Monotributo: una reforma esperada y perfeccionable

El régimen simplificado para pequeños contribuyentes que originó el monotributo se creó en 1998 con la ley 24.977 y vence a fines de 2013. Este impuesto representa tan sólo un 0,9% de la recaudación nacional, pero a mediados de 2012 abarcaba al 12,3% de los aportantes al sistema previsional según datos oficiales.

El monotributo se creó para formalizar a muchos contribuyentes para quienes el servicio contable necesario en la liquidación de impuestos resultaba muy costoso. Los sujetos que se inscribieran como monotributistas tendrían la posibilidad de pagar un solo impuesto mensual, que aumenta en función de ciertos tramos de ingresos brutos declarados y reemplaza el pago de IVA y Ganancias.

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Imposible no poner una de cal y una de arena

En una dimensión distinta a la de la polarización, son innegables los logros construidos en la última década. La producción económica disfrutó tasas de crecimiento que en varios años rondaron el 9%, sostenido ladrillo a ladrillo, en gran medida por el sector de la construcción. El desempleo, que promediaba el 15% en los 90 y superó el 20% en lo peor de la crisis 2001-2002, se instaló por debajo del 10% desde fines de 2006.

La evidencia sobre la mejora en la distribución del ingreso es abrumadora. El 10% más rico de la población ganaba 17 veces lo que ganaba el 10% más pobre en 2003. Ese múltiplo bajó a menos de 7 en 2012. Esto se logró en gran medida porque se avanzó en la construcción de un piso de protección social. Los dos grandes cimientos fueron la Asignación Universal por Hijo y el avance de la cobertura del sistema previsional, que pasó a brindar jubilaciones y pensiones a más de un 90% de las mujeres mayores de 60 años y hombres mayores de 65 cuando antes apenas cubría al 65% de la población en esta franja etaria.

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Provincia de Buenos Aires: el esfuerzo se hace, pero en el resultado no se ve

Los números de la provincia de Buenos Aires lucen complicados estos días. Sin embargo, una mirada de más largo plazo permite ver que la provincia está logrando reducir su deuda desde 2002, si se la mide como porcentaje del Producto Bruto Geográfico (PBG) o de los impuestos provinciales.

Stock de deuda de la provincia de Buenos Aires como porcentaje de PBG

 Fuente: datos de la provincia. (P) Proyectado. (E) Estimado por CIPPEC con datos de deuda hasta septiembre de 2012.

 

Vale admitir que esta disminución de la deuda bonaerense no hubiese sido posible sin el Programa Federal de Desendeudamiento Provincial de 2010, medida impulsada por el gobierno nacional para aliviar a las provincias más endeudadas.

Pero también se observa un esfuerzo por el lado de la provincia. Del lado de los ingresos, la gestión en la provincia viene aumentando su recaudación (a través de Ingresos Brutos, impuesto inmobiliario, automotor, sellos, etc.) a un ritmo que duplica o triplica el ritmo de crecimiento de su deuda en los últimos años. Del lado del gasto, es notorio el peso del gasto en educación, que se lleva el 36% del total, y convierte así a esta provincia en la que más porcentaje de su presupuesto dedica a esta función social.

A pesar del esfuerzo, la provincia de Buenos Aires tiene una situación fiscal estructuralmente complicada. Es la única provincia que no logró tener superávit en ninguno de los últimos cinco años, a pesar de algunos años de tasas chinas de crecimiento. Hay que advertir que algunos factores que beneficiaron a otras provincias no tuvieron el mismo efecto en la provincia de Buenos Aires. Por ejemplo, los altos precios de las commodities de los últimos años beneficiaron a las provincias que cobran regalías, suerte que no corre esta provincia. Y de los beneficios del agro, ventaja relativa de la provincia, se apropió el gobierno nacional a través de las retenciones. Tampoco es una de las provincias beneficiadas por el sistema de coparticipación: Buenos Aires alberga al 40% de la población del país, pero recibe sólo el 20% de las transferencias automáticas provenientes de Nación.

Resultado financiero de las provincias como porcentaje de sus ingresos totales

Fuente: Dirección Nacional de Coordinación Fiscal con las Provincias. 

Mirando con anteojeras, la solución parecería ser una reforma al laberinto de la coparticipación. Pero dada su compleja viabilidad política -porque supone el consenso de las 24 provincias, el gobierno nacional y una mayoría especial en el Congreso- y aprovechando la concentración de recursos en manos del gobierno nacional, hay alternativas para una redistribución más equitativa del gasto. Ello de alguna manera se logró a través del Fondo de Desendeudamiento de las provincias, pero lo ideal sería hacerlo sin generar el riesgo moral que las quitas de deuda pueden conllevar.

Una forma de salir del laberinto es, entonces, imprimir mayor racionalidad a las transferencias no automáticas del Presupuesto Nacional. Es decir, que la asignación geográfica del gasto corrija las injusticias del diseño actual del federalismo. Para ello, sería necesario un enorme esfuerzo de reasignación del gasto nacional por parte del gobierno nacional, en función de criterios que respondan a las necesidades de cada jurisdicción en las distintas funciones de gasto.

Además de asignar el gasto con mayor nivel de equidad, es clave aumentar la transparencia de su asignación, en un contexto en el que desde 2012 el gobierno nacional ya no publica cómo distribuye el gasto entre las provincias.