Derrota parlamentaria del chavismo puede acelerar reformas en Cuba

Pasadas las doce de la noche, cuando los gerifaltes verde olivo escucharon a la presidente del colegio electoral venezolano Tibisay Lucena certificar el fracaso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) de Nicolás Maduro en el plebiscito parlamentario del 6 de diciembre, se prendieron las alarmas en las oficinas del Palacio de la Revolución en La Habana.

El epicentro del sismo político venezolano estremeció a la Cuba oficial. La de los estadistas timoratos, funcionarios irresponsables e ideólogos radicales que pretenden gobernar una nación sumando sólo uno y cero.

El país virtual que diseñan los asesores de Raúl Castro, ocupados en esconder la crisis estructural política, económica y social de Cuba, es un arma de doble filo.

El férreo control de los medios en la isla les permite presentar al mundo una sociedad de personas amables y comprometidas con ese truco publicitario llamado Revolución Cubana. Que existió, pero desde 1976 se institucionalizó como una nación de corte soviético sustentando el marxismo como guía política. Continuar leyendo

Periodistas cubanos en tierra de nadie

En Cuba han surgido alternativas para divulgar informaciones o denuncias y hacer un periodismo diferente a la aburrida gacetilla oficial. Internet es el nuevo campo de batalla.

Parece que ha pasado mucho tiempo desde aquellos años 1980 del siglo pasado, cuando un adusto oficial de la Seguridad del Estado vestido de civil, con su solemnidad, intimidó a un grupo de jóvenes desparpajados que estudiábamos en el preuniversitario de La Víbora.

Yo tenía 16 años. No recuerdo haber sentido más miedo en mi vida que aquella tarde, cuando el agente mostró su carné con una franja roja y caracteres verdes: DSE. Las siglas del tenebroso Departamento de Seguridad del Estado.

El tipo manejaba nuestro temor juvenil como un experto. Quizás lo aprendió en una academia de contrainteligencia de la KGB o en la Stasi de Markus Wolf.

Le pidió discreción a la directora de la escuela, conocida por “La Mosca”, más intransigente que un talibán afgano. Y como un manso rebaño condujo a media docena de chiquillos con ínfulas intelectuales hacia la biblioteca escolar.

Nuestro delito era ver películas y documentales no divulgados en Cuba en videos Betamax, leer libros prohibidos de Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges o repasar a hurtadillas poemas de Heberto Padilla.

Todavía resuenan en mis oídos las severas reprimendas. Algunos lloraban y otros pedían perdón por su pecado. El hombre, como un todopoderoso, esperaba escuchar mi alegato de clemencia. Continuar leyendo

Los Comités de Defensa de la Revolución, servicio de espionaje del régimen cubano

Los Comités de Defensa de la Revolución son un sistema de vigilancia que insta a agredir verbal y físicamente a los disidentes y se encarga de averiguar la procedencia de los bienes de las familias.

Cuando el barbudo guerrillero Fidel Castro, en la noche del 28 de septiembre de 1960, fundó un sistema de vigilancia colectiva en cada barrio, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), hace hoy 55 años, la sociedad civil en Cuba se derogó hasta nuevo aviso.

Ni siquiera la Alemania nazi de Adolfo Hitler, con un amplio historial de intromisiones sociales, tenía estructurado un sistema vecinal de cooperación con los servicios de espionaje del Gobierno.

Probablemente lo más parecido sean las temibles Camisas Negras de Benito Mussolini, un cuerpo paramilitar protagonista de numerosos episodios de violencia y agresión física o verbal contra sus adversarios políticos en la Italia de los años veinte del pasado siglo.

Pero con los CDR Fidel Castro amplió el campo de acción. Igual arman un linchamiento verbal a un disidente, denuncian a un vecino por sospecha de enriquecimiento ilícito, que participan en una campaña de vacunación infantil contra la poliomielitis o la recogida de materias primas. Continuar leyendo

Se buscan maestros en Cuba

Para este curso escolar, solo en las provincias de Camagüey y Ciego de Ávila hay un déficit de 1714 maestros. Bajos salarios, profesores sin vocación, escuelas sin acceso a nuevas tecnologías y gastos de los padres en la contratación de maestros particulares para sus hijos son algunos de los males. El magisterio en la isla es un auténtico calvario.

Parece que ha pasado mucho tiempo desde que un orgulloso Fidel Castro, estadísticas en mano, encandilaba a su audiencia con un manojo de números que resaltaban la calidad de la educación pública en Cuba.

Odalys, 56 años, aún recuerda a Fidel arengando al gentío en un teatro habanero en 1979, justo el día de su graduación como pedagoga. “Ha llovido mucho desde entonces. Yo estaba orgullosa de ser maestra. Era una profesión muy valorada en nuestra sociedad. Pero llegó el ‘período especial’ (una guerra sin el rugir de los cañones) y todo se desmoronó”, cuenta en la sala de su casa, en el Reparto Sevillano, a media hora en automóvil del centro de La Habana.

En 1997 la maestra habanera guardó el título en el desván de su casa. Comenzó a trabajar como ayudante de repostería en un hotel cinco estrellas de Varadero. Continuar leyendo

Cuba, paraíso del aborto

Un día después de la pasada Navidad, Daniela le pidió una semana de vacaciones al dueño de la empresa donde trabaja en la Florida. Le dijo que necesitaba realizar varias gestiones personales.

Reservó un billete aéreo con destino a La Habana y en el hospital Hijas de Galicia, en la barriada de Luyanó, le hicieron un aborto. “Solo tengo 22 años y estaba embarazada de dos meses. Aun no tengo seguro medico en Estados Unidos y por eso decidí hacerme el aborto en Cuba. Es el primero que me hago. Mi prima me consiguió los contactos”.

Cuarenta dólares deslizados subrepticiamente en un bolsillo de la bata blanca de la doctora y un bolso repleto de comida y juguetes para sus hijos, agilizaron la intervención quirúrgica. Continuar leyendo

Esperando por un diálogo entre cubanos

El daño que la autocracia verde olivo ha hecho a los cubanos es antropológico. La economía hace agua, tenemos una infraestructura del cuarto mundo y el salario es una broma de mal gusto.

Recuperarnos del desastre económico es probable. Lo que va a costar dos generaciones o más es superar los daños a la ética y valores ciudadanos. El manicomio ideológico instaurado en enero de 1959 por Fidel Castro polarizó la sociedad.

El régimen ha dividido familias y exacerbados las diferencias. Criminalizó las discrepancias políticas. Y los servicios especiales y la propaganda del partido comunista han convertido la represión en un arte.

Entre sus estrategias están los mítines de repudio. Auténticos linchamientos verbales para reprimir a la oposición, utilizando a ciudadanos y paramilitares camuflados de estudiantes y trabajadores.

En Cuba se gobierna de arriba hacia abajo. Las personas no tienen mecanismos que les permita cambiar el estado de cosas. El carnet rojo del partido y la lealtad absoluta se han convertido en una especie de pasaporte que te permite escalar en las estructuras del Estado.

Hace 25 años, el compromiso hacia la revolución se premiaba con un televisor, un apartamento o una semana de vacaciones en la playa. La crisis económica estacionaria que asola la Isla desde 1990 ha menguado las arcas estatales y eliminado los estímulos materiales a los obreros y empleados más fieles.

Los Castro ya no gobiernan tan fácil. Su narrativa no convence a segmentos importantes de la población. El desgaste de 56 años de poder y los desastres económicos han abierto un boquete en la sociedad.

Ahora la gente opina sin miedo en las calles. Aunque la estrategia oficial implementada es denigrar a la disidencia y amedrentar a los cubanos de café sin leche.

El castrismo ha tenido éxito en mantener aislada a la disidencia, a pesar que su discurso está en sintonía con los ciudadanos de a pie. Lamentablemente, la oposición no ha sabido capitalizar el enfado de la población.

A raíz de la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, la solución más razonable hubiera sido que Fidel Castro se hubiese sentado con los opositores y pactado un compromiso conjunto.

Pero en sus genes no está tolerar discrepancias. Optó por la posición numantina. Lo execrable no es que haya hipotecado el futuro de Cuba. Lo infame es que viene utilizando a intelectuales y sectores afines en su enfrentamiento con la disidencia.

La cosecha de papas no crecerá ni la producción lechera aumentará insultando a compatriotas que tienen una visión política diferente. La burocracia y los carteles mafiosos incrustados en las instituciones estatales no van a desaparecer entonando estrofas genocidas al estilo de “al machete que son pocos”.

En la tranquilidad de sus casas, estos personajes, reconvertidos en armas de destrucción moral, comprobarán que la nevera sigue vacía y el futuro entre signos de interrogación.

Comportarse como pandilleros no va a enmendar el errático desempeño económico de un sistema fallido ni acabar con las carencias materiales. La solución a los problemas estructurales y políticos en la Isla solo se resuelven mediante el diálogo.

Lo que dijo Luis Morlote, representante de los artistas y escritores nacionales, de que “nosotros como sociedad civil estamos defendiendo lo nuestro, no podemos estar en el mismo espacio que los disidentes”, es cuando menos lamentable.

¿Qué van a hacer con los opositores? ¿Enviarlos a un asentamiento en el Pico Turquino? ¿Y cuando los que apoyan a los Castro coincidan con disidentes y periodistas independientes, qué van a hacer? ¿Huir? ¿Pedirnos permiso para sentarse a nuestro lado en un ómnibus o un taxi?

¿Cómo el régimen va a solucionar las discrepancias? ¿Con cárcel, destierro, golpizas y asesinatos extrajudiciales? Todavía se está a tiempo de revertir el actual diseño represor y sustituir las ofensas por un apretón de manos y el intercambio de criterios.

Para activistas iracundos como los que gobierno cubano envió a Panamá, puede resultar repugnante dialogar con ‘mercenarios’ que se hacen fotos con el ‘asesino’ del Che. En la acera de enfrente, un sector de la disidencia prefiere comer con los Borgia antes que platicar con representantes de la dictadura.

Cada cual en su trinchera. Pero la realidad es que los problemas que afectan a todos los cubanos siguen sin resolverse.