Tortillas, bebes y votos

Durante mucho tiempo fuimos invisibles. Estabamos allí, pero los otros nos trataban como si no existiéramos. No éramos tantos como ahora, ni hacíamos tanto ruido, ni teníamos tanto poder. Pero las cosas ya cambiaron para los latinos en Estados Unidos. Durante mucho tiempo nos describieron como el gigante dormido. Pero ahora ese gigante ha despertado y está en marcha.

Cuando yo llegué a Estados Unidos en 1983 éramos sólo 15 millones de hispanos; hoy somos más de 55 millones y, según las proyecciones, en 35 años seremos 150 millones. Ya no somos invisibles.

En todos lados se nota nuestra presencia – hasta en la mesa. Por primera vez en la historia de Estados Unidos, en los supermercados se venden más tortillas que panes para hamburguesas. Cada año los norteamericanos gastan más en tortillas (unos 2.900 millones de dólares, según la empresa Packaged Facts) que en otros tipos de panes (2.100 millones de dólares). Esas son muchas tortillas. Estados Unidos ha adoptado rápidamente como propias las tradiciones culinarias de sus inmigrantes latinoamericanos.

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Siria, la gran excusa

Los congresistas de Estados Unidos, además de sufrir unos patéticos niveles de popularidad, tienen una bien ganada fama de no poder hacer dos cosas al mismo tiempo. No se trata de comer helado y jugar al yoyo, por ejemplo. Mi gran temor es que vayan a dejar a un lado el debate sobre la reforma migratoria mientras se resuelve el conflicto con Siria. Damasco, la capital siria, está a 9458 kilómetros de distancia de Washington. Pero estos últimos días parecería estar mucho más cerca del interés del Congreso estadounidense que los 11 millones de indocumentados que viven en Los Angeles, Houston, Chicago y Miami. El sentido de urgencia que hay respecto a Siria no existe en cuanto a la reforma migratoria. Eso es muy preocupante. Continuar leyendo

El abismo de la guerra

La guerra es el fracaso. Significa que no pudimos encontrar otra opción. Que nuestra paciencia y creatividad llegaron a su límite. Que en vista de nuestra incapacidad negociadora, decidimos lanzarnos a matar al enemigo antes de que nos maten. Eso está ocurriendo tanto en Siria como en Colombia y en el conflicto del Oriente Medio entre israelíes y palestinos.

Primero Siria. Entiendo la enorme resistencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a enviar tropas norteamericanas a la guerra civil en Siria -la nación ha estado librando guerras desde 2001. Son terribles las imágenes de civiles asesinados en Siria, particularmente las de víctimas de un ataque químico, pero hoy es impensable ver tanques y tropas estadounidenses ahí. Estados Unidos podría actuar desde lejos -con diplomacia, sanciones, limitando con sus aviones el espacio aéreo sirio, y hasta con ataques con “drones”- pero no está dispuesto a caer, otra vez, en el abismo de la guerra.

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Snowden: ¿traidor o no?

Claro, nadie quiere otro atentado como el del 11 de septiembre de 2001. Nadie. Salvo al-Qaeda y otros grupos terroristas. Las encuestas son inequívocas; los estadounidenses quieren que su gobierno haga todo lo que sea necesario para evitar otro ataque terrorista como el que costó la vida a casi 3 mil personas en 2001. Pero una cosa es esperar que tu gobierno te proteja de ataques del exterior y otra, muy distinta, es que se utilice esto como excusa para espiar tus correos electrónicos y tus llamadas telefónicas.

El programa de espionaje del gobierno de Estados Unidos -que reveló Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, en sus siglas en inglés), al diario británico The Guardian- es mucho más extenso de lo que se pensó originalmente.

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No se admiten perros o mexicanos

Es difícil de creer, pero durante décadas hubo letreros en restaurantes y tiendas del suroeste de Estados Unidos que decían: “No se admiten perros ni mexicanos”. Ahora ya no hay esos letreros, pero el racismo, la discriminación y la segregación siguen presentes contra los latinos e inmigrantes en este país.

El congresista republicano de Iowa Steve King -uno de los más agresivos oponentes a la reforma migratoria- fue acusado por blogs y organizaciones hispanas de comparar a inmigrantes con perros durante una reunión comunitaria en mayo del 2012. En su discurso, King dijo: “Si uno elige al mejor de la camada, se queda con un buen perro de caza. Pues bien, tenemos lo mejor de todas las civilizaciones donantes del planeta”.

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Lo que me gusta (y no tanto) de Estados Unidos

A pesar de que llevo 30 años viviendo en Estados Unidos, no deja de sorprenderme cuando este país hace algo atrevido, promoviendo la igualdad, rompiendo prejuicios de décadas y sale a defender lo moralmente correcto. Cuando esto ocurre, el mundo (a pesar de su sano escepticismo, larga memoria y malos recuerdos) no tiene más remedio que tomar nota y seguir el ejemplo.

Dos de estos momentos históricos acaban de ocurrir: la Corte Suprema de Justicia prohibió la discriminación en contra de parejas gay y el Senado aprobó el proyecto de reforma migratoria para legalizar a millones de indocumentados. Son dos decisiones como para quitarse el sombrero. Jueces y senadores están diciendo que aquí nadie puede estar por encima de los otros. Ser muchos no les da el derecho de imponerse sobre los que son menos. Esto es lo que más me gusta de Estados Unidos; esa idea -expresada maravillosamente en su acta de independencia- de que todos somos iguales. Todos.

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