¿Un régimen de metas de inflación sin metas de inflación?

Transitamos un régimen de metas de inflación (RMI) en gestación en el que se licuan las metas para el año (20%-25%) anunciadas tiempo atrás por Economía. Su desborde revolotea, y hasta las propias autoridades ya trasuntan su pronta revisión (aunque se blande el escape de la inflación federal).

No es un tema menor. Aunque no sorprenda: los pronósticos y las sospechas generales aludían a cifras mayores. Además, el desquicio macroeconómico colosal legado disparó una pesada carga de duros trade off o compromisos en materia de las fuertes correcciones exigidas por aquel.

Pero asúmase que al citar al RMI, más allá de la opinión que merezca en sí, posiciona un encuadre de base de lo macroeconómico, que busca priorizar reglas sobre intervenciones ad hoc (aun sin obviarlas), al revés de lo que pasaba previamente. El que una pieza importante del armado germinal ya quede en el camino no es trivial. Y alza el recaudo de seriedad a futuro.

Es probable que se paguen determinados furcios iniciales, coetáneos con el exitoso levantamiento del cepo cambiario. Incluido el serio error genérico de entrada de no presentar a la sociedad un cuadro descarnado del bodrio macroeconómico imperante y de los duros desafíos que derivaban de él. Luego, el desgaste de imagen que se quería evitar entonces quizás atisbe ahora. Continuar leyendo

Ancla y neoendeudamiento externo

La inflación preocupa. Se busca un ancla efectiva. Las metas de inflación de Alfonso Prat-Gay son sólo un esbozo, apremiado. Dada la problemática de la doble problemática, el abordaje conjunto de los bemoles del nivel de precios y del set de precios relativos, alguien diría: “Es lógico”. Máxime cuando, distinto de la convertibilidad, con una inflación visible baja, el esquema previo tenía una inflación elevada.

Pero, en rigor, la inflación preocupa. Lo notable es que el 5 de noviembre de 2015, el actual ministro auguraba el fin del cepo —y el ajuste del dólar oficial— de ganar Mauricio Macri en el ballotage, sin gran efecto adicional en la inflación (lo del dólar a 15 pesos implícito en los precios). Era la tesis de Andrés Neumeyer, la de la devaluación indolora. Una estrella de vuelo fugaz y olvidada; claro, porque los resultados no satisficieron.

Nosotros no olvidamos el tema. Porque todos, y en especial los think tanks afines al oficialismo, deberíamos meditar mucho al respecto. El núcleo de la tesis, usando el dual transables-no transables, aunque no universal, no era disparatado. ¿No habrán existido fallas instrumentales? Funcionando mejor en su orbe, vgr. precios de alimentos, las subas más directas en servicios podrían ser más digeribles.

Lo preferible era inventariar al inicio el bodrio económico recibido. Para alertar, y sobre todo, para fijar responsabilidades propias y ajenas. Hoy aún se asume poco la gravedad todavía subyacente de la situación; muchos planteos así lo reflejan. Continuar leyendo

Márgenes de política económica e inventario

Es llamativo, sin saber los motivos, que el flamante Gobierno, a hoy, no precisara en público de modo detallado —un inventario— el colosal desarreglo macroeconómico dejado por la anterior gestión. Aquel no releva al Gobierno de aplicar las debidas correcciones, de forma acertada, pero es innegable que ese antecedente, como se suele encarar en determinados análisis económicos, arrima cierto valor entre predictivo y explicativo de las implicancias posteriores. Hay serios condicionantes, costos y tensiones, como compromisos en el uso de las políticas, no entendibles sin una cabal comprensión de ese pasado. Asimismo, juega la propia concientización de los agentes en general de las restricciones operantes.

Veamos un par de ejemplos al respecto. Por un lado, es obvio que la liberación mayoritaria del nefasto cepo, apelando básicamente a un mercado de cambios único, flotación intervenida mediante —detrás de un mayor realismo cambiario (cuyo alcance está aun abierto) —, se aplicó con falta de un plan estrictamente integral. Aún no se completó el stock de intervención señalado. Luce ausente el hito referido al crucial binomio fiscal-monetario, con lo cual, como cable a tierra, se asume cierta política de ingresos activa (aludimos al criterio en la pasada nota “Estrategia de choque y política de ingresos activa”) —queda en pie el capítulo salarial— y al alza de la tasa de interés. Continuar leyendo

Las propias culpas en la distorsión cambiaria y en el declinar exportador

Se suele creer que la historia reinicia todos los días, desde cero. Lo que aplica al ascendente debate sobre el tema devaluación.

Aclaremos equívocos previos. Es torpe enfocar la variable cambiaria de modo aislado. Sí, el cambio nominal es una variable, pero el real -clave y que incluye al anterior- lo calza con las demás variables de la macroeconomía; hay una matriz. A la par, hace tiempo que el Gobierno devalúa (en lo nominal) continuamente, a diversos ritmos. Claro, en el contexto, ello deriva en una dura sobrevaluación real.

En lo de la historia, se olvida -incluso, en medios de la industria, sector harto favorecido en su época- que venimos de un esquema afín a una matriz macro de dólar alto -con los demás complementos-, que marcó uno de los lustros más notables de nuestra historia económica. Más allá de un mero efecto rebote y del apego al llamado “viento de cola”, con un crecimiento sostenido cercano al 9 % anual, aun mayor para la industria (y sin un gran déficit de divisas sectorial), una suba masiva del empleo (en especial privado), el repunte de la inversión, y la solidez externa (superávits y gran acopio de reservas). Continuar leyendo

Devaluación de jure y devaluación de facto

Analizando diversas opiniones sobre el tema devaluatorio, la sensación es que la comprensión del asunto aún es acotada.

Por un lado, no se capta bien el íntimo nexo del tipo de cambio real –visto, claro, como crucial componente de una matriz macro- con la dura restricción externa instalada en el país, que fuerza al estancamiento. Véase que el negativo giro estratégico –corporizado en especial a partir de 2010-, que pasó de una matriz macro afín al dólar competitivo (que, por supuesto, venía desgastándose) a una matriz muy pro retraso cambiario, fungió como la causal no única, pero, sí, clave, del arraigo de la restricción externa. El cepo cambiario fue un corolario de ello.  Continuar leyendo