Campaña larga, campaña corta

El 10 de julio pasado comenzó de manera formal la campaña electoral de cara a las primarias del 9 de agosto. Es un mes en el que los principales postulantes deben reforzar sus perfiles y plantear ejes de debate que les permitan salir bien parados de un desafío que, en los hechos, más que para dirimir candidaturas, los partidos usan como “gran encuesta nacional”.

Se podría decir que eso es así desde el punto de vista formal y que la que culminará con la sucesión de Cristina Kirchner es una de las más largas de las que se tenga memoria. Sobre todo Daniel Scioli y Mauricio Macri hace mucho más de dos o tres años que tienen entre ceja y ceja 2015 como el año clave de sus carreras políticas.

De todos modos, es cierto que es a partir de ahora que los electores comenzarán a prestar más atención en la política y pensar o debatir a quién darle su voto. Continuar leyendo

El escenario para la oposición

Voy a tratar de realizar algunos comentarios sobre el escenario político para la oposición, en especial para el líder del PRO, Mauricio Macri. Para eso, creo que conviene realizar primero algunos comentarios sobre el oficialismo. Veamos.

En la Argentina, durante tres cuartas partes del actual período democrático iniciado en 1983, han ejercido la Presidencia dirigentes que provienen del peronismo. El peronismo, sin embargo, puede perder elecciones; no es un partido hegemónico. Ocurrió en 1983 y en 1999, cuando comenzaron sus mandatos -que luego no terminaron- referentes de la UCR.

El actual oficialismo tiene, por estos antecedentes, una notoria ventaja, una carta más en el mazo. Como parte de ese escenario, el peronismo gobierna más provincias y municipios que la oposición y ha controlado el Senado desde que se recuperó la democracia, sin interrupciones. La mayoría de los sindicatos se alinean también con el peronismo.

El líder del PRO, Mauricio Macri, asegura que esa ventaja no prevalecerá, que ahora es él quien más posibilidades tiene de llegar a la Presidencia, porque “el 60 % de la gente quiere un cambio”. Continuar leyendo

Presidenciales: algunas rupturas y continuidades

Cerraron las listas, se larga la carrera presidencial “en serio” y conviene tener algunas cuestiones en cuenta para quien quiera saber cómo funciona una elección nacional en la Argentina.

Así, se podría destacar que, desde que funciona esta “nueva” democracia nacida en 1983  hasta aquí es la primera vez que:

  • Finaliza un gobierno, un proyecto político que supera los doce años en el poder.

  • Un presidente que lleva ocho años en el cargo y que ha atravesado situaciones políticas y económicas de “alto voltaje” finaliza el mandato con importantes niveles de aprobación en la ciudadanía y de capacidad de incidencia al interior de su partido.

  • Tras un gobierno peronista, la enorme mayoría de la dirigencia del PJ se encolumna detrás de la fórmula presidencial consagrada para competir en los comicios. Ahí están las voces de respaldo al binomio Daniel Scioli-Carlos Zannini entre los miembros del Consejo Nacional y del Congreso Nacional del Partido Justicialista. No ocurrió de esa forma cuando el justicialismo definió que Eduardo Duhalde compitiera por la Presidencia en 1999.

  • En este sentido, Cristina Kirchner podría protagonizar un momento único en la historia del peronismo: entregarle la banda y el bastón presidenciales a otro peronista. Eso ocurrió en el particular traspaso entre Néstor y Cristina Kirchner. Pero nunca con un dirigente con “otra” trayectoria política.

  • La propuesta no peronista con más posibilidades, el PRO, apuesta con Mauricio Macri y Gabriela Michetti por una fórmula “pura” para competir desde la oposición en los comicios nacionales (por ejemplo Hermes Binner-Norma Morandini provenían de partidos distintos en 2011; también Elisa Carrió y Rubén Giustiniani en 2007 o la exitosa Fernando de la Rúa-Carlos “Chacho” Alvarez en 1999).

  • Un gobernador bonaerense, como Daniel Scioli, tiene posibilidades serias de convertirse en presidente. Eduardo Duhalde intentó en 1999 romper el “maleficio” de los gobernadores de la Provincia, pero no lo logró. Llegó luego al sillón de Rivadavia, pero sin haber sido votado.

  • Finaliza un mandato largo y la economía se mantiene por el momento estable. No hay hiperinflación, como al final del mandato de Alfonsín, ni hiperendeudamiento e hiperdesocupación, como cuando Menem finalizó su gestión.

También hay continuidades:

  • El peronismo apuesta una vez más a ganar en primera vuelta. Se entusiasma con algunos elementos que le dan sustento a esa hipótesis. Con un peronismo unido y una economía estable, ese partido tiene un piso de votos “alto”. Hay que recordar que Eduardo Duhalde, en 1999, con un peronismo fragmentado y desgastado rozó el 40 por ciento de los votos. Y que la Constitución Nacional, pactada por Carlos Menem y Raúl Alfonsín, permite ganar en primera vuelta con el 45 por ciento de los votos o con el 40 por ciento y una diferencia de 10 puntos sobre el principal contendiente.

  • También se debe destacar que el mecanismo del balotaje nunca se utilizó desde que fue instaurado por la Constitución de 1994. Se pudo haber usado en la muy especial elección de 2003, pero finalmente no tuvo su debut.

  • La mayoría de los gobernadores e intendentes del PJ siguen teniendo una voz importante a la hora de las definiciones electorales en el oficialismo. Es sabido que los “responsables” de territorios se sentían más cómodos con una fórmula única -encabezada por Scioli- que con una interna que involucrara al contendiente Florencio Randazzo.

  • La principal propuesta opositora se juega con una fórmula de dos dirigentes que desarrollaron su carrera política en la Ciudad de Buenos Aires, como Macri y Michetti, tal como había ocurrido, por ejemplo, en el caso de De la Rúa y “Chacho” Alvarez.

  • La UCR vuelve a delegar el liderazgo nacional de la oposición y apuesta a ganar intendencias, gobernaciones y bancas legislativas. Ocurrió también en 2007, cuando llevó como candidato al peronista Roberto Lavagna.

Quizás los lectores encuentren más de estas rupturas y continuidades, sobre todo cuando la campaña comience oficialmente a desarrollarse.

Las palabras mágicas

“Esta elección está polarizada hace tiempo. Más allá de los nombres está polarizada entre continuidad y cambio”. El razonamiento lo expresó el precandidato presidencial y senador por la UCR Ernesto Sanz en declaraciones a una radio porteña este fin de semana.

De fondo, en el esquema planteado por Sanz está, por un lado, la justificación de la estrategia electoral de la UCR. En primer lugar, la alianza con el PRO, de Mauricio Macri, y la Coalición Cívica, de Elisa Carrió, como representación de un polo opositor competitivo. Este sería entonces el espacio del “cambio”, en contra de la idea de “continuidad” expresada por los precandidatos del Frente para la Victoria.

El segundo elemento que surge de las palabras de Sanz sería que la propuesta del Frente Renovador, de Sergio Massa, a la que la Convención Nacional de la UCR -por ahora- le cerró la puerta a nivel nacional se quedaría a “mitad de camino” entre el cambio y la continuidad y, por lo tanto, no tendría lugar en la propuesta radical.

La idea del polo del “cambio” contra el de la “continuidad” seduce a Macri, quien lanzó un sitio web con una serie de frases estilo “new age” muy en línea con la tradición de campaña del PRO porteño, pero en el que la única palabra que se resalta es “cambiar”.

Visto de esa forma, el escenario tampoco parece disgustar al oficialismo, que se siente más cómodo planteando claras diferencias con Macri, que las más difusas que muchas veces muestra con los intendentes del Gran Buenos Aires que aún se alinean con Massa, a varios de los que ya les entró la duda de si volver al Frente para la Victoria -lo que hizo el jefe comunal de Escobar, Sandro Guzmán- o pasarse a las filas de Mauricio Macri -la vía que tomó el radical de San Isidro, Gustavo Posse-.

De todos modos, lo que veremos desplegarse en los próximos meses es una operación llena de complejidades, como es dotar de contenido a qué significa en este momento en la Argentina “continuidad” y qué significa “cambio”. Cuánto y de qué forma cambiar o no las políticas públicas que funcionan desde hace algunos años en la Argentina.

En las más recientes elecciones presidenciales en la región, algunos candidatos opositores optaron por plantear una especie de “cambio moderado” o más bien un cambio que diera continuidad a varias políticas que contaban con apoyo social. Lo hizo con bastante buen desempeño Henrique Capriles en Venezuela -con su frase ”no soy la oposición sino la solución”. No tan buena suerte corrieron la brasileña Marina Silva y el uruguayo Luis Lacalle Pou -”Por la positiva” fue su slogan.

Así, hubo comicios en los que hubo una mayor polarización discursiva, como fue la última elección brasileña, donde la opción “moderada” de Silva quedó a un costado y el opositor Aécio Neves levantó con fuerza las banderas del “cambio”. Eso obligó a una muy fuerte revindicación de las políticas desplegadas por el Partido de los Trabajadores (PT) durante la última década, por parte de la presidenta Dilma Rousseff, pero también del líder partidario Lula Da Silva.

Por ahora, Macri hace un cierto equilibrio. Por ejemplo, dijo hace algún tiempo que está a favor de algunas banderas del Justicialismo y evitó pararse, al menos desde lo discursivo, en un rechazo frontal a las políticas de Cristina Kirchner.

Del lado del oficialismo la idea de optar por la “continuidad” aparece como más clara, pero no son pocas las señales que se ofrecen de que hay capacidad de cambiar de cara a algunos sectores sociales que exigen modificaciones de políticas. No es sólo la imagen de “moderación” que ofrece Daniel Scioli. También el ministro Florencio Randazzo con su énfasis en una gestión eficiente y cercana en el sistema de transporte y de la documentación personal.

Sin embargo, también la presidenta Cristina Kirchner mostró durante el mes que terminó varios guiños al “centro” del tablero político. Uno de esos gestos fue el acuerdo con la Federación Agraria Argentina (FAA) por compensaciones a productores, medida que de hecho partió a la Mesa de Enlace. Entre la batería de medidas que anunció pocos días atrás, también hubo lugar para el fomento al consumo de heladeras y un esquema de descuentos al consumo que entrarán en vigor con la tarjeta SUBE, junto con un plan de pagos generoso para morosos con la AFIP.

Para determinar el ritmo de este complejo baile entre cambio y continuidad será clave el contexto con el que se llegue al mes de octubre. En ese sentido, la velocidad con la que se desplieguen las variables económicas y el clima que se sienta en los hogares en cuanto al consumo no resultará un elemento menor para definir los discursos partidarios.

Urbi et orbi

“Yo aquí hago de Padre Eterno. Los bendigo a todos Urbi et Orbi. Recibo a todos. A algunos que me gustaría darles una patada tengo que abrazarlos”. La frase, palabras más o menos fue repetida infinidad de veces en entrevistas y cartas con colaboradores por Juan Domingo Perón.

Quizás allí resida en parte el secreto del arte de la conducción en el peronismo, un movimiento que siempre -aún cuando la derecha argentina lo ha considerado en no pocas oportunidades como revolucionario y subversivo- ha sido policlasista, reformista, federal e integrador de intereses de sectores empresarios y de trabajadores.

De más está decir que con esa dinámica en mente, Perón se mantuvo hasta el último minuto de su vida al frente del movimiento político que fundó, si bien no estuvo exento de vaivenes y hasta de agrios momentos en que distintos sectores -Augusto Timoteo Vandor alguna vez, las “formaciones especiales” juveniles en otras ocasiones- coquetearon con la idea de desafiar su liderazgo.

Si vamos más aquí en el tiempo, la presidenta Cristina Kirchner lidera al oficialismo y, por lo que se ve hasta el momento, parece escuchar el eco de las palabras del General. Por un lado, se mostró durante el último mes en varias ocasiones con dos de los principales precandidatos de su partido, el gobernador Daniel Scioli y el ministro Florencio Randazzo. Ambos, así como los restantes precandidatos del Frente para la Victoria, dependen de un buen desempeño del Gobierno nacional hasta el último minuto del actual mandato, como precondición para tener buenas chances en los comicios de octubre.

La jefa de Estado no hace guiños por el momento ni hacia uno ni hacia otro lado e incluso la Casa Rosada salió a poner “paños fríos” en la disputa interna, cuando desde las trincheras sciolistas y randazzistas las críticas cruzadas se pusieron más punzantes. Por encima de las internas, la voz de Cristina suena “Urbi et Orbi”.

La Presidenta conserva buenos niveles de respaldo a su gestión -distintos consultores asumen que bien por encima del 40 por ciento- en tanto que los índices económicos internos, a diferencia de lo ocurrido el año pasado, no son para nada desalentadores. La inflación se desaceleró, el salario real tiene un ritmo ascendente, según confirmó un informe del centro de estudios sindical CIFRA-CTA y el consumo interno no aparece en mala forma. El Indice de Confianza del Consumidor difundido por la Universidad Torcuato Di Tella acumuló una suba del 45,3 por ciento en un año. Se ubica así en niveles similares a los que mostraba a fines de 2011.

Los últimos anuncios para dar más impulso al consumo interno que la Presidenta realizó por cadena nacional desde la Casa Rosada, en presencia de varios precandidatos del oficialismo parece nechar por tierra también una hipótesis que analistas opositores han repetido hasta el hartazgo en shows televisivos y columnas de diarios y sitios web: que el principal objetivo de la primera mandataria sería entregarle la banda presidencial a un dirigente opositor, preferentemente Mauricio Macri, como una forma de desairar a sus posibles sucesores al interior del peronismo.

En ese contexto, el PRO, se verá durante todo el mes próximo inmerso en la sabrosa interna entre Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti, primera parada en la sucesión que probablemente beneficie al actual oficialismo porteño.

Y Sergio Massa, quien en algún momento parecía un “número puesto” para la oposición, pasa sus horas tratando de retomar algún eje discursivo que lo ubique en el centro de la escena, mientras trata de mantener a sus seguidores unidos detrás de su postulación.

En los hechos, el año electoral recién comienza, pero ya puede decirse que algunas definiciones comienzan a asomar.

La otra cara de los acuerdos opositores

La otra cara de los recientes acuerdos opositores es la relativa fortaleza del oficialismo. 

Consultores políticos más bien asociados con ideas opositoras, como el sociólogo y columnista del diario La Nación Eduardo Fidanza o el titular del Centro de Estudios Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, lo han expresado a su modo en las últimas horas. Fidanza escribió que la imagen en la sociedad de la presidenta Cristina Kirchner “vuelve a trepar a los valores que tenía hacia fin de año, antes de la muerte del fiscal” Alberto Nisman, tema este último del que la oposición habla ya bastante poco. Fraga, en una entrevista que concedió a Radio América, dijo que no se debe “subestimar al Gobierno” y que en elecciones registradas el año pasado en la región, como las presidenciales de Brasil y Uruguay, los partidos de oposición “parecía” que podían triunfar pero finalmente resultaron una vez más derrotados.

El acuerdo entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica parece algo apurado y desprolijo por varias razones. Por ejemplo, Mauricio Macri afirmó durante todo el año pasado que se registra un “fin de ciclo” de todos los que “gobernaron los últimos 30 años”. No sería precisamente lo que piensa la Convención Nacional del Radicalismo que ahora sella su pacto con el macrismo. Continuar leyendo

Del otro lado del espejo, el FPV

La crisis, el neviosismo, los movimientos intensos y apresurados, las declaraciones estridentes que por estos días saturan a las fuerzas de la oposición difícilmente ocurrirían si, del otro lado, el Frente para la Victoria no hubiera logrado cierta estabilidad política.

En un año difícil económicamente, que comenzó en enero con una devaluación del peso, el Gobierno nacional llega a fin de 2014 con una situación cambiaria -variable que suele ser un termómetro de tensiones políticas- relativamente estabilizada. Queda por ver todavía cómo se desarrolla el siempre intenso diciembre, pero las perspectivas para la gestión de la presidenta Cristina Kirchner no son lo preocupantes que algunos sectores opositores auguraban algunos meses atrás.

A pesar de los fuertes debates internos por definir la sucesión de Cristina Kirchner, el Frente para la Victoria logró una serie de puntos de acuerdo. Los “garrochazos” que distintos analistas pronosticaban luego de la derrota oficialista en la provincia de Buenos Aires en 2013 no se concretaron. Todos los precandidatos del Frente para la Victoria parten de la base de ratificar las políticas del Gobierno nacional y sumarle a eso su propio estilo.

No es que no haya debates: por ejemplo, el referente del Movimiento Evita Fernando “Chino” Navarro advirtió que “ni (Daniel) Scioli ni nadie es invencible en las PASO y criticó a sectores que se apuran a “sacarse una foto” con el gobernador bonaerense.

“El determinismo de seguir a Scioli nos hace pensar que es el candidato natural y eso no es así”, subrayó Navarro

A su vez, Scioli aprovechó para mostrarse con gobernadores afines, pero otros precandidatos también buscaron mostrar sus ambiciones. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, participó de un acto con dirigentes de La Cámpora en Río Gallegos. Allí reclamó una discusión al frente del oficialismo. Y pidió definir “si somos representantes genuinos de este modelo de desarrollo social, independiente y autónomo, o si somos empleados del poder corporativo y mediático, que tanto daño le ha hecho a la Argentina”, en lo que pareció una nueva crítica al gobernador bonaerense.

En el debate también se metió el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Sostuvo que el dirigente que “pretenda” suceder a Cristina Kirchner dentro del Frente para la Victoria y llevar sus “banderas a la victoria electoral en el 2015″ deberá “interpretar su proyecto político” y “garantizar su continuidad”. “De la base territorial existente, su consolidación, y una excelente interpretación de este proyecto político, junto a su continuidad en los próximos años, naturalmente surgirá quien efectivamente lleve estas banderas a la victoria electoral en el 2015″, afirmó el jefe de ministros

Como se ve, hay disputas e indefiniciones también en el partido de gobierno. Pero a diferencia de las que por el momento muestra la oposición -el show de Elisa Carrió fue apenas un capítulo más- se dan en un marco limitado. Parece ya un lugar común decir que los peronistas cuando se pelean se están reproduciendo. En pocos meses veremos si la máxima se ratifica.

Una cosa que empieza con P… ¿Partido?

El diputado oficialista Carlos Kunkel planteó en una nota publicada hace pocos días una posición, un debate, que me parece muy fructífero e interesante. La crisis de los partidos políticos que terminó de detonar con la crisis de 2001 ¿sigue vigente? ¿En qué medida afecta a unas u otras fuerzas políticas?

Kunkel tiene una tesis. Falta un camino por recorrer en la “plena recuperación y consolidación de los partidos políticos”. Pero afirma que en ese contexto el peronismo alcanzó “una institucionalidad con plena participación democrática de todos los peronistas identificados con los postulados doctrinarios, políticos, ideológicos y programáticos del peronismo fundacional, adaptado a los requerimientos sociales de los tiempos que corren”. Continuar leyendo

Cristina, todavía

La misma semana en la que comienza la cuenta regresiva de un año para las elecciones nacionales de 2015 podríamos sacar una “foto política” del momento. Y comprobaríamos entonces que la presidenta Cristina Kirchner ya ha roto los pronósticos que la mayoría de los medios y periodistas opositores así como de los consultores de opinión contratados por los candidatos que quieren sucederla trazaron para este 2014. Sobre todo después de los cimbronazos que significaron las revueltas policiales y los cortes de luz de diciembre, así como la devaluación de enero. Pronósticos que hablaban de un “pato rengo”, un “fin de ciclo”, una invalidez política y dirigentes peronistas huyendo en masa hacia otras opciones electorales.

Así, a fines de octubre de 2014 Cristina se muestra sólida políticamente. Y no lo digo yo.

El analista político opositor Rosendo Fraga afirmó hace algunos días en una entrevista que en contra de varios pronósticos, queda claro ahora que “el Gobierno ha acumulado poder en lugar de perderlo”. Además, razonó que para ser una jefa de Estado que no tiene la posibilidad de un nuevo mandato y cuando, según evaluó, “no ganaría una elección” nacional, “el ejercicio del poder que estamos viendo” de parte de la primera mandataria es “muy fuerte”. Fraga recordó la relativa facilidad con la que el oficialismo promueve y aprueba proyectos de ley en el Congreso. Habría que recordar que logra imponer su visión entre los legisladores nacionales con una facilidad que, por ejemplo, Carlos Menem no tuvo en casi todo su mandato y menos hacia el final de su período de gobierno.

“El kirchnerismo va en una dirección clara y enfrente me parece que no hay la misma estrategia común”, destacó Fraga en diálogo con el periodista Oscar González Oro, por radio La Red.

También se da cuenta de la fortaleza política que aún muestra Cristina es Elisa Carrió. En la entrevista que concedió hace algunos días a Jorge Lanata y en la que repartió críticas a sus colegas opositores razonó que el actual momento le hace acordar al período que el oficialismo atravesó luego de las elecciones legislativas de 2009.

“En el 2009 ¿se acuerdan que ganamos la elección? (…) Después en ese intermedio de seis meses, porque a ella (por Cristina Kirchner) el año que viene se le desarma todo, hicieron la Ley de Medios, (la estatización de) Aerolíneas ¿Se acuerdan? Bueno, estamos en el mismo período”, alertó Carrió a Lanata y sus oyentes.

La líder de la Coalición Cívica le reprochó a los principales dirigentes de la oposición que “todo el mundo está pensando desde hace seis meses en las elecciones del año que viene y no están pensando en que las elecciones son el año que viene y que estos (por el oficialismo) se llevan el mantel puesto ahora”.

Cristina conserva protagonismo y fuerza. Así parecen percibirlo buena parte de los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria, incluidos Daniel Scioli, Sergio Urribarri, Florencio Randazzo y Agustín Rossi, que se mostraron juntos en un acto pocos días atrás. Además, la Presidenta logra objetivos concretos, como un proyecto de nueva ley de hidrocarburos negociado con los gobernadores de las provincias petroleras.

Al mismo tiempo, la oposición debe dejar de lado su agenda propia para pasar a discutir los temas que propone el Gobierno nacional. Temas con los que -además-, como en la iniciativa a la que la Cámara de Diputados dio media sanción esta semana para hacer obligatoria la educación a partir de los 4 años o ciertos aspectos del nuevo Código Procesal Penal -proyecto que la mandataria divulgó por cadena nacional en horario central- cuenten con el aval explícito de referentes de la oposición.

Octubre de 2014 y todavía, en contra de varios pronósticos -aunque no de todos- Cristina sigue en el centro de la escena política.

Después del Mundial

El Gobierno nacional viene atravesando los últimos tres meses con relativa calma política y económica, en comparación con los agitadísimos días que debió enfrentar sobre todo en diciembre y enero pasados.

Se podrían repasar algunos de los elementos que sustentan esta situación de estabilidad con hechos ocurridos durante los últimos meses:

  • Reducción del ritmo inflacionario, según determinan tanto las cifras del INDEC, como las estimaciones del sector privado.

  • Finalización de buena parte de las paritarias en el sector privado y el sector público, con actualizaciones salariales que -al igual que en los años anteriores- estuvieron por encima del supuesto “techo” que desde los medios de prensa se planteaba que iba a fijar el Gobierno.

  • Finalización del litigio con Repsol por la nacionalización de la mayor empresa del país, la petrolera YPF.

  • Anuncio de nuevos programas sociales, como el PROGRESAR, para jóvenes que no trabajan ni estudian y actualización de los montos de la Asignación Universal por Hijo (AUH).

  • En el terreno de las relaciones internacionales: visita del canciller chino, quien ratificó créditos para obras de infraestructura en la Argentina y la llegada de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, quien eligió Buenos Aires como primer destino en una gira internacional en este nuevo mandato. A eso habría que sumar la decisión del gobierno de Barack Obama de respaldar a viva voz la posición argentina ante la Corte Suprema de Estados Unidos.

Un elemento político adicional ha sido la definición de las nuevas autoridades del Partido Justicialista. Su composición, en la que la llegada a la presidencia del gobernador jujeño, Eduardo Fellner, no parece ser el dato más importante, va en contra del “sentido común” que algunos medios y analistas buscaron instalar en los últimos meses:

  • No se produjo una “sangría” de dirigentes del Frente para la Victoria hacia las filas de Sergio Massa.

  • El gobernador Daniel Scioli viene ratificando su intención de ser precandidato presidencial por dentro del Frente para la Victoria.

  • No sólo el mandatario bonaerense tiene las mismas aspiraciones: el partido designó como “vicepresidentes honorarios” a Florencio Randazzo, Julián Domínguez, Agustín Rossi, Sergio Urribarri, Juan Manuel Urtubey y Aníbal Fernández, poniéndolos en una línea de larga que puede llevar a algunos de ellos a las primarias.

  • La agrupación oficialista La Cámpora, a la que se plantea en permanente tensión con el resto de la estructura del PJ, ubicó dirigentes en distintas instancias del partido, algunas de ellas clave, como una vicepresidencia y la secretaría general.

En base a estos y otros elementos, la posibilidad de mantener niveles adecuados de estabilidad económica y política serán condiciones necesarias para que algún candidato del Frente para la Victoria se muestre competitivo en las elecciones nacionales de 2015.

Lo que también habrá que tener en cuenta es cómo reaccionan los otros jugadores del tablero político y también económico ante este relativo fortalecimiento de las posiciones del oficialismo. Por ejemplo, no parece verosímil la afirmación que hizo el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, a una radio porteña hace pocas horas: “Nosotros no hacemos política”. La renovada presencia pública del titular de la Asociación de Bancos, Jorge Brito, con una entrevista a la agencia internacional Bloomberg en la que vaticinó una mayor devaluación del peso y un texto publicado en un diario económico en la que reclamó “convicción para mantener el superávit fiscal” de cara al período 2015-2020 no dejan también de llamar la atención en ese contexto.

¿Y entonces, el 2015? Primero, lo primero. Y lo primero es “después del Mundial” -el período bisagra con el que por aquí y por allá se escucha dividir al año en curso. Que se abra entonces un lapso con mayores o menores niveles de conflictividad empezará a delinear en parte el escenario de cara a la etapa electoral.