Por: Jorge Ramos
La buena noticia es que el “Chapo” Guzmán todavía no se ha escapado. La última vez, en el 2001, sus carceleros se quedaron enojados porque se salió sin avisarles. No volverán a cometer el mismo error. Pero la mala noticia es que ya hay competencia para reemplazar a el Chapo y que aquí en Estados Unidos hay más marihuaneros que nunca. No es para lloverle a la fiesta del presidente de México, Enrique Peña Nieto: capturar a uno de los hombres más buscados del mundo es un triunfo, y se logró sin disparar una sola vez cuando las autoridades irrumpieron en el condominio donde Guzmán se escondía, en Mazatlán. Pero la captura ocasional de un importante jefe del narcotráfico no reducirá la violencia en México ni pondrá fin a la guerra contra las drogas.
La estrategia de perseguir a los jefes de los carteles de las drogas no genera paz ni seguridad. Se arresta a un Chapo y, al rato, aparecen más chapitos. Ésa es la regla de este mortal juego. En enero de este 2014 fueron asesinadas 1,366 personas en México (según cifras oficiales) y hubo 132 secuestros. Estas cifras son casi las mismas que las de enero del año pasado y, para nuestra desgracia, serán casi iguales en este marzo, abril y mayo.
Es decir, el arresto de el “Chapo” no afectará en nada al negocio de traficar con drogas. ¿Por qué? Muy sencillo, porque aquí, en Estados Unidos, están comprando y consumiendo drogas con singular alegría. En los estados de Colorado y Washington, cualquier mayor de 21 años puede comprar legalmente marihuana para ponerse “high”. Y mientras tanto, miles de mexicanos, centro y sudamericanos están muriendo absurdamente para que esa marihuana y otras drogas no lleguen a Estados Unidos. Es una guerra perdida.
En el 2012 había 18.9 millones de estadounidenses que usaban marihuana, según el “National Survey on Drug Use and Health”. Esto es un considerable aumento de los 14.5 millones que fumaban marihuana en el 2007. Y lo peor es que, con las nuevas leyes en Colorado y Washington – más otros 18 estados que permiten el uso medicinal de la marihuana – el consumo para el 2014 se va a disparar.
Bueno, ya hay tanta gente que fuma marihuana en Estados Unidos que a nadie le extrañó que el propio presidente Barack Obama reconociera públicamente, frente a un grupo de jóvenes, que cuando él era adolescente también usó drogas. “I got high”, dijo. Hay tanta gente aquí que usa marihuana que, pronto, el término “marihuanero” dejará de ser peyorativo. Será una palabra más cercana al catador de vinos que al delincuente. Es algo cada vez más común y aceptado socialmente.
Pero es precisamente esta demanda de marihuana y otras drogas en Estados Unidos lo que está matando a tanta gente en América Latina. No tiene ningún sentido morirse al sur de la frontera para impedir que pasen las drogas cuando al norte, lejos de detener su consumo, las toleran, las legalizan y hasta cobran impuestos. Si a los que fuman marihuana en Estados Unidos le sumamos los que se meten cocaína, heroína y otras sustancias ilícitas, llegamos a la cifra de 23.9 millones de norteamericanos que se drogan habitualmente (de acuerdo con los últimos datos del 2012).
Debido a esos consumidores de drogas en Estados Unidos surgió el “Chapo”. Por eso hay una guerra de carteles en México. Por eso más de 18 mil mexicanos fueron asesinados el año pasado y más de 60 mil perdieron la vida en el sexenio anterior. Si la marihuana fuera legal en todo el continente es posible que El Chapo, en lugar de estar en la cárcel, hubiera sido el multimillonario CEO de una corporación transnacional. Y miles, también, no hubieran muerto en esta guerra absurda. Pero esto, lo reconozco, es ficción. La realidad es que el “Chapo” es un criminal, nos seguiremos muriendo en América Latina tratando inútilmente de parar a los narcos y los estadounidenses continuarán drogándose. Pero no me dejen echarles a perder su día.