Seguridad: el doble discurso macrista

“Buenos Aires es una metrópolis global que celebra y florece con la diversidad. Es una de las ciudades más seguras del hemisferio occidental, y un lugar maravilloso para la juventud”. Lo anterior, aunque cueste creerlo, es una declaración de Mauricio Macri. La hizo en ocasión de ser nominada la Ciudad de Buenos Aires para los Juegos Olímpicos Juveniles. En otros ámbitos, ante los medios y en campaña, el jefe de Gobierno de la Ciudad habla de “el flagelo de la inseguridad”, “tragedia” y “situación crítica”. Un doble discurso que, aunque habitual, igualmente no deja de sorprender.

El uso electoralista de la inseguridad es un lugar común de la derecha en la Argentina. Su discurso magnifica los niveles de inseguridad, generando una industria del miedo que tiene fines electorales pero también privados. Nuestra crítica no conlleva la negación del problema. El gobierno nacional lo reconoce y se ha hecho cargo del asunto, como bien lo muestra el Plan Unidad Cordón Sur desplegado en las comunas del sur de la Ciudad de Buenos Aires, y las decenas de nuevos patrulleros que recorren la Ciudad. Lejos estamos aquí de afirmar que los hechos delictivos no existan y que el Estado no deba combatirlos, simplemente que, como en muchas cuestiones que los medios y la oposición levantan como bandera, hay una gran distancia entre el discurso y la realidad.

Dos informes de La Fábrica Porteña ayudan a comprender esta distancia entre el mito y la realidad. En uno de los informes, se muestran las diferencias entre los hechos reales, la construcción mediática y la victimización de las personas por la percepción de inseguridad.

Ese informe destaca por ejemplo que a pesar de que “Argentina tiene una de las tasas de homicidios más bajas de América y Buenos Aires fue elegida como la mejor ciudad de Latinoamérica para vivir pero aún así es el segundo país de la región con el mayor promedio en noticias de inseguridad, a la vez que más del 60% de los porteños siente que puede ser víctima de la delincuencia”.

En una de las tablas del informe, se observa la brecha entre la victimización de las personas al ser encuestadas sobre la inseguridad y la tasa de homicidios, indicador que da cuenta de la cantidad de delitos violentos. Allí, se observa claramente cómo Argentina es el tercer país con menor tasa de homicidios después de Chile y Perú, y sin embargo se ubica tercero en la victimización.

HomicidiosTambién en el informe se muestra cómo el diario Clarín se posiciona por encima de la media en Latinoamérica en la cantidad de informaciones sobre inseguridad, con un 10 % de noticias sobre el tema, muy por encima de su socio La Nación, maximizando y replicando de esta forma los hechos de inseguridad.

El segundo informe de La Fábrica Porteña es todavía más ilustrativo sobre cómo al PRO le importa (o no) la cuestión de la seguridad ciudadana. La Comisión de Seguridad de la Legislatura, presidida por el PRO que cuenta además con la vicepresidencia y cinco vocalías, tiene desde la creación de la Policía Metropolitana una especificidad funcional clara, que debería permitirles a los legisladores avanzar en diferentes proyectos en la materia.

Sin embargo, la producción legislativa de los miembros de la comisión, así como la designación de personal con conocimiento sobre la materia para asistirlos, fue prácticamente nula. El informe, que releva los proyectos sobre seguridad presentados por los legisladores sobre los proyectos totales que presentaron, muestra cómo el interés y el aporte temático sobre la cuestión para el bloque del PRO es mínimo, lo que deja la seguridad al libre albedrío del Ejecutivo y de los jefes de la Policía Metropolitana.

Más que discursos electoralistas, más que generar pánico en la sociedad, lo que debería hacer el Gobierno de la Ciudad es hacerse cargo. Menos show, y más trabajo, es lo que necesita Buenos Aires.

El proyecto del PRO sobre pasantías

En el mundo, según la OIT, el desempleo tiene mayoritariamente rostro joven. En Europa, por ejemplo, el neoliberalismo, la irresponsabilidad y el vaciamiento del rol del Estado, más diversas formas de flexibilización laboral, han generado una realidad donde los jóvenes son excluidos del mercado del trabajo, y en la que también se los deja sin incentivos para continuar sus estudios. Las posibilidades de conseguir un trabajo son remotas, por lo que no se justifica la inversión de tiempo y esfuerzo.

Como en tantas otras cosas, desde el comienzo de esta década de gobierno kirchnerista, la Argentina, junto con otros países de la región, van a contramano del mundo. Mientras en ciertos países desarrollados se imponían políticas de empleo que bajo el disfraz de la innovación llevaban a una flexibilización que sólo beneficiaba a las grandes corporaciones en detrimento de los trabajadores jóvenes, en Argentina, a lo largo de los últimos diez años, se incorporaron cientos de miles de jóvenes que antes se encontraban desocupados.

Existen algunos sectores políticos y mediáticos que quieren agitar el fantasma del desempleo para imponer intereses corporativos, algunas grandes empresas que quisieran poder tener mano de obra joven, barata, eficiente, pero sin derechos laborales ni estabilidad.

Contra esos fantasmas, los números reales: la ocupación juvenil creció 35 % en diez años. En 2003 la desocupación de los jóvenes superaba el 50 %. Una política activa como el Programa Más y Mejor Trabajo del Ministerio de Trabajo de la Nación permitió que más de seiscientos mil jóvenes entre 18 y 24 años en casi trescientos municipios se capacitaran, adquirieran experiencia en un entorno laboral que los calificaba laboralmente y pudieron concluir sus estudios. Esta política ofrece orientación e intermediación laboral, ayuda económica, asistencia técnica y aportes económicos de hasta $15.000 para que puedan comenzar su propio emprendimiento si luego del proceso de capacitación desean dar los primeros pasos como emprendedores. Desde que comenzó el programa, 374.838 jóvenes participaron de los talleres de orientación en el mundo del trabajo y 337.443 están en vías de finalizar sus estudios. Esta política ofrece una experiencia formativa real y una incorporación al mercado laboral con plenos derechos laborales, con calificación previa.

Como alternativa a esto, el proyecto neoliberal representado por algunos diputados nacionales (véase la nota publicada en este mismo portal por el diputado PRO Julián Obligio) pretende volver a las recetas fallidas que ya llevaron a que en 2003 los jóvenes fueran los más castigados por el desempleo, con la mitad de ellos desocupados, en un país donde el desempleo de toda la PEA llegaba al 24,3 %. Un proyecto presentado por estos días quiere convertir al sistema de pasantías en una forma más de flexibilización que premia a los empresarios y castiga a los jóvenes trabajadores con incertidumbre laboral y desconocimiento de sus derechos.

Hay dos formas de pensar la formación y la inserción de los jóvenes en las empresas. Una, representada por este tipo de proyectos, es a través de pasantías flexibilizadoras de las relaciones laborales; la otra, a través de la figura del aprendiz, del joven como futuro trabajador en formación que adquiere una experiencia específica. Hablar de aprendices supone hablar de relaciones laborales con mayor protección y en nuestro país esa figura surgió con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones, en los años 40, y con el acceso de cientos de miles de trabajadores a un esquema vinculado a la seguridad social y el derecho del trabajo.

La actual Ley de Pasantías, con autoría de los diputados Recalde y Osuna, sancionada en 2008, se alimenta de esta segunda idea, que toma conceptos del modelo dual alemán, que establece que se aprende en la escuela y la universidad, pero también en la empresa, por lo que lo que hay que pedirle a esta instancia de práctica es lo que realmente puede aportar: el aprendizaje.

El proyecto presentado por el PRO pretende duplicar el tiempo de la pasantía, desdibujando su propósito, convirtiéndola en una herramienta al servicio del empresario y no en una forma de aprendizaje del futuro trabajador. Con este proyecto, el empleador consigue mano de obra flexible durante dos años, mientras que con la ley actual, con los 12 meses de tope, se tiene un tiempo suficiente para el propósito formativo. En 24 meses la práctica deja de ser tal y se transforma en trabajo precario.

Además, ese proyecto, en un claro retroceso, pretende prescindir de una institución fundamental del mundo del trabajo, pidiendo explícitamente dejar de lado los convenios colectivos en materia de fijación del estipendio que cobran los pasantes, impidiendo así al Ministerio de Trabajo asegurar el cumplimiento del verdadero objetivo del sistema de pasantías.

Por lo tanto, detrás de una situación que está siendo resuelta exitosamente gracias a políticas de incorporación de los jóvenes al mercado laboral, a la recuperación de sus derechos laborales y a su formación educativa y calificación laboral, se quieren alinear intereses empresarios que bajo la excusa de estar ampliando oportunidades formativas sólo quieren quitar derechos y flexibilizar las relaciones laborales.

El empleo en el centro de las políticas públicas

El 25 de mayo se cumplen diez años de políticas públicas orientadas a la defensa del empleo y la expansión de derechos; diez años de avance hacia la justicia social.

El modelo de desarrollo con inclusión social instaurado por Néstor Kirchner y profundizado por Cristina Fernández de Kirchner permitió que el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, a cargo de Carlos Tomada, desarrollara una batería de acciones que han generado importantes resultados, acciones que impactaron positivamente en la inmensa mayoría de las familias argentinas. Ante la andanada de desinformación e injurias que propagan políticos y medios opositores es necesario responder con la realidad incontrastable de los hechos.

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La patología de la subejecución macrista

El Gobierno de la Ciudad volvió  a mostrar ineficencia en el manejo de los recursos. La presentación de los datos de ejecución presupuestaria del cuarto trimestre de 2012 demuestra la poca capacidad que tiene la gestión macrista para realizar obras contra inundaciones, para el desarrollo de la red de subtes, para obras de infraestructura urbana como cruces ferroviarios y pasos bajo nivel, construcción y refacción de escuelas y  mantenimiento y equipamiento de hospitales.

Según un informe realizado por La Fábrica Porteña, portal de los equipos técnicos del espacio que conduce Carlos Tomada, durante el 2012 el GCBA ejecutó en obras sólo $ 4.587 millones de los $ 6.138 millones presupuestados, alcanzando un 74,5% de ejecución, muy por debajo de lo esperado y dejando $ 1.500 millones sin utilizar. Entre las obras comprometidas y no realizadas en su totalidad, se destacan los bajos niveles de ejecución en el programa de expansión y ampliación de la red de subterráneos, en las obras para el desarrollo de la infraestructura de la red pluvial, en el Programa de Gestión de Riesgo Hídrico, la Unidad de Proyecto Especial del Arroyo Maldonado, en infraestructura urbana y escolar, y en mantenimiento y equipamiento de hospitales. Los datos presentados en el informe mencionado se encuentran publicados en la página web del GCBA y corresponden al presupuesto vigente al 31 de diciembre de 2012, al gasto devengado a esa fecha y al porcentaje que ese gasto representa en relación al crédito vigente.

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La única verdad siempre es la realidad

Hoy Mauricio Macri pronunciará (en realidad, leerá) el discurso de inauguración del año legislativo de 2013, lo que constituye una nueva oportunidad para marcar las características de su gobierno e insistir una vez más en la importancia y la necesidad de la alternativa que está construyendo el kichnerismo porteño para traer el proyecto nacional a la ciudad.

¿Qué podemos esperar del discurso? Según un informe elaborado por La Fábrica Porteña, una de las constantes del Jefe de Gobierno en cada uno de sus discursos de apertura anteriores fue la de culpar a otros sobre las problemas de la Ciudad. Lo que fue cambiando año a año, fueron el foco y el actor sobre el que caen esas culpas. A veces las culpas eran de las gestiones anteriores, otras veces del gobierno nacional, de la crisis internacional, de los gremios, e incluso del clima. Por supuesto, lo que nunca hubo fueron respuestas desde la gestión para resolver los problemas.

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El modelo Macri

A más de cinco años del inicio de la actual gestión en la Ciudad de Buenos Aires estamos en condiciones de caracterizarla cabalmente. No es mi intención, en esta breve columna, indagar en detalle cada área de gestión (lo hacemos en La Fábrica Porteña, portal de los equipos técnicos del espacio que conduce Carlos Tomada) sino ver cuál es la matriz de pensamiento que ha dirigido sus escasas decisiones.

La intención es que este ejercicio nos sirva para evaluar mejor su gestión, pero también para contraponer al modelo de desarrollo con inclusión social que Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández Kirchner han consolidado a nivel nacional.

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