidad del sector privado para generar empleos productivos.

De ahí que tras el resultado adverso para el oficialismo en las últimas las PASO hubiera sido pertinente que la Presidente convocara a los titulares que condujeron a ese escenario, los cuales se encuentran en el Ministerio de Economía y el Banco Central, como cabezas sobresalientes, y en los casos específicos en la Secretaría de Hacienda, porque convalida una ejecución de gastos superior a los ingresos que percibe, a la Secretaría de Comercio porque se resiste a reconocer la ineficacia de los controles de precios y de las importaciones, la AFIP y el Banco Central también por el perjuicio que generó el cepo cambiario sobre el mercado inmobiliario y la atracción de inversiones.

Y ni qué hablar del Indec, que al subestimar en los últimos cinco años la tasa de inflación, ha sobrestimado el crecimiento del PBI y con ello infló la partida de pago a los bonistas que adhirieron al canje de deuda en 2005 y 2010 y tomaron bonos con cupones de PBI incluido en miles de millones de dólares. Cuántos conciudadanos se podrían haber sacado de las líneas de indigencia y pobreza con esos recursos, o cuántos empleos se impidieron generar, o construir más escuelas, hospitales, caminos, represas energéticas, mejorado el sistema de seguridad, en una apretada lista de las grandes asignaturas pendientes.

Tampoco escapan áreas específicas de Economía que alientan el vivir con lo nuestro y la reinversión forzosa de utilidades de las empresas en el país, aun de aquellas generadas por compañías con accionistas principales en el resto del mundo, y del Ministerio de Industria que impulsa la sustitución de importaciones, pese a que en muchos casos eso ha derivado en trabas a la producción agregada.

Impuesto inflacionario en expansión

Así se llega a un estadio en que el exceso del gasto público se acostumbró a financiarse con emisión espúria de dinero, acicateando el aumento promedio de precios para el consumo interno. Y para que esto no espiralice en subas más aceleradas, llevó a contener el ritmo de ajuste de la paridad cambiaria. Sólo la relevante devaluación del real de Brasil en los últimos meses indujo a cambiar de política, pero sin corregir los severos desvíos en el último lustro.

La consecuencia fue el deterioro de la posibilidad de sostener los negocios por parte de los exportadores, en particular de productos con valor agregado, porque sus costos internos subieron no sólo a tasas de dos dígitos por año en pesos, sino también en términos de moneda extranjera.

Mientras que, pese al cepo cambiario y las DJAI, se intensificaron las importaciones de bienes de consumo, en particular de automotores, como también la demanda indirecta de divisas para pagar los gastos de turismo en el exterior, por parte de residentes, con el uso potenciado de la tarjeta de crédito, ante las trabas para comprar billetes baratos (cambio oficial más un recargo de 20% a cuenta de pago futuro de impuestos) respecto del valor en el mercado libre, 60% más caro.

Esos movimientos, llevaron a poner un freno al crecimiento de la actividad productiva en general, con las excepciones transitorias de las cosechas y de las terminales automotrices, con el consecuente impacto negativo sobre el empleo, el consumo interno y la recaudación tributaria.

Ajustes cosméticos que no alcanzan
De ahí que ahora se intenta reanimar la demanda interna, a través de la mejora parcial del ingreso disponible de los asalariados alcanzados por Impuesto a las Ganancias, con la suba parcial del mínimo no imponible y la creación de otro impuesto, como a la renta financiera, en lugar de impulsar un reforma integral del sistema tributario y su coparticipación entre las provincias.

Los los severos desequilibrios que llevaron a la pérdida de los superávit gemelos que brillaron en la mayor parte de la última década, los cuales en pequeña parte pueden atribuirse a cambios en el escenario internacional, exigen mucho más que ajustes cosméticos en materia impositiva.

Se requiere de una reforma tributaria plena junto a un replanteo de la política de subsidios, menos general y más selectiva y la búsqueda de la disciplina fiscal, en la que el Presupuesto no sólo deje de ser papel mojado antes de que se inicie el ejercicio, sino también que deje de estar sometido a criterios de discrecionalidad por parte del Jefe de Gabinete de Ministros, dado que debe ser un resorte exclusivo del Congreso.

Sólo así podrá comenzar a transitarse el camino hacia la vuelta de la estabilidad monetaria y la recuperación de la solvencia fiscal y externa.

¿Hay que ahorrar divisas o generarlas?

Una vez más, la ministra de Industria, Débora Giorgi, cargó contra los sectores que demandan moneda extranjera. Ahora fue el turno de los importadores a quienes responsabilizó de ser impulsores de la “devalueta” del peso.

La respuesta de los empresarios agrupados en la Cámara de Importadores de la República Argentina no se dejó esperar y advirtieron que “la entidad jamás pidió la devaluación”, al tiempo que “rechazaron el término vulgar que el Ministerio de Industria emitió en su propio comunicado”.

No se trata de tomar partido por uno o por otro, sino simplemente de comprender la racionalidad del debate en los términos utilizados.

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La economía jugó su rol en el resultado de las PASO

Después de dos años de cepo cambiario, traba a las importaciones, incluida la de insumos esenciales, pesificación de las operaciones inmobiliarias, y fracaso del control de precios, la ciudadanía dio su voto de repudio.

La profundización de la presión tributaria sobre los salarios, al punto que ya un cuarto de los trabajadores ve que su ingreso de bolsillo no crece a la par de los aumentos que obtiene en paritarias, fue un factor clave en la pérdida de casi 20 puntos porcentuales de aquel 54% de octubre de 2011.

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Otra vez, cómo surge el valor del dólar libre

En menos de seis meses volvieron a aparecer declaraciones de funcionarios públicos sobre quién determina el valor del dólar libre. En la última semana fue el turno del viceministro de Economía, Axel Kicillof, cuando dijo que “nuestro sistema financiero se ha dedicado más a la timba que a (financiar) la producción y el consumo” y que los “bancos deben subordinarse al objetivo central (del Gobierno) que es el crecimiento con inclusión social”. Y además, los acusó públicamente de “tener vasos comunicantes con el mercado ilegal del dólar”.

Es que tras un veranito, donde a través de la capacidad del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, de inducir a los principales operadores de las casas de cambio para que se abstengan de operar, la cotización del dólar libre perforó el piso de los $8 por dólar, en julio se reactivó la demanda del billete y su precio volvió a volar sobre los $9 por dólar. Hasta que nuevamente se ensayó un nuevo feriado virtual para inducir a una nueva baja del billete.

En ese escenario es que surgió la denuncia oficial de que los bancos son responsables de “tener vasos comunicantes con el mercado ilegal del dólar”, aunque no se demostró con datos concretos, pese a la abundancia de estadísticas del Banco Central y de las certezas que tiene la Secretaría de Comercio de quiénes son los principales actores en el mercado paralelo.

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