La Argentina viene sufriendo en los últimos años los efectos adversos de un viejo problema que el mundo solucionó con éxito. Digo viejo problema porque durante los años ochenta la economía argentina sufrió una fuerte exposición a la hiperinflación que terminó en la salida del entonces presidente, Raúl Alfonsín. Con la sucesión de Gobiernos, el problema se mantuvo en niveles bajos y pasó a ser un mal menor de la economía nacional. El problema al que me refiero es la inflación.
Semanas atrás, cuando el objetivo era la salida del cepo cambiario, todo el mundo me consultaba acerca de cuál era el tipo de cambio de equilibrio y cómo se iba a lograr la tan ansiada salida. Ante la consulta, la respuesta fue siempre la misma: “No miren el tipo de cambio, miren la inflación”. Porque si yo mañana llevo el dólar a 20 y la inflación galopa al mismo tiempo y con la misma velocidad, en un corto tiempo estamos hablando de un nuevo tipo de cambio de referencia y volvemos a discutir otra corrección.
Entonces, ¿qué se puede esperar de la inflación para los próximos años? Como el título de la nota lo indica, no hay soluciones mágicas para controlar la inflación. Esto no se va a solucionar de la noche a la mañana y va a llevar un tiempo normalizar esta situación. Continuar leyendo