Por: Dardo Gasparre
Esta nota es una mezcla de buenos deseos y opinión. No es cuestión de tirar pálidas solamente, de modo que detallaré mis esperanzas para el nuevo año con todo optimismo.
Empiezo entonces resumiendo con el título. Anhelo que, en términos de acción de gobierno, este sea un año de tres semanas: las que van del 10 al 31 de diciembre.
El resto del año espero que el gobierno no haga nada, o, si fuera necesario, que no le permitamos hacer nada, entre la ciudadanía, el periodismo libre, la oposición y la justicia.
Estos son mis deseos:
- Que no se tome ninguna medida que aumente el gasto: nombramientos, designaciones, contrataciones, tercerizaciones y compras de cualquier otro tipo. Si fuera posible que se subejecuten todas las partidas presupuestarias.
- Que no se otorguen ni creen subsidios de ninguna naturaleza, ni a personas ni a empresas. Tampoco jubilaciones o pensiones de regalo.
Estas no-medidas dejarían de fogonear la emisión, la inflación, la corrupción. Y también evitarían más presiones sobre el próximo gobierno, que no tendrá más remedio que desmantelarlas.
También se evitaría que se continuase llenando de inútiles la administración pública, para colmo encubridores futuros de las huellas digitales de sus jefes ladrones.
- Que no se firmen ni aprueben tratados de ninguna clase, con países, organizaciones internacionales o cualquier otro ente.
El tratado con China, que no vacilo en calificar de grave delito contra la Nación, es un ejemplo de las barbaridades que aún se pueden hacer, con un enorme costo tanto si se cumpliese como si se anulase.
La oposición debe declarar que propugnará la derogación de estos tratados y hacer los planteos judiciales como para que China no pueda alegar derechos adquiridos en el futuro. Esto se extiende a cualquier acuerdo vía las falsas Sociedades Anónimas para-estatales. Por ejemplo YPF.
- Que se impida por todos los medios la reasignación de partidas, que, pese a ser constitucional, es una de las lacras que fomenta la autocracia.
Si bien este tema forma parte de una profunda reforma presupuestaria a encararse en el futuro, hay que parar el sangrado urgentemente, y los dispendios electorales del gobierno.
- Que no se de vía libre para ninguna clase de negociación, renegociación o emisión de deuda externa del gobierno nacional. Tampoco para resolver el juicio con los holdouts y correlativos.
Además de su ineficiencia y corrupción, se correrían varios riesgos al dejar cualquiera de estas acciones en manos del PE. El fallo Griesa, si bien es un fallo que hay que cumplir, admite aún inteligentes soluciones, con el acuerdo de los acreedores reales y potenciales. (Ya ofrecieron una quita voluntaria, por ejemplo).
El primer riesgo es que, por ineptitud, por desesperación, por inexperiencia o por corrupción, se termine pagando más de lo que corresponde, como ocurrió con el Club de París.
El segundo riesgo es que efectivamente se consiga algo de crédito externo, que será dilapidado instantáneamente en la hoguera electoral.
Todo indica que la situación de deuda argentina es compleja pero no dramática, pero debe ser analizada y negociada por profesionales serios y conocedores del tema, no por una estudiantina vociferante e improvisada, dirigida con impulsos psicológicos irrefrenables.
- Que no se creen por ninguna vía nuevos impuestos, gabelas o similares, ni reglamentaciones persecutorias o reinterpretativas.
Las ansias de venganza o la desesperación electoral puede ocasionar que se agreguen más monstruosidades e injusticias al actual sistema impositivo, otra madeja difícil de desenredar en el futuro.
- Que no se nombren nuevos jueces ni fiscales, ni se manosee al Consejo de la Magistratura, ni se den curso a juicios políticos o sanciones de cualquier tipo a jueces y fiscales.
Casi no requiere explicación. Es imprescindible evitar que se amedrente a la justicia, y también evitar que se pavimente el camino de la huída con nombramientos de cómplices o complacientes.
- Que por vía del Senado o por la Justicia, se impida la elección anticipada y antiestatutaria de legisladores del Parlasur en conjunto con las elecciones nacionales.
La búsqueda de fueros es una burla a la ciudadanía y un acto de impunidad que no puede dejarse pasar, sobre todo porque los funcionarios de este gobierno deben ser acusados y procesados por sus delitos.
- Que se frene la aplicación, reglamentación o aprobación de leyes supuestamente de contralor o regulación de cualquier actividad.
El avance sobre las libertades escondido en este tipo de leyes debe ser impedido y revertido con urgencia, mucho más en un año electoral.
- Que se frene la aplicación del nuevo Código Civil a partir de junio.
No solamente la Presidente rompió alevosamente su promesa de que sería aplicado en 2016, sino que es otro instrumento de apuro para manosear la realidad que usará el Ejecutivo.
Y con eso me conformo. Con una parálisis provocada de 49 semanas, y un año con 3 semanas útiles. Donde el nuevo gobierno tampoco podrá hacer mucho, pero que deseo que lo poco que haga esté inspirado por el espíritu republicano, la democracia real, el respeto de los derechos auténticos de la gente, la honestidad y el patriotismo.
Ahora sí. Feliz 2015.