Los riesgos de una política económica con diferentes sintonías

Daniel Sticco

Por tercera semana consecutiva la autoridad monetaria dispuso un nuevo recorte de la tasa de referencia para el costo del dinero en el mercado entre privados, porque quiere transmitir que las tensiones inflacionarias que generaron las expectativas del fin del cepo cambiario tienden a disiparse.

Así, el interés ofrecido por las Letras del BCRA que tuvo un pico del 38% anual antes del 17 de diciembre pasó a 35% en la primera semana sin cepo; luego se ajustó a 33% siete días después y ahora a 32% para el plazo de 35 días y descendió a 28,9% anual para el tramo más largo de 252 días.

De ese modo no sólo el directorio de la autoridad monetaria refleja un aumento de la confianza en que avanza firme hacia el sendero de tender a un objetivo de inflación para todo el año en un rango de 20 a 25%, como dijo el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, sino que lo está logrando pese a haber retirado del circuito financiero otros $23.000 millones, casi 4% de la base monetaria.

Sin embargo, curiosamente, empresarios favorecidos por la eliminación de las retenciones sobre las exportaciones de maíz y trigo, después de más de 13 años de vigencia y el sinceramiento de la pauta cambiaria, con una paridad única y flotante, como el presidente de la COPAL, Daniel Funes de Rioja, dijeron que “no hay ninguna posibilidad de que todos los precios de la economía que aumentaron desde octubre último vuelvan atrás como pretende el Gobierno”, al menos de modo generalizado”, pese a que en muchos casos se hicieron remarcaciones preventivas sobre que la liberación del mercado de cambios provocaría un salto de 14 a 16 o 18 pesos por dólar.

Al menos eso es lo que piensa el presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Carlos de la Vega, quien dijo a InfobaeTV: “Hay empresas que subieron los precios exageradamente, porque especularon con un dólar a 16 pesos”, y agregó “muchas empresas se verán obligadas a moderar los aumentos si no se quieren quedar fuera del mercado”.

Observación de un trimestre para definir el Presupuesto
Al respecto, el administrador federal de ingresos públicos, Alberto Abad destacó, en un encuentro con la prensa del que participó Infobae, que “el Gobierno monitoreará la respuesta de los sectores que decían que estaban limitados en su potencial por el cepo cambiario, porque consideró que será a través del aumento de la actividad que crecerá la recaudación y posibilitará avanzar hacia un sistema tributario equitativo, disminución de la informalidad laboral y prestar mejores servicios al contribuyente.

Por ahora pareciera que todas las fichas las ha movido el Gobierno en la búsqueda de reanimar la actividad productiva y comercial, mientras que del lado del sector privado se observa que la mayoría se muestra expectante, en particular de aquellos que fueron activos impulsores de la vuelta a las libertades, la racionalidad y el diálogo, para tender a un país con crecimiento, baja inflación y drástica reducción de la pobreza y marginación.

Es probable que el gradualismo que eligió el equipo económico para reencauzar las desencajadas finanzas públicas del lado del gasto, las cuales fueron y hasta ahora son la principal causa de la persistencia de una tasa de inflación de dos dígitos al año y que alimentan las demandas de ajuste de salarios de los sindicatos, por oposición a la salida de shock que se instrumentó para el fin del cepo cambiario, del régimen de retenciones sobre las exportaciones y la suba inicial de las tasas de interés, alimenten las acciones preventivas de muchos empresarios experimentados.

Es que no son pocos los que perciben que una vez más la baja de un abultado déficit fiscal superior al 7% del PBI se sustentará en la “licuación” de varias partidas, con congelamientos reales en términos de precios, por la esperada reactivación de la producción de bienes y servicios y muy poco por la vía de una severa política de racionalización del sobreempleo público con ñoquis y puestos sin sillas, ni escritorios, y caída de los contratos espurios de obra pública.

La diferente sintonía entre las políticas monetarias y cambiaria con la fiscal aparece como una estrategia de dudoso éxito, sobre todo si el sector real de la economía lo percibe como una acción en el que una vez más en la larga historia de fracasos de la Argentina “el carro se pone por delante de los caballos” y por tanto la buscada liberación de las fuerzas productivas quedaría otra vez trabada.

Al respecto, hay que tener en cuenta los diferentes tiempos de convergencia de las tasas de interés que se requieren para quitar las tensiones de precios en los mercados cambiario y de bienes que generó el desborde monetario de arrastre, con la que se requiere para reactivar las decisiones de inversión.