Una cosa que empieza con P… ¿Partido?

Nicolás Tereschuk

El diputado oficialista Carlos Kunkel planteó en una nota publicada hace pocos días una posición, un debate, que me parece muy fructífero e interesante. La crisis de los partidos políticos que terminó de detonar con la crisis de 2001 ¿sigue vigente? ¿En qué medida afecta a unas u otras fuerzas políticas?

Kunkel tiene una tesis. Falta un camino por recorrer en la “plena recuperación y consolidación de los partidos políticos”. Pero afirma que en ese contexto el peronismo alcanzó “una institucionalidad con plena participación democrática de todos los peronistas identificados con los postulados doctrinarios, políticos, ideológicos y programáticos del peronismo fundacional, adaptado a los requerimientos sociales de los tiempos que corren”.

Mientras tanto, “otras fuerzas políticas no han logrado el mismo grado de reconstrucción y consolidación, lo que explica que en cada elección surjan y luego se eclipsen formaciones que, independientemente de las intenciones de quienes organizan las listas de candidatos y de los que las votan, no logran consolidarse”.

El legislador se pregunta además: “¿No será esa la razón de la persistencia de prácticas corporativas que intentan sistemáticamente condicionar el ejercicio de las funciones que la ciudadanía encomienda a sus representantes a través del voto?”

La polémica está planteada. Según una definición clásica -y “mínima”- de Max Weber, un partido político es “una asociación [...] dirigida a un fin deliberado, ya sea éste ‘objetivo’ como la realización de un programa que tiene finalidades materiales o ideales, o ‘personal’, es decir tendiente a obtener beneficios, poder y honor” para los jefes y sus seguidores o bien “tendiente a todos estos fines conjuntamente”.

Luego de la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país, en las elecciones legislativas de 2013 y con la presidenta Cristina Kirchner sin posibilidad de reelección, algunos sectores analizaron que el Frente para la Victoria se desintegraría en medio de un “fin de ciclo”. Que habría “garrochazos” desde el oficialismo a partidos de la oposición. Que el peronismo olfatearía “calas” y por lo tanto plantearía fuertes giros en las políticas y en el liderazgo de la primera mandataria.

Llegando a fin de año esto no parece haber ocurrido. El Consejo Nacional del PJ eligió sus autoridades, las principales agrupaciones que componen “Unidos y Organizados” realizaron actos importantes para respaldar al Gobierno y todos los dirigentes que quieren ser precandidatos a presidente por el oficialismo afirman que la base sobre la que se paran son las políticas públicas llevadas adelante por la gestión de la presidenta Cristina Kirchner.

Bien, un partido político debe mostrar voluntad de poder. También unidad. Por sobre todo, evitar estar al borde de la ruptura en forma permanente, como exhiben por estos días varias agrupaciones políticas opositoras. 

Al mismo tiempo -en contra de cierto sentido común que indica que “todo” lo define Cristina-, en el FPV también aparecen algunos elementos que hacen a la vida de los partidos: debate ¡y alineamientos internos!

Así, mientras el gobernador Daniel Scioli busca instalar la idea del “candidato natural”, otros dirigentes importantes plantean enfoques contrapuestos. Y varias discusiones de fondo.

El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo hace pocos días en un acto partidario que las “corporaciones económicas y mediáticas juegan al sale o sale” porque “tienen candidato en la oposición y en el oficialismo”. El funcionario apuntó así contra las postulaciones de Mauricio Macri y Sergio Massa, pero también contra la candidatura “kirchenrista” de Scioli.

En un acto con referentes políticos sociales e intelectuales en la Ciudad de Buenos Aires, el excanciller Jorge Taiana, quien también se postula a la Presidencia puso sobre la mesa las ideas de voluntad de poder y unidad, pero sin bajar la bandera del debate.

“Para que este proyecto popular sea exitoso necesitamos triunfar en el 2015. O ganamos o buena parte de las conquistas que hemos obtenido en estos 11 van a ser revertidas y las podemos perder. Hay que ganar porque la única forma de consolidar lo hecho en estos años es avanzar y profundizar lo que se ha hecho”, enfatizó el legislador porteño.

Al mismo tiempo, en una advertencia a algunos de sus competidores internos en el oficialismo subrayó: “Hay que rechazar esa especie de sentido común que quieren imponer algunos grupos hegemónicos, y que algunos miembros del Frente para la Victoria aceptan, de no pelearse y ser amistosos con los mercados”. 

“No resolvemos los problemas de injusticia, desigualdad y pobreza que hay en la Argentina simplemente portándonos bien con los mercados”, subrayó Taiana, que con el apoyo del Movimiento Evita viene recorriendo el país para proponer un “segundo tomo” en el libro kirchnerista.

Que la representación política y los partidos políticos atraviesan en la Argentina crisis y mutaciones es un fenómeno que nadie podría ocultar. Al mismo tiempo, habría que debatir si los partidos tuvieron alguna vez en el país un momento “dorado” como canalizadores de la totalidad de las demandas sociales, aunque eso da para largo. Más allá de esos debates, habrá que notar que ciertos rasgos del Frente para la Victoria, aún en el contexto antes mencionado, se parecen bastante a las dinámicas y funciones que se espera que cumpla un partido político.