El respeto por los límites

Así como no deben existir los padres amigos durante la edad de crianza de los hijos, dado que deben ejercer con límites incluidos su función de padres, tampoco deberíamos tener jueces amigos, funcionarios amigos, presidentes amigos. Lamentablemente, la tragedia de Costa Salguero ocurrida este fin de semana nos hace reflexionar sobre los motivos por los cuales las amistades mal entendidas atentan contra la vida de las personas. La cadena de responsabilidades puede comenzar en uno u otro extremo, así padres o funcionarios están en el mismo estatus, son los responsables iniciales o finales del extravío de una vida. El mal ejercicio de la autoridad que cada uno ostenta y de la que debe hacerse responsable puede terminar con una vida.

La problemática que viene atravesando Argentina tiene que ver con la laxitud de los límites. La tragedia de Costa Salguero no es sólo pérdida de vidas, sino una muestra de las anarquías reinantes. Ya en el 2007 el sociólogo Marcelo Urresti nos alertaba sobre los riesgos de la cultura adultescente: cuando el padre se convierte en un par, impide que el hijo transgreda su autoridad para poder crecer. Estas amistades y la falta de autoridad que atraviesan las instituciones dan por tierra cualquier intento de prevención.

Es increíble cómo el Gobierno del presidente Mauricio Macri viene pensando frenéticamente en la política y no tiene reacciones políticas. Continuar leyendo

Los desafíos argentinos

A partir de este jueves Argentina se encamina hacia nuevos desafíos. Los habrá tanto para oficialismo como para las oposiciones. El presidente Mauricio Macri deberá subordinar su praxis de razonamiento como ingeniero a la de un dirigente político. Hasta ahora, en la conformación de sus equipos prevaleció lo primero. Un ejemplo claro de esta situación lo verbaliza el ex jefe de gabinete Alberto Fernández, cuando sostuvo: “Macri dividió a la economía en sectores y se la entregó a los jefes de área. El petróleo a [Juan José] Aranguren, el campo a [Ricardo] Buryaile, el comercio al representante de la Cámara de Exportadores”. Concluyó Fernández: “El mayor desafío de Macri recae en su pelea contra sí mismo y espero que no entre al polvorín [en obvia referencia a la situación en que deja el Gobierno de Cristina Kirchner a la Argentina] con una antorcha”.

Dicho en otro sentido, la antorcha que debiese iluminar la gestión de Macri tiene que alumbrar con real transparencia todos los números en Argentina. Para ello, el Instituto Nacional de Estadística y Censos debe contar imprescindiblemente con técnicos rigurosos. Sin esto, es muy difícil que cumpla con justicia medidas que comenzaron a conocerse de manera extraoficial, desde paritarias por productividad hasta quita de subsidios. Continuar leyendo

Cacerola por voto

Muchas veces me pregunté por qué los argentinos que se aferraron a las cacerolas para expresar su protesta ante determinadas políticas aplicadas por la presidente Cristina de Kirchner las guardaron y no las volvieron a golpear. Alberto Nisman fue una excepción, pero sin cacerolas. Luego de los resultados electorales del domingo tal vez habrá que leer que esa ciudadanía cambió cacerola por voto.

En esta carrera electoral cada uno de los dos candidatos presidenciables tuvo su traspié de la mano de algún asesor influyente. En el caso de Daniel Scioli, lo he narrado: su error político comenzó el día en que su asesor Alberto Pérez claudicó ante Carlos Zannini y le impidió el acuerdo que Scioli tenía con Sergio Massa: Massa gobernador de Buenos Aires, Scioli presidente 2015. En el caso de Mauricio Macri, cuando Durán Barba influyó en la necesidad de impedir todo acercamiento con el peronismo, lo que dejó a Massa en espera. De haber prosperado, guardo para mí que el 25 de octubre pasado Macri hubiese sido el presidente de los argentinos.

En cuanto a Scioli, el 25 de octubre cambió de traje discursivo y convengamos que tan mal no le fue. La incomodidad con ese lenguaje que indudablemente no era el suyo se observó el mismo domingo a la noche, cuando sin cambiar de discurso volvió el tono Scioli. El miedo actuó y su desarticulación sólo salvó las ropas. Si para muestra sirve un botón, el malestar dentro del Frente para la Victoria quedó plasmado en la boleta electoral en la cual el cuerpo perteneciente a la foto del vice estaba en celeste y sólo aparecía el nombre de su compañero de fórmula: Zannini. Continuar leyendo

El país real espera

Hay un país real con dificultades que Daniel Scioli no puede disimular y Mauricio Macri intenta convencer de que puede transformarlo. Lo cierto es que el país real está. Está pendiente de quién, cómo y a dónde lo van a conducir. Cuando existen hartazgos políticos, los remiendos no sirven, dado que la mesura que implica el análisis racional de propuestas queda para otra ocasión. Quien pretende cambiar lo que lo cansa, lo agobia o le molesta simplemente ejerce un movimiento que condice con la ley física: eyectar lejos de sí a quien cree autor de tal asfixia.

Por otra parte, hoy la continuidad que dice representar Scioli se cree dueña, no articuladora, de los logros políticos conseguidos. Por eso advierte sobre la finalización de tales políticas en coincidencia con el fin de mandato. La encrucijada en la que está inmerso Scioli —quien algunos sostienen que no soporta la confrontación, no está preparado para las disputas— es sostener la fantasía de que todo está bien, para no enojar a la Presidente, pero al mismo tiempo demostrar a los sectores independientes, de los cuales depende para ganar el ballotage, que tiene los pies en la tierra sobre los problemas argentinos. Sus voceros, caso Manuel Urtubey, Miguel Bein, no alcanzan para que el votante termine de entender este raro equilibrio que intenta hacer el candidato entre el país en donde todo está bien y el país, por ejemplo, que necesita del auxilio financiero y de inversiones para contrarrestar la crisis de sus economías regionales que agonizan y complican la vida de un millón de personas, además de las ya alicaídas arcas del país, a las cuales les produce una pérdida aproximadamente de mil millones de dólares. Continuar leyendo

Los candidatos gatean hacia la meta

La culpa la tiene Juan Domingo Perón. Jamás debió hacer escuela con aquello de “Mi único heredero es el pueblo”. La estrechez de maniobra política de un Perón enfermo le afectó su sabiduría y dejó como legado lo peor de su política. Aquel Perón de 1973, el de la institucionalidad, el que ansió ser acompañado por Ricardo Balbín, terminó haciendo de un eslogan una política de Estado para el peronismo. Si quien conduce no se reproduce a sí mismo, echa mano a la doctrina Perón y saca como candidato a la sucesión a un tal pueblo.

Desde aquel momento a este hoy hemos pasado por un Carlos Menem que prefirió trabajar para el candidato Fernando de la Rúa antes que apoyar al candidato Eduardo Duhalde. Este, tal vez conmovido por Kosteki-Santillán, llamó a elecciones, se excluyó y acompañó al candidato de su partido, así es como llegó Néstor Kirchner. Luego Kirchner tuvo la suerte de contar con una candidata en casa: su compañera de vida. Su plan de alternancia dentro del matrimonio termina con su trágica desaparición. Después de la elección de Amado Boudou, Cristina Kirchner no quedó en condiciones anímicas de intentar con candidato propio. Su sueño re-reeleccionista se vio truncado por uno de los suyos, que decidió alejarse de su Gobierno. Sergio Massa, con su triunfo en el 2013, impidió la operación “Cristina eterna”. Por aquello de que a cada Cristina le llega su Carlos Zannini y a cada Mauricio Macri su Jaime Durán Barba, la Presidente por momentos pareció desentenderse del candidato a la sucesión, luego se entusiasmó con Florencio Randazzo, hasta que no le quedó más remedio que ordenar una tropa muy dividida y bendecir con los dientes apretados al candidato Daniel Scioli. Continuar leyendo