Existe una interpretación acerca de los importantes niveles de aceptación que, según diversas encuestas, la presidenta Cristina Kirchner mantiene en estos últimos meses de mandato sobre la que me gustaría plantear algunas ideas alternativas.
Se dice que Cristina sube en la consideración pública porque “ya se va” y que, como todo presidente que deja el cargo, la mirada de la población sobre ella se vuelve más matizada, menos aguda. Se compara entonces esta etapa de la gestión kirchnerista con el último año del primer gobierno de la chilena Michelle Bachelet, que finalizó en marzo de 2010. Bachelet había experimentado un fuerte descenso en su imagen al inicio de su mandato, tocando un piso de alrededor del 35 por ciento de aceptación en 2007. La dirigente socialista se retiró tres años más tarde con un histórico 84 por ciento de aprobación. Continuar leyendo