Un día después de la pasada Navidad, Daniela le pidió una semana de vacaciones al dueño de la empresa donde trabaja en la Florida. Le dijo que necesitaba realizar varias gestiones personales.
Reservó un billete aéreo con destino a La Habana y en el hospital Hijas de Galicia, en la barriada de Luyanó, le hicieron un aborto. “Solo tengo 22 años y estaba embarazada de dos meses. Aun no tengo seguro medico en Estados Unidos y por eso decidí hacerme el aborto en Cuba. Es el primero que me hago. Mi prima me consiguió los contactos”.
Cuarenta dólares deslizados subrepticiamente en un bolsillo de la bata blanca de la doctora y un bolso repleto de comida y juguetes para sus hijos, agilizaron la intervención quirúrgica.
Un ginecólogo habanero confiesa que a su consultan suelen acudir cubanas residentes en Estados Unidos para interrumpir sus embarazos. “Probablemente lo hacen a escondidas de su familia o porque resulta más barato y seguro hacérselo en Cuba. Por debajo del tapete te dan 50 dólares, a veces o más, depende de su nivel de vida”.
La Isla se ha convertido en un auténtico paraíso del aborto. Según la última Encuesta Nacional de Fecundidad, un 21 por ciento de las mujeres cubanas de entre 15 y 54 años ha tenido al menos un embarazo que acabó en un aborto provocado o en una regulación menstrual.
Cuba presenta altas tasas de infertilidad femenina y una de sus causas es la práctica del aborto como método anticonceptivo desde edades tempranas, advirtió José Peláez, experto del Grupo Nacional de Obstetricia y Ginecología en la prensa oficial.
El aborto voluntario, que es legal en el país, constituye un problema de salud pues “se está utilizando por los jóvenes como método anticonceptivo, regulatorio de la fecundidad; te encuentras pacientes que han tenido tres y hasta seis interrupciones (voluntarias del embarazo)”, indicó el especialista.
Carlos, sociólogo, considera que no se puede soslayar el papel asumido durante años por el Estado, en su intención de sustituir a la familia.
“Esa política promovida por Fidel Castro de becar a niños y adolescentes alejados de sus padres, fue la semilla germinal de muchos fenómenos que vemos ahora, como la pérdida de valores o la promiscuidad sexual. Entonces adolescentes con 13 ó 14 años practicaban el sexo, fumaban o bebían alcohol. Y crecieron los abortos y embarazos indeseados”, subraya el sociólogo.
Liudmila, trabajadora social, afirma que “los medios oficiales, ocupados en la propaganda política, nunca hicieron una campaña efectiva para que se practicara un sexo seguro. Solo después que a fines de los 80 irrumpiera el SIDA en Cuba, se comenzó a trabajar en esa dirección. También la extensa crisis económica que atraviesa el país es clave para que las mujeres no deseen tener hijos y decidan abortar”.
La Isla exhibe un elevado índice de envejecimiento poblacional. Para 2025, el 30% de la población tendrá más de 60 años. El déficit de viviendas obliga que hasta tres generaciones diferentes tengan que convivir bajo un mismo techo.
Y está el fenómeno creciente de la emigración. Pregúntenle a Tamara, dependiente de un café por moneda dura, por qué no desea tener hijos en Cuba.
Mirándote a los ojos responde: “Con un salario de 489 pesos es imposible constituir una familia. Además, vivo en un cuarto con mis padres, mi abuelo y dos hermanos. No hay cama para tanta gente. Tendré un hijo cuando me vaya de este país. Si sigo aquí, no tendré ninguno”.
Yanisset, empleada de una farmacia, lamenta haber abusado del aborto. “Me hice cinco. Luego tuve dos embarazos ectópicos y ahora no puedo tener hijos. Es muy difícil ser mujer y no poder ser madre”.
Octavio, ginecólogo de experiencia, percibe que un segmento amplio de mujeres desconocen los perjuicios que provocan el aborto. “Cada día hay más pacientes jóvenes en mi consulta. Algunas con cuatro meses de embarazo ponen en peligro sus vidas”.
Sheila, 17 años, tiene turno en un hospital de ginecología y obstetricia del Vedado. “Es mi segundo aborto. No tengo miedo, te ponen anestesia y no sientes nada. Es rápido y sin complicaciones”. En una mochila, le lleva un sandwich de jamón y un litro de refresco al médico. Y el bolsillo de su jean, un billete de 10 cuc. Aún no ha decidido si dárselo antes o después del aborto.