El impacto de la reforma en la ley impositiva de la Ciudad no es inocuo sino que revela claramente cómo se conforma la coalición socioeconómica del macrismo y los intereses que representa. Para entenderlo podemos trazar una correlación entre el ingreso de los hogares en cada comuna y cuánto se les aumentó de impuestos en el último año. En la siguiente tabla se correlaciona el ingreso per cápita familiar de la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad, por comuna, con la variación interanual en la recaudación potencial con el cambio de legislación introducido en 2012.
En las comunas con menor ingreso familiar promedio se observan los aumentos más altos en el ABL, de hasta el 170 %, mientras que los aumentos son menores a medida que el ingreso familiar aumenta (por ejemplo: 90% en la comuna 2, la mitad de la comuna 8, la de menor ingreso promedio). La línea recta indica la tendencia fuertemente negativa, que perjudica a las comunas con hogares de menores ingresos. Como se observa a simple vista, la fuerza de la relación es muy fuerte, y esto se denota estadísticamente en que el R2 (coeficiente que sirve para conocer precisamente la fuerza de la relación) es de 0,72; esto significa que los hogares con menos ingresos son los que recibieron el mayor aumento y los hogares con mayores ingresos, los que recibieron los menores aumentos a lo largo de toda la escala.
Los sistemas impositivos son una de las primeras cuestiones a observar para poder determinar el grado de justicia redistributiva de una sociedad, así como los equilibrios políticos existentes, los cambios de éstos en el tiempo y la orientación ideológica de los partidos.
A pesar de la numerosa cantidad de dimensiones que se pueden observar de un sistema impositivo, y a pesar de los diferentes tipos de impuestos, forma de cobrarlos, etcétera, una primer diferenciación básica es el grado de progresividad del sistema impositivo en general, es decir, cuáles son los principales impuestos de un Estado en función de cuánto contribuyen a sus recursos totales, y si éstos son progresivos (es decir, si se cobran en función de la capacidad de pago) o regresivos (si se cobran a todos por igual).
La Ciudad de Buenos Aires no es ajena a una dinámica común de nuestro federalismo fiscal, donde los principales tributos que cobran las provincias son los impuestos directos (art. 76, inc. 2), que en la práctica son el impuesto a los ingresos brutos y los impuestos sobre el patrimonio, a las rentas inmobiliarias, patentes de vehículos, etcétera.
A lo largo del país varía según cada provincia cuánto depende de esos impuestos (que junto con tasas especiales, impuestos a los sellos, etcétera, conforman su masa impositiva) y cuánto dependen de la coparticipación nacional de los impuestos que cobra y distribuye el Estado nacional.
En la CABA el principal tributo es el de los ingresos brutos, que en 2013 representa el 68 % de los recursos de la Ciudad de Buenos Aires; a éste le siguen, bastante lejos, los impuestos sobre el patrimonio (13 %, básicamente ABL, impuesto inmobiliario y patentes de vehículos) y luego los recursos que se reciben por la coparticipación federal (10,5 %).
Después de ingresos brutos, los impuestos que le siguen en importancia se aplican directamente sobre las familias. En el caso del ABL y el impuesto inmobiliario, descontando las partidas que corresponden a los tipos de zonificación industrial, equipamiento, urbanización, etcétera, la mayoría de las partidas corresponden a la zonificación residencial (1.035.800 sobre 1.781.600 partidas totales). Éste es un impuesto que los hogares, en el caso de las partidas residenciales, pagan todos los meses (o anualmente si utilizan esa opción) con un impacto directo en su bolsillo.
A pesar de ello, en general suele ser un impuesto de carácter progresivo, en tanto se cobra según condiciones de la vivienda, el valor comercial, la zona, etcétera. El impuesto inmobiliario per se, aun cuando no se tomasen en cuenta diferencias en los valores de la vivienda según su estado, ambientes, valor comercial, etcétera, sí se calcula por metros cuadrados y eso ya es, a priori, un sesgo progresivo.
Ahora bien, dentro del cálculo de estos impuestos (ABL e inmobiliario) puede haber fórmulas y métodos que le agreguen más o menos progresividad, o visto del otro lado, agreguen regresividad. Volviendo a la Ciudad de Buenos Aires, podemos reintroducir esta idea de las finanzas públicas donde la línea ideológica de los partidos es autoevidente en función de los cambios que introducen en la legislación impositiva en tanto queda en evidencia, en términos redistributivos, cómo está conformada su coalición social, es decir, mirando a quién le sacan y a quién le dan.
En general, entre 2011 y 2012, con la nueva Valuación Fiscal Homogénea (que supuestamente además de la incidencia del terreno y el FOT –Factor de Ocupación Total– mide el valor real de la edificación, en función de diferentes variables sobre el estado y el valor real comercial) la recaudación por el ABL aumentó un 100,5 %.
Según datos del Ministerio de Hacienda porteño: “De acuerdo con el padrón de ABL actualizado al mes de enero de 2012, y con la nueva metodología de cálculo del impuesto vigente, la recaudación potencial anual para 2012 se estima en $ 3.599,0 millones. Al comparar este valor con el obtenido aplicando la metodología anterior ($ 1.794,6 millones) se observa un incremento del 100,5%”.
Si bien en el caso del macrismo se da una paradoja retratada por sus números presupuestarios, que implicó sacarles más a todos y no darle mucho más a nadie, sí hay algunos a los que les sacó más y otros a los que les sacó menos. Con la última reforma impositiva de 2012, por caso, le sacó más a los que tienen menos y menos a los que tienen más. Su reforma en el cálculo del ABL castigó mucho más a las comunas con menores niveles de desarrollo económico, salarios, indicadores de salud, etcétera, en algunos casos casi hasta el doble de lo que significó para las comunas más ricas.
En un informe del propio Ministerio de Hacienda se advierte: “En términos porcentuales, las comunas del sur de la ciudad sufrieron los mayores incrementos con valores que rondaron el 170% (frente al 90% de las comunas del norte) debido, principalmente, a la imposición del mínimo por partida de $ 600 anuales”.
“En comparación con la valuación fiscal utilizada hasta el año anterior para calcular el impuesto, la valuación de las partidas con la nueva metodología aumentó en promedio el 40,2%, siendo las comunas del sur de la Ciudad las que mayor crecimiento presentaron, debido a que éstas –históricamente– han tenido valuaciones muy retrasadas con respecto a los valores de referencia del mercado”.
“Para las comunas del norte de la Ciudad la relación valuación/valor de mercado pasó de alrededor del 20% en 2011 a alrededor del 25% en 2012, mientras que para las comunas del sur, de aproximadamente el 12% en 2011 al 25% en 2012”.
Más adelante, se advierte que de no ser por la imposición de ese piso arbitrario de $ 600 mensuales, la variación interanual hubiese sido sólo del 66 %. Es decir, se está diciendo explícitamente que el grueso del aumento en la recaudación se debe a la imposición de un piso que recae fundamentalmente sobre viviendas de las comunas del sur (ya que las del norte están lejos del piso).
De nuevo en palabras del Ministerio de Hacienda de Macri, este piso tiene el siguiente impacto: “…en la nueva normativa 2012 se impuso un piso anual de impuesto de $ 600 por partida, lo que significó que muchas partidas tuvieron variaciones superiores al 150% respecto a 2011 (por ejemplo, un inmueble que pagaba bimestralmente $ 30 en 2011, en 2012 pasó a pagar $ 50 mensualmente). De no contar en el análisis con esas partidas, el incremento 2012 vs. 2011 hubiera sido del 66,2%”. La imposición de un piso arbitrario para todos, más allá de la capacidad contributiva, es justamente lo que añade regresividad a un impuesto en principio progresivo. El argumento del macrismo en ese mismo informe es que históricamente pagaban poco.
Olvidan, desde su lugar y con las bases a las que representan, que si un hogar del sur pagaba poco frente al valor de un hogar de Recoleta o Belgrano, no era por un error sino porque la fórmula anterior probablemente tenía como criterio político no cobrarles más a los que no están en condiciones de pagarlo.