Miedo a la libertad: ¿Eso es lo que sentimos?

Evoco con esta idea el título de una obra de las geniales del siglo XX, El miedo a la libertad, de Eric Fromm (1941). Hombre que puso a jugar sus ideas con las de Friedrich Nietzsche, Karl Marx y Sigmund Freud. Y sin miedo. Lo que también recuerdo, en mis épocas de estudiante, es que sus biógrafos lo definen como culto y bienintencionado, además de optimista. Todo esto sucedía en plena guerra mundial, cuando aún no se sabía ni cómo ni cuándo terminaría, o sea, en la incertidumbre del malestar social.

Hoy, entre nosotros, campaña sucia, campaña del miedo, organizaciones para crear estos Estados sociales que sobre un fin de ciclo revuelven, pero no revolucionan sobre los ánimos personales hasta transformar en malestar social lo que empieza en el alma humana. Hoy, incertidumbre.

Es naturalmente humano el desarrollo y la expansión desde que nacemos. La crispación, las amenazas, las exclusiones y los incluidos sumisos nos generan miedo, y el miedo nos bloquea nuestra capacidad de sentir.

¿Qué pasa con las autoridades de nuestro Estado democrático? Continuar leyendo

Si la peligrosidad no existe, estamos en peligro

El abordaje de la peligrosidad en el funcionamiento de la Justicia es un elemento indispensable que, aunque se toma en cuenta en todas las legislaciones del mundo, se ha eliminado como instrumento jurídico en nuestro territorio, contrariando el sentido común y los reclamos de la ciudadanía. Retomar el concepto de peligrosidad es reforzar el vínculo de la psiquiatría y la psicología en una interacción imprescindible con el derecho penal.

En Argentina, los jueces y los fiscales no pueden valorar si una persona, acusada de cometer un delito, es peligrosa para sí o para la sociedad, como paso previo a decidir si debe estar detenida o no durante el juicio. Lo que es habitual en sociedades más civilizadas acá no se puede. No importa si el autor de un delito fue atrapado in fraganti, si utilizó armas para cometer el hecho, si hirió a alguien o si en el pasado fue detenido veinte veces por hechos similares. Estos aspectos, que en cualquier lugar del mundo denotarían peligrosidad, entre nosotros desde hace unos años son un tema tabú que no se puede mencionar y mucho menos valorar. Si el delincuente está en situación de provocar algún daño a sí mismo o a sus semejantes, a nuestra Justicia no le importa.

El concepto de peligrosidad se desvirtuó entre nosotros a través de una maraña de normas y jurisprudencia dirigidas a que no haya castigo para el delincuente. Esos instrumentos jurídicos desviados tergiversan la punición en cuanto se fundan en una orientación abolicionista de las penas y garantistas del delito. Continuar leyendo

El garanto-abolicionismo siembra, Piombo y Sal Llargués recogen

El horror otra vez caló hondo.

Un niño de 6 años ha quedado nuevamente expuesto a la reincidencia de su violador y pedófilo ya que dos “cualquiera” decidieron liberar bajando la pena al responsable de la barbarie cometida.

“Cualquiera” para no ofender a la Justicia llamándolos jueces.

“Cualquiera “para no menospreciar la ley escrita llamándolos representantes de la ley.

Son en realidad dos cualquiera de nombres Piombo y Sal LLargues que bajo función de jueces cometieron el peor de los delitos: desproteger a un menor en su condición de múltiples vulnerabilidades.

Siniestros, pero no inocentes. Y si el inconsciente los traiciona, develar su contenido es desnudarlos ante el colectivo social para saber de qué se trata. El concepto freudiano del “retorno de lo reprimido es en este caso la manera flagrante que tiene la causa de Piombo y Sal Llargues para dejar en descubierto demasiados cabos sueltos.

Por ejemplo: ¿qué hacemos con la “estigmatización” del niño homosexual, de 6 años, que preocupa a Zaffaroni sobre los reos para que le asistan garantías proteccionistas del delito y no sobre las víctimas?

Si lo consideramos homosexual ¿no hay delito de violación contra los homosexuales?

Si consideramos que “estaba acostumbrado” a este tipo de acceso carnal por parte de su padre preso por pedófilo ¿no hay pedofilia porque fue abusado antes en reiteradas ocasiones y eso lo transformó en homosexual?

¿Los homosexuales devienen del maltrato sexual infantil y entonces son enfermos o es una libre elección de objeto?

Los homosexuales ¿están fuera de la estandarización del padecimiento del abuso sexual por el sólo hecho de serlo?

Un niño de 6 años ¿puede ser considerado homosexual?

Si fuera así ¿se lo da de baja como caso perdido o se lo respeta por su libre elección?

Con tanta impunidad, queda en evidencia que el abuso de autoridad con un fallo agraviante a la subjetividad de la víctima es, ni más ni menos, la manera simbólica de ejercer la misma violencia que el acto de violación del reo incluye.

¡Asco! Proclamó la opinión pública frente a este “fallo polémico”.

¿Polémico sería cortarle la mano a un ladrón en este occidente cultural social?

¿Polémico sería lapidar una mujer por adúltera en este occidente cultural social?

¿O más bien sería barbarie?

¿No es barbarie un fallo que libera a un perverso con alta probabilidad de reincidir contra la misma víctima u otros que pueden ser niños o pobres u homosexuales según la manifestación de su deseo en el momento que se produzca?

Si antes este mismo dúo había manifestado que violar a una niña de clases sociales “bajas” no tenía el mismo valor de delito porque en esos sectores empiezan antes a tener vida sexual por lo tanto sirvió de atenuante de pena también ¿que se podría esperar en este caso?

Esta vez no hay niño homosexual, en este caso, sólo hay una niña que ya fue objeto sexual así que ni vale la pena la “pena misma”.

Queda entonces a la vista que este dúo siniestr, usa sus herramientas para perpetuar su propia perversión en fallos de contenido sexual infantil haciendo que no pueda evitarse lo que de ellos hay en estos fallos: su propia perversión, violencia, discriminación y dudosa identidad propia. Y si bien los asiste la libertad de elección en sus vidas privadas, no puede deslizarse su ideología represora y prejuiciosa en fallos escandalosos que absuelvan a bárbaros pedófilos.

Esto es su propia condena social, lo que retorna de su represión y es inconfesable para su conciencia. Una prueba más de que el garanto-abolicionismo zaffaroniano y sus seguidores ha menoscabado al sujeto como tal: si por niño, si por precoz homosexual, si por pobre, no vale en igualdad de condiciones para la ley, si lo que tiene que ser cuidado puede ser profanado, entonces es Zaffaroni, autor de estas ideas, el que tiene que decir qué se hace con niños, homosexuales y pobres cuando la ley no los protege.

No sería raro que, ante el pedido de juicio político lo veamos como con Axel López, sentado como defensor privado de los “pobres magistrados”, para ejercer una vez más el aberrante garantismo abolicionista que pergeñó.

Deberíamos quedarnos con lo que tenemos, lisa y sanamente: “la Constitución garantiza la seguridad de todos los habitantes en su artículo 18″

Cualquier exaltación de garantía y abolición está inclinada a beneficios políticos manipuladores que populistamente creen que la gente es sólo masa votante. También son personas con su propia subjetividad para pensar y decidir.