Cambien la iglesia pero dejen al Papa

Es un fenómeno raro: el papa Francisco es, sin duda, uno de los personajes más populares del mundo; igual sale en la portada de Time que en Rolling Stone. Pero la iglesia que dirige está bajo ataque y muchos de sus miembros quieren que cambie. El mensaje de los católicos es claro: “Me gusta el papa, pero cambien la iglesia”.

A finales del año pasado el pontífice había ordenado que se enviara un cuestionario a los católicos del mundo para saber qué pensaban sobre su religión y su iglesia. Pero la cadena de noticias Univision se adelantó al Vaticano: pidió a la empresa Bendixen & Amandi International que hiciera una encuesta con 12 mil personas en 12 países, representando cuatro continentes, y los resultados fueron contundentes (la encuesta la puedes ver acá). En pocas palabras, hay mucho que cambiar.

Entre los católicos, 58 % no está de acuerdo con la prohibición de la iglesia al divorcio, 65 % cree que el aborto debe ser aceptado en ciertos casos, 78 % aprueba el uso de anticonceptivos, 50 % quiere que los sacerdotes se casen, 45 % desearía que las mujeres pudieran ordenarse como sacerdotes, y 30 % apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo (en España y en Estados Unidos el apoyo es mucho mayor: 64 %y 54 %, respectivamente).

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¿Por qué están tan enojados los españoles?

¿Por qué están tan enojados los españoles? La lista es larga y, creo, tienen toda la razón para estarlo. Pero, de entrada, digamos lo obvio: la crisis se ve y se siente en España. Cinco años en el hoyo no se pueden ocultar.

Hacía tiempo que no regresaba a España y el recibimiento en esta ocasión no fue festivo. Muchos de los restaurantes a los que fui eran atendidos por muy pocos y cansados camareros. La misma persona que nos recibió en la puerta en un restaurante de Barcelona tomaba reservaciones, sirvió el vino, apuntó la orden y atendió todas las mesas del piso al mismo tiempo. Misión imposible e interminable.

Aun los hoteles de cuatro o cinco estrellas tienen empleados malhumorados haciendo más cosas de las que quisieran. El mismo joven que subió las maletas a mi cuarto en Madrid estaba encargado de la seguridad del hotel y servía el desayuno en la mañana.

Incluso en la luminosa y fiestera isla de Ibiza se vive la crisis. Un nuevo hotel de moda (que cobra cifras absolutamente desproporcionadas por cuartos mínimos y minimalistas el pasado verano) pecaba de un servicio mediocre y una actitud arrogante, todo con una máscara “cool” y al ritmo de música tecno.

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Jesús y Bolívar

En esta época en que tanto nos hacen faltan grandes líderes, las figuras históricas de Jesucristo y Simón Bolívar parecen desproporcionadas, de ficción. ¿Cómo es posible que un solo hombre, vestido con túnica, sandalias y sin posesiones materiales, haya creado una de las religiones más influyentes de los últimos dos mil años? ¿Cómo pudo un solo hombre derrotar a uno de los imperios más poderosos de la historia (España) y, al mismo tiempo, unir varios países de Sudamérica? Los relatos de las vidas de Jesús y Bolívar están llenos de exageraciones y abusos. El nombre de Jesús ha sido usado en vano durante siglos, tanto por religiosos bien intencionados como por asesinos. Y no hace mucho que el ex presidente Hugo Chávez trató de usar el legado de Bolívar para convertirse en dictador. (Chávez, por cierto, es el único personaje de la historia que ridícula y constantemente se autocomparaba con Jesús y Bolívar.) Pero dos extraordinarios libros desvisten el mito y nos regresan a personas de carne y hueso. La periodista Marie Arana, nacida en Perú, dibuja un detalladísimo retrato del “libertador” – ¿quién sabía que era muy chaparro; sólo medía 1,67 m y apenas pesaba 58 kg?- y nos explica cómo su vida sigue influyendo fuerte en América Latina casi dos siglos después de su muerte. Decir sueño bolivariano implica la unidad de los pueblos. Continuar leyendo

Por qué el fútbol no importa

Entre las cosas menos importantes de la vida, el fútbol es la más importante para millones de fanáticos en todo el mundo. Pero la verdad es que no tiene la menor importancia si un equipo gana o pierde, si un país califica para el Mundial, o si se lastima uno de sus principales jugadores. La relevancia del fútbol es mínima. Un gol no cambia el mundo. Ni dos, tres o 30.

Sin embargo, en estos días parecería que lo único importante en México y Uruguay es el fútbol. Sus equipos se enfrentan en repechaje contra Nueva Zelanda y Jordania, respectivamente, su pase al Mundial de Brasil el próximo año. Y cuando juega “la selección” el país se paraliza.

No importa que México y Uruguay tengan en estos momentos equipos tan malos que no merecen calificar al Mundial. Digamos la verdad: las eliminatorias mundialistas están hechas para favorecer la clasificación de ciertos equipos, incluyendo al de México. ¿Cómo puede calificar al Mundial un equipo como México que ha perdido la mayoría de sus juegos? Con ayuda de la FIFA, por supuesto.

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