Inevitable: más controles para domesticar al dólar

El dólar paralelo volvió a mostrar las garras esta semana, más allá de los ingentes esfuerzos del Gobierno para alejarlo de los 10 pesos. Si se dijera que la divisa se negoció el viernes al mismo precio con el que había concluido el 17 de mayo, a $8,95, pareciera que se sucedieron jornadas cambiarias sin sobresaltos. Pero en el medio, cayó hasta los $8,40, para repuntar más de 6% en dos días.

¿Qué sucedió? En primer lugar, el miércoles trascendió un acuerdo del Banco Central, con los bancos y las tarjetas de crédito, por el cual estas últimas disponen una “autorregulación” para poner un tope trimestral entre 50 y 100 dólares por tarjeta para extracciones en países vecinos y otro tope mensual de u$s800 para extracciones en el resto del mundo. La interpretación de los cambistas, en un mercado tan acotado y especulativo, fue inmediata: aumentará la demanda del dólar “blue”, a falta de otras ventanillas dispuestas a ofrecerlo de manera formal. Por otra parte, era muy probable que esos dólares que ingresaban al país “vía Colonia” fueran revendidos en el mercado negro para ganar la diferencia ($6,65 del dólar “turista” contra $8,95 del “blue”). Esta usina de billetes para la oferta desaparecerá. Mientras, queda demostrado que los controles obligan a más controles.

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¿Habrá cambio de rumbo?

Como una declaración de principios, Cristina Kirchner dijo el 6 de mayo: “Mientras yo sea Presidenta los que quieren ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro Gobierno”. Al día siguiente y en forma sorpresiva la plana mayor del equipo económico anunciaba un blanqueo de dólares, a través de un bono para financiar obras energéticas y un certificado para dinamizar el deprimido sector inmobiliario y de la construcción.

La controvertida propuesta del CEDIN y el BAADE traslucía la preocupación por la falta de divisas y el aumento de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, con una convocatoria para capitales de origen dudoso, justificada por la sequía de inversiones, como ocurre en el rubro petrolero. Atrás quedaba la presión para pesificar la economía, incorporaba la emisión de nueva deuda y reconocía la tensión generada por el tipo de cambio atrasado, discusión vigente en medios independientes, palpable en una economía de crecimiento anémico, pero ausente en la agenda del Gobierno.

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El blanqueo, lejos de solucionar los problemas

Conocidos más detalles sobre la operatoria de los Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (BAADE) y los Certificados de Depósitos de Inversión (CEDIN), a los que se le suma un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico (similar al BAADE para pequeños ahorristas), mayor es la certeza de que esta propuesta para blanquear capitales aleja al Gobierno del camino adecuado para afrontar los problemas inmediatos de la economía.

Los primeros cuestionamientos parten del sentido común: como contrapartida a un eventual financiamiento de sectores estratégicos, los dólares declarados van a integrarse a un movimiento especulativo en un mercado secundario, agilizan la introducción al sistema de dinero procedente del delito común -no sólo tributario-, institucionalizan una vía para la evasión futura durante los meses que esté vigente la amnistía impositiva, además de contradecir el argumento oficial a favor de la pesificación y en contra del atesoramiento de dólares, que hasta una semana atrás era criminalizado en el relato.

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Tres meses en el paraíso

El dólar marginal le marcó la agenda al Gobierno, que anunció un plan de blanqueo de capitales que se encuentren en el país o en el extranjero, para promover las inversiones en los sectores energético e inmobiliario. El lanzamiento de estos títulos dará un plazo de 90 días para adherirse al perdón impositivo y rendir los dólares, período durante el cual la Argentina será una especie de paraíso fiscal para esos fondos no declarados.

El plenario de los cinco referentes del área económica para anunciar los dos nuevos instrumentos financieros (el BAADE y el CEDIN, al que se sumará un Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico) significó una fuerte señal de compromiso oficial en respaldo de las medidas ante la opinión pública, pero desnudó a la vez que el esquema económico o “modelo” está agotado tal como se lo presentó hasta ahora y que el plan pesificador pasó al archivo.

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