Hoy Mauricio Macri pronunciará (en realidad, leerá) el discurso de inauguración del año legislativo de 2013, lo que constituye una nueva oportunidad para marcar las características de su gobierno e insistir una vez más en la importancia y la necesidad de la alternativa que está construyendo el kichnerismo porteño para traer el proyecto nacional a la ciudad.
¿Qué podemos esperar del discurso? Según un informe elaborado por La Fábrica Porteña, una de las constantes del Jefe de Gobierno en cada uno de sus discursos de apertura anteriores fue la de culpar a otros sobre las problemas de la Ciudad. Lo que fue cambiando año a año, fueron el foco y el actor sobre el que caen esas culpas. A veces las culpas eran de las gestiones anteriores, otras veces del gobierno nacional, de la crisis internacional, de los gremios, e incluso del clima. Por supuesto, lo que nunca hubo fueron respuestas desde la gestión para resolver los problemas.
El mismo informe advierte una curiosidad, pero que en rigor revela una marca de identidad del Jefe de Gobierno. Entre los cinco discursos estudiados en el informe, se registran cada vez más vaguedades: los discursos tienden a ser progresivamente mucho más abstractos, presentan una descripción superficial y sesgada de la realidad y destacan una supuesta vocación por el diálogo y el consenso, pero con muy poco desarrollo de las políticas públicas concretas, indicadores y metas mesurables.
Desde La Fábrica Porteña marcan una excepción. En la apertura del año legislativo de 2008, Macri se animó a las grandes promesas. En el discurso de ese año se pueden contabilizar 44 promesas de acciones concretas, en 2009 son sólo 32, en 2010 son 24, en 2011 son 16, y en 2012 sólo 9.
Aquel 2008, entonces, se anunciaron objetivos en salud, educación, obra pública, políticas de vivienda, transporte, política social, políticas de discapacidad, modernización administrativa, cultura y preservación del patrimonio cultural, tránsito y transporte público, espacio público e higiene urbana.
Tomando como base las promesas del discurso de 2008, el más cargado de promesas, La Fábrica Porteña señala las contradicciones entre los anuncios y los datos concretos de los últimos cinco años, para demostrar que Macri no cumplió ninguno de los grandes objetivos de política pública que decía plantearse.
En ese primer discurso, La Fábrica Porteña encontró a un jefe de Gobierno preocupado por la infraestructura escolar, para la cual en 2013 presupuesta un 52 % menos que el año anterior, aun en medio de un grave conflicto con docentes, padres y alumnos. También lo angustiaba la situación de la infraestructura hospitalaria; sin embargo, esa partida presupuestaria disminuye constantemente año a año. Idéntica situación con la inversión en la red pluvial, cuyo presupuesto se redujo en un 90% para el año 2013.
Los ejemplos son numerosos y el informe avanza en cada área de política, mostrando a un jefe de Gobierno muy pendiente de la vivienda social, para la cual redujo a la mitad su presupuesto, de la higiene urbana, donde se registra un aumento del 28% de los residuos depositados en el Ceamse, y de la extensión de la red de subtes, cuya única novedad no fueron los nuevos kilómetros sino el salvaje aumento del boleto.
De esta forma, se puede entender por qué el jefe de Gobierno nos presenta cada año discursos cada vez más lavados. Ha decidido no exponerse al rigor de la realidad. Ya no puede prometer hechos de gestión, porque ha caído en la certeza de que gestionar lo excede. Lo que queda por averiguar es a quién le echara la culpa esta vez.
Escrito en colaboración con Manuel Socías.