Los desafíos argentinos

María Herminia Grande

A partir de este jueves Argentina se encamina hacia nuevos desafíos. Los habrá tanto para oficialismo como para las oposiciones. El presidente Mauricio Macri deberá subordinar su praxis de razonamiento como ingeniero a la de un dirigente político. Hasta ahora, en la conformación de sus equipos prevaleció lo primero. Un ejemplo claro de esta situación lo verbaliza el ex jefe de gabinete Alberto Fernández, cuando sostuvo: “Macri dividió a la economía en sectores y se la entregó a los jefes de área. El petróleo a [Juan José] Aranguren, el campo a [Ricardo] Buryaile, el comercio al representante de la Cámara de Exportadores”. Concluyó Fernández: “El mayor desafío de Macri recae en su pelea contra sí mismo y espero que no entre al polvorín [en obvia referencia a la situación en que deja el Gobierno de Cristina Kirchner a la Argentina] con una antorcha”.

Dicho en otro sentido, la antorcha que debiese iluminar la gestión de Macri tiene que alumbrar con real transparencia todos los números en Argentina. Para ello, el Instituto Nacional de Estadística y Censos debe contar imprescindiblemente con técnicos rigurosos. Sin esto, es muy difícil que cumpla con justicia medidas que comenzaron a conocerse de manera extraoficial, desde paritarias por productividad hasta quita de subsidios.

El equipo de la mesa chica de Macri le aconsejó no aparecer inicialmente como un presidente débil, de allí toda la disputa por el traspaso del mando. En realidad el 10 de diciembre Macri asumirá el poder que le concedió el ciudadano al convertirlo en presidente, más allá de los símbolos que lo representan. Esta disputa menor le ha permitido a la Presidente saliente seguir ocupando tristemente espacios y al Presidente entrante ocupar tiempo dando explicaciones.

El Presidente Macri no debería desviar la atención en asuntos menores cuando la tarea que le espera es enorme. Es decir, cómo hacer las reformas económicas acordando con un peronismo posible y controlar la calle. El senador Carlos Alberto Reutemann lo ve desde otra óptica: cree que Macri hace lo que debe teniendo en cuenta que “prima en él la creencia de que la gente premia a la política por su gestión y de acuerdo con esto actúa”. También sostiene: “En el Senado, me parece, que lo acompañarán el bloque de los 41 o 42 en temas no conflictivos, el lío se va a armar si entra a pedir el juicio político a [Alejandra] Gils Carbó, por ejemplo. Hay mucha cara de malo”.

Se ha hablado bastante en estas últimas horas sobre la actitud de la presidente Kirchner para con el presidente electo. El diputado Eduardo Amadeo, por ejemplo, afirmó: “La Presidente está fuera de sí y perdió el límite de la realidad”. Otros se inclinan por pensar que representa a un peronismo que se viste con el traje de favorecer la gobernabilidad, pero que en los hechos la obstaculizará.

Lo cierto es que el presidente electo pudo haber “surfeado” políticamente esta situación para no quedar enredado en lo que podría ser catalogado como falta de expertise política.

Otro de los desafíos del presidente Macri tiene que ver con el descontrol en dos sentidos: por un lado, el de los precios, generado por la inflación de expectativas y, por el otro, las declaraciones que sus funcionarios pueden llegar a hacer al inaugurar las actividades en sus respectivas áreas. Hoy se ve un lenguaje similar al del Presidente en las voces de Gabriela Michetti, María Eugenia Vidal, Marcos Peña; en realidad, en los cuadros políticos.

Otro de los desafíos es eliminar definitivamente el miedo sembrado en un sector amplio de la población. Y seguramente un tema no menor para el Gobierno de Macri es contar con una oposición fortalecida. El secreto de un posible éxito de su gestión estará dado en que haya una oposición real.

El peronismo también deberá reencontrar nuevamente su razón de ser, discutir su posicionamiento desde la modernidad. A Cristina de Kirchner en la disputa por la conducción del PJ hoy sólo puede hacerle sombra la figura de Juan Manuel de la Sota. Para el desafío de estos tiempos cuenta el peronismo con una situación inmejorable, dado que su adversario de siempre, el radicalismo, pasó a integrar la coalición gobernante. El espacio de la socialdemocracia o del socialcristianismo está vacante.

 

Política en Santa Fe

El gobernador electo Miguel Lifschitz, vencedor por pocos votos ante Miguel del Sel, se reunió con este y con Omar Perotti esta semana. Claro que, de ser cierta la intención de escucharlos y de incorporar sugerencias, debió hacerlo antes de conformar su gabinete. Lifschitz no tendrá allí su mayor problema político, sino en el grifo que cierre o abra el gobernador saliente Antonio Bonfatti desde la Presidencia de la Cámara de Diputados.

El primer aviso de conflicto lo produjo el nombramiento en el manejo de los 950 millones de pesos de la caja de dicha Cámara a manos de Javier Echaniz. Oportunamente, Lifschitz se refirió a él como un impresentable; logró su apartamiento del gabinete de Bonfatti. Echaniz fue muy cuestionado en las últimas elecciones provinciales como responsable del área informática y por el manejo de la computadora personal del sindicado narcotraficante asesinado Luis Medina en vía judicial.

En el Senado santafesino el peronismo se abroqueló tras la Presidencia de Armando Traferri, quien no dudó en decir: “Trabajaremos de opositores y le exigiremos que se respete nuestro liderazgo en territorio. No aceptaremos senadores paralelos. De arranque le daremos un crédito. Es la segunda vez que piden prórroga para la ley de seguridad. Sólo tendrá un año”. También Traferri afirmó: “Sin lista de consenso, iremos por la Presidencia del PJ santafesino”.