El dólar ‘blue’ tantea un piso

El arribo de Alejandro Vanoli a la presidencia del Banco Central significó la puesta en marcha de una serie de medidas de control adicionales sobre el mercado financiero, que detonaron una caída del dólar informal de 28% en apenas 40 días. La divisa norteamericana llegó a ofrecerse a $12,47 durante el mediodía del lunes. Este precio es un 27,9% inferior al récord de cierre de $15,95 del 24 de septiembre, cuando los temores por las consecuencias del default “selectivo” de los bonos Discount y Par extendieron el pesimismo inversor.

El dólar oficial minorista recortó la brecha con el “blue” a menos del 50%; también quedó debajo de 30% la diferencia con el dólar “ahorro”. El incremento de los volúmenes operados para atesoramiento minó la demanda en la plaza informal y alimentó la oferta: en diez días de noviembre las ventas autorizadas a particulares rozaron los u$s230 millones, más que la mitad del monto récord de octubre (u$s446,5 millones). “El Gobierno está utilizando al Banco Central vendiendo dólares en el ‘dólar ahorro’, que parte de eso después se vende en el mercado informal”, dijo a InfobaeTV Agustín Echebarne, de la Fundación Libertad y Progreso.

La suspensión de las sociedades de Bolsa Arpenta y JR bursátil, de la casa de cambios América, y la multa de $160 millones para el Banco de Valores fueron muestras contundentes de la ofensiva de Vanoli, secundado por otros funcionarios de menor rango como el superintendente de Entidades Financieras, Germán Feldman. Además, las autoridades del Central citaron a una docena de operadores cambiarios y sociedades de Bolsa para dar explicaciones sobre supuestas violaciones de la Ley Penal Cambiaria. Los agentes del mercado sienten la presión de estar en la mira de los entes de control y limitan los negocios como no se detectó desde la imposición de las restricciones cambiarias en de octubre de 2011.

La estrategia de Vanoli consiguió un rápido resultado, aunque los analistas dudan de la posibilidad de sostener este escenario en los próximos meses. “El tipo de cambio está subiendo tan ordenadamente, que eso marca que todavía la corrida no se armó. Esto es suba con compra y corrección. A cada suba del blue desde sus máximos sobrevino una corrección entre el 20 y el 25 por ciento. Me parece que vimos el piso”, señaló Marcelo Trovato, analista de Pronóstico Bursátil a Desde la Bolsa en Directo. Por InfobaeTV, el economista Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina, recordó que “el tipo de cambio oficial prácticamente no se ha movido en octubre y si esto sigue así, el tipo de cambio real cada vez va a estar más atrasado”.

Una variable que grafica este estado es el salto del dólar en Brasil, que deteriora la competitividad cambiaria argentina frente a su principal socio comercial. La divisa norteamericana ascendió 5,8% desde el 24 de septiembre de 2,41 a 2,55 reales, mientras que en la Argentina, según la cotización mayorista, ganó apenas 1%, desde los 8,428 a los 8,51 pesos, período en el que el “blue” perdió 26,1%, a los $12,65 del cierre del lunes.

“El Gobierno consiguió mejorar las perspectivas de las reservas de acá a fin de año, básicamente porque alcanzó un acuerdo con los exportadores, que prometieron acelerar las liquidaciones a u$s5.700 millones hasta fin de año”, recordó Agustín Etchebarne. La semana pasada, el complejo agroexportador rindió u$s641 millones por ventas al exterior, con un fuerte aumento de la oferta de billetes que permiten al BCRA acaparar las compras y fortalecer sus activos. Las reservas del Banco Central se sitúan hoy en 28.156 millones de dólares. Sin embargo, la intensificación de la emisión de pesos para financiar al fisco mantiene la relación de “convertibilidad” entre la cantidad de pesos en la Base Monetaria y los activos internacionales en $14,49 por dólar, tasa que le da al dólar paralelo un potencial de suba de casi 15 por ciento.

Otro indicador que refuerza la idea de que el “blue” está en un precio de piso es el nivel de inflación, que según cálculos privados acumuló un alza superior al 30% entre enero y octubre. En poco más diez meses, el dólar informal avanzó un 26%, por lo cual a valores actuales mantiene un rezago respecto del encarecimiento del promedio de bienes y servicios de la economía.

Comercio exterior: Chile superó a la Argentina

Argentina duplica a Chile en cuanto a número de habitantes y al tamaño de su economía. Sin embargo, la nación trasandina superó en septiembre a nuestro país en el volumen de su comercio y en el superávit alcanzado en su balance de intercambio. Esta dinámica era previsible: las prohibiciones sobre el dólar en la Argentina llevaron a una economía local más cerrada al mundo. Del otro lado de la frontera, Chile profundizó la senda que eligió hace más de dos décadas, la de apostar a una agresiva apertura comercial para crecer, con mayor exposición a la volatilidad del frente externo, pero también con mayores réditos.

Desde que el Gobierno argentino decidió implementar el “cepo” en 2011 varios indicadores de actividad dejaron de mostrar evolución positiva. Uno de ellos fue el comercio exterior, que en 2014 marcó una neta caída si se lo compara con el récord de 2011 y los niveles anteriores al control de divisas. Según datos de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), las exportaciones argentinas en el período 1987/98 se expandieron un 315% y entre 2002/2014 subieron un 184 por ciento. Al desagregar este último período, se observa que entre 2002 y 2011 las ventas externas se incrementaron un 226%, pero la caída de 12% entre 2011 y 2014 redujo el promedio de crecimiento. “De los últimos 65 años, en 35 se obtuvieron récords de exportaciones. Faltan dólares, pero 2014 será el tercer año consecutivo sin poder igualar o superar un récord. No ocurre algo así desde 1981”, explicó Marcelo Elizondo, CEO de DNI.

Entre enero y septiembre de 2014 las exportaciones argentinas acumularon u$s56.116 millones y las importaciones, u$s50.236 millones, con un saldo positivo de 5.880 millones. En los primeros nueve meses de 2011, las exportaciones sumaban u$s63.553 millones; las importaciones, u$s55.391 millones, y el superávit, 8.162 millones de dólares.

Del otro lado de la cordillera, la balanza comercial de Chile acumuló entre enero y septiembre de 2014 un superávit de u$s6.523 millones, resultado de exportaciones por u$s57.496 millones e importaciones por 50.974 millones de dólares. Estas cifras son 11,9%, 2,5% y 1,5% superiores, respectivamente, a las informadas por el INDEC la semana pasada.

Las matrices exportadoras y las estructuras económicas de la Argentina y Chile son muy diferentes, aunque ambos países dependen de las materias primas para insertarse en el comercio global: la minería acapara un 57% de las exportaciones trasandinas, mientras que los granos y la agroindustria significan el 35% de las ventas argentinas. Chile es el principal exportador de cobre del mundo, por lo tanto sufrió también los avatares de la caída del 10% en el precio del metal en 2014, como nosotros con la soja y el maíz.

En cuanto a población, la Argentina, con unos 42 millones de habitantes, prácticamente duplica a Chile, con 18 millones. Similar es la relación del Producto Bruto Interno: según el Banco Mundial, el PBI argentino alcanza los u$s510.000 millones, frente a u$s277.000 millones del chileno.

Sin embargo, el ingreso de dólares a Chile muestra mayor fortaleza que en nuestro país. Las reservas internacionales en el banco central de Chile se mantienen estables, en torno a los u$s40.000 millones; en la Argentina muestran tendencia declinante, apenas por encima de los 27.000 millones. En el mismo sentido, la inversión extranjera directa en Argentina se desplomó el año pasado un 25%, a unos u$s9.000 millones, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), menos de la mitad de lo que recibió el vecino Chile.

Debilidad en la economía, debilidad en el comercio

La caída de la actividad económica en Argentina genera una menor demanda de productos extranjeros e, indirectamente, menores exportaciones industriales por el retroceso de la producción. Para las manufacturas, el estancamiento de la economía brasileña también contrajo la demanda para las fábricas argentinas que enfocan sus exportaciones en el mercado más grande de la región.

La baja de precios internacionales, como reflejaron las materias primas este año, trae como consecuencia un ingreso de dólares inferior, aún con un volumen de ventas externas similar al del año anterior. Según las cámaras exportadoras del agro, por ventas de granos y derivados se llevan liquidados hasta el 17 de octubre u$s19.492 millones, un 3,6% menos que los u$s20.271 millones que se registraron en el mismo período del año pasado, cuando la retracción de precios en el mercado de Chicago supera el 20% en 2014.

La escasez de dólares que golpea a la economía desde el establecimiento de las restricciones cambiarias hace tres años obliga a racionar divisas que se destinan a la compra de insumos, piezas y unidades terminadas en el exterior.

A la par, el atraso cambiario por la creciente inflación desincentiva las exportaciones y reprime la oferta interna de divisas, con un efecto contractivo aún mayor. Se estima que entre 20 y 23 millones de toneladas de soja de la campaña 2013/14 todavía no fueron comercializadas. “La persistencia y ampliación de la brecha existente entre la cotización del dólar ‘oficial’ vis a vis el precio en el mercado paralelo, incentiva a los productores y acopiadores -que venden al tipo oficial menos derechos de exportación- a no vender su producto a la espera de una devaluación”, sintetiza Abeceb.com.

Múltiples razones detrás del récord de dólar “ahorro”

Las compras de dólar para atesoramiento se aceleran con el transcurrir del año, incentivadas por un incremento del dólar oficial que apenas acompaña a la inflación y no puede escapar al atraso cambiario acumulado en tres años de establecido el control de cambios.

En ocho días hábiles de octubre la demanda minorista cursada por el circuito oficial ascendió a u$s323,1 millones, que representan un 85% del total vendido en septiembre, hasta ahora el mes récord con 379,1 millones de dólares. Transcurrió un tercio de octubre y ya es el segundo mes con más dólares efectivizados para minoristas.

¿Los ahorristas tienen más dinero ahora que a comienzos del año y por eso demandan más divisas? Seguramente no en términos reales: los incrementos salariales registrados durante las paritarias, con un promedio de 29,7% según el Ministerio de Trabajo, coinciden con el 29,8% que aumentó en el año el dólar oficial en el mercado mayorista, de 6,523 a 8,467 pesos.

Un motivo menos obvio que el atraso cambiario está detrás de la transferencia de pesos excedentes –y no tanto- del consumo al ahorro en moneda dura. La incertidumbre sobre el futuro de la economía llevó a muchos pequeños ahorristas a optar por el refugio del billete verde, en detrimento de la compra, por ejemplo, de bienes durables, que tanto favoreció la expansión de la actividad interna.

Esta cobertura del “chiquitaje”, como se dice en la jerga financiera, tiene doble consecuencia recesiva: contrae el consumo y retira dólares del sistema financiero, imprescindibles para inyectar dinámica al comercio exterior, debido a que nueve de cada diez dólares para atesoramiento salen de los bancos y se “fugan”, disminuyendo además las reservas del Banco Central. Parcialmente contrarresta esta pérdida la percepción anticipada de 20% en concepto de impuesto a las Ganancias por cada transacción, aunque luego puede ser deducida.

El Gobierno insistió la semana pasada en que no suspenderá la alternativa de la compra legal del dólar para ahorro, habilitada desde el 27 de enero, ni alentará una devaluación abrupta, lo cual mantendrá como muy atractivo el precio de la divisa, cuando el dólar paralelo se aproxima a los 15 pesos, con una brecha que aún con la carga impositiva es casi del 50 por ciento.

Dentro de la colección de contradicciones oficiales está el control de cambios, impuesto con la intención de preservar las reservas sin apurar la devaluación, en un escenario de déficit fiscal, elevada emisión de pesos y escalada inflacionaria. En tres años de “cepo” las reservas cayeron un 42%, de u$s47.523 millones del 31 de octubre de 2011 a unos u$s27.615 millones hoy. Y la economía se sumió en una clara recesión que promete extenderse a 2015.

Otro “subsidio” a los que más ganan

La apertura parcial del mercado minorista, con cupos establecidos por la AFIP, no llega a satisfacer la demanda de los ahorristas, pues el mercado marginal se mantiene firme y con precios en alza, y tampoco consigue proteger las reservas del BCRA. En el año, por ahorro y turismo el público demandó un total de u$s2.414,4 millones, mientras que los activos internacionales de la entidad monetaria cedieron 2.984 millones de dólares. Si bien hay múltiples factores que explican el ingreso y egreso de divisas a las arcas del BCRA, las ventas para atesoramiento contribuyeron a esta merma.

Con la misma debilidad de criterio se resolvió incrementar las tasas que los bancos deben ofrecer a los ahorristas, con un piso de 23% anual, y triplicar la garantía para depósitos a plazo fijo a 350.000 pesos. Mientras el dólar oficial y el “blue” avancen a mayor ritmo que los rendimientos por esas colocaciones, seguirá el apetito por la divisa y el sacrificio de reservas, aún cuando la cotización aumente a menor ritmo que la inflación, algo poco probable. Prueba de ello es que en octubre ya se contabilizan 482.440 particulares que compraron dólares por el circuito formal, un 50% más que en el mismo lapso de septiembre, cuando lo hicieron 322.026 personas.

Por otra parte, queda plantear si este procedimiento no implica un subsidio para los que más ingresos tienen. Un tercio de los asalariados, que trabaja “en negro”, tiene vedado el acceso al mercado de cambios. También aquellos que cobran “en blanco”, pero con ingresos inferiores a $8.800 mensuales (equivalentes a dos salarios mínimos). Asimismo, como se pueden adquirir dólares por una proporción de los ingresos registrados, los que más ganan, más divisas “baratas” pueden comprar, lo que luce como una política regresiva si en el futuro no se mantiene este nivel tan bajo de tasa de cambio.

Las operaciones para atesoramiento de octubre dejan un promedio de u$s670 por individuo. Como la AFIP fija un cupo determinado por el 20% del ingreso promedio mensual comprobable en el promedio de los últimos doce meses, puede inferirse que el ingreso medio del ahorrista en dólares es de unos 28.300 pesos, un salario que de ninguna manera puede ser equiparado por la mayoría de los trabajadores argentinos.

A este beneficio para el asalariado de altos ingresos hay que sumarle la diferencia que puede hacerse por la posterior venta de los dólares formales en el mercado paralelo. En el caso de los u$s670 de promedio, representarían una ganancia aproximada de unos $3.000 –más de 10% del salario-, aún contabilizando la percepción por Ganancias y el spread que descuentan los cambistas de las “cuevas” respecto del precio de venta del “blue”.

La Bolsa deshace su apuesta por la devaluación inminente

La negativa a devaluar hecha explícita por el nuevo presidente del Banco Central cambió la perspectiva de los inversores bursátiles. En sus encuentros con banqueros, Alejandro Vanoli manifestó de “manera terminante” que no dejará escapar al dólar oficial y la repercusión en los mercados financieros fue inmediata.

En el transcurso de octubre, luego de la salida de Juan Carlos Fábrega del BCRA y la llegada de un funcionario que ya mostró su propensión por los controles desde la Comisión Nacional de Valores, las posiciones vendedoras llevaron a una baja del 18,7% promedio para las acciones del Merval de la Bolsa de Comercio. Está claro que desactivada la apuesta por una pronta devaluación del peso, el 132% que había acumulado como ganancia promedio el panel líder, cuatro veces más que la inflación real, había perdido fundamento en el corto plazo.

En el exterior también quedó bajo observación el valor de los títulos argentinos. En Wall Street, la acción de YPF, la más representativa para determinar cómo se pondera la valuación los activos nacionales, perdió en el transcurso del mes un 14,9% en dólares (de u$s36,99 a u$s31,46). Grupo Financiero Galicia restó un 18,3% en las siete jornadas operativas de octubre.

A la vez, otras maniobras oficiales, como el pedido a las aseguradoras para que liquiden bonos en dólares, permitieron aplacar aún más el “contado con liquidación”, la variante para acceder a dólares a través de la compra de activos en pesos en la plaza local para venderlos en el exterior a cambio de divisas.

El “contado con liqui” recortó un 10%, de los $14,93 en los que terminó septiembre a los actuales 13,43 pesos. En el mismo sentido, el dólar marginal cedió 5,7% desde que asumió en Vanoli en el Central, de 15,72 a 14,83 pesos. El funcionario fue quien había cuestionado la difusión de esta cotización “como si se publicara el precio de la cocaína”.

Por ahora, la disuasión fue más eficaz que apelar a una reforma de la ley penal cambiaria para modificar la tipificación que pesa sobre el mercado negro de divisas y así desterrar las “cuevas”. Rebajarla a delito correccional posibilitará que las fuerzas públicas actúen ante la evidencia de estas operaciones cambiarias sin la autorización previa de los organismos públicos. Apenas se reiteraron las inspecciones de la AFIP y Gendarmería en el microcentro para dispersar por un tiempo a los “arbolitos” y desalentar las ventas.

Sin embargo, estas iniciativas apenas distienden la plaza financiera en el corto plazo. La liquidación de bonos en dólares en la cartera de organismos oficiales como la ANSeS o en la de inversores institucionales como las aseguradoras no puede sostenerse en el tiempo. Por el contrario, los desfinancian, al reducir su exposición a activos dolarizados de la misma forma que se resquebraja el patrimonio del BCRA al perder reservas internacionales a cambio de títulos de menor calidad o, directamente, de pesos.

El horizonte hacia 2015 contempla la persistencia del “desacato” dictado por el juez Griesa en EEUU, el impago a los holdouts y la profundización del “default” selectivo con los acreedores reestructurados. El 30 de octubre vencerá el período de gracia por el incumplimiento de intereses de bonos Par bajo legislación extranjera, que se sumará al de los Discount el pasado 30 de julio. La posibilidad de detonar una “aceleración” de la deuda que ingresó a los canjes de 2005 y 2010 será cada vez mayor, cuando se avecina un cierre de año con un pronunciado faltante de dólares.

Ese es un problema significativo para Vanoli, pues el Gobierno mantiene el foco en la salida de divisas del país y no trabaja en alternativas para que ingresen: las reservas del Banco Central perdieron unos u$s400 millones desde que comenzó el mes. Por debajo de los u$s28.000 millones, los activos internacionales del BCRA siguen en disminución aún con el diferimiento de los pagos de deuda. Al mismo tiempo, los argentinos “fugan” sistema financiero local unos u$s224.000 millones que por sí solos permitirían pagar toda la deuda pública. Con que una cuarta parte de estos fondos reingresara como inversiones y depósitos, podrían recomponerse las reservas a niveles récord de 2011, reactivar la actividad económica y cumplir con los vencimientos sin sobresaltos.

Dólar: el “frente interno” incide más que el “externo”

A la pregunta “¿por qué sube el dólar?”, la respuesta puede ser otra pregunta: “¿por qué no debería subir?”. Con precios en baja para las materias primas, el futuro próximo traerá una caída en el ingreso de divisas comerciales. Y además, habrá más pesos. Con ese contexto, el mercado paralelo reacciona hoy por la falta de oferta más que por una excesiva demanda de moneda extranjera.

El impacto del default, soslayado en los despachos oficiales, refuerza la convicción de que habrá menos dólares por el vedado acceso al crédito externo y la escasa inversión extranjera directa, postergados hasta que no haya una solución con los “buitres”. También desalienta la llegada de dólares el tipo de cambio oficial visiblemente atrasado y el “cepo”, que no sólo perjudica a los ahorristas. Las empresas están impedidas de girar dividendos y deben ingresar divisas a $8,415 –valor mayorista-, pero sacarlas del país a $13,66, a través del “contado con liquidación”.

Tras la cesación de pagos del 30 de julio por el bloqueo del juez Griesa a la cancelación de bonos Discount, el “blue” y el oficial, que estaban subiendo en forma pareja y por encima de la inflación, empezaron a divergir. El dólar informal avanzó en seis semanas un 22% (de $12,38 a $15,10) y el formal, apenas 2,6% (de $8,205 a $8,415 en la cotización mayorista).

Las valuaciones financieras también reflejaron la “fuga del peso”: el “contado con liqui”, para hacerse de dólares en el exterior, escaló 37,5% (de $9,93 a $13,66) desde el 30 de julio. El dólar “bolsa” o MEP, para obtener billetes dentro del sistema financiero local con la compraventa de bonos, aumentó un 19,6% (de $11,40 a $13,64). Esta última cotización es intervenida con la venta de títulos públicos en cartera de organismos oficiales.

Las “cuevas” se adelantaron. El “dólar a 15” es un 5% más caro que los $14,40 que resultan de la “convertibilidad” de la Base Monetaria ($406.000 millones) y las reservas (en u$s28.200 millones). Hoy se impone la incertidumbre antes que los fundamentos, en un mercado insignificante para el tamaño de la economía argentina, pero de mucho peso como termómetro de las expectativas.

Estudios de consultoras señalan que hacia fin de año será necesaria para financiar al fisco una fuerte emisión de pesos, que no se va a replicar en un acrecentamiento proporcional de las reservas. El rango es amplio e impreciso: se estima que el Estado necesitará que el BCRA emita entre 100 y 200 mil millones de pesos extra. Con una Base Monetaria por encima de los $500 mil millones, la relación de “convertibilidad” llevará al dólar teórico más cerca de los 20 pesos. Para el año que viene, la salida de dólares agregará presión: el proyecto de Presupuesto reconoce que se usarán u$s11.900 millones de las reservas para pagar deuda.

A la vez, la recesión cuenta y mucho. A los asalariados les cuesta cada vez más afrontar sus gastos domésticos y les sobran menos pesos para ahorrar en moneda dura. Así como la retracción económica es un dique de contención para un salto inflacionario mayor al actual, también lo es para el dólar informal, que igual tiende a subir por una oferta casi inexistente, pues nadie quiere vender.

El “frente externo” aceleró los tiempos: el dólar sube en el mundo, caen los commodities y Brasil, el principal importador de manufacturas argentinas, también está en recesión. Pero no es todo viento en contra: la demanda de China sigue firme y como la economía de EEUU todavía no crece suficiente, las tasas de interés globales seguirán en su nivel mínimo por un tiempo indeterminado.

Más grave es el “frente interno”, la desconfianza de los propios argentinos, sobreadaptados a las crisis recurrentes de la economía nacional. Desconfianza que los Gobiernos se empecinan en alimentar cíclicamente. En el “colchón”, cajas de seguridad o en el exterior los argentinos mantienen “fugados” unos u$s210 mil millones, que de ingresar al sistema financiero local permitirían holgadamente cumplir con las obligaciones de deuda, planchar el tipo de cambio y reanimar la imprescindible inversión para que la Argentina retome la senda de crecimiento.

Apertura del “cepo”: ya se vendieron u$s1.000 millones

Desde que el Gobierno reactivó la venta de dólares a particulares para atesoramiento, el Banco Central se desprendió de unos u$s749,2 millones, que sumados a los u$s244,8 millones adquiridos para turismo, ascendieron a u$s994 millones hasta el lunes. Desde el 27 de enero último la AFIP autorizó la venta de divisas a minoristas por el 20% de los ingresos mensuales comprobados, como una vía para quitarle presión a la demanda en el mercado informal, donde se canalizaban las necesidades de divisas extranjeras en efectivo. La flexibilización cambiaria, complementada con la devaluación, contribuyó con éxito a desacelerar el alza del “blue” y la caída de reservas.

La modalidad redujo prácticamente a la mitad el volumen de operaciones del circuito paralelo, pues en promedio la venta formal para ahorro cursó unos u$s8,5 millones por día. El giro oficial fue eficaz para desactivar una escalada del precio del billete, que en la tercera semana de enero había alcanzado los $13,10, su valor más alto desde que comenzó el “cepo” cambiario, inmediatamente después de aplicada la más profunda devaluación del peso desde 2002.

Aunque el fiscal no es un objetivo protagónico, hay que recordar que al dólar oficial se le añade un 20% en concepto de adelanto de Ganancias, que lleva a la divisa a $9,84 según el promedio al público en casas de cambio y bancos, y a $11,07 en la modalidad “turista” (+35%), cotizaciones que acortaron la brecha con el “blue” y la estabilizaron por debajo del 50 por ciento.

Si bien las restricciones cambiarias continúan, puesto que sólo se puede adquirir la divisa en entidades financieras en las que se tenga cuenta y por un cupo preestablecido por el ente recaudador, el “blue” se descomprimió y su precio se desinfló: aún hoy, a $11,64, permanece un 11% por debajo del récord del verano. En 2014, el dólar informal avanza 15,9%, menos que la inflación registrada por las consultoras privadas y apenas arriba de la medida a través del IPC Nacional Urbano.

En una comparación interanual, la inflación Congreso hasta abril (último dato disponible) acumuló un 38%, mientras que el dólar paralelo avanzó apenas 12,2% de abril a abril (de 9,40 a 10,55 pesos), y un 35,8% entre el 10 de junio del año pasado y hoy. En tanto, el dólar mayorista, cuyo precio es determinado por las intervenciones del Banco Central en la plaza interbancaria, trepó 55% de abril a abril y 53,2% de junio a junio, ritmo de apreciación que muestra cómo el BCRA hizo un esfuerzo por descontar el atraso cambiario acumulado en años anteriores. Ese atraso llevó en la práctica a un desdoblamiento de la operatoria y a férreos controles que dosificaron incluso la disposición de divisas para importaciones.

Por efecto de la devaluación y las imposiciones tributarias, el encarecimiento del billete verde desalentó la demanda para vacacionar en el exterior. La salida de dólares por turismo se recortó 32% o más de u$s700 millones en el primer trimestre, a u$s1.549 millones, frente a egresos netos por u$s2.280 millones entre enero y marzo del año pasado, según el Balance Cambiario del Banco Central, que computa tanto la compra de divisas en efectivo como gastos con tarjeta en el exterior.

En el primer semestre de 2013, las salida de dólares del sistema financiero por la demanda de turistas acumuló u$s4.530 millones, mientras que las reservas del BCRA en el período cedieron 6.285 millones de dólares. El contraste con lo que ocurre en 2014 es notorio: los activos internacionales restaron entre enero y el 9 de junio unos u$s1.820 millones, un tercio que lo perdido el año pasado. Esta contención a la salida de divisas fue posible por el oportuno reconocimiento de un dólar más caro y la mayor carga tributaria, a la vez que demostró que la apertura del mercado cambiario no significa necesariamente perder más reservas. Distinta hubiera sido la suerte de la economía doméstica si en lugar de un “cepo”, el Gobierno hubiera optado por una devaluación gradual a partir de octubre de 2011.

La mutación del “cepo”

La calma que se observa en el mercado de cambios en las últimas jornadas es aparente. Detrás del recorte de precios que experimenta el dólar oficial y la apertura de las ventas para atesoramiento, el Gobierno fuerza al mismo tiempo una reducción en la demanda de divisas para que la presión sobre las reservas del Banco Central se apacigüe un poco, después de un enero devastador para estos activos.

El “cepo” cambiario persiste con renovadas formas, ahora a través de la dilación para cursar las autorizaciones de compra de divisas para los importadores y en el volumen cada vez más modesto que la AFIP valida para las operaciones minoristas de dólar “ahorro”.

Una muestra de los obstáculos para importar es el menor monto operado en la plaza mayorista, que este martes se limitó a unos u$s182 millones en el mercado de contado y u$s123 millones en el de futuros, con participación compradora del Banco Central. La debilitada actividad de la plaza interbancaria no tuvo que ver esta vez con la oferta privada, cuando febrero se perfila como un mes con mayor protagonismo de exportadores, en especial de la agroindustria, y de los bancos, que tienen que adecuarse al nuevo límite dispuesto por el BCRA para la tenencia de dólares en su patrimonio (hasta 30%) y un techo del 10% para las posiciones de dólares en el mercado de futuros.

En tanto, el dólar para atesoramiento disminuyó los montos transados en forma evidente en su tercera semana de apertura. Mientras que en la primera semana de vigencia (del 27 al 31 de enero) el promedio diario de ventas fue u$s19 millones, en la segunda (del 3 al 7 de febrero) bajó a u$s16,4 millones, aún cuando la demanda minorista tiende a aumentar con el cobro de salarios propio del inicio de cada mes. Esta semana, entre el lunes 10 y el martes 11 se vendieron u$s13,2 millones, con un promedio parcial de 6,2 millones.

En cuanto a las validaciones, el ente recaudador aprobó el lunes 27 de enero pedidos de ahorristas por u$s52,2 millones; el lunes 3 de febrero, por u$s34,5 millones, y el lunes 10 de febrero, apenas 10,2 millones. Con la misma tendencia, el martes 28 de enero se aprobaron u$s21,9 millones; el martes 4 de febrero, u$s20 millones, y el martes 11, sólo 7 millones de dólares.

Cada contribuyente tiene la posibilidad de acceder a divisas por el equivalente al 20% de su ingreso promedio de los últimos meses y el propio administrador federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray, aseguró que “la fórmula para comprar dólares se mantiene inalterable”, aunque la AFIP se encargó de aclarar que hay variables que “pueden modificar la situación fiscal del contribuyente”. Entre ellas, cita la demora de los empleadores para presentar la Declaración Jurada de sus empleados, la fecha del pago de los aguinaldos (la fórmula considera las últimas doce remuneraciones y en el último año hay empleados que pueden tener liquidadas dos cuotas del Sueldo Anual Complementarios o una sola) o la fecha de liquidación de los “Bonos Anuales”, sea ésta en diciembre o en enero. En el caso de los monotributistas, la AFIP contempla el nivel de facturación, gastos, el personal a cargo y consumos con tarjeta de crédito que pueden dar al organismo la potestad de recategorizarlos o excluirlos del régimen.

Otras particularidades afectan al dólar “blue”, pero éste no es ajeno a las recientes acciones del Gobierno en el plano cambiario. Por una parte, la demanda de la divisa disminuyó en forma notable una vez superado el período en el que se busca más efectivo para las vacaciones, en diciembre y enero. Así, cayó el precio un 12% desde el récord de $13,10 el 23 de enero último hasta los 11,70 pesos. Por otra parte, la apertura parcial de las ventas formales para atesoramiento retiraron de la plaza informal a una porción importante de compradores, que ahora pueden acceder a la divisa a un promedio de $9,20 (hoy a $7,92 más el 20% de recargo como anticipo del Impuesto a las Ganancias), un 21,4% más barata que el blue.

Sin embargo no hay que pasar por alto las condiciones de mercado que determinan al circuito paralelo, por más informal que sea. Así como los operadores de las “cuevas” ganan con el spread que aplican sobre la cotización para la venta de la divisa, también obtienen una ganancia implícita al comprar dólares a un precio más bajo que el que podrán vender en el futuro. Y el incremento de la oferta de billetes de ahorristas que compran en bancos y casas de cambio y luego venden en el mercado marginal para hacerse de una diferencia es un resultado obvio de la flexibilización de las restricciones de la AFIP y el Banco Central. Por ello, con estos valores más deprimidos para el billete verde, es probable que las “cuevas” y “arbolitos” se aboquen en estos días a acumular stock de divisas más que a ofrecerlas, a la espera de un momento oportuno para vender a precios más altos, en este mercado que subsiste a fuerza de especulación y a la sombra de los controles oficiales.

Cepo: la peor medida y la más difícil de desactivar

A dos años de introducidas las restricciones cambiarias, muchos economistas coinciden en que estas medidas contribuyeron más a desacelerar la economía que a fortalecerla. En principio, el “cepo” fue pensado para detener la fuga de capitales, un objetivo que claramente no cumplió. Los dólares dejaron de ingresar al sistema financiero, la caída de depósitos por unos u$s7.000 millones redujo estas colocaciones a la mitad, las inversiones en dólares se retrajeron y, en cambio, se aceleró la cancelación de deuda en divisas (privada y pública) sin que se renovaran créditos y se incentivó el consumo suntuario de bienes y servicios del exterior.

La brecha entre el dólar oficial y el blue cercana al 70% es un escollo insalvable para unificar el mercado de cambios y recuperar las condiciones anteriores al 31 de octubre de 2011, cuando nació el “cepo”. En realidad, el atraso cambiario ya existía entonces, pero el ancla de un dólar oficial efectivamente libre lo aferraba a un precio bajo. El dólar “atrasado” comenzó a percibirse en forma moderada después de la disputa con los productores del campo por la resolución 125, pero se fue profundizando con el transcurso de los meses. El billete verde subió a un ritmo menor que la inflación y fue el dólar paralelo, muy a pesar de las intenciones del Palacio de Hacienda, el que llegó para emparejar el precio de la divisa con el del resto de los bienes.

La pregunta, a pocas horas del retorno de Cristina Kirchner al ejercicio pleno de sus funciones, es cómo el Gobierno piensa administrar el déficit fiscal en los próximos dos años. Una opción es mantener las restricciones al dólar, los controles a las importaciones, el financiamiento del Tesoro con reservas y su contracara: la sobreemisión de pesos. Una salida ortodoxa pasa por buscar crédito internacional, como esbozó el principio de acuerdo con el Banco Mundial por unos u$s3.000 millones, el reconocimiento de sentencias en el CIADI, el trabajo conjunto con el FMI por las estadísticas oficiales y el diálogo con los holdouts. Una tercera vía sería un indeseable ajuste.

Si la percepción oficial es que un recorte del gasto para equilibrar las finanzas públicas o una devaluación contradicen las virtudes del “modelo económico” actual, el “cepo” será inevitable hasta que asuma otra administración y revise esa tesis. En este sentido se interpretan las declaraciones de la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, quien aseguró que la caída de reservas responde a “los pagos de deuda pública en moneda extranjera”.

Según la funcionaria, un 75% de la caída de reservas este año (cerca de u$s11.000 millones) corresponde al “desendeudamiento” en moneda extranjera, hasta reducir estos pasivos a un monto que representa apenas un 8,5% del PBI. No obstante, la deuda pública total aumenta, lo que significa que se cancelan esas obligaciones con nueva deuda, colocada a organismos del Estado como la ANSeS y el propio BCRA.

Según los datos aportados por Marcó del Pont, este año ya se pagaron unos u$s8.000 millones por capital e intereses, una cifra similar al déficit comercial del sector automotriz o el del sector industrial radicado en Tierra del Fuego. También es equiparable al rojo por turismo y pagos con tarjeta en el exterior, y algo mayor al déficit de la factura energética. Todos estos ítems son parcialmente compensados por las exportaciones del agro y en menor grado por la minería. La diferencia en la balanza de pagos se cristaliza en la pérdida de reservas, por tanto, limitarla sólo al cumplimiento de las obligaciones soberanas es una verdad a medias que oculta otras distorsiones, exacerbadas por el “cepo” cambiario y la convivencia de un dólar oficial a seis pesos y otro blue a diez.

Ejemplo de esto es el auge de ventas de autos 0 kilómetro, con elevado componente importado o directamente unidades terminadas procedentes del exterior; el éxodo turístico fronteras afuera; los tours de compras a Chile, Uruguay o Miami, y el irrefrenable consumo “hormiga” con tarjeta a través de sitios web extranjeros, que explica la mitad de la sangría de dólares que se computa por turismo.

La Bolsa, récord en pesos, barata en dólares

El índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires, que mide el comportamiento de las acciones líderes, es decir, las que concentran el mayor monto de negocios, alcanzó el último 21 de octubre un récord de 5.662 puntos medido en pesos. Si se divide este número por el valor del dólar libre ($10,10) o del “contado con liquidación” ($9,45), se obtiene una puntuación en dólares en un rango de 560 y 600 enteros, todavía lejos del récord de enero de 2011 cercano a los 900 puntos.

Al observar la evolución de las plazas accionarias en los últimos tres años, el índice Dow Jones de Wall Street acumuló ganancias en dólares de 35%, entre el 1 de enero de 2011 hasta hoy. En ese mismo lapso, el Merval medido en dólares perdió un 34%, desde los 886 puntos a los aproximadamente 580 actuales.

Analizado en pesos, el panel líder progresó 57% (desde 3.522 puntos al cierre de 2010 a 5.526 el viernes), un porcentaje que probablemente no equipare a la inflación real acumulada en el recorrido de los últimos dos años y 10 meses. En el mismo período de tiempo, el dólar oficial subió 47,7% (de $3,98 a $5,78) y el dólar “blue” ganó 153,8% (a $10,10).

La comparación temporal no es caprichosa y deja en evidencia los aún competitivos precios del mercado local frente a las ganancias obtenidas en el extranjero. Desde 2011, el escenario financiero argentino marcó hitos como un récord histórico para el Merval (913 puntos en dólares el 20 de enero de ese año) y un récord de reservas en el Banco Central (u$s52.654 millones el 26 de enero).

También sobrellevó cambios de reglas que lo conmocionaron: la restricción cambiaria (31 de octubre de 2011), la reforma de la Carta Orgánica del BCRA (entró en vigencia el 6 de abril de 2012) que amplió la potestad para pagar deuda con dólares de la entidad, o la estatización de YPF, la empresa más grande de la Argentina, anunciada el 16 de abril de 2012 y convertida en ley el 3 de mayo de ese año.

El sector bursátil debió digerir la nueva ley de Mercado de Capitales (sancionada el 29 de noviembre de 2012), que autoriza a la Comisión Nacional de Valores intervenir en las empresas sin orden judicial previa y a requerimiento de un accionista minoritario, que en muchas cotizantes es el propio Estado luego de la estatización de las AFJP. El récord de precios del dólar libre (8 de mayo de 2013, a $10,45) y el desplome de las reservas (hoy, en u$s34 mil millones) fueron otros indicadores que condicionaron la operatoria local.

Con esa perspectiva más extensa en el tiempo se atenúa la percepción de un imbatible rally alcista de los títulos argentinos, que este año acumulan 45,7% de ganancias en dólares contra el 18,8% promedio de las 30 compañías más importantes de Wall Street que componen el Dow Jones de Industriales. Más bien, fue una recomposición de precios para activos forzadamente subvaluados por las señales gubernamentales hostiles hacia el sector financiero.

Desde este punto de vista, por balances y fundamentos, las compañías argentinas todavía ofrecen valuaciones tentadoras para los inversores dispuestos a asumir el riesgo y a aprovechar un eventual giro a la racionalidad en las decisiones de política económica hacia 2015.

El dólar sondea los 10 pesos

Tal como ocurrió en mayo último, el dólar libre vuelve a posicionarse en torno a los 10 pesos, un valor monitoreado minuciosamente desde los despachos oficiales, para impedir un avance sobre esa barrera psicológica a cinco días de las elecciones legislativas. Aun cuando está lejos del precio máximo de cierre de $10,45 del 8 de mayo, los $9,89 que alcanzó la divisa en la plaza informal este lunes constituyen la sexta marca histórica, detrás de aquel récord, los $10,08 del 7 de mayo y los $10,03 de los días 9, 10 y 13 de ese mismo mes.

Entonces, la brecha entre el dólar blue y el oficial tocó el 100 por ciento. Las ventas de títulos públicos nominados en dólares en poder de la ANSeS y, en menor medida, del Banco Nación, diluyeron esa suba, al presionar a la baja al dólar “contado con liquidación”, aquel que surge de las operaciones financieras con bonos y acciones, que permiten a los inversores y ahorristas de mayor porte hacerse de dólares en el exterior a un precio más ventajoso que el del dólar libre, desinflando este mercado informal.

Esta herramienta “ortodoxa” implementada por el Gobierno para intervenir indirectamente en el mercado paralelo permitió que la divisa llegara a negociarse debajo de los 8 pesos en junio y julio, aunque con el elevado costo de desprenderse de bonos en dólares a una cotización inferior a la que podría obtenerse al retenerlos hasta su vencimiento, además de resignar la rentabilidad en moneda dura.

Fue un recurso de corto plazo: luego de las vacaciones de invierno, la divisa comenzó una escalada lenta pero incesante hacia los 10 pesos. Si bien la brecha entre el blue y el oficial (a $5,86) se redujo a un 68,8%, el dólar libre se acomodó en el tramo final del año en valores más razonables, sin perder de vista que se trata de un mercado volátil y especulativo al extremo. Si se intenta establecer una cotización “teórica” o de “convertibilidad”, al dividir la base monetaria por las reservas se obtiene un dólar de $7,66 al 8 de mayo, cuando la divisa informal pasó los $10 ($301.029 millones de base monetaria ampliada contra u$s39.280 millones de reservas), y un dólar de $9,82 al 11 de octubre ($337.941 millones contra u$s34.402 millones). Los activos líquidos del Banco Central suman hoy u$s34.102 millones, su monto más bajo desde el 13 de febrero de 2007.

Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, dice que “el cepo en la Argentina, cuando se cerró del todo, estaba pensado, justamente, para evitar el drenaje, la pérdida de reservas que había sido violenta, con una fuga de capitales de casi u$s80 mil millones en los cuatro años anteriores”. El economista subrayó el contrasentido de la medida, que no solo no frenó la salida de divisas, sino que podría ampliarla a u$s11 mil millones hacia fin de año, según estimó en una entrevista con InfobaeTV.

Germán Fermo, analista de MacroFinance y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella, advierte que “el país quedó atrapado en un cepo cambiario cuya liberación sin recomposición previa de reservas probablemente haría más mal que bien”. El experto asegura que no se podrá salir de la restricción cambiaria sin crédito externo: “Resultaría útil para Argentina recurrir a una prudente interacción con los mercados internacionales de deuda, en especial cuando los mismos virtualmente regalan financiación en dólares”, con tasas de interés en su piso histórico.

En ese marco, un dato positivo que aporta la política monetaria es que la emisión de pesos del Banco Central desaceleró su ritmo desde el 40% anual de 2012 a un 26% en el transcurso del corriente año, un porcentaje equiparable al de la inflación real. Una menor abundancia de pesos quita presión a la demanda de dólares. Además, la entidad salió con decisión a “secar” la plaza de pesos excedentes, a través de la emisión de Lebac y Nobac. En los primeros nueve meses de este año las licitaciones de letras y notas crecieron casi 22% interanual, hasta los 100.000 millones de pesos.

Otro fenómeno que restringe la emisión pesos es que el BCRA está impedido de sumar reservas a través de compras en el mercado mayorista, donde se transan divisas para el comercio exterior, debido a que la demanda de los importadores acapara todos los dólares que ingresan por exportaciones. Así, continúa la “fuga por turismo, préstamos financieros netos del sector privado, saldo energético y pago de deuda del gobierno nacional”, según consigna Soledad Pérez Duhalde, de Abeceb.com. Este flujo resulta en una caída de reservas superior a los u$s9 mil millones en el año, el declive más importante desde los u$s19.002 millones que salieron de las arcas del BCRA durante todo 2001.