El camino lento encontró un obstáculo que persistirá después de Davos

La autoridad monetaria no pudo avanzar el último martes en la reducción del índice de confianza que refleja el curso de las tasas de interés de corto plazo, vía la colocación de Lebac, la debió sostener en 31% anual y retirar del mercado apenas $2.548 millones de un excedente que se mantiene elevado (más de 50 veces ese monto) y presiona sobre la inflación.

Se puede asumir que la competencia de instrumentos de absorción monetaria y, a la vez fuente de financiamiento del sector público en su conjunto, como la emisión de Bonar 2020 por USD 5.000 millones, unos $70.000 millones, pudo haber contribuido a ese resultado. Pero como la licitación fue declarada desierta porque el rendimiento que buscaron los inversores superó con creces las expectativas de Hacienda, aún restarían esterilizar más de $110.000 millones.

La cuenta parece sencilla: para equilibrar la cantidad de dinero primario con las reservas en divisas a un cambio en torno de $14 por dólar la base monetaria no debería superar los $350.000 millones, esto es $250.000 menos que el nivel actual. De ese total, unos $75.000 millones pueden sostenerse porque el plan para salir rápido del cepo cambiario logró disipar la demanda de los importadores; mientras que otros $60.000 millones se requieren para las transacciones en una economía que entre diciembre y enero acumuló casi 10% de inflación. Continuar leyendo

Prat-Gay habló de objetivos y poco del programa

El ministro de Hacienda y Finanzas Públicas parece haberse tomado en serio la decisión del presidente Mauricio Macri de no constituirse en un súper ministro de Economía, como casi históricamente predominó en la Argentina, y conformar un equipo de notables, dado que en las últimas semanas virtualmente estuvo ausente de los medios, al menos en comparación con la mayor parte de su entorno.

Luego de un par de semanas en la que se habían mostrado mediáticamente muy activos los ministros de: Energía con señales para la inversión en el sector y el anuncio de la inmediata revisión de los cuadros tarifarios; Producción con la actualización de los Precios Cuidados; Agroindustria con los anuncios de precios sostén para la lechería y búsqueda de recuperar mercados; Modernización sobre la necesidad de racionalizar el empleo público clientelar y sin escritorio; Interior en lo que respecta a la preparación de una nueva Ley de Coparticipación; e incluso el director de la AFIP con avances en la normalización del pacto fiscal con la sociedad con la devolución de impuestos retenidos y estudio de una reforma tributaria integral de Ganancias, Monotributo y Bienes Personales, entre otros, y el presidente del Banco Central, en este caso a través de señales contundentes sobre el curso de la tasa de interés y de la flotación cambiaria “limpia”, esto es sin intervención, con fuerte esterilización de gran parte del exceso de pesos que recibió de la conducción anterior, Alfonso Prat-Gay decidió hablar de la pesada herencia recibida: “la basura es mucha y no es nuestra, la dejó el kirchnerismo, pero estamos dispuestos a limpiarla”, dijo ayer con firmeza, luego de haber mantenido un encuentro en la mañana con el presidente Mauricio Macri.

Sin duda que la ausencia de declaraciones de Alfonso Prat-Gay hasta ayer no significaba que estuviera inactivo y despreocupado por definir las pautas del Presupuesto de 2016 y los objetivos para el cuatrienio, una herramienta largamente esperada por los agentes económicos para definir sus prometedoras decisiones de inversión frente a un escenario que se presenta como “pro mercado”, y en especial en elaborar la estrategia para arribar a un pronto acuerdo de pago con los holdouts, que se considera clave para delinear el plan financiero del año, con la vuelta a los mercados de deudas y obtener una rápida mejora de las calificaciones de riesgo de las evaluadoras de riesgo soberano, amén de otras medidas necesarias de política económica para que el país pueda lograr el anhelado grado de inversión.

Dichos e interpretaciones
Es cierto que cuando habló Prat-Gay, en particular sobre su visión entre la relación de los aumentos salariales y el nivel de empleo, sus palabras fueron interesadamente mal interpretadas por algunos caciques sindicales, porque luego del sinceramiento del mercado de cambios y la eliminación de las retenciones se asistió a un relevante aumento de precios, en particular de los alimentos, que disparó la inflación de diciembre a un rango del 4%, con el consecuente efecto negativo sobre el salario real y el consumo de las familias de menores recursos.

Mientras que con el silencio del ministro de Hacienda y Finanzas parecieran haberse revertido o atenuado esas inquietudes de los sindicatos y los pedidos de ajustes salariales de hasta 50%, de la mano de una sintonía fina con el Banco Central, que posibilitó que las tasas de interés se aproximen a las que regían antes del fin del cepo cambiario y se desacelera el ritmo de suba de precios, en particular en los alimentos, aunque ahora enero se proyecta también alto de la mano de los servicios; garaje, expensas, medicina prepaga, entre otros, y del incremento de los combustibles pese a la fuerte baja del petróleo.

Pero lo hecho y anunciado en los casi primeros 30 días sin cepo cambiario aparece muy desbalanceado entre los sectores que rápidamente recibieron el impacto positivo, como los exportadores; el agro; los importadores de autos de alta gama y los que arrastraban demoras de hasta tres años en las devoluciones de impuestos por parte de la AFIP, y quienes por el contrario acusaron los efectos negativos del encarecimiento de los alimentos, pese a que muchos de ellos ya se habían disparado en los últimos ocho años, como el caso de la carne vacuna que derivó en una contracción del consumo por habitante en más de 13%, de 69 a 60 kilos promedio por año.

Sin embargo, ayer el ministro de Hacienda y Finanzas consideró que no es extrapolable al resto del año de la corrección de precios relativos entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre, porque “los datos de la primera mitad de enero muestran que la inflación ha retornado a los niveles de septiembre y octubre, y por tanto si esto se mantiene corroborará que sólo hubo una pequeña joroba”.

Ver para creer
No obstante, del lado de los empresarios se advierte en muchos casos en estricto off the record que aún faltan señales concretas sobre el plan para achicar un insoportable déficit fiscal que permitan convencer a los accionistas sobre que realmente todo el peso del ajuste no se depositará sobre sus hombros en compensación por la reducción de la presión tributaria, sino también en muestras concretas de baja real del gasto público, más allá de la quita de los subsidios a los sectores de mayores ingresos y de revertir algunos casos resonantes de sobrepoblación ocupacional en varios organismos, que posibilite describir un sendero de real baja de la inflación con tasas de interés convergentes entre las que se requieren para equilibrar el mercado cambiario y monetario y las que demandan los proyectos de inversión productiva de largo plazo.

Al respecto, cabe destacar que tras el último encuentro del ex presidente de Chile, Sebastián Piñera con Mauricio Macri, el empresario habría dicho: “No puedo contar lo que Mauricio Macri me dijo en nuestra reunión pero sí puedo contar lo que yo le dije a él: La situación económica argentina es muy crítica, está mucho peor de lo que la gente piensa. El país está en el club junto a Venezuela y Brasil, del gigantesco déficit fiscal. El panorama económico mundial no va a ser favorable en los dos próximos años, con lo cual Argentina no podrá tomar velas como en otras oportunidades sino remos” esquematizó el chileno, quien además aclaró que una cosa es conseguir reuniones con naciones líderes y otra, inversiones de ellas”.

Sin duda que ese cuadro se corresponde con el que describió ayer Prat-Gay, cuando reveló que “con el corte hecho a hoy, porque en algún momento había que hacerlo, el déficit fiscal primario (antes del pago de 2,3% del PBI de intereses) que para el ministro de Economía anterior era de 2,3% del PBI, para el nuevo Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas fue de 5,8% del PBI, el más alto de los últimos 30 años, y sube a 7% del PBI, el mayor de los pasados 40 años si agrega la deuda flotante que se elevó de $60.000 millones a más de $110.000 millones y los efectos de las promesas de campaña”.

Y si bien el ministro consideró que el objetivo de bajar la inflación de una herencia del 30% a un rango de 20 a 25% para fin de 2016 “no es optimista sino realista”, dijo, parece que es muy cautelosa la previsión del recorte del rojo fiscal financiero de 8% del PBI a 6% en el corriente, pese a que la atribuyó a que “la respuesta de los sectores liberados de la ataduras del cepo y todas las restricciones para operar no serán inmediatas, no obstante que ya cambió el humor, en especial en diversas economías regionales”.

El ministro se jugó por el shock para salir del cepo cambiario y eliminar la mayor parte de las retenciones, como también lo hizo el Banco Central con la suba de las tasas de interés, para desalentar la dolarización en la nueva etapa, y hasta ahora les fue muy bien, al punto que de consolidarse será motivo de estudio por las nuevas y viejas generaciones de economistas.

Pero, por el contrario, apostó al “gradualismo, aunque con firmeza” para reducir el déficit fiscal, probablemente influido por sus creencias keynesianas de que una baja más drástica de la brecha negativa entre ingresos y gastos genere una bruta recesión, pese a que fue semejante magnitud de desequilibrio en la ejecución presupuestaria la principal causa de haber convivido los últimos ocho años con una tasa de inflación superior al 20% y provocado el estancamiento de la actividad agregada, pérdida de mercados externos y destrucción de empleos privados.

Por eso que es aquí en dónde parecieran concentrarse las dudas de muchos empresarios que quieren ver antes de lanzarse a invertir en proyectos de larga maduración cuál será la respuesta de un Congreso donde el Gobierno no tiene mayoría a las propuestas de ley destinadas a “normalizar” la economía y tender a la anhelada promesa de campaña de “pobreza cero” y también de los sindicatos en las próximas negociaciones de salarios en paritarias.

Consciente de ese cuadro Alfonso Prat-Gay aclaró que sólo explicitó algunos de sus objetivos de su cartera: bajar el déficit fiscal y también la inflación y resolver la deuda con los holdouts. Mientras que dejó pendiente la presentación del programa y el rediseño del Presupuesto de 2016, tema que se comprometió a trabajar hasta el 1 de marzo cuando se reabran las sesiones ordinarias en el Congreso.

Los riesgos de una política económica con diferentes sintonías

Por tercera semana consecutiva la autoridad monetaria dispuso un nuevo recorte de la tasa de referencia para el costo del dinero en el mercado entre privados, porque quiere transmitir que las tensiones inflacionarias que generaron las expectativas del fin del cepo cambiario tienden a disiparse.

Así, el interés ofrecido por las Letras del BCRA que tuvo un pico del 38% anual antes del 17 de diciembre pasó a 35% en la primera semana sin cepo; luego se ajustó a 33% siete días después y ahora a 32% para el plazo de 35 días y descendió a 28,9% anual para el tramo más largo de 252 días.

De ese modo no sólo el directorio de la autoridad monetaria refleja un aumento de la confianza en que avanza firme hacia el sendero de tender a un objetivo de inflación para todo el año en un rango de 20 a 25%, como dijo el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, sino que lo está logrando pese a haber retirado del circuito financiero otros $23.000 millones, casi 4% de la base monetaria. Continuar leyendo

El inventario que deberá hacer Macri: beneficios y costos

El nuevo Presidente de la Nación sabe que comienza su mandato con un estado de la economía y del escenario socioeconómico muy complicado, porque la mayoría de los indicadores relevantes se han salido de la órbita de los desvíos generalmente tolerables, sea en lo referente a la tasa de inflación, déficit fiscal, nivel de reservas, cantidad de dinero en circulación, niveles de oferta laboral y desempleo encubierto, pobreza y diversidad de planes sociales que no llegan totalmente a sus reales beneficiarios, como subsidios al consumo de servicios públicos a sectores de ingresos varias veces superiores al promedio nacional.

Sin embargo, lo que parece claro e indiscutible para la mayoría de los argentinos, como de las gobernaciones, aún de las administradas por partidos de oposición, no lo es a la hora de cuantificar la realidad de dichos desvíos, porque las estadísticas han sido viciadas al extremo y los destinos de los recursos asignados no llegan plenamente a todos los beneficiarios.

INDEC: Uno de los puntos de partida es la decisión de normalizar las estadísticas, no sólo para poder conocer cada vez el real nivel de inflación en el promedio nacional y el desagregado por región del Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano que la administración anterior nunca se ocupó de difundir, y el correspondiente recálculo de los índices reales de pobreza e indigencia, como de población con necesidades básicas insatisfechas, y el real nivel de oferta laboral y la proporción que no logra el objetivo de obtener un empleo pleno. Continuar leyendo

La opción de salir del cepo sin reservas, pero con confianza

En las últimas horas el presidente electo dio diversas definiciones sobre cuáles serían los primeros pasos de la política cambiaria a partir de asumir el 10 de diciembre, que fueron desde “unificar el mercado cuando se ordenen las variables”, hasta “salir del cepo el primer día de gobierno, porque no existe al no haber reservas en el Banco Central”.

Al parecer, esta última opción fue la que estaría predominando por estas horas, luego de que empresarios del agro alertaran sobre los riesgos que implicaría la suspensión por 90 días de las retenciones a las exportaciones para incentivar la liquidación de cosechas retenidas por unos USD 8.800 millones, y evitar la emisión de miles de millones de pesos por las compensaciones de las operaciones abiertas por parte del Banco Central en el mercado de dólar a futuro, porque generaría incertidumbre a partir del día 91.

Y destacó Mauricio Macri en sus diferentes entrevistas mano a mano con la prensa: “Estamos volando sin instrumentales, no sabemos cuál es la situación de los números”, fiscales, de reservas, deuda pública.

Para peor, una resolución de la Corte Suprema dispuso en las últimas horas que el gobierno nacional deberá restituir en corto plazo a las provincias de retenciones de coparticipación de impuestos para financiar el sistema de reparto, porque se habían dispuesto cuando regía el ahora inexistente sistema de capitalización del ahorro privado para la futura jubilación. Se trata de unos $80.000 millones para los casos agregados de Santa Fe, Córdoba y San Luis, pero treparía a más de $460.000 millones para el conjunto de las jurisdicciones, equivalente a más de 9% del PBI.

De ahí que frente a un escenario singularmente incierto sobre el real grado de los abultados desequilibrios conocidos y proyectados, el presidente electo se habría inclinado por desistir del gradualismo para la nueva política cambiaria y levantar el cepo cambiario “lo antes posible”, pese a los temores que manifestaron muchos economistas, principalmente del sciolismo y massismo, de liberar sin reservas.

La fortaleza de un amplio plan consistente y por tanto creíble
Al parecer, la confianza en salir del cepo sin que se produzca una estampida del tipo de cambio, muy superior a los $15 actuales que rige en el mercado libre o contado con liqui, porque a $9,75 cada vez son menos las transacciones que se autorizan, se sustentan en la expectativa de que con la liberación del mercado sean más los exportadores que se vuelquen a liquidar exportaciones de granos retenidos en silos bolsas, que los importadores y empresas que se presenten a demandar los inexistentes dólares de libre disponibilidad en el Banco Central y entidades financieras a un precio sustancialmente mayor al que podría tener en un futuro cercano.

En ese escenario, se podría pensar que el nuevo equipo económico encabezado por Alfonso Prat Gay podría reorientar los dólares que ingresen por liquidación de exportaciones a pagar atrasos de importaciones, para volver a poner en marcha las actividades productivas que debieron reducir los programas de diversas plantas, como las automotrices y de autopartes, pero también de sectores básicos, por falta de insumos y partes que no se fabrican en el país.

Más aún si como primer paso se libera el cepo cambiario para las nuevas transacciones financieras, el flujo, de modo de atraer inversiones extranjeras, tanto de riesgo, como de infraestructura, porque se abren las puertas de salida de esos fondos, sin restricciones, más allá de las naturales destinadas a evitar acciones especulativas desestabilizantes.

Para lograr eso, se considera fundamental que el nuevo gobierno anuncie un plan económico integral para recuperar la disciplina fiscal, monetaria, cambiaria y de comercio exterior, incluyendo la política social, para no afectar aún más a los sectores más perjudicados por una política que llevó a incrementar de modo singular la pobreza y la pérdida de oportunidades laborales en el sector privado.

La economía llega al 10 de diciembre con diversos frentes abiertos e inciertos, como sobre la real disponibilidad de reservas en divisas en el Banco Central que van de un piso de u$s11.000 millones a un saldo negativo de esa magnitud, pasado por el nivel de la deuda pública cuyo último dato es a diciembre de 2014, pasando por la magnitud de las operaciones de cambio a futuro abiertas en el BCRA a un cambio de 10,50 a 11 pesos entre marzo y abril; los reales beneficiarios de los diversos planes sociales; los nuevos empleos públicos desde abril de 2015; el atraso de pagos de las finanzas públicas; la pérdida de competitividad cambiaria de la producción nacional; el devaluado INDEC que no sólo buscó ocultar el real nivel de inflación,sino también de pobreza y de desempleo, entre muchísimos otros.

Semejantes debilidades pueden transformarse en fortalezas si se anuncian medidas claras que conduzcan más temprano que tarde a corregir todos esos desequilibrios, con saldo final agregado positivo, y consecuentemente evitar el resurgimiento de tensiones cambiarias. No será la primera vez que un gobierno inicia su mandato con niveles de reservas negativas, sin aparentes posibilidades de salida en corto plazo, que logra salir gradual pero sostenidamente de ese estado crítico.

El cepo cambiario impidió generar 1,5 millones de empleos

Un INDEC nada confiable registró en el tercer trimestre de 2015 la menor tasa de desempleo en 28 años, con un muy sospechado 5,9% de la oferta laboral de casi 19 millones de personas, sobre todo por qué se sustentó en el estancamiento de la participación de la población en el mercado de trabajo, por la generalizada ausencia de las oportunidades de obtener una ocupación rentada en el ámbito privado.

Las excepciones fueron gran parte de las administraciones públicas nacionales, provinciales y municipales que amparadas en el paraguas de “gobiernos populistas”, justificaron su rol de convertirse en bolsa de trabajo, como ocurría en los 70, pese a que sus finanzas hacían agua, esto es acumulaban crecientes déficit fiscales: gastaban mucho más de lo que podían recaudar con, impuestos, tasas y contribuciones y con las altas tasas de inflación.

Curiosamente, la última vez que el INDEC midió un desempleo menor a 5,9% de la oferta laboral fue en 1987, cuando comenzó a gestarse el camino a la hiperinflación en menos de dos años, porque el Gobierno de turno se resistió a validar las generalizadas recomendaciones de los economistas externos de encarar el encuadramiento de las finanzas públicas, esto es hacer una racionalización del empleo ocioso, y generar, paralelamente, condiciones de incentivos a la inversión productiva, para crear puestos productivos de calidad.

Un fenómeno similar parece asistirse en estos días previo a la definición de quién conducirá los destinos del país en los próximos cuatro años con los temores infundados, de propios y extraños, a levantar de una vez el cepo cambiario y con ello a sincerar el mercado de cambios, volver a encuadrar las finanzas públicas y con ello reducir fuertemente la inflación, con un plan integral que orientado a recuperar la solvencia macroeconómica y social, y por tanto a favor de la empresa y de los trabajadores, permita retomar la senda del crecimiento sustentable y, por tanto, sostenido, con fuerte aliento al aumento de la participación de la población en el mercado de trabajo de menos del 45% al 55%, como promedia en el mundo.

La contundencia de la historia reciente
Claramente, no se puede asegurar qué puede ocurrir si se toman medidas de shock, en lugar de adoptar políticas gradualistas que puedan sonar como música grata para los oídos de quienes quieren disfrutar de un escenario insostenible, como los que acceden a puestos públicos altamente remunerados sin una correspondiente prestación de servicios acorde; los empresarios que reciben beneficios de producir en condiciones cuasi prebendarias y protegidas, y los que con políticas ad hoc quedaron exentos de la creciente confiscación de los salarios que provoca un régimen de Impuesto a las Ganancias que grava de modo desigual a quienes tienen un ingreso y estructura familiar similar, porque se determina según cuánto ganaba antes de agosto de 2013, entre otros.

Pero, por el contrario, de las propias estadísticas devaluadas del INDEC se puede comprobar que desde que se instrumentó el cepo cambiario, a fines de octubre de 2011, con la exigencia de aprobaciones discrecionales de las Declaraciones Juradas de Necesidades de Importación; límites para acceder a la compra de dólar ahorro a precio subsidiado; cupos a las exportaciones de alimentos; y reducción acelerada de los límites para pagar importaciones por día de USD 500 mil hasta 2013; USD 300 mil desde 2014; se achicó a USD 150 mil a fines de octubre, 15 días después se contrajo a USD 75 mil y ahora a sólo USD 50 mil diarios, la economía perdió vitalidad y con ello la posibilidad de generar empleos privados.

Así, un Gobierno que se dice “populista” tomó medidas para evitar la sostenida fuga de capitales, por desaprobación de los agentes económicos de sus crecientes políticas regulatorias y de aumento de la presión tributaria, que derivaron en una brusca desaceleración de la creación de riqueza y con ello de empleos productivos, en lugar de otras que atendieran a los genuinos reclamos para recrear la confianza interna y externa.

El PBI que tras la depresión de 2002 registró tasas de incremento promedio cercanas a 7% por año, incluido el freno que impuso la crisis financiera internacional en 2008 y 2009, acumuló desde 2012 una suba agregada de 6,4%, siempre según el INDEC, porque para el consenso de las consultoras privadas literalmente se estancó.

Mientras que el empleo pasó de crecer en 3,5 millones de puestos netos desde el tercer trimestre de 2003 hasta similar período de 2011, con un promedio acumulado por año de 292 mil personas; en el último cuatrienio se atenuó a sólo 256 mil, con una media por año de 64 mil puestos netos, principalmente en el sector público.

Y frente a los temores, también infundados, sobre que la salida del cepo cambiario provocará una fuerte depreciación de los salarios en dólares, como si en la Argentina esa fuera la moneda que domina las transacciones por más de 900 mil millones de pesos por mes, no parece ocioso insistir con que los ingresos ya fueron devaluados por un Banco Central que llevó en pocos meses la relación de convertibilidad de la base monetaria por cada dólar en las reservas informadas de 15 a más de 21 pesos, esto es el doble de la artificial paridad administrada de $9,70 por dólar; y que la mejor manera de elevar los ingresos reales de trabajadores y jubilados, es con la generación genuina de empleos productivos y aumento de la productividad en el uso de los recursos humanos y de capital.

Singular potencial para superar la crisis
Un simple ejercicio de simulación determinó que si en lugar de haberse puesto el cepo cambiario e intensificado las medidas regulatorias y fomentado la vuelta a tasas de inflación de dos dígitos, se hubiesen seguido políticas acordes con las que aplican en la mayoría de los 220 países, el PBI podría haber adquirido un curso crucero en torno a 4% crecimiento, que para las potencialidades y grados de capacidad ociosa que registraba la Argentina en 2011 y que se intensificaron desde entonces en la puesta en valor de los recursos naturales, humanos y financieros, es muy austero.

Con esa tasa de crecimiento, y estimando una elasticidad empleo/PBI de 0,6, esto significa que por cada punto porcentual de aumento de la generación de riqueza los puestos de trabajo se elevan a ritmo de 0,6 puntos porcentuales, la economía habría abierto oportunidades laborales efectivas a casi 1,8 millones de personas, en lugar de las apenas 300 mil que efectivamente se lograron, según surge de la proyección al total país de los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares.

Es decir, el cepo vedó la posibilidad de trabajar a unas 1,5 millones de personas, y con provocó la irrupción de la pobreza y la exclusión social a niveles alarmantes, más aún en una nación que tiene una singular potencialidad para producir alimentos, pero también de otros bienes y servicios diversos.

Caer en la trampa de demorar la salida del cepo, como de los tremendos desbarajustes fiscales, tarifarios, monetarios, y del tremendo deterioro de la infraestructura socioeconómica básica, tomando todos los recaudos de medidas paliativas plenas para los sectores más afectados de la sociedad, un 60% de la población total, sólo asegura negar oportunidades laborales a muchos argentinos y también a extranjeros que aún hoy vienen a esta tierra a recibir educación especializada y atención médica gratuitas y disparar la tasa de desempleo a niveles de dos dígitos.