Van menos de seis meses

Más allá del enfoque que cada uno tenga sobre las políticas que se están llevando a cabo, es indiscutible que el Gobierno de Cambiemos está enfrentando todos los problemas que componían la larga herencia kirchnerista y acaso otras más antiguas.

A diferencia de Cristina de Kirchner, que para mantener la iniciativa sobre la agenda inventaba conflictos, proponía y aprobaba raras leyes de igualdad, vacías de contenido, o iniciaba cruzadas contra los medios o contra el mundo externo como una suerte de Quijote desaforado, Mauricio Macri controla y dicta la agenda política atacando problemas concretos y de interés generalizado.

Los temas que proponía la ex Presidente solían ser épicos y burocráticos, con ataques permanentes a los derechos de los ciudadanos o por lo menos molestos y lesivos a esos derechos. Sobre todo, urticantes para la mitad del país, casi matemáticamente y, en general, inconducentes. Cambiemos está tacleando los temas importantes, a veces urgentes, a veces profundos, a veces de largo aliento, que dejó palpitando el Gobierno del Frente para la Victoria y sus socios. El cepo, las retenciones, los pagos de importaciones, el default eterno, la reinserción en el sistema mundial, fueron las urgencias que encaró, con bastante solvencia y acierto, con observaciones varias, por supuesto. La apertura de las discusiones sobre seguridad y reforma política, que ciertamente requerirán políticas de Estado para ser eficaces, y temas tan variados como la discusión no terminada de Fútbol para Todos o de los medios oficiales. Continuar leyendo

La normalización, el gradualismo y Procusto

Como es notorio, el Gobierno ha elegido el camino de lo que llama gradualismo, normalización o gobernabilidad. Sin analizar lo acertado o no de la decisión —lo que ya he hecho, junto a otros notorios pesimistas—, este camino tiene efectos o defectos que también hemos puntualizado en esta columna, aun antes del triunfo de Cambiemos.

Cuando se ataca gradualmente al minotauro salvaje y corrupto del gasto, un animal antediluviano multipartidario y libre de toda ideología, el sistema pone en funcionamiento todos sus recursos de supervivencia, como cualquier cucaracha haría.

Si se resuelve el problema del cepo y el atraso cambiario, de inmediato aparecen pedidos de ayuda para salvar a las “víctimas” de los efectos colaterales de la medida. El Gobierno, como en una tragedia griega, hace inexorablemente lo que se sabe que hará, aunque no deba hacerlo. Entonces, vienen los parches que suavizan la medida, que en el fondo la neutralizan y crean mayor déficit.

Si se regulariza el laberinto infernal de los subsidios a las tarifas, sólo una mínima recomposición de los términos relativos, aparecen las protestas sectoriales y entonces se lanzan subsidios, créditos especiales, planes de rescate y otros. Lo que crea nuevo déficit. Por supuesto que como esos efectos están descontados en las paritarias, también golpean en los aumentos de sueldo, con lo cual los costos privados y estatales aumentan, y con ellos el déficit. Continuar leyendo

Argentina, ¿precursor en la inflación mundial?

Siempre se dijo que el mundo estaba inundado de dólares. Hoy quedan pocas dudas. Un contexto menos imperialista lo pone además en evidencia tras interconectar y liberar los mercados. Pero parece que la inundación de papelitos verdes no es suficiente y ahora será deliberada, sistemática y perversa.

La idea que varios delirantes barajan es producir inflación core en Estados Unidos, vía emisión descarnada. Impresión de billetes. Esto suena tan absurdo y criminal como si un Gobierno echara Gamexane en el agua potable para matar los mosquitos y otras plagas. Para asegurar el éxito de semejante plan, también se plantea la idea de aumentar los salarios por ley, por encima de las pautas normales de la economía.

Esto no es nuevo. Franklin Roosevelt hizo lo mismo con los salarios en la Gran Depresión, y por supuesto que con la inflación contenida en su inútil New Deal. También Gran Bretaña —con la conducción personal de John Keynes— aplicó ideas similares que terminaron en una pavorosa devaluación de la libra, un colosal default disimulado bajo el nombre de inconvertibilidad de la libra, que licuó todas las reservas mundiales —que sufrió Argentina— y en la depreciación del imperio a un ex país de primera, en los últimos puestos de la tabla.

La crisis del 2008, originada en el robo de los grandes bancos mundiales mediante los subprimes, terminó de poner en evidencia algo que ya venía observándose desde siete años antes: la economía mundial no alcanzaba a mantenerse por su propio impulso, no había suficiente generación de nuevos empleos, la apertura comercial había sido exitosa en incorporar nuevos participantes y distribuir ingresos, pero no en agregar riqueza global real. Continuar leyendo

Más deuda para financiar subsidios

Como no soy político ni lo quiero ser, cumpliré mi promesa de adivinar lo que harán los presidenciables si tienen la suerte, o el sino, de ser elegidos. Como siempre, seguimos analizando rubro por rubro lo que proponen y lo que inferimos de cada propuesta.

Avancemos hoy con el tema subsidios. Es parte de la política sobre el gasto (es hora de que haya alguna), pero tiene sentido considerarlo como un rubro aparte por sus implicancias.

La tentación de bajarlos de un golpe alcanza a los principistas liberales y a los gradualistas. Unos porque comprenden el daño de un método que promueve el consumo de bienes escasos, otros porque un sablazo a este rubro les permitiría no tener que hacer cirugía mayor en el gasto, lo que no saben cómo hacer. Ni quieren.

Aquí Daniel Scioli y su grupo están pensando en un sinceramiento muy rápido en las tarifas y más gradual (¿cien años?) en los transportes, aunque el nuevo presupuesto del actual Gobierno no prevé una eliminación drástica en ningún rubro.

Mauricio Macri declama la necesidad de reducirlos, pero salva a los más carenciados. Su posición es aún algo vaga. Tampoco está agitando un cambio instantáneo. El esquema que usó en la ciudad de Buenos Aires no es buen presagio.

Sergio Massa también es gradualista. No ha sido contundente en este punto. Pero hace la concesión casi religiosa de mantenerlos para los más pobres. Defina “pobres”. En este aspecto, como en todos, sus programas son estéticos, no para llevarlos a la práctica. Continuar leyendo

Por qué el gradualismo no sirve

Imaginemos -Dios no lo permita- que le diagnostican que tiene que hacerse un cuádruple bypass de corazón. El bobo ya no da más, para ponerlo en criollo. Consulta con dos cirujanos altamente especializados.

Uno de ellos le dice que debe internarse de inmediato y que en 24 horas hará la intervención, que tomará unas 7 horas, y lo deriva a su equipo para que empiece a prepararlo.

El otro, con iguales pergaminos, le dice que para minimizar riesgos, va a hacer los bypass gradualmente, uno dentro de un mes, otro más adelante y así, en un plazo que se irá viendo según la reacción del organismo.

¿Con cuál cirujano se operaría?

Como supongo que ha elegido bien y que felizmente ha sobrevivido, prosigo con mi nota.

El país está ante un diagnóstico similar. Debe someterse a una intervención de fondo para sobrevivir. Ha perdido toda irrigación y su sistema de bombear riqueza está taponado, con un cepo que lo lleva a la muerte. Continuar leyendo

Un país en coma inducido

Poco a poco el país se fue parando. Primero la economía: el gasto y la emisión sin control, que al principio empujaran la actividad, se fueron convirtiendo en inflación y más impuestos. La inflación tornaba impensable el ahorro y la inversión e inimaginable el futuro y destrozaba el poder adquisitivo del consumidor.

El cepo fue fatal. Porque ahuyentó el ingresó de divisas y exponenció el aumento de costos en dólares.  Las empresas más grandes ya no pudieron obtener sus componentes importados a tiempo, o no los obtuvieron nunca más. Las pequeñas empresas exportadoras vieron desaparecer sus mercados frente al aumento de sus costos. Las ganancias obtenidas en los primeros años tuvieron que consumirse para durar.

Las mega inversiones se transformaron en declamaciones o en campo de aventureros, locales o extranjeros, o asociaciones de ambos, sin grandes requerimientos de personal ni de servicios. Junto con las reservas se evaporaron las esperanzas y los proyectos. Las empresas ya establecidas decidieron simplemente quedarse en stand by. Los supuestos nuevos inversores esperaban con calma poder negociar con alguien que no necesitara un chaleco de fuerza. Continuar leyendo

Receta para defender el valor de su sueldo en dólares

Para no mostrar los resultados ineludibles de sus políticas fiscal y monetaria, el gobierno debió aplicar el cepo para no tener que llegar al único desenlace posible: devaluar.

Todos parecemos contestes en que cualquier futuro gobierno devaluará la moneda en línea con las barbaridades incurridas, en alguno de los formatos posibles.

Tan pronto ello ocurra, escucharemos los teóricos especulando sobre la pérdida del valor de los salarios y por supuesto, comenzará la pugna para ¨recuperar¨ el valor en dólares de los sueldos.

¿Qué nos ha hecho creer que merecemos el actual valor en dólares de los salarios, o mejor el actual costo laboral en dólares? Continuar leyendo

El cepo debe cortarse de un solo tajo, cual nudo gordiano

Como saben quienes me leen con alguna habitualidad, vengo defendiendo la idea de que el nuevo gobierno tiene que salir del cepo cortándolo de raíz de un tajo, como un a un nudo gordiano que nos paraliza y nos ahogará.

Sostengo que todo gradualismo conducirá a prolongar esa agonía y a crear más expectativas que demorarán o neutralizarán cualquier intento de normalización.

Las decenas de años con el Estado controlando y manoseando el tipo de cambio, u obrando como comprador o vendedor de última instancia, hacen que hasta para los expertos sea difícil incorporar el concepto de libertad cambiaria.

La idea de un mercado de divisas similar al mercado accionario, donde los privados compren y vendan usando las reglas de oferta y demanda, no es concebida por quienes hemos nacido, crecido y envejecido en el sistema enfermizo de la regulación del estado/gobierno.

Entonces, cuando hablo de liberar el mercado de un día para el otro, las objeciones son las siguientes:

Objeción 1: Hace falta un monto de reservas muy importante para poder liberar el cepo.

Al hacer esta objeción no se tienen en cuenta dos factores:

El primero, es que la alta demanda de dólares actual se debe a la ¨promo¨  que el Central ofrece, a 8.80 por cada billete americano. A un valor de mercado, la demanda desaparecería.

El segundo, es que en un mercado libre en serio, como propongo, las transacciones se hacen entre particulares. El Central no debe concurrir a proveer o retirar divisas. Con lo cual no se necesitan reservas adicionales. Al contrario, se parará la fuga.

Objeción 2: Se producirá una pérdida de valor del peso, y consecuentemente del poder adquisitivo

Cierto. Un mercado libre, en una grosera estimación, pondría al dólar alrededor de 12,50 pesos. Eso implica una devaluación de aproximadamente 30%. Es lo que hace falta para compensar los efectos de un gasto y una emisión desenfrenados, que crearon la ilusión de un poder adquisitivo que no merecemos en términos comparativos internacionales.

También es un valor que permitiría recuperar los mercados de exportación perdidos, y volver viables a muchas pymes, a la vez que recuperar el empleo privado genuino que se ha perdido. Y ciertamente, crearía una afluencia natural de divisas, por múltiples conceptos.

Objeción 3: Una devaluación se volcaría a precios, produciendo un aumento de la inflación.

Ninguna empresa en la Argentina, ni particulares, basan sus cálculos de costos, precios o presupuestos en un dólar de 8.80, sino que usan alguna cifra cercana a los 13 pesos. Por supuesto que estamos suponiendo un contexto en el que se bajen las expectativas de irracionalidad.

Objeción 4: Hace falta un plan para bajar la inflación.

Por supuesto. Hace falta un plan para bajar la inflación que se basará en congelar la emisión y el gasto y luego proceder a reducir el gasto, los subsidios y los dispendios y robos. También hace falta liberar el mercado de exportación, que en un accionar suicida se ha saboteado, y derogar la maraña de leyes y reglamentaciones que paralizan a las pequeñas y medianas empresas.

Sólo que proponemos en el mismo momento dejar libre el mercado de cambios y anunciar el plan, o más bien, la filosofía económica. No al revés.

El primer ingrediente de ese plan, será la capacidad del nuevo gobierno para decir no, frente a todos los reclamos por los supuestos derechos divinos que se perderán.

Objeción 5: Hace falta confianza.

Una obviedad. Pero el cepo no se trata de que la sociedad perdió la confianza, ya que cuando se aplicó se acababa de reelegir a la Presidente. Se trata de que el gobierno perdió la confianza en sí mismo.

Este punto es relevante para sostener el plan. Sostenerlo dará confianza al  gobierno y la sociedad, más allá de las quejas.

Si no hay más objeciones sin respaldo técnico, enumeraré las ventajas.

Ventaja 1: Salimos de este corsé absurdo que nos ha sumido en coma inducido.

Y de una discusión bizantina paralizante y que nos confunde y removemos este obstáculo falso. Así podemos pasar a los temas de fondo.

Ventaja 2: Al mismo tiempo, corregimos el atraso cambiario.

Que fue generado no por el cepo, sino por el gasto, la emisión y los aumentos de sueldo alegre que convalidaron y perpetuaron la inflación.

Ventaja 3: Se da una señal activa de apoyo a la exportación.

Al tratarse de un mercado libre, y aún sabiendo que podrá tener fluctuaciones futuras, se adoptan reglas de mercado a las que el exportador está acostumbrado, que garantizan de que en caso de que las demás variables se disparen, el tipo de cambio tenderá naturalmente a la corrección.

Ventaja 4: Se envía un fuerte mensaje de apertura económica comercial y financiera, tal vez más importante que cualquier plan.

Por supuesto, todo este esquema debe ser acompañado de un inmediato regreso a los mercados internacionales financieros, tanto en la regularización de nuestra deuda, como en la re adopción de las prácticas técnicas de trasparencia e información aceptadas y requeridas mundialmente.

Fuera de las declamaciones, las chicanas verbales y la ignorancia, ¿por qué no se puede salir del cepo de un día para el otro con un mercado de cambios totalmente libre?

Escucho.

Otra vez, ¿adónde vas, Argentina?

Hay un consenso obvio en la sociedad y entre los expertos: quienquiera que triunfe en octubre lo hará mejor que Cristina Kirchner. Cierto, sin ninguna duda. Ni Mauricio Macri es un suicida, ni Sergio Massa va a caer en el error de continuar la actual no-política económica, ni Daniel Scioli va a desoír a sus consejeros del establishment. La UCR es previsible en lo que no hará, es decir, no aplicará políticas modernas, antiestatistas ni claras, pero no hará desaguisados dramáticos.

Ante tal consenso no es raro que la bolsa suba, tanto en Buenos Aires como en Wall Street y que la tasa de riesgo país esté en niveles impensados en relación con las barbaridades que se han hecho y se hacen.

Ahora tratemos de colegir lo que haría cada candidato o partido si resulta ganador, como una manera de empezar a prepararnos para el futuro, o para empezar a corregir rumbos de entrada.

En lo que se refiere al cepo, una urgencia más que una cuestión de fondo, todas las fuerzas parecen creer que hay que eliminarlo, felizmente. Sin embargo, la percepción que surge es que no tienen muy claro cómo.

El peronismo poskirchnerista parece inclinarse por la idea del gradualismo, a estar por las declaraciones de sus economistas, partiendo de la  idea de que primero hay que cortar la inflación y las expectativas inflacionarias antes de levantar la restricción cambiaria. Esto augura un período largo de sufrimiento cambiario, y probablemente muchos tropezones por el lado de la inflación y la inversión.

Ambas vertientes justicialistas no conciben un mercado que no esté regulado por el  Banco Central, y que al mismo tiempo lo tenga como único vendedor y comprador final.  Más allá de las buenas intenciones, esta concepción del mercado cambiario y el criterio gradualista, seguramente con devaluaciones parciales, augura largas penurias y muchos vaivenes si se aplican esas políticas.

La UCR y otros partidos de centro izquierda o ¨socialistas modernos¨, están todavía más empecinados en ese gradualismo y en la creencia de que el tipo de cambio es casi una forma de asignación de riqueza. Las desopilantes declaraciones de Javier González Fraga en la reciente convención radical muestran la confusión que impera en esta fuerza política. Un manejo del cepo por parte de estos partidos tendrá una salida no sólo lenta, sino dolorosa  y caótica.

Mauricio Macri ha ido algo más lejos y ha prometido que levantará el cepo el 11 de diciembre, lo que sembró esperanzas en muchos inversores. Sin embargo, en posteriores explicaciones, sostuvo que eso sería posible por el cambio de expectativas y la apertura que tendrá su gobierno, lo que creará una gran afluencia de dólares. Que me disculpe el ingeniero, pero no tiene muy claro el funcionamiento de estos mercados. No hace falta una avalancha de dólares para eliminar el cepo.

Esto ocurre porque Macri está pensando también en un mercado controlado por el Central, pero con una devaluación que descomprima la demanda. El tiempo que tardará en aprender y experimentar no será irrelevante, y el tema cambiario puede ejercer efectos paralizantes en el resto de la economía.

El acercamiento de Cavallo, que se reservará, como siempre, la función de muleto, no presagia algo mejor que su convertibilidad, ahora ligeramente retocada con algunas ideas que llamaríamos bizarras, para utilizar el anglicismo ignorante de los jóvenes.

Difícilmente entonces, cualquiera de los posibles ganadores tome el camino que consideramos correcto y que hemos mencionado en nuestra última nota: establecer un mercado libre de cambios, sin la intervención del Banco Central, de un día para otro. Y sacarse de encima el problema del tipo de cambio, a la vez que quitando una traba histórica de la actividad económica

He comprobado que todos los críticos a esta idea no comprenden el funcionamiento de un mercado sin regulación ni participación del Estado, ni asimilan la idea, por lo que les asusta. Daré un solo ejemplo: un experto decía el martes a la mañana que diciembre es un mal mes para eliminar el cepo porque se cobra el aguinaldo y la gente compraría dólares, aumentando así la fuga de divisas.

Causa risa la ignorancia. La gente compra dólares porque puede hacerlo a 8 pesos. En un mercado libre, donde no obtiene una ganancia de reventa en negro instantánea, no hay demanda por ese concepto. Y si la hubiera, no será contra las reservas, ya que el Central no seria el  vendedor.

Por otra parte, las empresas, para pagar aguinaldos, también venderán dólares, seguramente a un precio inicial ligeramente por encima del contado con liquidación. Los muchos años de mercado controlado, nos ha hecho olvidar el funcionamiento de un mercado libre. Devaluación, no. Mercado libre de cambio, sí.

Pero por ahora, no parece que ese vaya a ser el camino que se elegirá, lamentablemente. Es muy posible que el método sea desdoblamiento para evitar el impacto inflacionario. La diferencia entre peronismo y macrismo puede estar en si el tipo de cambio financiero será fijado por el estado o flotará más o menos libremente.

El proteccionismo que todos los candidatos llevan en su ADN y el miedo a lo desconocido que tienen sus economistas hacen imposible que piensen en un mercado libre en serio. Una oportunidad de economía sana perdida.

La otra cara de la salida del cepo es la inflación. Si bien el mercado libre aliviaría el efecto de retroalimentación con la inflación, es evidente que el valor interno de la moneda debe defenderse  y estabilizarse para no llegar a un valor tan escuálido del peso que nos ponga fuera de competencia y nos aleje de la inversión, y para frenar expectativas inflacionarias  Eso empieza por congelar y de inmediato bajar el gasto estatal. Aquí veo a todas las fuerzas totalmente renuentes a bajar ese gasto, y hasta sin capacidad técnica y política para hacerlo.

El PRO ha demostrado en su gestión en CABA que buena parte de la negociación legislativa y convivencia que pregona con las demás fuerzas, se ha basado en adjudicarles su parcela de gasto en el presupuesto. El monto gastado en la ciudad y el nivel de impuestos lo muestra con largueza. No se lo ve haciendo una cruzada para reducir el gasto, que es lo que debería hacerse.

Ni pensar en el massismo o el sciolismo encarando igual tarea. No está en los genes del movimiento, y además, en muchos casos el gasto que deberían cortar es el mismo que muchos o todos quienes se candidatean han ayudado a crear o aumentar, como parte también del juego de ¨lealtades peronistas¨.

No se ve a la UCR con capacidad técnica, convicción ni fortaleza para bajar el gasto.

Lo que es seguro suponer, es que cualquier fuerza que asuma tratará de eliminar los nombramientos caros y clave que beneficiaron a la Cámpora, para lo que habrá un cierto consenso de la población y de los partidos, ya que esos nombramientos fueron íncubos exclusivos de la presidente, que ya no estará con su amenazante sarcasmo y castigo instantáneo.

No veo grandes posibilidades de que el gasto importante sea atacado, analizado y reducido. Sí  es posible que haya una acción gradual para reducir los subsidios eléctricos y a los transportes. El PRO parece el más inclinado a hacerlo. Tendrá que enfrentarse a la protesta y los amparos.

Para mostrar la falta de ideas sobre estos temas: dejar de subsidiar la oferta, (empresas) como ocurre en el transporte y subsidiar directamente a los consumidores individuales (demanda) bajaría el costo en un 50% por razones varias.

Los antecedentes de los candidatos y de los partidos indican que quienquiera que gane  hará lo de siempre: congelar el gasto por lo menos de palabra, y jugar a que el crecimiento del país bajará su importancia relativa. En el ínterin, la peleará con tasas de interés, manejo cambiario, mayor recaudación por aumento de actividad, mayor exportación por alivio sobre las sanciones al campo.

Es decir, la idea de todas las corrientes en disputa sería: si al sistema productivo nacional se lo deja de atacar y paralizar con estupideces, la actividad crecerá. Si a la inversión se la deja de ahuyentar con idioteces, vendrá. Ese aumento de los agregados que el mercado descuenta, se producirá solamente con un poco de sensatez. Las otras variables, las piloteamos.

Es cierto. Es lo que dice Macri, lo que dice Lavagna, lo que dice Scioli. El mercado mundial sigue necesitando encontrar lugares dónde invertir. Si sacamos a Cristina Kirchner y sus políticas irreflexivas y autodestructivas, volveremos a ser atractivos.

Pues eso es todo lo que podemos esperar. Que suba el agua y tape las piedras. El resto es cosmética.

 Vamos a la deuda externa. O a la deuda en general. Felizmente, todos los candidatos van a tratar de salir del default y abandonarán la lucha contra los molinos de viento, en particular contra el molino Griesa. Sin embargo hay matices, no menores. La UCR amaría revisar la deuda desde 1820 hasta aquí. Lavagna ya ha dicho que no es un tema urgente, ni de los más importantes  (?) Scioli tiene también jugadores de truco similares. Aunque no descartaría una posición sorpresiva de solución rápida, de audacia menemista. Recordémoslo

El PRO parece ser el más centrado con relación a este punto y a los colaterales: CIADI, FMI, INDEC, Club de París y la necesidad de revisar sus recientes acuerdos.

Si bien sigo creyendo que antes de negociar hay que tener una estrategia interna de reprogramación de la deuda, como he explicado en otras notas, el solo anuncio de que el país está dispuesto a negociar, será importante y generará una corriente favorable, si bien no aún una corriente inversora.

¿Sería absurdo armar un equipo con los mejores técnicos de cada partido que se ocupara de la regularización de la deuda y el crédito nacional, y también de su reprogramación a tasas mucho menores que las actuales? Absurdo no. Imposible sí. ¿Verdad?

Y el otro tema trascendente es la oportunidad de aplicar un esquema de libertad de mercado y terminar o reducir drásticamente el proteccionismo. Este concepto, una política de país en sí misma, no se aplicará.

De nuevo, ni soñar con que la UCR y otros socialistas la aplicarán. Tampoco el peronismo, demasiado embanderado con las ideas militar-nacionalistas de toda su vida y comprometidos con el establishment prebendario.

Por supuesto, cuesta mucho trabajo ver a Mauricio Macri explicando a su entorno personal y político las ventajas de la apertura comercial. Por otra parte, ya ha anticipado su adhesión ferviente al Mercosur, una entidad que sólo sirve si se cambia totalmente, lo que no ocurrirá.

En cuanto al muleto, Domingo Cavallo, se debe recordar su encendida defensa del proteccionismo automotor en los 90, de la que este periodista fue testigo y víctima.

A modo de resumen, lo que podemos esperar es el mismo país mediocre y chiquito de las últimas décadas, pero con gobiernos menos enfermos que no ahuyentarán el atractivo natural que tiene invertir en una gigantesca cantera de recursos naturales como es la Argentina.

Sin cepo pero sin libertad cambiaria, sin baja de gastos pero con mejor esquema de financiamiento vía aumento de la actividad, sin default pero con costos altos e  inmediatos de interés y negociaciones apresuradas y más endeudamiento, sin un empuje al agro pero con menos barreras y trabas, con proteccionismo pero con algún apoyo a las Pymes.

Con menos estatismo, pero sin dar rienda suelta a la creatividad, sin tanta inflación, con gradualismo, con bastante mas intervención del gobierno que la saludable, con menos corrupción gubernamental, pero la misma que hoy en el sector privado que vive de la sociedad, del estado, el gasto las prebendas y el proteccionismo.

Por esas pequeñas mejoras, por la vuelta al sistema financiero mundial, por las inversiones que generará la eliminación de la histeria y porque habrá una o varias devaluaciones para salir de este espejismo del relato, los números e indicadores mejorarán drásticamente. Seguramente apoyados en la realidad.

El sueño refundacional que algunos teníamos y tenemos, queda postergado para otra crisis.

Por cuatro o cinco años este nuevo modelo servirá, hasta que el proceso de recuperación – falso bienestar – ordeñe – reparto – endeudamiento- inflación- devaluación -  frustración empiece de nuevo.

Será el país de siempre. Argentina sin Cristina.

Muchos, con eso tienen bastante.

Que 2015 sea un año de tres semanas

Esta nota es una mezcla de buenos deseos y opinión. No es cuestión de tirar pálidas solamente, de modo que detallaré mis esperanzas para el nuevo año con todo optimismo.

Empiezo entonces resumiendo con el título. Anhelo que, en términos de acción de gobierno,  este sea un año de tres semanas: las que van del 10 al 31 de diciembre.

El resto del año espero que el gobierno no haga nada, o, si fuera necesario, que no le permitamos hacer nada, entre la ciudadanía, el periodismo libre, la oposición y la justicia.   

Estos son mis deseos: 

- Que no se tome ninguna medida que aumente el gasto: nombramientos, designaciones, contrataciones, tercerizaciones y compras de cualquier otro tipo. Si fuera posible que se subejecuten todas las partidas presupuestarias. Continuar leyendo