El Chapo, los chapitos y los marihuaneros

La buena noticia es que el “Chapo” Guzmán todavía no se ha escapado. La última vez, en el 2001, sus carceleros se quedaron enojados porque se salió sin avisarles. No volverán a cometer el mismo error. Pero la mala noticia es que ya hay competencia para reemplazar a el Chapo y que aquí en Estados Unidos hay más marihuaneros que nunca. No es para lloverle a la fiesta del presidente de México, Enrique Peña Nieto: capturar a uno de los hombres más buscados del mundo es un triunfo, y se logró sin disparar una sola vez cuando las autoridades irrumpieron en el condominio donde Guzmán se escondía, en Mazatlán. Pero la captura ocasional de un importante jefe del narcotráfico no reducirá la violencia en México ni pondrá fin a la guerra contra las drogas.

La estrategia de perseguir a los jefes de los carteles de las drogas no genera paz ni seguridad. Se arresta a un Chapo y, al rato, aparecen más chapitos. Ésa es la regla de este mortal juego. En enero de este 2014 fueron asesinadas 1,366 personas en México (según cifras oficiales) y hubo 132 secuestros. Estas cifras son casi las mismas que las de enero del año pasado y, para nuestra desgracia, serán casi iguales en este marzo, abril y mayo.

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La salida en Venezuela

¿Quién puede apoyar a un régimen que mata estudiantes, encarcela opositores, arma a grupos paramilitares y luego, para esconder la pedrada, censura la televisión y los medios de comunicación? Ésta es la pregunta en Venezuela.

Cuando los venezolanos hablan de “una salida” se refieren, fundamentalmente, a dos cosas. Una, cómo salir de la peor inflación del continente (más del 60 %), de la constante devaluación de su moneda, de una escasez generada por una burocracia inútil y de una de las más altas cifras de criminalidad en el mundo (más de 24 mil asesinatos en el 2013). Y dos, cómo deshacerse del gobierno autoritario y represivo de Nicolás Maduro. Esto último es lo más difícil.

Ningún demócrata puede apoyar un golpe de estado ni la violencia. En casi todo el mundo lo condenarían. Y el mandato de Maduro es hasta el 2019, aunque haya ganado con trampa las elecciones. La oposición venezolana lo sabe y no quiere cometer el mismo error del golpe militar del 2002 contra Hugo Chávez. Un golpe es un golpe. Maduro – que no es Chávez, aunque copie su forma de hablar, sus gritos, sus insultos y hasta lo ve en forma de “pajarito” – planteó el dilema legal de la siguiente manera: “si la oposición quiere salir de mí, que junten las firmas para el plebiscito revocatorio del 2016.”

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Gordos y otras malas palabras

¿Cómo va la dieta? En México, muy mal. Tengo la edad y la memoria para recordar una época en que llamar a alguien “gordo” no era ofensivo ni despectivo. Por el contrario, entre mis familiares y amigos en México había muchos y entrañables “gordos” y “gorditos.”

Incluso era frecuente escuchar que alguien le llamara “gordita” a su novia y, en lugar de una bofetada, recibiera una sonrisa y un beso. Vengo de un país donde la desnutrición mataba a miles de personas. Ser sumamente flaco significaba, muchas veces, enfermedad y pobreza extrema. Lo mismo ocurría en otros países del mundo.

Mucho ha cambiado en los últimos años. Hoy en día llamarle a alguien “gordo” es una ofensa, políticamente incorrecto y demuestra una enorme ignorancia. La obesidad es una enfermedad y, en el caso de México, es una verdadera epidemia. En el último año, México se convirtió en el país con mayor obesidad del mundo, superando incluso a Estados Unidos, Nueva Zelanda, Chile y Australia, según un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Las cifras son devastadoras.

Qué rico se come en México. El problema es que se nota. Mucho. 7 de cada 10 mexicanos adultos son obesos o tienen sobrepeso (de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del 2012). Las mujeres mexicanas (73 %) lo sufren un poco más que los hombres (69.4 %).

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Si Bill Clinton fuera presidente

Bill Clinton tiene un problema: todo el mundo le quiere hablar de su esposa. Y la pregunta es la misma: ¿se va a lanzar Hillary a la presidencia de Estados Unidos en el 2016? Pero él tiene la misma respuesta para todos: “No lo sé”. Bill Clinton no es hombre de pocas palabras. Añadió: “Ella cree, al igual que yo, que hacer una campaña electoral durante cuatro años es un grave error. Hasta hay periódicos que tienen reporteros asignados a cubrir una campaña que no existe y, por lo tanto, inventan cosas”.

Sería fácil terminar con todos esos rumores. Bastaría que ella dijera que no quiere ser la primera presidenta de Estados Unidos. Pero la realidad es que no lo ha dicho. Es más, al igual que lo hicieron Barack Obama y John F. Kennedy durante sus candidaturas presidenciales, Hillary está terminando un libro que será publicado antes de las elecciones.

La realidad es que Hillary no está hablando, pero Bill sí. La mañana que lo entrevisté en su casa al norte de Nueva York, el ex presidente estaba de buenas y con ganas de conversar. Ya no tenía esas enormes ojeras que le vi una tarde en la Casa Blanca y ha corregido su vieja costumbre de llegar unos minutos tarde. Se hizo vegetariano desde el 2010 y se nota; ha perdido varias libras y ganado energía. Ve a los ojos, saluda con mano fuerte y casi siempre tiene algo inteligente o ingenioso que decirte.

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El México de Peña Nieto: Más violencia, pocos resultados

El gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto es, en muchos sentidos, igualito al de su predecesor, Felipe Calderón: muchos muertos y pocos resultados. Ya le dimos un año y nada ha cambiado en México. Los mexicanos siguen muriendo, la guerra contra las drogas se está perdiendo, los narcos y grupos de autodefensa actúan con impunidad, y no hay un rumbo claro para reducir la narcoviolencia.

Ya, a estas alturas, deberíamos saber exactamente cuál es el plan y la estrategia de Peña Nieto para evitar tantos asesinatos vinculados al narcotráfico. Pero lo único que está claro es que la política del gobierno en la lucha contra las drogas se ha basado en el silencio: creen que al no hablar del tema en público el asunto va a disminuir en importancia. Es la actitud del avestruz: esconder la cabeza y no ver nada.

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Capriles: “Nosotros ganamos”

Lo primero que noté de Henrique Capriles, el principal líder de la oposición en Venezuela, es que era tan flaco como yo y que le quedaba un poco grande la chaqueta que llevaba con los colores de la bandera. Pero me pareció un gesto atrevido. El ex presidente Hugo Chávez se vestía igual, con los colores nacionales, y Capriles no estaba dispuesto a cederle al fallecido caudillo ni la bandera ni la herencia del libertador Simón Bolívar.

Esto, sin embargo, no tiene nada que ver con la moda. La pregunta de muchos venezolanos es si Capriles, realmente, tiene lo que se necesita para llenar el puesto que tuvo Chávez por 13 años y para arrebatarle al actual presidente, Nicolás Maduro, el poder que se robó en las pasadas elecciones.

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