Culpables se buscan

Por esas cosas extrañas que tiene nuestro país, desde hace algunas semanas la adrenalina judicial aumenta día tras día. Causas dormidas durante años amenazan ahora con agotar el stock de papel tamaño oficio de los principales proveedores de los tribunales federales.

Los cronistas especializados deben esforzarse para aclarar cada mañana por qué causa es que se presentan a declarar los ex socios de “la década ganada”. Es que son tantas las de cada uno de los otrora subordinados de Cristina Fernández, viuda de Kirchner (¿no es así la forma correcta de llamarla si es que desea usar su apellido de casada?).

Resulta así que un mismo ex funcionario puede ser testigo en una causa, imputado en otra, procesado en una tercera y, por qué no, absuelto en alguna otra. Claro está que, como somos argentos, nos dividimos entre quienes piden perpetua para todos y quienes organizan marchas del aguante para desembozadamente presionar a los jueces y los fiscales. Sobre todo si de ella se trata.

Esta semana, no obstante, el interés social y periodístico tuvo un drástico giro a partir de los sucesos ocurridos en Costa Salguero. Estuve tentado de escribir “fatalidad”, pero me parece que ese vocablo está reservado para sucesos que el hombre no puede modificar o que eran imprevisibles. Del que me voy a ocupar, por cierto, no lo era. Continuar leyendo

El sueño de la generala propia

Al solo efecto de abstraerlo por un rato, querido amigo lector, de los avatares de la política, la inseguridad y la maltrecha economía nacional y popular, lo he de entretener durante unos pocos minutos con una bonita historia que no ha de cambiar su vida ni la mía, pero que pinta de cuerpo entero la racionalidad que impera en los máximos niveles de la conducción nacional.

Una de las tantas luchas que nuestra jefa de Estado ha comandado desde su llegada al trono (perdón, quise decir al poder) es la causa de la igualdad de género. En cada acto público o privado, la mandataria se ocupa de dejar bien en claro (y con razón) lo mucho que le ha costado al género femenino ir escalando en todos los órdenes para afianzar sus derechos. La tarea no les ha sido fácil, pero nadie con dos dedos de frente podrá hoy sostener que deberían existir diferencias de género en cuestiones laborales, sociales, familiares o la que se nos ocurra. Continuar leyendo

Rumbo a Europa, con fe y esperanza

Cuando aquella mañana de 2003 recibí el llamado de un hoy ex jefe de la Armada Argentina, no podía salir de mi asombro. El ofrecimiento de ocupar un lugar en el Directorio de la centenaria y prestigiosa Liga Naval Argentina era como mucho para mí, pero era tentador.

Días después, ya en el despacho del presidente de la institución naval, me enteraba de los motivos de la convocatoria. “Vea, Daniel Scioli tiene que dejar el cargo en el Directorio, porque va a asumir como vicepresidente de la nación y ya le han dicho que no es bien visto que participe en este tipo de organizaciones con olor a cosa militar”. Según cuenta la leyenda, el hombre le había acercado a Néstor un par de números de la revista Marina (nuestro órgano de prensa)  y poco menos que se los habían tirado por la cabeza.

Tal vez haya sido esa la primera de una larga lista de insultos, desprecios, humillaciones y ninguneos que el matrimonio gobernante y su núcleo duro le habrían de propinar desde aquel lejano 2003 hasta -según cuentan- la propia noche de cierre de las PASO, donde al parecer le recriminaron su presunta intervención para que dentro de un penal bonaerense se llevara a cabo una entrevista periodística de gran repercusión social y mediática. Continuar leyendo

Torta galesa y conmemoración facciosa

Confiese algo, querido amigo lector: si lo toman desprevenido, ¿no se hace un poco de lío con la interpretación exacta de esa porción de la tierra a la que medio a lo bruto denominamos indistintamente como Reino Unido o Inglaterra?

Para ponernos en fase con la terminología, recordemos que por Reino Unido se entiende a la unión de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Todos son británicos, pero no todos son ingleses. A todo esto, cuando incluimos a Irlanda en el Reino Unido, nos referimos a Irlanda del Norte y no a la otra porción de la isla, a la que se conoce como República de Irlanda. Convengamos, entonces, que más allá estar casi todos unidos en un reino, cada país tiene un Gobierno autónomo y que incluso les podríamos decir británicos a todos, pero de ninguna manera ingleses por igual. Hacerlo sería una burrada tan grande como decir que Artigas era argentino.

La cuestión de las identidades comunitarias es en Europa mucho más importante que lo que suelen ser para nosotros las diferencias entre nacionales de distintas provincias. Un gallego, un vasco y un catalán son antes que nada eso y luego españoles. Nuestro máximo héroe naval Guillermo Brown fue un orgulloso marino mercante irlandés no inglés. Continuar leyendo

Ay, patria mía…

Cada acto, cada ceremonia, cada encuentro con su pueblo ha de tener muy seguramente un sabor especial para la presidente Cristina Fernández. Ese sabor característico de la última vez. En el Congreso, al abrir las sesiones ordinarias, el aniversario de la Revolución de Mayo y ahora la reciente celebración del Día de la Bandera han agregado al tradicional tono épico de cada arenga el matiz melancólico de la despedida.

Ese “los quiero mucho” al cerrar su discurso del 20 de junio en Rosario parecía recordar el famoso “llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, dicho por Juan Domingo Perón el 12 de junio de 1974. Salvando las obvias distancias tanto en el tipo de despedida como en la altura política del orador, claro está.

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Mayday

Por esas curiosidades de la vida, los vocablos “may” y “day”, si bien pueden significar “día de mayo”, cuando se escriben juntos conformando la palabra “mayday” tienen un sentido totalmente distinto. Mayday es el vocablo unificado internacionalmente para realizar pedidos de auxilio. Deriva del francés m’aider y sintetiza la expresión “vengan a ayudarme”.  La repetición en tres ocasiones seguidas del vocablo mayday indica inequívocamente “riesgo inminente de vida” o una situación de peligro extremo del que no podremos salir por nosotros mismos.  Los marinos reservamos esta expresión para situaciones realmente gravísimas.

Perdón por mis desvaríos navales, querido amigo lector, a veces mis recuerdos de alta mar se entrometen en mis habituales diálogos con usted pensados para hablar de temas de actualidad. Por ejemplo, de  la penúltima cadena nacional y popular emitida desde el Chaco profundo para anunciarnos que se producía la primera soldadura de un nuevo gasoducto. (sí, hubo cadena nacional para una primera soldadura). Luego nos dimos cuenta que la Presidente nos hizo una trampita:  la obra no importaba, la idea era mandar un mensaje a su tropa con una clara indicación que se den “un baño de humildad”

Humildad… vendría a ser no sentirse por encima del resto, algo como no ser permanentemente autorreferencial, admitir por ejemplo que uno no es el centro del mundo y que hay otros puntos de referencia al margen de “Ella”, Él”, o el resto de la familia presidencial. Que no hace falta autodenominarse “abogada exitosa”, arquitecta egipcia”, ni tan siquiera “cinéfila”.  Mucho menos es necesario utilizar un atuendo distinto cada día de los últimos 12 años, ni apabullar con las carteras de súper lujo, las joyas exclusivas y los relojes de oro y brillantes.

Sabiamente y pregonando con el ejemplo, la líder política de la Nación estaba indicando a sus “generales” que tomando como guía sus enseñanzas, dejen de lado las vanidades personales y entiendan que los sillones de la presidencia de la Nación y de la principal gobernación del país no son para todos. Los aspirantes oficialistas aplaudieron la arenga pero tardaron varías días en darse por aludidos.

La oposición, por su parte, nos depara sorpresas día tras día.  “Quiero lo mismo que vos” rezan centenares de carteles que –contraviniendo la ley electoral- colman las principales rutas bonaerenses. La cara sonriente de Darío Giustozzi brinda un gesto amistoso que invita a seguirlo en su cruzada. Remata cada afiche el logo de campaña de Sergio Massa.

Pero antes que la intemperie desgaje esos hermosos afiches que declaman pertenencia ideológica, el sonriente señor, nos dice que su hasta ayer mesías electoral es un ser nefasto amigo del procesado vicepresidente Boudou y que no está preparado para gobernar al país. Desde el entorno del massismo le han propinado al renunciante jefe de bloque parlamentario de ese espacio todo tipo de epítetos para resumir sus bajas cualidades como soldado de la causa renovadora.  Mejor no analicemos las versiones que dan cuenta que el sonriente Darío amaga con volver al FPV, es decir el partido en el cual sigue militando el malo de Boudou, ese que según parece sigue siendo amigo de Massa…

No se queda atrás en esta onda de migración ideológica el ex gobernador Mario Das Neves,  amigo primero, funcionario nacional luego, menos amigo más tarde, opositor abierto después y adherente al sciolismo ahora. “La gente pide que en la boleta vaya Scioli” dice don  Mario, pero también nos dice que “ de su pertenencia junto a Massa no hay dudas. Para dejar más clara su postura en los últimos días se ha fotografiado sonriente junto a Darío (el díscolo).

Le dicen “El Negro” a don Jesús Cariglino, cuatro veces intendente del joven municipio de Malvinas Argentinas, de hecho es intendente desde que se creó el distrito que evoca a nuestras irredentas islas. Junto a su hermano Roque, emigraron también en las últimas horas del Frente Renovador para sumarse sin rubores al PRO. Porque al fin y al cabo Mauricio en el fondo también es un compañero de lucha…

La política internacional no es mi fuerte, querido amigo, pero me pregunto si será moneda corriente en el resto del mundo la migración ideológica espontánea. ¿Muchos republicanos se harán demócratas?  Laboristas mutaran a diario en Conservadores? Yendo más cerquita, los blancos se harán colorados y –en todos los casos– viceversa?

Cosas que pasan en esta Argentina de hoy, de un día del mes de mayo, es decir un “ may day” y que con toda justificación me permiten precisamente suplicar a quien me quiera oír:  mayday mayday mayday.

 

Fue crucificado, muerto, sepultado

Casi 2000  años después y muy lejos de la Tierra Santa, sin pretender bajo pena de herejía comparar a persona alguna con el Mesías, las vueltas de la vida colocan a la República Argentina en el escenario en el que se ha desarrollado el pequeño “Via Crucis” de un ser humano curiosamente también judío como nuestro Señor, que intentó mostrar al mundo su verdad.

Si bien su calvario tal vez comenzó mucho antes, hoy sabemos que su llegada al país aquel doce de enero estaba siendo seguida muy atentamente por cámaras indiscretas y nunca sabremos a qué resortes del poder central obedecían.

El fiscal Nisman no llegaba al país para proclamar la palabra de Dios ni mucho menos. No traía consigo profecía alguna, simplemente el fruto de muchos años de trabajo silente, prolijo y profesional.  Vino a anunciar su verdad urbi et orbi y a poner en manos de la Justicia del hombre los presuntos delitos cometidos en perjuicio de otros hombres. No era una verdad revelada, era una verdad investigada.

Tembló ante su herejía todo el reino. Un ejército de gladiadores dispuestos a dar la vida por el antiguo “relato” no vacilaron en proclamar que “con los tapones de punta” irían a su encuentro para darle su merecido en el Parlamento.  Los propios sospechados anunciaron que estarían presentes en una reunión solo reservada para legisladores en un claro intento de amedrentarlo, de doblegar sus convicciones y de intentar alguna forma de hacerlo callar.

Así comenzó a ser clavado en la cruz Alberto Nisman. Legisladores, ministros, secretarios de Estado y toda una horda de voceros oficiales y oficiosos clavaron sus metafóricos clavos sobre la credibilidad del fiscal, aún sin haber visto ni oído sus argumentos. No importaba lo que podría haber descubierto. La nueva historia de la patria, el modelo y el relato no podían permitirlo.

Siete días de calvario y finalmente fue muerto. Porque fue muerto, a no dudarlo. De hecho, la propia cabeza del poder dice no tener dudas al respecto. Nisman no quería morir como el Mesías. Pero al igual que aquel sabia que podría morir en cualquier momento. Pilatos se lavó las manos antes del crimen, nuestros gobernantes intentaron hacerlo después de consumado el mismo. Pilatos dejó que el pueblo decida la suerte de aquel hombre; aquí el pueblo ansiaba la llegada de aquel lunes 19 de enero para que Nisman hiciera (hasta donde fuera posible) pública su investigación

Después, mucho después de consumado el magnicidio, la jefe de Estado, que vendría a representar la versión moderna de los emperadores o emperatrices de otrora , dio su versión de lo ocurrido. Siempre cuidadosa de la puesta en escena, eligió un blanco radiante como atuendo, como si no le importara que la sociedad argentina estaba de luto y con un dolor mucho más grande que el de aquellos tres días de duelo nacional en honor a Hugo Chávez.

Y Nisman finalmente fue sepultado. No habrá resurrección como hace dos milenios, pero hay un legado y debería haber 40 millones de apóstoles dispuestos a mantener vivo el mismo. A pesar de los esbirros del imperio vernáculo. A pesar del miedo a otras crucifixiones. A pesar de sus ejércitos visibles y ocultos, que se inmiscuyen en nuestras casas y en nuestras vidas.  A pesar de las secretarias generadoras del pensamiento único. De sus particulares métodos de persuasión no siempre muy apegados a la ley. A pesar de todos y cada uno de ellos.

Las lágrimas, las velas encendidas sobre un muro, los carteles, la bronca y las imagines del mártir serán antes o después superadas por el paso del tiempo y la inevitable máxima que sentencia que “ la vida debe continuar”

Pero si mantenemos viva en nuestra mente y nuestro corazón la imagen de un hombre que demostró no tener miedo a la verdad, seremos como aquellos cristianos de la nueva era, los portadores de su mensaje. Nadie nos pide arriesgarnos como Nisman hasta ofrendar su vida, pero sé ser firmes como él a la hora de exigir que los hechos denunciados se lleguen a esclarecer

Miles de pancartas con las palabras “Soy Nisman” se levantaron por estos días. Seamos Nisman desde el corazón y en cada uno de nuestros actos. Pero no nos confundamos.  No somos todos Nisman. Ellos, los del imperio vernáculo, ciertamente no lo son.

Aniversario para pocos

Las nuevas chapas de los techos del viejo apostadero naval de Buenos Aires parecían servir de eficiente amplificador del bullicio reinante en la Plaza de Mayo. Miles de personas eficientemente transportadas en centenares de micros -contratados seguramente con cargo al presupuesto de municipios diversos- entonaban pegadizos canticos que “mágicamente” se encendían  y  apagaban al unísono cuando “Ella”  necesitaba el calor de la militancia o el respetuoso silencio frente a su arenga nacional y popular.

Gracias a la potencia del audio, el personal de guardia en buques  y muelles no debió abandonar sus responsabilidades para escuchar el discurso que seguramente la Presidente de los 40 millones de argentinos (como le gusta hacerse llamar) pronunciaría con motivo de festejarse nada más ni nada menos que 31 años de democracia. Democracia de todos. De peronistas, radicales, izquierdistas y conservadores. Democracia de los profesionales y de quienes no lo son.  De la civilidad, pero también de los militares de la democracia, de los curas, rabinos y clérigos de todos los credos. De los obreros y de los patrones. De los presos con derechos humanos, de quienes los custodian y también de los jueces que imparten justicia al margen de los cargos que puedan detentar circunstancialmente los justiciables. Democracia de los nietos recuperados y de sus abuelas, también de las abuelas y nietos  de muchos soldados, policías y civiles muertos por la metralla asesina de quienes mancharon con su sangre el gobierno democrático de la primer presidente mujer de la Argentina, María Stella Martínez de Perón. La esposa del fundador de la idea que dice profesar el actual Gobierno por si no queda claro

La patria lamentablemente no ofrece por estos días muchos motivos de festejo. Relato al margen, ellos saben que sabemos que las cosas no van bien. Sería redundante, amigo lector, pasar revista a todo lo que nos aqueja y angustia. Pero la bien ganada y bendita democracia nos brinda la necesaria luz de esperanza para saber que a partir de este acto, comenzamos a transitar la cuenta regresiva que ubica el anhelado recambio presidencial en una cifra menor a un año.

Es por ello que uno podía ingenuamente haber pensado que “Ella” aprovecharía esta última ocasión en la que hablaría al país con motivo de tan importante circunstancia para al menos por una vez hacerlo realmente para todos y todas. Tal vez no llegó a comprender que jamás volverá a poder tener semejante privilegio: el próximo 10 de diciembre, a la misma hora, no será nada más que una ciudadana común mirando el mismo acto por televisión; sin lujos provistos por el erario público, con una custodia reducida acorde a su condición de ex presidente. Sin mandos militares que le digan que a todo que sí por temor a perder la carrera y buena parte del salario; sin ministros complacientes y con un Partido Justicialista que como corresponde a su génesis estará alineado y listo para jurar fidelidad  absoluta a una nueva corriente interna cuyo nombre terminará en “ismo” y comenzará con el nombre del triunfador en los comicios.

Pero la Presidente ciertamente no habló para todos; no al menos  para el mundo al que fustigó con dureza acusándolos como siempre de todos sus pesares. No habló para el grueso de los miembros del Poder Judicial, a quienes no puede perdonarles que se entrometan en escabrosos asuntos que rozan a sus protegidos; tampoco habló para la clase media, esa especie en vías de extinción que tal vez molesta al modelo porque no necesita de la dádiva populista pero tampoco está en condiciones de ofrecer tentadores negocios al poder. No habló para usted, querido amigo, no habló para mí, ni para ningún argentino o argentina que no profese una devoción a libro cerrado por el modelo y la imaginaria década ganada. No habló para ninguno de los ex presidentes que la precedieron en estos 31 años, los que fueron expuestos con máxima exaltación de sus errores, en un documental previo a su discurso.

“Ella” es de los 40 millones de argentinos, pero se concentra en el puñado de militantes que aún aceptan ser conducidos como rebaño rentado para dar marco a cada acto. No había lugar en la que “ella” denomina la casa de la democracia, para algún demócrata de otra ideología. Con excepción de Leopoldo Moreau, todo era armónicamente K.

No hubo lugar en esa plaza para una familia que quisiera ilustrar a sus hijos sobre las virtudes de la democracia.  Para poder enseñarles que los países democráticos entre otras cosas, saben separar los actos partidarios de los actos de gobierno.  Que el día de la bandera es para honrar a su creador y no a “El”, que en el día de  la independencia se homenajea a quienes nos la dieron en 1816 no en 2003  y que un día como el pasado sábado la fiesta es de toda la sociedad incluso de aquellos a los que le gusta el color amarillo o el naranja.

Una verdadera oportunidad desperdiciada. Una cierta posibilidad de hacer algo para quedar en la historia con un recuerdo que resista al inexorable borrón y cuenta nueva que arrancará precisamente el próximo 10 de diciembre, día en el que las hojas del relato se comiencen a borrar, las “luces “ del modelo se vayan apagando y las lealtades, sostenidas antes con la billetera que con el corazón, se esfuercen denodadamente en encontrar un modesto rincón para salir en la foto oficial del acto en homenaje al 32° aniversario de la democracia. Una foto en la que seguramente veremos sonriendo a muchos de los que estaban ayer, pero a “Ella” nunca más.

 

Ensalada rusa

putin

Semana a semana, ladrillo por ladrillo, la obra maestra de la arquitectura egipcia se sigue construyendo. La construcción no parece ser de muy buena calidad. Nació floja de cimientos y, en su afán de llamar la atención a buena parte del mundo, corremos el riesgo que en algún momento o alguien la derribe por espantosa o que se caiga sola por su propio peso. Señores, señoras y sobre todo amigo lector, ahora sí hemos de ver la luz al final de túnel: tenemos televisión rusa para todos y todas. Son tantos los lazos sociales, culturales, étnicos y morales con la tierra de los zares, que resulta hoy increíble imaginar como pudimos subsistir hasta aquí privados de esta unión televisiva.

Como Ud. sabe querido amigo, mientras aquí disfrutamos con orgullo de conquistas tales como el matrimonio igualitario y el cambio de sexo en el DNI a “piaccere”, Rusia está gobernada por un señor que si bien se llama Putin, considera a la homosexualidad como una enfermedad repudiable. Siendo más bien partidario de la condena al gay que a darle por ejemplo el ministerio de Cultura.

No es menos cierto que mientras aquí nuestros motochorros conceden entrevistas si su agenda delictiva se los permite para explicar que apuntan a los cráneos de los turistas porque sus nenes cumplen años y querían la fiestita con payasos, globos y piñata, las cárceles rusas albergan por muchos años y en condiciones no del todo humanitarias a decenas de delincuentes que siendo de poca o mucha monta, terminan entendiendo que con la ley allí no se juega.

Mientras Argentina es “un país con buena gente”, tierra regada de jóvenes idealistas que otrora tomaron las armas en defensa de sus sueños, arruinando los de miles de familias de soldados rasos, agentes de policía, ejecutivos de empresas y hasta criaturas de un jardín maternal. Rusia no parece soportar demasiado a la juventud y mucho menos al “idealismo post adolescente”. Se lo pueden preguntar a los “chicos” de Greenpace que hace unos meses vieron desvanecer su epopeya ecológica tras los gruesos barrotes de una prisión en San Petersburgo (¿se acuerda, amigo lector?). O tal vez a aquellas bonitas señoritas de la banda musical “Pussy Riot”, que cobran muchos “palos” en cada presentación. Pero son palos que les dan por la cabeza los agentes de policía , ya que están acusadas de vandalismo. ¿El delito? Cantar canciones de protesta. De hecho algunas de ellas enfrentan penas de hasta 7 años de cárcel.

Orgullosos rioplatenses que han desterrado para siempre la tenebrosa sombra del golpe militar y que han puesto a las fuerzas armadas en su lugar, prohibiéndoles inmiscuirse en asuntos de seguridad interior, desactivando asimismo las actividades de espionaje interno (bueno, a algún que otro general lo dejan espiar un poquito todavía) , mamarán a partir de ahora las enseñanzas de un régimen encabezado por uno de los más conspicuos jerarcas de la famosa KGB soviética, que mantiene aún hoy en la Rusia “democrática” una de las policías secretas más poderosas del mundo. El espionaje interno y la delación son moneda corriente por aquellos lados a pesar de la “Perestroika”.

“Pluralidad de voces” se declama desde atriles ocupados por exitosos abogados argentos. “La información es peligrosa” recita en cambio don Vladimir cuando nos saluda en ruso vía Skype. Obviamente cualquier argentino medio pudo entender sus palabras: son tan parecidas nuestras lenguas que no hizo falta ni traducción de voz ni de señas para disminuidos auditivos.

Usted, querido amigo, siempre me tilda de irónico, pero a veces la ironía resulta ser más gráfica que una explicación detallada y basada  en el sentido común.  Ahora, si le digo que a partir de aquí la dejaré totalmente de lado, por favor créame.

Putin es un hombre obsesionado por el poder. Luego de agotar sus dos primeros periodos presidenciales, buscó desesperadamente la forma de no perder protagonismo político. Para ello, postuló para sucederlo a Dimitri Medvedev, quien al asumir lo nombró inmediatamente Primer Ministro del gobierno a fin de no solo asegurarle impunidad sino además como forma que pudiera seguir manejando a su antojo los hilos del poder. Luego, en marzo de 2012, inició su tercer periodo presidencial y, oh casualidad, ¿a que no sabe a quién nombró como Primer Ministro?  A su sucesor y antecesor, al bueno de Dimitri Medvedev. Parece que por aquellos pagos poner a la esposa, la hermana y hacer calentar en el banco al hijo no es del todo bien visto, pero siempre hay alguien de confianza. De última, los amigos a veces son mejores que la propia familia.

Muchas publicaciones europeas, que supongo no responden al Sr. Magnetto ni a La Corpo, cuentan sin empacho que en Rusia “la corrupción es galopante, en la política, en el poder judicial. Todo se compra y se vende. Los abogados tienen poco trabajo porque cuando alguien tiene un problema directamente soborna al juez” (según relata el periodista español Salvador de Pedro Buendía en un famoso portal de noticias español)  Pero, claro seguramente, es una infame maniobra de los medios…

Con algún poco más de protagonismo internacional que nuestra máxima líder nacional y popular, Putin consigue que de este lado del mundo lo atiendan cuando llama por teléfono. Es algo lógico, el “ruso” puede invadir un territorio para intentar anexarlo a su feudo, desbalancear el siempre frágil equilibrio mundial o tomar alguna medida preocupante. Nosotros con los “pibes para la liberación” los cantos anti-buitres o los insultos a un juez de New York no movemos mucho el amperímetro del mundo, siendo que vamos día a día en camino a estar más presente en las pantallas del History Channel que de la CNN.

En el fondo, menos mal que Russia Today trasmitirá en directo nuestra épica revolucionaria a millones de hermanos y compañeros de lucha antiimperialista. De Moscú a Siberia, del estrecho de Bering al Mar Negro, los camaradas podrán ver cada día como progresa nuestro amado país,  ver el bienestar creciente de muchas ciudades del norte de la patria fruto de la cada vez mayor “inclusión social”. Aprenderán sobre la manera adecuada de manejar las cuestiones de seguridad ciudadana. O acerca de cómo se doblega a quienes atentan contra la democracia intentando adquirir la divisa del imperio para proteger su salario. Escucharán tediosos discursos con miles de palabras que no dicen nada, pero no les importará mucho porque ellos hablan ruso y no hay forma conocida de traducir cosas tales como “Che gorila presta mucha atención” o “Si la tocan a Cristina que quilomb… se va a armar”.

Estimado amigo, me gustaría cerrar esta columna como siempre hago, con una reflexión sujeta  a su aprobación o su crítica.  A veces la realidad lo permite;  en otras ocasiones, como en este caso,  es tan duro, tan terrible y tan cruel lo que uno debería decir, que un prudente silencio es lo más adecuado.

Pero puesto en la tarea de buscar semejanzas y diferencias con nuestros nuevos “amiguitos de travesuras” encontré tal vez la  similitud  más triste de todas,  una que sin lugar a dudas habla del hartazgo de los pueblos cuando sus dirigentes les dan  la espalda, y se atreven a pergeñar estrategias que mucho distan de los deseos y necesidades de sus conciudadanos, creyéndose realmente que son una casta superior libre de pecado. Sería largo de explicar, pero la imagen que le adjunto es de por sí contundente. Un ciudadano ruso sostiene en su mano un cartel con la foto de nuestro “aliado”  que dice  “ NO! 2050”, un sarcasmo para graficar que no quieren un Putin eterno, que están hartos , que no dan más.  Ahora que lo pienso… ¿Putin eterno? ¿Donde es que escuché esa frase?

Instrucciones para sobrevivir al relato

Desde muy chico uso anteojos, así que no me asombra si alguna vez confundo una cara o no saludo a alguien que pasa lejos, simplemente porque no lo reconocí. Como contrapartida, siempre me jacté de mi buen oído… hasta que escuché el discurso presidencial durante el acto de cierre de la jornada de trabajo del consejo del salario en la que se fijó el nuevo mínimo, vital y móvil.

Le pido perdón, amigo lector, si mi otrora impecable sistema auditivo comenzó a jugarme en contra, pero creo que la Presidente dijo algo así como que en el hipotético caso que tuviéramos una inflación del 100% mensual, en once meces tendríamos una inflación acumulada del 1100%.

Antes de ser oficial de la marina, fui perito mercantil. Pasaron muchos años, claro, pero creo que recordar que el cálculo de la inflación acumulada no era lineal sino geométrico: si algo que vale diez aumenta un 100% pasa a 20 y si luego aumenta otro 100% pasa a 40 y luego a 80, y así sigue la rueda (el mismo concepto del interés compuesto). Pero repito, pasaron muchos años y tal vez sea yo el que se equivoca. Por algo no llegué a Presidente de la Nación.

También escuché a la máxima líder del país pedirle a los empresarios automotrices que no “encanuten los autos”. Una vez más me sorprendí. Siempre creí que los autos, sin llegar a ser productos perecederos como la carne o la leche, tenían fecha de vencimiento. Al menos la tenían para ser exhibidos en un salón de ventas como “último modelo”. Cuando hablamos de “encanutar”, ¿de cuántos autos y de por cuánto tiempo estamos hablando?

Empresarios y gremialistas escuchaban atentamente, impertérritos o más bien conscientes que no existe la menor posibilidad de corrección, opinión o gesto antirreglamentario. No están allí para eso, están allí para dar marco a la clase magistral del día, sonreír (por amor o espanto pero sonreír) aplaudir y  -de ser elegidos y “ungidos”- estrechar la mano de la jefe de Estado. Cumplido este ritual, abandonarán rápidamente el recinto que los cobijó con más dudas que certezas y con la esperanza que la cámara no los enfocará justo en el momento del asentimiento incondicional al relato, porque luego hay que explicar cosas que son muy difíciles de explicar.

Va resultando complicado ser original al intentar emitir un “reporte semanal” de la hoja de ruta nacional. Los problemas son los mismos cada día, la única diferencia es que empeoran de manera preocupante. La reacción frente a esos problemas por parte de las autoridades también es siempre la misma: negarlos, ignorarlos ,o en el mejor de los casos, culpar a enemigos siempre ocultos que recuerdan a los quijotescos “molinos de viento”. Lo único que guarda relación entre el relato y la realidad es la proporción lineal entre acción y reacción. Cuanto más se agrava la situación, más se empeña el Gobierno por negar o desconocer el agravamiento. Fieles a este criterio, si la recaudación por percepción del IVA aumento 35% en un año, nada de ese aumento tiene que ver con esa palabra inventada por la corpo, los buitres y el establishment llamada inflación. Mucho menos se puede sugerir que no es mayor porque al fenomenal aumento de precios se agrega una drástica caída del consumo interno. Decirlo no puede significar otra cosa que trabajar de meritorio en el juzgado de Mr. Thomas Griesa

Habitualmente, esta columna carga las tintas apuntando a las fallas o falencias en la gestión. Con mayor o menor severidad suelen llegar las “replicas” a lo aquí escrito. Pero debo ser honesto a la hora de reconocer que, más allá de algún enojo ministerial, jamás los mismos constituyeron ni remotamente algo parecido a una amenaza o he visto restringida en modo alguno mi interacción con los distintos organismos del Estado con los que en virtud de mi condición de marino estoy relacionado. Ahora, claro, no podría esperar de este Gobierno una designación política, ni una comisión al exterior ni tan solo una vacante para la portería de la Casa Rosada.

Entonces tal vez corresponda comenzar a reflexionar sobre en cuánto estamos dispuestos a alterar a la ecuación “costo beneficio” de nuestras empresas, cámaras, gremios, o simplemente de simples aspiraciones personales, a la hora de “ilustrar al soberano” o a los “príncipes del reino” sobre la cruda realidad de la situación. Cuantos enfáticos “No” estamos dispuestos a decir ante cada planteo descabellado, ilógico o impracticable que desde el poder suelen realizarnos. A cuántos contratos con el Estado estaremos dispuestos a renunciar, cuántas prebendas sectoriales resignaremos por ponernos firmes en nuestras convicciones, declamándolas en público con el mismo énfasis con que lo hacemos en reuniones de “camaradería”.

Hemos conseguido a fuerza de repetir fracasos , hacerles entender a los militares que, mientras vistan el uniforme y empuñen las armas de la patria, no tienen oportunidad alguna en forma corporativa de cuestionar a la política oficial. También es cierto que tampoco deben apoyarla tan enfáticamente que terminen poniendo las armas de la Nación al servicio de una facción política. Para al resto de los actores del cuerpo social este principio no aplica, El todopoderoso Berni no deja que un Gendarme o Prefecto nos expliquen un accidente vial o acuático, so pena de pase a retiro inmediato. Pero ni los ministros Kicillof o Giorgi darán de “baja” a un empresario ni Tomada hará hacer “salto de rana” a un gremialista por alzar la voz. Eso sí tal vez dejen de gozar de algunos placeres propios de quienes acarician las suaves mieles del poder

Muerta definitivamente y a Dios gracias la “asonada militar”, tal vez ha llegado el momento de asumir que en el largo camino que va desde la conveniente mansedumbre al boicot empresario, del contubernio político sindical a la huelga salvaje y desde la apatía al estallido social, hay un punto intermedio. Podemos comenzar a transitarlo lentamente, ensayando no sonreír ante cualquier disparate que se nos diga desde un atril oficial. Cometer la osadía de no aplaudir al final de cada frase del relato, dejando que el silencio sea la más contundente muestra de desaprobación y -contrariando al recordado Roberto Galán- comenzar besarse y abrazarse menos con los funcionarios que además de retarnos y darnos cátedra, van llevando el país hacía la destrucción total. Tal vez no cambien el rumbo pero al menos aminoren la velocidad.

Dirigentes y “dirigentas”: la cadena nacional de la felicidad, ahora en HD, tiene para ustedes un pequeño inconveniente. Los vemos, miramos sus gestos, sus adorables sonrisas y su maravillosa agilidad para saltar de sus butacas cuando el guion marca “aplausos de pie”. Si no son capaces de hacerlo, hágannos al menos un favor, no sigan ensayando frente al espejo y en la retaguardia lo que no son capaces de hacer cuando se perfuman y afeitan para sacarse una foto en el frente.